Teatro: Yerma. Teatro María Guerrero


El dolor de una mujer por no poder tener un hijo fue plasmado por el gran Federico García Lorca como nadie lo ha hecho. El recelo, los miedos, la angustia, el dolor, el anhelo, la envidia, todo esto van envenenando el alma de la protagonista hasta límites insospechados. Ahora nos llega una nueva versión del clásico al Teatro María Guerrero para que volvamos a vivir este doloroso viaje a los infiernos del alma humana.



Intentar innovar en clásico como este suele resultar bastante arriesgado. Este montaje apuesta por una propuesta escénica  diferente, con una historia marcada por los números musicales, con una dualidad entre lo que se muestra y lo que se intuye a través de las telas que encierran a Yerma. Una propuesta arriesgada que por momentos nos desconcierta y por momentos nos seduce en sus momentos más bucólicos y oníricos. Marcada por los claroscuros, esto realza la blancura de la figura de Yerma, que permanece inquieta dentro de su jaula de telas móviles.


Esta producción del Teatre Lliure llega a Madrid con la vitola de haber triunfado por todo lo alto en la ciudad condal. Una obra que atrae al público y con la que es imposible no emocionarse. Una atrevida propuesta visualmente muy atractiva, con una escenografía que nos hace girar como en un tiovivo mientras vemos como la pobre Yerma va cayendo poco a poco en un pozo cada vez más hondo. El mundo que gira en torno a ella, que pasa cerca pero al que no puede acceder. Todo esto unido a una intrépida apuesta por los bailes y las coreografías que van delimitando las distintas partes de la obra. El resultado final nos deja aturdidos, tanto por la crudeza de la historia, ya conocida pero siempre impactante, como por toda la información "adicional" que nos han dado. Tras reposarla, recordamos con precisión momentos de gran belleza, escenas demoledoras, pero también alguna cosa que nos sobraba entre tanto movimiento y tanta propuesta diversa.


La dirección corre a cargo de Juan Carlos Martel Bayod, que nos propone una oscura y tenebrosa propuesta en la que el mundo de Yerma gira en torno a una estructura cilíndrica que es a la vez guarida y cárcel. Para el director "la conferencia que Lorca hace de las canciones de cuna españolas es la explosión de una nueva lectura del poema trágico Yerma". Con este premisa, Martel Bayod nos plantea este montaje "a golpe de pulsión cardíaca, Yerma es una nana y el público la criatura a quien le es cantada. La nana que te advierte y que te expresa la realidad más cruda infiltrando el dramatismo del mundo en esa primera lección de historia de España y que pone en nuestras carnes el sello de solo estás y sólo vivirás".

Por el contrario, el director afirma que "Yerma es también un sueño, o más bien una pesadilla, con imposibilidad de salir de él porque el mismo sistema te impide salir bien parado. Solo la muerte de cualquier proyecto vivo pueda quizá solucionar el sufrimiento de no sentirse realizado, siendo en España un muerto más muerto que en cualquier otra parte del mundo. Y el que quiere saltar al sueño, se acaba hiriendo los pies con un filo de navaja barbera".



Yerma es, sin duda, una de las piezas más desgarradoras y conmovedoras de Federico García Lorca. Una de las obras de mayor éxito del poeta granadino, esta historia nos golpea con fuerza al sentir el dolor de esta joven, al ver como se va consumiendo y en cada escena roza un poco más la locura. La evolución de esta tierna y cariñosa Yerma, que se acaba convirtiendo en un ser maquiavélico, obsesivo, vehemente, desquiciado. Pero dentro de este viaje a los infiernos, la protagonista sigue siendo un ser indefenso, frágil, vulnerable. Esta dualidad la explica el director de la obra diciendo que "Yerma no amenaza o asusta, sino que nos echa en medio de la escena, indefensos contra las realidades de una mujer a quien le brota la vida por todos sus poros y que solo encuentra muerte". Porque eso es Yerma en esencia, una mujer desesperada en busca de la vida de un hijo.



Este poema trágico en tres actos nos muestra el conflicto interno de una mujer que no consigue ser madre. Ella se obsesiona al ver como la vida brota a su alrededor y ella es incapaz de quedarse embarazada. Yerma vive esta frustración con dolor y pena, pero además se ve rodeada por un entorno que hace de la maternidad el fin máximo (y casi único) de la mujer casada. En ese entorno rural en el que vive la mujer, todos piensan que las funciones principales de cualquier mujer casada son la casa y los hijos. Mientras todos la señalan y cuchichean a sus espaldas, su instinto maternal, que la carcome por dentro, lucha contra la represión y las obligaciones impuestas.

La mujer es fundamental en toda la obra de Lorca. Sus personajes femeninos son esenciales a la hora de entender su pensamiento, sus inquietudes y sus forma de abordar la escritura. La presión social a la que era sometida la mujer en aquella época es muy recurrente en el autor, especialmente temas como la maternidad, las apariencias o la fatalidad del destino. Si echamos un vistazo por su trilogía rural vemos que todo esto está latente en mayor o menor medida. Tanto en "Bodas de sangre" como en "La casa de Bernarda Alba", además lógicamente en "Yerma", el mundo rural condena a la mujer a vivir de una determinada manera, y todo lo que sea salirse de lo establecido puede resultar fatal. En las tres tragedias rurales se aúnan mito, poesía y realidad en tres retratos de la mujer a la vez oprimida y liberada.




