Teatro: Blast. Teatro María Guerrero

¿Se puede cambiar el mundo desde el escenario? ¿Cómo podemos intentar que las cosas mejoren desde nuestra pequeña atalaya? Es la pregunta que se hace esta obra, este elenco de siete jóvenes encima del escenario, que nos invitan a indagar con ellos sobre las maneras en las que dinamitar la sociedad para que haya un cambio real. ¿Cómo podemos influir en lo que ya está escrito, dicho, visto, vivido? Conscientes de la crisis política, económica, ambiental y emocional en la que estamos inmersos, cada uno de los protagonistas de este montaje desarrolla una problemática, dándonos distintos puntos de vista, diversas apreciaciones de los conflictos que nos rodean, nos cuentan sus vidas desde su propia percepción de jóvenes inquietos y asqueados con el mundo.

Estos representantes de la generación Z quieren hacer lo que sea necesario para poder alcanzar sus sueños, dejar constancia de lo que piensan, hacernos ver sus preocupaciones, dejar claro todo lo que no les gusta de una sociedad que los aboca a un oscuro futuro. En sus manos está que el futuro no sea tan oscuro, y así nos lo quieren hacer ver. La obra se crea en los ensayos. Las autoras reconocen que llegaron al primer ensayo sin texto, sin guion previo. Una pieza que nace "a partir de los impulsos vitales" de estos jóvenes que "tienen la pretensión de cambiar el mundo desde el escenario, una misión imposible, pero que solo el intento de llevarlo a cabo conmueve". Estamos en una crisis continua, que esta nueva generación intenta abordar desde "nuevas utopías, que incluso pueden resultar naifs".


Esta inusual propuesta ha sido creada por Teatro en Vilo, en coproducción con Barco Pirata y el Centro Dramático Nacional, como "un ejercicio que busca la luz, una invitación poderosa a la escucha". La compañía Teatro en Vilo (Hoy puede ser mi gran noche", "Generación why", "Interrupted") sigue afianzándose como una de las más interesantes de la escena nacional. Con Noemi Rodríguez y Andrea Jiménez a la cabeza, son ya unas habituales del CDN, donde han estrenado "Man up" y el proyecto colectivo "La Pira". Este nuevo proyecto "nace del deseo de buscar la luz sin vergüenza", una contundente alegoría de nuestro tiempo, en el que los jóvenes que conforman el elenco nos hablan de su relación con el mundo, de sus inquietudes, sus miedos y sus ideas para cambiarlo. 

Esta pieza "es un ensayo en movimiento, una fiesta, una tertulia, un consultorio político-emocional, un musical, un gabinete de crisis, una misa, un mitin, un golpe en la mesa, un canto a la divergencia, un proyectil hacia el futuro. Una invitación a utilizar el teatro como un espacio desde el que pensar y debatir, más allá de las palabras, las grandes problemáticas de nuestro tiempo, desde el género hasta la democracia, pasando por el racismo, la ecología o el amor" en palabras de sus creadoras. Un proyecto que arranca con una convocatoria abierta para buscar "artistas, activistas y visionarios menores de 26 años con la arrogancia, la esperanza y el humor suficientes como para creer que es posible cambiar el mundo desde un escenario". Tras un largo proceso de selección, Noemi y Andrea eligieron "a siete valientes, siete seres de luz carismáticos y absolutamente inspiradores". Para ellas, "lo que resultó más llamativo fue que había disidencia de género, de raza, personas que desde hacía tiempo habían creado otro mundo para sobrevivir en el mundo".



