Teatro: Lorca, Vicenta. Teatro Fernán-Gómez

El amor incondicional de una madre, el sufrimiento por los diversos golpes de la vida. La historia tanta veces contada nos llega esta vez desde una nueva perspectiva. La angustia vital de una madre ante el asesinato de su hijo, el orgullo ante el talento del poeta, la rebeldía ante los comentarios despectivos del pueblo. Todo esto y mucho es Vicenta, la madre del poeta, a la que se murió un hijo y le mataron otro, la que tuvo que huir de su país a otro en el que no entendía nada, la que regresó para no reconocer su propia tierra. Esta es el desgarrador y conmovedor relato de una mujer valiente, a la que le fusilaron a su hijo preferido, el gran poeta Federico.




Todas las temporadas tenemos un interesante número de montajes en torno a la figura de Federico García Lorca. Aún nos estremecemos al recordar la maravillosa "Una noche sin luna" en la que Juan Diego Botto da vida al poeta. Incluso estos días podemos volver a disfrutar de Carmelo Gómez en la entrañable "A vueltas con Lorca". Pero esta obra, que podemos ver estos días en el Fernán-Gómez, nos cambia la perspectiva para hablarnos del ilustre granadino. Esta historia nos habla de su madre, Vicenta, de su devoción por el poeta y de su sufrimiento por su asesinato, de una vida volcada en su familia que nos encoje el alma y nos ensancha el corazón


Esta co-producción de Apata Teatro y El Sol de York nos habla de una mujer valiente, una adelantada a su tiempo que desde su labor de maestra enseñó a muchas niñas a pensar, a sentir, a soñar. Pero por las imposiciones de la sociedad tuvo que dejar su vocación para dedicarse a la familia, en la que se volcó en cuerpo y alma. Madre, esposa, inspiradora y confesora, compañera y luchadora, Vicenta tuvo que lidiar con muchos golpes de la vida pero siempre se mantuvo entera y defendiendo a su familia, en especial a su hijo preferido, Federico.

La compañía Apata Teatro, fundada en 1999, "elige el modelo que cree más acertado para generar el tipo de espectáculos que según su criterio puede y debe realizar: un teatro accesible, popular y comprometido que indaga tanto en las nuevas dramaturgias como en los nuevos lenguajes escénicos para buscar su propia voz y un lenguaje propio con el que hacerse oír. La compañía pretende encontrar nuevas clases de relación con el espectador, intentando un mejor entendimiento y comunicación con un público que se encuentra en una constante mutabilidad".



El texto escrito por Itziar Pascual, Yolanda Pallín y Jesús Laiz, lo tiene todo. Destila ternura en cada frase, con una actitud por parte de Vicenta siempre templada y segura. La historia nos muestra a una mujer orgullosa de si misma, de haber sido fiel a su familia aunque eso le llevase a dejar su gran vocación. Vicenta tuvo en todo momento las ideas claras y el arrojo suficiente como para luchar por lo que quería. La cantidad de aristas que nos muestran a lo largo del texto lo dota de una complejidad muy interesante, vamos descubriendo en cada escena algo más de Vicenta, mientras vemos como le va golpeando la vida de muy diferentes maneras. Pero volviendo a los autores y a su impecable trabajo, consiguen que riamos con escenas crudas, que nos estremezcamos con pasajes impactantes, que disfrutemos por este tortuoso recorrido por la vida de Vicenta, que ella supo llenar de cordura y templanza. Para el director José Bornás, la obra "es una ficción basada en hechos reales en la que tres voces de la dramaturgia actual convergen en otra para romper el silencio, para ponerla en valor".


Si impecable es el texto, la manera en la que José Bornás lo plasma sobre el escenario es prodigioso. Cada escena está plagada de ingenio, de belleza, de poesía. Bornás consigue transitar los distintos mundos de Lorca, de lo más poético a lo más costumbrista, en unas impecables transiciones que nos llevan de Granada a Madrid, de la casa familiar a Nueva York. El director nos habla de "una epopeya" en la heroína "es un personaje desconocido con todo por descubrir, con todo en contra". Y el montaje nos muestra con maestría y templanza ese camino minado que fue la vida de Vicenta. La historia nos lleva con una pausada elegancia por los distintos recovecos de la vida de Vicenta, "la mujer que nunca se ríe en las fotos, es el prisma donde se refleja y se refracta (con toda su intensidad) el inmenso caudal de luz que emite Federico García Lorca. Es una mujer valiente, capaz, empoderada y adelantada a su tiempo, una maestra culta, brillante, generosa, y una madre, perseverante, cariñosa, protectora, tenaz". 

