Toda historia tiene dos versiones y en este caso asistiremos a este clásico de Francisco de Quevedo desde el prisma que le da el protagonista de la historia, ese Buscón al que todos conocemos pero que no sabemos lo que piensa. La historia de este peculiar personaje nos llevará a descubrir sus andanzas desde un lugar mucho más íntimo, aunque a la vez mucho más canalla. Una conmovedora historia que es un fiel reflejo de nosotros mismos, de nuestros egos y nuestros miedos, de nuestra continua búsqueda de nuestros sueños, de nuestro ansiado paraíso en la tierra.
Esta particular versión de la universal obra de Quevedo nos engancha desde el inicio, porque el montaje nace a este lado de la cuarta pared para ponernos en situación de lo que vamos a ver. Esa nueva perspectiva del texto de Quevedo nos hace mirar la pieza con otros ojos, olvidándonos de lo aprendido para disponernos a conocer la particular visión que el personaje tiene de si mismo. Así podremos conocer a la persona, al Buscón, y vivir junto a él todas sus vivencias, sus aventuras, hasta llegar incluso más lejos de lo que llegó a escribirse sobre él en la novela.
La compañía Teatro del Temple ("Los hermanos Machado", "El caballero y la muerte", "La vida es sueño", "Abre la puerta") vuelve a sorprendernos con su particular visión sobre los clásicos, con su siempre eficaz destreza para abordar cada proyecto. En esta edición del Corral de Cervantes nos presentan dos de sus grandes obras, esta de la que les hablamos y "Don Quijote somos todos", que se estrena el viernes 25 de Junio. Esta ingeniosa y original adaptación de José Luis Esteban y Ramón Barea, en la que hay mucho de Quevedo pero también mucho del Teatro del Temple, nos da una versión mucho más global de la magnitud del personaje y de lo universal de la pieza, tan actual en nuestros días como el día de su escritura. Tras el "prólogo" inicial en el que nos ponen las cartas sobre la mesa, nos sumergimos de lleno en la obra original, siempre con los matices propios del cambio de narrador.
La impecable dirección corre a cargo de Ramón Barea, que nos lleva por una secuencia de episodios perfectamente hilvanados, sustentados en la maravillosa actuación de José Luis Esteban. Un relato marcado por el ingenio a la hora de proponer cada escena de una manera singular, a la hora de crear cada nuevo personaje que aparece en la historia, con el modo de medir los tiempos de cada escena y de buscar el tono adecuado de cada etapa de la vida del personaje. A título personal creo que la interacción con el público desentona con el resto de la obra. Así como pienso que la primera parte nos pone en situación de lo que vamos a ver, la segunda vez creo que aporta poco y (al menos en la función a la que yo asistí) no engancha al público.
Para la compañía "en la realidad escénica, nos mueve la convicción de que es mucho más sencillo para el espectador contemporáneo vivir la literatura clásica que leerla. El teatro nos da esa posibilidad. El Buscón es uno de esos textos que reúnen todas las condiciones previas para crear un espectáculo para todos los públicos. No es que pensemos que los clásicos son divertidos. Es que, en muchas ocasiones, si no son divertidos no son clásicos. El aburrimiento es la única enfermedad grave que aqueja al arte en general y al teatro en particular. De la mano de Quevedo, queremos seducir al espectador con una risa que provenga de una vivencia escénica singular y cercana".
Con estos mimbres crean una obra dinámica, actual, que vemos desde el prisma de nuestros días pese a la lejanía de lo que nos cuentan. Con un lenguaje y una puesta en escena muy atractiva, la obra nos conmueve y nos divierte, a la vez que vamos descubriendo a este peculiar personaje a lo largo de sus múltiples peripecias. "Nuestro Buscón intenta encontrar a la persona que Quevedo oculta deliberadamente detrás de sus aventuras y desventuras. Pablos no existe en virtud a su propia individualidad, sino sólo en función de todo lo que le ocurre, embarcado en una carrera por superar una serie ininterrumpida de obstáculos que dificultan su propósito: ser otro. Otra cosa. O sea, el conflicto que con más recurrencia y efectividad se ha planteado en la Historia del Teatro". En esa búsqueda por ser otro es donde pone más énfasis la función y es ahí donde nos recuerda más a la sociedad de nuestros días. No difiere mucho ese Buscón obsesionado con llegar a ser un noble con la obsesiva realidad de nuestros días por mostrar nuestra mejor cara en Instagram. La búsqueda de la excelencia (o al menos del poder) en intrínseco al propio ser humano, por ello es tan universal este texto y nos podemos ver reflejados en muchas de sus líneas.
