Teatro: Solo yo escapé. Teatro Abadía.

Tres amigas, una apacible tarde en el jardín, todo parece que no pasará de ser una escena costumbrista... pero nada más lejos de la realidad. Comienzan los recuerdos, los episodios tantas veces silenciados, los reproches que durante años han sido callados y en esa precisa tarde saldrán a la luz. Hoy tienen una vecina como compañera de tertulia, la cual nos hablará de futuros apocalípticos, de distopías alarmantes (algo menos en estos tiempos tan convulsos, en los que ya somos capaces de imaginarlo todo), una mezcla insólita entre realismo y surrealismo, entre pasado y futuro visto desde este extraño presente.



Estamos ante un paraje misterioso al acceder al maravilloso espacio del Teatro Abadía. Ante nosotros cuatro sillas y un poderoso jardín vertical que crece frente a nosotros. Estamos ante un escenario ambiguo, perfecto para el tono que destila la función, en una soberbia mezcla de realismo y surrealismo, de realidad y ficción, de tranquilidad e inquietud, tan parecido a esta realidad que nos está tocando vivir en estos tiempos de pandemias y guerras que parecen cortocircuitar el mundo.



Esta producción del Teatre Lliure y Temporada Alta 2021 nos transmite "una visión de cómo la catástrofe puede entrar -o no- en nuestras burbujas sociales", un montaje que resulta aún más interesante en la actualidad que cuando se estrenó en 2016. Vista con perspectiva, tiene cierto aroma premonitorio de ciertas cosas que resultaban inimaginables aquel año y que se ve plausible en nuestros días. Como si un relato de la más ferviente actualidad se tratase, las conversaciones sosegadas se entrelazan con la locura más exacerbada, la calma de un sorbo de té da paso a la bronca excesiva, la calma se solapa con el caos más absoluto. Una pieza que es una velada crítica a la sociedad caótica en la que vivimos, en la que se puede hablar con la misma soltura de hechos cotidianos y de grandes catástrofes.



El texto de la dramaturga británica Caryl Churchill ("Top Girls", "Seven Jewish Children", "Here we go"), que ha sido traducido por Sadurní Vergés, fue estrenado en el Royal Court de Londres y tras su estreno en Barcelona llega estos días al Teatro de la Abadía. Churchill no es muy conocida en nuestro país, pero está considerada una de las dramaturgas más influyentes del teatro inglés contemporáneo. La autora "nos ofrece en cada una de sus piezas un laboratorio poético muy personal, una continua experimentación formal y una mirada feminista y crítica sobre la sociedad neoliberal y las nefastas consecuencias que el capitalismo comporta en la vida de los seres humanos y el planeta que los acoge". Un texto brillante, luminoso, que pese a lo catastrófico de ciertos pasajes, destila un optimismo apabullante, una necesidad de aprovechar cada instante, de vivir el presente, sin dejar de recordar el pasado pero con el optimismo de quien sabe que ha conseguido llegar hasta aquí.




Para la directora Magda Puyo (hasta hace poco directora del Institut del Teatre de Catalunya), esta "es una obra premonitoria, increíblemente visionaria de la crisis actual. Una obra tierna y al mismo tiempo perturbadora y oscura". Y es precisamente esa ambigüedad, esa dualidad entre lo realista y lo distópico, lo que ha sabido captar a la perfección la directora, para conseguir una pieza que se mueve con destreza entre lo racional y lo irracional, entre lo real y lo onírico, entre lo realista y lo surrealista. Puyo centra el montaje en las maravillosas interpretaciones de las cuatro actrices, capaces de sostener diálogos frenéticos, monólogos durísimos y hacernos vibrar con los momentos musicales de "Waterloo" y "Volare". Todo ello impregna el montaje de un fabuloso surrealismo, de un doloroso realismo, de un delicioso expresionismo escénico con momentos que bordean magistralmente el teatro del absurdo

La directora define así la obra: "Cataclismos íntimos, conflicto global, desastre ecológico: Churchill combina con gran sencillez y economía de lenguaje las preocupaciones fundamentales de nuestra época, transitando de lo doméstico a lo global, del personal/privado al público/político. Y nos propone a través de una distopía la posibilidad de cambiar el rumbo de la humanidad mientras todavía haya tiempo para hacerlo".


Tres mujeres están sentadas en el jardín de una de ellas, dispuestas a tomar el té. Ellas son Sally, Vi y Lena, a las que se une la señora Jarret, una vecina que viene de la calle. Las cuatro bordean los setenta años, toda una vida a sus espaldas y muchas cosas sobre las que charlar, tanto de su pasado común como de su vida actual. La reunión parece una apacible charla vespertina con la tranquilidad que da el saberse en confianza. Las cuatro se enfrentan a un mundo hostil de formas muy diversas. Poco a poco iremos conociendo sus miedos y sus fobias, para descubrir que están "encerradas al aire libre". Mientras conocemos las intimidades de las protagonistas, la señora Jarret nos habla de unos hechos apocalípticos, a modo de pequeños paréntesis en la conversación. Un esquema que se repite, mientras descubrimos el lado más oscuro de cada una de ellas, vamos acercándonos a ese fin del mundo, a esa pesadilla surrealista y distópica en el que todo se desvanece. "Té y catástrofe" sentencia la autora.