Bornás nos plantea la obra como un viaje lleno de recuerdos, de momentos inolvidables por la vida de esta luchadora, "un periplo vivencial y emocional, desde su infancia y adolescencia hasta sus últimos días, cuando la memoria se vuelve frágil y se quiebra, y lo hacemos resaltando la trascendencia que tuvo para que Federico llegase a ser quien fue porque, no en vano, Federico hace camino siguiendo las huellas que Vicenta Lorca dejó y en sus palabras resuena el eco de Vicenta. ¿Tendremos oídos para su relato?". Un relato que nos estremece por la crudeza de las palabras y los hechos, pero también de las miradas y los gestos de una Vicenta milimétricamente diseccionada por Bornás. Una Vicenta capaz de hipnotizarnos con los relatos sobre su querido Federico, a la que vemos sufrir ante la adversidad, cansada por tantos años de lucha, pero que se mantiene firme de principio a fin en sus ideas. 


Para conocer la verdadera magnitud de la figura de Vicenta dentro del imaginario lorquiano, basta con recordar lo que decía sobre ella el poeta: "Mi madre, a quien yo adoro, es maestra. Dejó la escuela por las galas de labradora andaluza, pues ha enseñado a leer a cientos de campesinos y ha leído en alta voz por las noches para todos, y no ha desmayado un momento en este amoroso afán por la cultura. Ella me ha formado a mi poéticamente y yo le debo todo lo que soy y lo que seré". Poco más se puede decir de esta mujer, ya de por si interesante, que en este montaje se nos muestra desde todos sus perfiles, la benevolente profesora, la cariñosa madre, la enamorada esposa, la luchadora superviviente, la beata creyente, la generosa mujer en un mundo hostil. Un personaje cincelado con mimo tanto en el texto como en la dirección, que nos da como resultado a una poderosa mujer, protectora de su familia, que desde la mesura y la tenacidad se abre camino a lo largo y ancho de la vida.



Ella es Vicenta. Ella es Cristina Marcos. Impecable, prodigiosa, en el que podemos decir sin ánimo a equivocarnos que es el papel de su vida. Creo que desde que salí de la sala nunca volveré a ver a la actriz de la misma forma, para mi ya siempre será Vicenta. La actriz sabe dar, desde la templanza más desgarradora, todos los matices necesarios a un personaje poliédrico, que está lleno de complejas aristas que van enriqueciéndolo. Marcos consigue hipnotizarnos desde la primera escena, con esa pausada voz de quien se sabe en posesión de una verdad que todos debemos conocer y del que solo ella sabe todos los detalles. Sin grandes alardes (o mejor dicho con una interpretación basada en los detalles más mínimos), Cristina Marcos consigue que cada mirada hable por si sola, que cada mínimo gesto nos cuente una historia, que cada sonrisa nos recite alguno de los poemas de su querido Federico. La composición del personaje es fabulosa, y la manera de llevarla a escena de Cristina simplemente magistral
 


Junto a ella comparte escenario Cristina Presmanes, encargada de los arreglos musicales y de interpretar al piano toda la partitura musical. La elegancia de cada pieza musical nos hace volar, nos transporta con suavidad a aquellos primeros años del pasado siglo, a los cafés que frecuentaba Federico, pero también nos golpea ante los dolorosos acontecimientos que golpearon con fuerza a Vicenta. La música se acaba convirtiendo en el perfecto secundario que acompaña a Vicenta en su relato, para ir abriendo camino y ponernos en contexto en cada momento. Y por si eso fuera poco, nuestra querida Vicenta está arropada por varios intérpretes haciendo de Lorca en diversos momentos de la historia. Ellos son Miguel Rellán, Elisa Matilla, Daniel Albadalejo, Manuela Paso o Ángel Ruiz, que aparecen en distintos vídeos en una ingeniosa forma de transmitirnos que todos somos Lorca, que el poeta está en cada uno de nosotros.