Como podemos leer en la sinopsis del espectáculo, fue en el año 1626 cuando la imprenta zaragozana del maestro Vergés edita por primera vez "La vida del Buscón llamado don Pablos" de Francisco de Quevedo. Lo anecdótico del caso es que esta primera edición se realiza a espaldas del escritor, sin su consentimiento. No deja de ser irónico que la historia de este antihéroe sea un ejemplo de piratería editorial, un hecho que podría haber formado parte de la propia vida del personaje. Obra singular desde su primera edición, las aventuras de este peculiar personaje se ha convertido en una de las más subversivas e incorrectas de la historia de la literatura en nuestra lengua.
El Buscón es un fiel reflejo de lo que era la sociedad de su época, llena de intrigas políticas, de censura y persecución de ciertos escritores y de muchas penurias económicas por parte de la mayoría del pueblo. Todo esto hace que la novela no deje de ser una satírica crónica de su realidad, en la que las palabras se afilaban tanto como las espadas. Si a esa situación sumamos la genialidad de Quevedo a la hora de plasmar con una precisión exquisita todo lo que ve, obtenemos esta joya de la literatura, en la que convierte en protagonista a un ser lúgubre, maltratado, sin suerte, sinvergüenza, pero al que dota de un halo de ternura y comicidad que le hacen entrañable.
El singular protagonista de la obra es Don Pablos, el Buscón, un ser ambicioso dentro del mundo tan hostil en el que le ha tocado vivir. Él se revela contra su destino e intenta por todos los medios llegar a ser lo que siempre había soñado, un noble. Desde su infancia tuvo que lidiar con la fama de unos padres de "dudosa reputación" y eso se convierte en acicate para luchar con mayor fuerza en su intento de ascender en la sociedad de la época. En su búsqueda se cruza con los más variopintos personajes: hombres con dinero, profesores que intentan utilizarle, el clero, el mundo de la comedia, los timadores, personajes que van forjando su personalidad y le van encauzando en su anhelo de ascender en la escala social. La comedia se va complicando cada vez más, como no podía ser de otra manera. Don pablos lo intenta todo, pero cuanto más ingenioso es, más el golpea la realidad y el destino. Cada nueva peripecia del Buscón está más plagada de ambición, pero la realidad parece ser tozuda y no termina de alinearse con sus sueños.
Este ingenioso y burlesco personaje sobre el que gira toda la obra, está interpretado de manera fabulosa por José Luis Esteban, que con su sola presencia ya llena la escena. La obra está claramente enfocada a la figura del Buscón, y Esteban nos regala una interpretación impecable, en la que evoluciona por las distintas etapas del personaje con paso firme, sin desfallecer, aportando a cada paso que da más matices al personaje. El actor da vida también a todos los personajes que se van cruzando en la vida de Don Pablos, en una precisa disección de cada uno de ellos, consiguiendo sacar de cada uno toda su esencia. Una interpretación marcada por el absoluto dominio del gesto por parte del actor, recordando por momentos al Roberto Benigni de "La vida es bella" con esa manera tan limpia y algo forzada de moverse por la escena que remarca mucho más las intenciones de sus actos.
La puesta en escena, aunque sencilla, es uno de los puntos fuertes de la propuesta. El singular espacio escénico diseñado por Ramón Barea es una propuesta minimalista en la que han "intentado que llegue la peripecia con muy pocos signos escenográficos". Lo realmente interesante no es tanto la cantidad de los elementos sino la "polivalencia de cada uno de ellos, desde la abstracción de cada uno de los elementos que componen la historia. "Varias maletas sintéticas, un armario multivalente" elementos que van mutando a lo largo de la historia para convertirse en los diferentes lugares por los que transita el personaje. La cuidada iluminación corre a cargo de Bucho Cariñena que (aunque en la sesión de tarde del Corral se pierde bastante) consigue darle un halo tenebroso y lúgubre a toda la historia. Por último, el sencillo y a la vez eficaz vestuario ha sido creado por Beatriz Fernández Barahona.
En definitiva estamos ante una revisión fantástica de uno de los clásicos de nuestra literatura. Una ingeniosa propuesta que nos cambia la perspectiva de la obra para centrar el foco en la visión, tan particular, que el propio Buscón tiene de su vida. Una propuesta diferente, cargada de sensibilidad y que es comedia con mayúsculas. Si a eso le sumamos la interpretación impecable de José Luis Esteban, tenemos como resultado un nuevo montaje redondo de la compañía Teatro del Temple, que sigue mostrándonos su particular visión de los clásicos. No dejen de pasarse por el Corral de Cervantes para disfrutar del "doblete" de esta singular compañía. VOLVAMOS A LOS TEATROS. LA CULTURA ES SEGURA.
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Teatro: Corral de Cervantes
Dirección: Parque Madrid Río, Palacio de Cristal, frente al Paseo de la Chopera.
Fechas: Del 21 de Junio al 6 de Julio. De Lunes a Viernes a las 19:00.
Entradas: Desde 13€ en corralcervantes.
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