El texto ha sido creado a golpe de ensayo, plasmando lo que en ellos ocurría. "Los actores aparecieron con lo que son, con su historia, con su vida, y esa fragilidad es lo que genera la comedia". La historia es una bomba de relojería, con la fuerza que transmite la juventud, con la energía de una generación ansiosa por cambiar el mundo que les rodea. Mientras hay quien no se da por aludido ante la crisis que nos golpea, ellos buscan soluciones, piensan en nuevas utopías sobre las que cimentar el mundo que está por venir. Blast se crea como "un ejercicio hacia la utopía, que aspira a profecía autocumplida, o al menos a espasmo que despierte la imaginación desde el sí, y no desde la desidia" reconocen sus autoras. El texto "intenta responder, sin vergüenza de ningún tipo, a las preguntas más difíciles, a aquellas que no tienen respuesta, y para generar un cambio desde el escenario".



En eta búsqueda nos hablarán de temas como el racismo, el sexo, la ecología, la espiritualidad, de emociones fuertes como la violencia, la rabia, la impotencia, la rebeldía o la sensibilidad. Todo esto nos arroja un poco de luz sobre la sombra de estos jóvenes que se sienten incomprendidos. Se sienten abandonados y culpan de su situación a la sociedad, a las instituciones, a su entorno, al trabajo, a la autoridad, todos son culpables de su sufrimiento debido a la represión que sufren por intentar ser ellos mismos y vivir en esta época. Ellos se disponen a romper con lo antiguo, se sumergen de lleno en el caos de la novedad, en la vorágine de una sociedad acelerada, para intentar dar lo mejor de si mismos. La clave de todo es el humor, romper con el peso del sufrimiento, divertirse y reírse más, con el baile, con la música, con la espontaneidad, con lo genuino.


El resultado es fabuloso. Un acercamiento a las nuevas generaciones que nos hablan con sus propios lenguajes, lo cual ha llevado a Noemi y Andrea a crear un montaje a mitad de camino entre la performance y el montaje teatral. "Es difícil comparar qué generación ha sufrido más, porque cada una lleva lo suyo. Pero sí es verdad que la Z ha llegado a un mundo que ya estaba en crisis. No han vivido los gloriosos 90 y no les ha dado tiempo a creerse el cuento del progreso infinito. Son muy conscientes del contexto de crisis en el que les toca desarrollarse como adultos y tienen mucha conciencia de la fragilidad del sistema socioeconómico en el que vivimos" reconoce Andrea Jiménez. El montaje transcurre en la ambigüedad de una caja blanca, un espacio por crear, un lugar para explorar en el que son ellos mismos los que ponen las reglas, los que marcan el ritmo, los que nos enseñan su peculiar visión del mundo.


La premisa inicial de este casting ya era un arma punzante: cada uno de los candidatos debía explicar en un minuto la manera en la que quería cambiar el mundo. Casi mil jóvenes menores de 26 años, la llamada generación Z, se presentaron a la prueba, en la que se seleccionaron a siete para que se enfrentasen a la "vertiginosa tarea de intentar generar un impacto de cambio desde el escenario de un teatro, en directo y sin guion previo". Y de ese proceso nace una obra contundente, arrogante por la juventud de sus intérpretes, atrevida y arriesgada, que nos muestra de una forma muy particular la visión que estos jóvenes tienen de nuestro mundo y como querrían que fuese el suyo, ese que está por crear y que ellos quieren transformar. En este trabajo de campo, las creadoras reconocen que "nos dimos cuenta de que los siete, como muchísimos otros que respondieron a la convocatoria, eran ya disidentes de una forma u otra en la sociedad en la que vivimos, bien por su condición sexual, por su identidad de género, por su edad, por cuestión de raza, por su perspectiva espiritual, por su posicionamiento ecológico... Y creo que eso les concede ya una virtud, que es la resiliencia; en cierto modo, ellos ya venían entrenados de casa porque ya habían empezado, en su día a día, a cambiar el mundo".