Transcurre la tarde entre bromas y risas, recuerdos del pasado, charlas aparentemente inocuas, con algún que otro reproche que hace subir el tono de la conversación. Pero lo que subyace en esta reunión es más lo que ocultan que lo que dicen. Eso nos lo tienen reservado para contárnoslo en privado, con el mundo congelado para que cada una de ellas pueda sincerarse y explicarnos su pasado, sus fobias y sus miedos. Vi nos recuerda el asesinato de su marido maltratador, lo que le llevó a pasar seis años en la cárcel y le hizo alejarse de su hijo, al que a día de hoy sigue sin recuperar. Sally se sincera para reconocer su odio, de forma obsesiva, por los gatos, que piensa que se puede encontrar en cualquier rincón de su casa. Lena, parece ausente y navega entre la depresión y la agorafobia. Por último, la señora Jarret tiene una rabia inexplicable que esconde bajo una falsa alegría.

Pero volvemos a la charla, a esa conversación fluida, con unos diálogos rápidos, picados, en los que las continuas interrupciones hace que vayamos descubriendo las personalidades de las protagonistas. "Los diálogos espontáneos, cruzados, informales, con como pinceladas que diseñan un mundo que nos es familiar. Todo bajo un velo de normalidad que va descubriendo el espectador y que admite diversas lecturas que nos interrogan y no nos permiten respuestas fáciles". Y pese a todo, ellas parecen seguras, tranquilas, con la templanza que dan los años, están con ganas de vivir, o al menos de resistir en ese jardín que les ofrece la compañía de las demás.




Estas cuatro enigmáticas y extravagantes mujeres están interpretadas de manera primorosa por Muntsa Alcañiz (Lena), Lurdes Barba (Vi), Vicky Peña (Sally) e Inma Colomer (la señora Jarret), cuatro excelentes actrices para cuatro papeles extraordinarios. Todas ellas demuestran su saber hacer, con la creación impecable de unos personajes complejos, que en la piel de estas cuatro actrices nos estremecen por su vulnerabilidad, nos apasionan con su energía, nos hipnotizan con sus diálogos imposibles. Cada escena parece un paso más hacia lo imposible, un más difícil todavía, que ellas solventan con una naturalidad pasmosa, con una elegancia y una vitalidad envidiables. Y si ya nos tenían impresionados, en los momentos musicales nos ponen la piel de gallina. En uno de los cortes se arrancan a cantar a capela Volare, y también bailarán con toda la frescura y el desparpajo del mundo el Waterloo de ABBA, dos de los momentos más bonitos, tiernos e impactantes de la obra. Una delicia ver la vitalidad que desprenden, es emocionante verlas, dan ganas de levarse y acompañarlas, pero no lo haremos por no hacer el ridículo ante estas majestuosas actrices.


Como ya hemos comentado, la escenografía diseñada por Pep Durán es un espacio ambiguo, misterioso, presidido por ese gran jardín vertical con una franja blanca en la parte superior sobre la que se proyectan textos en determinados momentos de la obra. Todo encaja a la perfección con el tono de la obra, que juega con destreza entre el naturalismo y el surrealismo. Otro de los elementos clave del montaje es la cuidada iluminación de Cube.bz, capaz de jugar con distintas tonalidades para transmitir el grado exacto de cada escena, de cada personalidad, de cada momento. La música original de la obra corre a cargo de Clara Peya, que juega con ese ambiente íntimo y misterioso durante toda la función, con una partitura cercana a las películas de misterio. Esto encaja perfectamente con el evocador sonido que nos propone Jordi Orriols. Por último, el vestuario ha sido diseñado por Nina Pawlowsky y los impecables movimientos de las actrices han sido supervisados por Tomeu Vergés.



En definitiva, estamos ante una hipnótica propuesta que sabe entrelazar con maestría realidad y ficción, para hablarnos de la realidad de cuatro mujeres mientras nos dejan en el aire dolorosas reflexiones sobre lo que puede ser nuestro futuro. Solo por ver las portentosas interpretaciones de las actrices merece la pena acercarse al Teatro Abadía, porque pocas veces se tiene la suerte de poder disfrutar de un elenco tan compenetrado, tan delicioso, tan vital. Una historia que nos atrapa por su ambigüedad, de la que deberemos encajar las piezas al salir de la sala, pero con la que gozaremos de principio a fin. Un gran montaje para despedir la temporada. Esperamos ansiosos lo que nos deparará la próxima. Les mantendremos informados.

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Teatro: Teatro Abadía.
Dirección: Calle Fernández de los Ríos 42.
Fechas: Del 23 de Junio al 10 de Julio. De Martes a Sábado a las 20:300. Domingos a las 19:30
Entradas: Desde 13€ en TeatroAbadiaPrograma de mano.

REPARTO

Muntsa Alcañiz, Lurdes Barba, Imma Colomer, Vicky Peña

FICHA ARTÍSTICA

Texto Caryl Churchill
Dirección  Magda Puyo
Traducción  Sadurní Vergés
Escenografía  Pep Duran
Vestuario  Nina Pawlowsky
Iluminación  Cube.bz
Música original  Clara Peya
Diseño de sonido  Jordi Orriols
Asesor del movimento  Tomeu Vergés
Ayudante de dirección  Sadurní Vergés
Director técnico  Pere Capell
Fotografía  Sílvia Poch
Producción ejecutiva y regiduría Marta Colell
Dirección de producción  Josep Domenech
Distribución y comunicación  Bitò   

Producción  Teatre Lliure y Temporada Alta 2021

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