Teatro: Próximo. Teatro Infanta Isabel

En este mundo tan globalizado, las relaciones se sustentan en torno a la pantalla del móvil, con la complicidad que da el poder contar con alguien al otro lado del teléfono pero con la inseguridad de la distancia. Dos hombres solos, miles de kilómetros de distancia, una historia de amor que se va cimentando sobre la complicidad y la lealtad de cada uno de ellos, sobre la confianza y la generosidad de cada uno de ellos, capaces de ponerse en el lugar del otro pese a las abismales diferencias que separan ambos mundos. Una distancia física que se reduce al mínimo con la comunicación virtual. Un amor cimentado en el inestable mundo de la tecnología.



En la era digital, los vínculos que creamos no entienden de distancias, los sentimientos pueden florecer a través de la pantalla, crecer en torno a las redes sociales y los mensajes, fortalecerse con la complicidad de las llamadas y las confesiones. Pero todo se tambalea en el momento en el que se corta la comunicación, se apaga la pantalla, se cuelga el teléfono. La sensación de soledad se agrava en esos momentos de incertidumbre, cuando cada uno de ellos sigue su vida lejos de la tecnología que les une. La realidad vista a través de una pantalla nos aleja de la vida, pero es ese mismo mundo virtual el que nos acerca a la persona amada y con la mutua confianza conseguir que ninguna distancia sea insalvable, que todos los miedos puedan superarse.


Producida por Complejo Teatral de Buenos Aires, Maxime Seugé y Jonathan Zak (distribuida en España por Producciones Teatrales Contemporáneas), este montaje nos pone frente a una de las preguntas más recurrentes de nuestro tiempo ¿Qué pasa cuando el cuerpo está lejos de donde está la emoción? Una historia de gran actualidad (más aún en estos tiempos de pandemia, cuando las relaciones se han sustentado en la mayoría de los casos a través de las pantallas) en la que nos habla de la proximidad que se puede generar a través de la red, la soledad de este mundo tan individualista, la necesidad de buscar en la red aquello que no sabes encontrar en el mundo que te rodea.


Claudio Tolcachir ("La omisión de la familia Coleman", "Emilia", "Tercer cuerpo", "Dinamo") sze ha convertido en todo un referente de la escena actual. En este caso escribe y dirige (con Cinthia Guerra como ayudante) una pieza cargada de sentimiento, que indaga sobre la propia identidad, sobre el individualismo de nuestros tiempos, sobre la soledad a la que nos lleva este mundo tan digitalizado. Todo esto lo plasma en la relación a distancia de estos dos chicos, que manifiestan un miedo atroz a mostrarse tal y como son (algo que nos ocurre a la mayoría en estos tiempos de postureo instagramer, en el que sólo mostramos nuestro lado amable), buscando refugio en el anonimato y la distancia que nos proporcionan las redes sociales.

En toda la obra sobrevuela la velocidad con la que todo transcurre en nuestros días, el cambio de paradigma de las relaciones, tanto afectivas como sentimentales, que se asientan sobre los inestables cimientos de la tecnología. Son esas mismas conexiones que se crean a través de la red las que permiten relacionarse con personas que viven al otro lado del mundo. Una dualidad que deja en el aire la duda sobre los verdaderos sentimientos, sobre el compromiso que se puede adquirir a través de una relación virtual. Un arma de doble filo que hace mucho más endebles las relaciones y que permite estar protegidos, ya que nos mantiene en nuestro hábitat de confort, lo que nos obliga a confiar ciegamente en "la verdad" que te dibuja la persona que está al otro lado de la pantalla.


La historia nos muestra la historia de la relación entre Pablo y Elián. El primero es un argentino que se encuentra en Australia y el segundo en Madrid, en la otra punta del mundo. Uno actor de cierto prestigio, el otro un currante sin mucho futuro. Pese a sus diferencias, hay algo que les une y les hace coincidir, la soledad. El autor nos hace transitar los diferentes vínculos que pueden ir acercando a estos dos chicos, separados por miles de kilómetros y unidos por la red. Dos personas que comienzan una relación con la ingenuidad de un juego, ya que las relaciones a través de la pantalla nunca les parecieron reales. Pero la historia de amor se va consolidando, pese a la distancia física que los separa. Los dos van acercándose más al otro, convirtiéndose en el único apoyo y pensamiento que tienen los dos a lo largo del día. Contra todo pronóstico la relación se consolida, convirtiéndose en una pareja de lo más consolidada, sin llegar siquiera a tocarse