Estos siete "revolucionarios" son Julia Adun, Nadal Bin, Conchi Espejo, Iván López-Ortega, Saúl Olarte, Álex Silleras y Alejandra Valles, un reparto "resiliente y valiente". Todos pertenecen a la misma generación y tienen como nexo de unión su relación con el mundo del arte, en sus diferentes vertientes (actores, músicos...). Para Andrea Jiménez "es una generación ultraconectada y ultrainformada, y por tanto mucho más flexible, heterogénea y consciente de su propia diversidad". Con la mente abierta, con ideas nuevas, con sus cuerpos atléticos y con una fuerza interior desbordante, estos jóvenes hacen partícipe al público de la metamorfosis que necesita el teatro, la sociedad, el mundo. Es reseñable el poderoso sentimiento de unión, de comunidad, de asamblea que desprende el elenco. Sobre las tablas de teatro María Guerrero vemos a esta "familia" unida dispuesta a romper la cuarta pared para implicarnos en su viaje, buscando nuestra mirada, nuestra opinión, para hacernos partícipes de esta revolución que nos proponen.


Y todo este proceso performático sucede dentro de esa caja blanca diseñada por el gran Alessio Meloni, un lugar impoluto, virgen, creado para que los jóvenes comiencen su transformación del mundo desde el lienzo en blanco. Ellos serán los que hagan de este lugar un sitio nuevo, al que dotarán de personalidad, en el que escupirán todos sus reproches. Un espacio creado para la catarsis, la redención y la creación de un mundo nuevo. Para esta creación tan particular ha sido muy importante la iluminación creada por María de la Cámara y Gabriel Paré (CUBE BZ) que llenan el espacio de todas las tonalidades necesarias en cada fase del proceso creativo de los jóvenes. También muy importante en un espacio tan neutro el vestuario de Yaiza Pinillos, que impregna de color a los jóvenes, dotándolos de una gran fuerza y personalidad. No podemos dejar de destacar la contundente música y el poderoso espacio sonoro creados por Fernando Epelde, que se convierten en un personaje más dentro del montaje.


En definitiva, estamos ante un montaje fresco, reivindicativo, vivo, que crece ante nosotros como se crean las primeras líneas de un boceto que acabará siendo un colorido cuadro. Un proceso diferente que nos lleva a conocer las inquietudes de las nuevas generaciones, a meternos en su piel para descubrir sus miedos y sus inquietudes. Las chicas de Teatro en Vilo vuelven a sorprendernos con un poderoso y original montaje en el que nos interpelan directamente, en el que nos obligan a tomar parte para que entre todos busquemos a solución a este mundo que se resquebraja ante nuestros ojos. Una propuesta impecable que nadie debería dejar de ver, y de analizar al salir del teatro. Que bueno tener montajes así para hacernos recapacitar sobre lo que somos y lo que podemos hacer para que el mundo cambie. Viva la cultura, Viva el teatro.
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Teatro: Teatro María Guerrero.
Dirección: Calle Tamayo y Baus 4.
Fechas: Del 6 de Mayo al 19 de Junio. De Martes a Domingo a las 20:00. Duración: 2 horas aprox.
Entradas: Desde 12,50€ en entradasinaemPrograma de mano.

Encuentro con el equipo artístico: 19 MAY 2022
Funciones accesibles: 2 y 3 JUN 2022

EQUIPO

Texto y dirección

Andrea Jiménez y Noemi Rodríguez

 

Reparto

Julia Adun, Nadal Bin, Conchi Espejo, Iván López-Ortega, Saúl Olarte, Álex Silleras y Alejandra Valles

Escenografía  

Alessio Meloni

Iluminación 

CUBE BZ (María de la Cámara y Gabriel Paré)

Vestuario

Yaiza Pinillos

Movimiento

Amaya Galeote

Música y espacio sonoro

Fernando Epelde

Ayudante de dirección

Pablo Martínez Bravo

Diseño de cartel

Equipo SOPA

Fotografía

Luz Soria

Tráiler

Bárbara Sánchez Palomero

Coproducción

Coproducción Centro Dramático Nacional, Barco Pirata y Teatro En Vilo





 


 


 



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