Otros personajes que aparecen en escena son las maravillosas creaciones de Andrea Waitzman encargada de realizar los títeres y los objetos que rodean a esa fantástica maleta de Federico de la que Vicenta saca auténticas joyas. La belleza de las escenas con las marionetas de Lorca y el Guardia Civil son maravillosas, con una interacción entre los títeres y Vicenta que nos deja helados.



Hay montajes que ya al entrar en la sala ves que algo grande va a pasar. La composición escénica propuesta por Asier Sancho nos atrapa incluso antes de comenzar la obra. Es curioso como, cuando la escenografía transmite emociones en el mismo momento de verla, son muchas las personas que la fotografían antes de que de comienzo la función. La cuidada distribución de los elementos, con una halo de misterio que recorría todo el espacio, nos augura emociones fuertes. Y no nos equivocamos, el lugar está perfectamente compartimentado (aunque sea un espacio liviano) para dar cabida a todos los lugares que transita la protagonista. Toda esta impecable escenografía se complementa con la cálida y misteriosa iluminación que propone Juanjo Llorens, con un magistral juego de luces y sombras que nos lleva por lugares que van de la realidad a la ficción, de lo onírico a lo tenebroso. 

Para completar la puesta en escena no podemos dejar de hablar de la videoscena creada por Pedro Chamizo y que sirve de telón de fondo a toda la historia. Una sucesión de paisajes, pequeños relatos, imágenes bucólicas, Lorca en todas sus formas hablando con Vicenta, hablándonos a nosotros. Una pizarra convertida en pantalla, presidida por un abecedario, como no podía ser de otra manera cuando una maestra va a hablarnos de un poeta. Por último debemos hablar del enlutado vestuario que ha diseñado Almudena Rodríguez Huertas, que encaja a la perfección con los diversos estados de ánimo de la protagonista. Desde la sobriedad de quien se ha mantenido siempre en la línea recta de la vida, el vestuario la define a la perfección.

En definitiva, estamos ante una de las obras de la temporada (en mi humilde opinión). Una impecable puesta en escena, un texto prodigioso y una interpretación descomunal. Todo ello medido con una elegante e ingeniosa dirección que nos lleva con firmeza del mundo real al imaginado por Vicenta. Una obra que lo tiene todo, y de la que sales con la sensación de haber asistido a algo especial. Poco puedo decir más, que no haya dicho a lo largo de estas líneas. Sólo animaros a ir a verla, porque desde esta propuesta conoceréis un Lorca diferente, contado por la persona que más le admiraba, y podréis descubrir a la maravillosa Vicenta. VOLVAMOS A LOS TEATROS. LA CULTURA ES SEGURA.

----------------------------------------------------------------------------------

Teatro: Teatro Fernán-Gómez. Sala Jardiel Poncela
Dirección: Plaza de Colón 4.
Fechas: Del 3 al 27 de Febrero. De Martes a Sábado a las 20:30. Domingo a las 19:30.
Entradas: Desde 15€ en teatro-fernan-gomezPrograma de mano.


ACTIVIDADES RELACIONADAS

INTÉRPRETES 

CRISTINA MARCOS (VICENTA LORCA)

CRISTINA PRESMANES (LA BALA/PIANO) 

AUTORES 

YOLANDA PALLÍN, ITZIAR PASCUAL, JESÚS LAIZ 

DIRECCIÓN 

JOSÉ BORNÁS

PRODUCCIÓN EJECUTIVA 

JAVIER ORTÍZ (EL SOL DE YORK)  

DISTRIBUCIÓN 

MARA BONILLA 

FICHA ARTÍSTICA 

Escenografía: Asier Sancho 

Vestuario: Almudena Rodríguez Huertas 

Iluminación: Juanjo Llorens 

Videoescena: Pedro Chamizo 

Títeres y objetos: Andrea Waitzman 

Coreografía y movimiento: Xenia Sevillano 

Ayudantes de dirección: Mariana Kmaid Levy, Álvaro Nogales 

Colaboración especial en video: Elisa Matilla, Manuela Paso, Miguel Rellán , Ángel Ruiz, Daniel Albaladejo, Alejandro Sigüenza. 

Voz en Off Bala: Anaïs García 

AGRADECIMIENTOS A Miguel Poveda, por creer en nuestro proyecto. A Noviembre teatro, por apoyar siempre. A Delia y a Mangudo, siempre con nosotros en cada paso. A las personas que nos quieren y apoyan, aunque a veces sea difícil. Prometemos compensar.