En estos tiempos en los que proliferan tanto las aplicaciones de citas tipo Tinder o Grindr, las relaciones han cambiado tanto de "formato" como de concepción. Todo comienza, en estos tiempos de absurda inmediatez, con unos likes, unos comentarios insinuantes, una solicitud de amistad, un "match". Pero este postureo, esta falsedad, este artificio, es muy difícil consolidarlo en la realidad del día a día. Este montaje nos muestra este proceso, en el que la distancia física no es el impedimento, cuando ambos se quieren y se necesitan. Pero siempre quedan en el aire preguntas como las que plantea esta historia: ¿Qué pasa en el cuerpo cuando el afecto sucede siempre más allá de nuestros límites? ¿Podemos amar sin tocarnos, sin olernos, sin conocer la piel, sin sentirnos?



Pablo y Elián. Dos hombres solos en busca del amor. Dos personalidades diametralmente opuestas que encuentran en la distancia la manera más directa de unirse. Ellos son Lautaro Perotti ("Tebas Land", "La omisión de la familia Coleman", "El viento en un violín") y Santi Marín ("Cronología de las bestias", "Siempre me resistí a que terminara el verano", "Antígona"). Una pareja que se compenetra a la perfección con la dificultad de no poder interactuar de forma directa, evitando las miradas cómplices que los actores siempre buscan en su compañero. Un excelso trabajo de ambos que consiguen crear unos personajes muy bien estructurados y definidos, pero sobre todo tienen el gran mérito de compartir escenario en todo momento sin la posibilidad de relacionarse de forma directa. Es la esencia de la obra, que queda plasmada perfectamente en el trabajo de sus protagonistas.


Las interpretaciones de ambos nos conmueven y nos enternecen. Los sentimos vulnerables, cercanos, solos, en este mundo centrado en las pantallas, que cuando se apagan todo se derrumba y se hace aún más difícil. Dos personajes antagónicos que hacen de las diferencias sus puntos de complicidad. Uno serio, el otro desnortado, uno cariñoso, el otro protegido siempre de sus miedos. Dos almas que se necesitan y se complementan, que se ayudan y se aman en una distancia que por momentos parece insalvable y que en otros parece inexistente. Precioso y delicado, cada instante que ambos actores están al lado en escena, mientras el espectador sabe que los separan miles de kilómetros, algo que a ellos parece no importarles, viviendo la relación como si realmente estuviesen tan cerca como se ven en la pantalla.


En este meticuloso trabajo destaca la escenografía creada por Sofía Vicini, capaz de transportarnos a esos mundos tan dispares desde la sencillez de un espacio vertebrado en distintos ámbitos, en el cohabitan los diferentes universos de los dos personajes. Un espacio perfectamente estructurado, en el que se transmite la intimidad del hogar a la perfección, mientras la escasez de elementos nos transmite la soledad de ambos en lugares fríos y desangelados. Para crear este ambiente es fundamental la iluminación creada por Ricardo Sica, que sabe jugar con tonalidades cálidas y frías, para darle a cada escena la tonalidad necesaria.


En definitiva, estamos ante una obra primorosa, en la que desde la sencillez se nos muestra el complejo mundo de las relaciones a distancia. Tolcachir consigue un texto redondo, en el que nos habla de soledad y de amor con la misma naturalidad, nos muestra el devenir de dos almas perdidas que encuentran a su media naranja en las antípodas (tanto físicas como sociales). Deliciosos Lautaro Perotti y Santi Marín , creando unos personajes vulnerables y tiernos, que van creciendo juntos para consolidar su gran historia. Un montaje de lo más actual, que nos habla de los nuevos modelos de relacionarse, del miedo a mostrarnos como somos, pero sobre todo nos habla de que el amor, si es verdadero, no tiene fronteras ni distancias. Una maravilla que nadie debería perderse. VOLVAMOS A LOS TEATROS. LA CULTURA ES SEGURA.

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Teatro: Teatro Infanta Isabel
Dirección: Calle Barquillo 24.
Fechas: Del 23 de Marzo al 21 de Abril a las 20:00.
Entradas: Desde 15€ en teatroinfantaisabel.

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