Teatro: Vulcano. Teatro Valle-Inclán.

Llega al Teatro Valle-Inclán esta interesante propuesta sobre las distintas caras de un mismo relato, sobre la verdad y la capacidad del ser humano para manipularla. En estos tiempos de relatos disfrazados de verdad es muy interesante abordar el tema desde los diferentes prismas que no da un hecho trágico, que se puede llegar a ver de muy diferentes maneras, dependiendo de la implicación que cada uno tenga en la historia. Andrea Jiménez vuelve a jugar con nosotros, a meternos de lleno en este documental televisado para conocer desde dentro todo lo que aún no conocemos de sus protagonistas. Propuesta original y muy interesante.



Esta original e ingeniosa pieza, se fraguó tras la conexión artística, personal e intelectual que surgió entre la autora Victoria Szpunberg y  la directora Andrea Jiménez durante la creación de "Mal de Coraçón" con la Compañía Solitaria en el Teatre Nacional de Catalunya en 2023. Un montaje inquietante y divertido, emocional y misterioso, que se va mostrando poco a poco ante nosotros, para que vayamos descubriendo las distintas aristas de lo que nos cuentan, para que entandamos (o al menos lo intentemos) la complejidad de la vida, donde siempre existen distintos puntos de vista de la misma realidad, donde todo es interpretable y cada uno tiene su propia verdad.



Esta producción del Centro Dramático Nacional, Cassandra Projectes Artístics y Andrea Jiménez explora las dinámicas familiares y la relación entre el trauma, la memoria y la representación. Una obra de suspense que cuestiona la veracidad de los relatos que creamos, más aún cuando están condicionados por hechos traumáticos o dolorosos. Hay que destacar la facilidad con la que la autora saber diseccionar a esta familia desde el humor, pero dejando siempre un poso de tragedia, de misterio, que sobrevuela toda la obra.

La dramaturga Victoria Szpunberg ("El peso del cuerpo", "Amor mundi", "Boys don´t cry") explica como fue el proceso de creación de la obra, "Andrea tiene una forma particular de trabajar, que es haciendo residencias. Digamos que no escribo yo sola el texto en mi casa, sino que escribo 20 páginas, planteo la historia, los personajes. Entonces, hacemos una residencia de una semana o 10 días con los actores, y ese texto se cuestiona, se sacude, se comparte. A partir de ahí, de asistir a esta residencia, yo observo a los actores, la escucho a ella, tomo nota y de ahí reescribo. Y así, con dos residencias, hasta que en la tercera, ya llega el texto definitivo".



Szpunberg cuenta que "mi intención era acercarme al género criminal, al suspense. Luego esto se ha ido convirtiendo o ha ido dialogando con el tema de la mirada de la cámara y el tema de cómo relatamos, pero la obra tiene una dosis interesante e importante de suspense, en plan género criminal. ¿Quién es el culpable? Y cómo se va dosificando la información poco a poco, para que el espectador esté atento a la expectativa de lo que realmente pasó". De este modo, la trama transcurre, casi a modo de documental o reality, en una delgada línea que transita la realidad y la ficción. De este modo, los personajes entran y salen de su propia ficción (el documental) para hablarnos de su realidad. El relato de la experiencia a veces tiene más valor que lo vivido, comenta la dramaturga.

El relato se construye en torno a las experiencias y ese es uno de los cimientos sobre los que se construye esta historia. Todos los personajes están en shock, en la delgada línea delicada entre sentirse víctima y sentirse culpable. El texto nos presenta, en palabras de la autora, "una familia desestructurada, con problemas de comunicación entre ellos y, sobre todo, que tienen un trauma muy fuerte porque en el incendio murió una persona muy cercana y querida para ellos. Hay una especie de trauma, donde se combina la culpa y el rechazo hacia enfrentarse con esa muerte".



Andrea Jiménez ("Hoy puede ser mi gran noche", "Generación Why", "Blast", "Man up")se ha convertido en los últimos años en una de las creadoras más innovadoras e interesantes de su generación. Tras el éxito atronador de la brillante "Casting Lear" en la que rendía cuentas con sus propios demonios familiares, ahora nos invita a otra experiencia teatral en la que la realidad y la ficción se diluyen, para involucrar al máximo al espectador en la historia. Andrea explica que "la obra habla de lo difícil que es hablar del daño, del dolor, del trauma. De cómo, para sobrevivir, inevitablemente, generamos relatos y cómo esos relatos, por lo general, tienen ausencias, olvido, o incluso invenciones. Muchas veces, incluso perdemos la conciencia de lo que nos hemos olvidado, de lo que nos hemos inventado. Vulcano retrata como estos personajes acaban intentando buscar la verdad de lo que pasó".

Como suele ser habitual en sus montajes, Andrea nos propone un juego que aúna cine y teatro, en el que poco a poco iremos descubriendo las distintas capas que componen el misterioso suceso que sirve como punto de partida a la obra. Una pieza que va mutando, se va convirtiendo en diversos formatos, evoluciona de la comedia al suspense, del miedo al drama, de la tragedia a la crítica social. Porque estas dos creadoras han sabido hacer un perfecto análisis de algunos de los problemas más acuciantes de nuestra sociedad, como pueden ser los cuidados, la dependencia, la discapacidad, la pobreza o la salud mental. En esta peripecia escénica en la que todo es posible, la obra pone el foco de atención en encontrar la veracidad de un relato, en plantear si existe acaso alguno que sea completamente veraz, especialmente cuando la narración es de un evento traumático.