María Hervás ("Iphigenia en Vallecas", "Jauría", "Confesiones a Alá") da vida a esta Yerma que sufre, se desgarra, se marchita, pero a la vez lucha por salir del pozo en el que se encuentra. Hervás vuelve a demostrar que es un animal escénico como pocos, deslizándose con soltura por este personaje tan complejo. La evolución de Yerma a lo largo de la pieza es oscura, sórdida, angustiosa, una búsqueda desesperada de las respuestas que nadie le puede dar y le van quemando el alma. Pocas actrices como la Hervás pueden transitar todos esos estados de ánimo, alegrías y frustraciones, miedos y deseos, con la solvencia y la maestría con que María es capaz de darlo todo en cada escena. Una actriz que nos transmite a la perfección esa lucha del personaje por escapar a su destino, transitando las infinitas capas por las que está formada Yerma con asombrosa naturalidad.



Acompañan a Hervás en el reparto Joan Amargós (en el papel de Juan, marido de Yerma), Marta Ossó (dando vida a María), Bárbara Mestanza (como la Hembra), David Menéndez (en el papel de Víctor, y dando vida al Macho), Isabel Rocatti (interpretando a la vieja) y Yolanda Sey (como la muchacha). El elenco funciona con interpretaciones solventes entre las que podríamos destacar la áspera y obsesiva relación que mantiene Joan Amargós en el papel de Juan, con Yerma, la vitalidad de Yolanda Sey, Marta Ossó y Bárbara Mestanza, destacando las reuniones para cuchichear mientras lavan la ropa. Pero todo gira, como es normal, en torno a la figura de Yerma y las relaciones que mantiene con cada personaje. En este aspecto es interesante la relación con Isabel Rocatti, a la que pide consejo en varias ocasiones, y con David Menéndez, con el que tiene una tensión sexual no resuelta que por momentos parece ser el epicentro de todos los problemas.



Todo esto se desarrolla, como hemos dicho al comienzo de esta reseña, en un ambiente sórdido y tenebroso. A esto ayuda el espacio escénico circular diseñado por Frederic Amat, que envuelve a la protagonista con las telas que cuelgan del elemento cilíndrico principal, y por unas rampas que parecen impedirle escapar. Quizás sea uno de los puntos más interesantes de la obra, ya que esta cárcel circular de telas colgantes nos deja alguno de los momentos más bellos del montaje. Por contra también hay que decir que por momentos te complicaba ver a los actores, pero entiendo que era lo que se buscaba. Dentro de este cilindro de telas tenemos un pequeño montículo desde el que Yerma divisa todo lo que ocurre a su alrededor. Por momentos, este elemento recuerda a un volcán (no se si se busca esa imagen) y en otros se convierte en estanque donde lavan la ropa las mujeres. 

Otro elemento fundamental del montaje es la música original de Raúl Refree que baña toda la historia y da por momentos solemnidad, en ocasiones alegría y en la mayoría de los casos angustia y dosis de película de terror. El sonido, diseñado por el propio Refree y por Roc Mateu, envuelve toda la escena para ampliar aún más ese halo tenebroso a todo lo que ocurre. Y para rematar tenemos la iluminación de María Doménech, que juega de manera magistral con las luces y las sombras, pero sobre todo con las penumbras y las luces enfocadas sobre las telas para potenciar las siluetas de los personajes sobre ellas. Por último hay que hablar del vestuario creado por Frederic Amat y Rosa Esteva, con una Yerma de blanco en contraste con el resto de personajes en tonalidades oscuras.


En definitiva estamos ante uno de los clásicos del gran Federico García Lorca, pero no salimos de la sala con la emoción de otros montajes. Comento con mi acompañante la errónea elección a la hora de situar la escena final, escorándola a un lateral cuando está toda la montaña central liberada. Son pequeñas cosas que han ido empañando la sensación global de la obra. Al menos María Hervás ha vuelto a las tablas por todo lo alto, con un papel a la altura de su talento. Onírico y formalmente bello, la obra pierde fuerza con alguna de las escenas musicales, lo que nos mantiene en una continua montaña rusa que nos acaba desconcertando. Pero, ante todo, siempre es un placer volver a paladear a Lorca, siempre es una aventura viajar junto a Yerma, siempre es impresionante ver a María Hervás sobre un escenario.
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Teatro: Teatro María Guerrero
Dirección: Calle Tamayo y Baus 4.
Fechas: Del 13 al 22 de Enero. De Martes a Domingos a las 20:00. 1h 30 min. aprox.
Entradas: Desde 12€ en entradasinaem.


EQUIPO

Texto

Federico García Lorca

 

Dirección

Juan Carlos Martel Bayod

Espacio escénico

Frederic Amat

Música original

Raül Refree

Reparto

Joan Amargós (Juan), María Hervás (Yerma), David Menéndez (Víctor, Macho), Bàrbara Mestanza (Hembra), Marta Ossó (María), Isabel Rocatti (Vieja) y Yolanda Sey (Muchacha)

Iluminación

Maria Domènech

Vestuario

Frederic Amat y Rosa Esteva

Sonido

Roc Mateu y Raül Refree

Asesora de movimiento

Lali Ayguadé

Caracterización

Ignasi Ruiz

Ayudante de dirección

Júlia Valdivielso

Ayudante de escenografía

Roger Orra

Ayudante de vestuario

Maria Albadalejo

Alumna en prácticas

Clara Cabutí (EDIP -UPC)

Fotografía

Silvia Poch

Producción

Teatre Lliure

  



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