El título de la obra hace referencia al cuadro "La fragua de Vulcano" de Velázquez, que en mayor o menor medida aparece recurrentemente a lo largo de la historia. La directora explica que nos inspiramos mucho en la simbología del cuadro, en los colores, en sus texturas y en su composición. A todo esto, se suma además la propuesta de que la obra tiene cine en directo. Hay una cámara en directo, que es la cámara del que acompaña a la reportera, que graba en directo a los personajes y nos sirve este relato en imágenes, que compiten con el relato teatral. Entonces tenemos como la capa pictórica, la capa cinematográfica y la capa teatral en constante diálogo. Con esta triple capa la creadora juega con las diversas realidades, el relato que cada uno cuenta de la historia. Con el transcurso de la obra, se nos van dejando preguntas en el aire, a las que es difícil encontrar una respuesta única: ¿Cómo se narra un trauma? ¿Qué sucede cuando una confesión íntima se convierte en representación, en reclamo? ¿Tienen más valor nuestras experiencias cuando forman parte de un relato, cuando alguien nos mira? ¿Dónde está la frontera entre el interés genuino por el dolor ajeno y el morbo? ¿Qué pasa cuándo no está clara la frontera entre víctimas y culpables?




La historia nos muestra a una familia desestructurada que vive traumatizada por un incendio ocurrido en su edificio, una tragedia de la que aún se conocen las causas ni los responsables. Manuel, el padre, y sus dos hijos, Inés y Manu, viven conmocionados por aquel suceso, que les ha marcado sus vidas y del que no consiguen olvidarse. Un lastre que les ha marcado, a cada uno de ellos de una forma muy distinta. Todo parece cambiar con la llegada de Adriana, una periodista, y Eliseo, el cámara que la acompaña. Ellos se interesan por su historia, quieren saber su versión, contar el relato familiar, reconstruir lo sucedido aquella fatídica noche. Pero el hablar de ello desata tensiones entre la familia, transformará sus recuerdos, hace que los vínculos entre ellos cambien. El relato conocido se transforma, adquiere dimensiones inesperadas, difuminando lo que antes consideraban una verdad irrefutable y cuestionando una supuesta versión original que se tambalea por momentos.



Todo esto no llegaría a transmitir toda la verdad que necesita esta propuesta que se desliza entre la realidad y la ficción, sin un elenco fabuloso que realiza unos trabajos descomunales. En el seno de esta particular familia encontramos a Albert Ribalta dando vida al padre, Manuel, un hombre ansioso porque se crea "su verdad" y con ello proteger a sus hijos de cualquier cambio en el relato. Una impecable interpretación cargada de tensión, con un miedo que se refleja en todo momento en su rostro. Fantástica interpretación que va transitando diferentes lugares a lo largo de la obra. Junto a él tenemos a Macarena Sanz y Eneko Sagardoy, increíbles en los papeles de sus hijos, Inés y Manu. Dos personajes antagónicos que se complementan a la perfección. Ella es el soporte de la familia, una joven fuerte y decidida, que estudia una oposición para trabajar en el museo del Prado y sacar a su familia de la pobreza. Manu es todo lo contrario, un ser vulnerable, reprimido, que se esconde en si mismo para no enfrentarse a la vida. Pero a lo largo de la historia, él se va empoderando mientras ella sucumbe ante la presión que se va creando, hasta desmoronarse.

Al margen de la familia tenemos a la reportera, Adriana, y al cámara, Eliseo, que interpretan con solvencia Pilar Bergés e Iván López-Ortega. Estos dos personajes dan el contrapunto perfecto a la familia, tomando la postura de "poli bueno poli malo" para intentar sonsacarles toda la verdad sobre lo ocurrido aquella noche. Adriana transita diferentes lugares, pero siempre desde una creación de personaje muy bien definido, con aires de periodista de investigación rastrero, capaz de cualquier cosa por conseguir un buen reportaje, que acaba dándose de bruces contra la realidad, que le abre los ojos para siempre. Por su parte Eliseo es un soñador, un artista al que no le interesa su trabajo, solo el hecho de hacer arte, de crear con las imágenes algo relevante y emotivo. Acabará siendo parte activa de lo que él mismo quiere crear.




Todo ello transcurre en una ingeniosa escenografía, creada por Judit Colomer Mascaró, que recrea la humilde vivienda de la familia, pero que a su vez se transforma en un plató de televisión, en un set de rodaje, en una pantalla de cine, en el lienzo de "La fragua de Vulcano". Las paredes sirven para proyectar todas las imágenes que en directo se van grabando, convirtiéndose en un cuadro que va mutando, con diferentes texturas, enfoques, intenciones, tonalidades. Estos "lienzos" van adquiriendo más protagonismo conforme avanza la obra, convirtiéndose en un personaje más de la historia. Fundamental para la puesta en escena es la iluminación de Juan Gómez-Cornejo, que pinta cada escena de una tonalidad diferente, recordando los colores y las texturas del cuadro de Velázquez. No podemos dejar de destacar el apabullante espacio sonoro creado por  Lucas Ariel Vallejos, el imprescindible diseño de vídeo de Elvira Ruiz Zurita, el vestuario de PIERPAOLOALVARO (Pier Paolo y Roger Portal) y el trabajo de movimiento de Natalia Fernandes.


En definitiva, estamos ante una propuesta fresca, diferente, original, que refleja el inmenso talento de Andrea Jiménez para arriesgar y seguir explorando los límites del teatro y su relación con otras expresiones artísticas. Un montaje que nos atrapa por su concepción escénica, que nos emociona por sus diálogos apabullantes, que nos hace reflexionar sobre los temas que aborda. Una experiencia teatral emocionante, divertida, visualmente arrolladora, que nos lleva a explorar lugares muy diferentes, en una propuesta marcada por el suspense y que nos va mostrando las diferentes capas de las que se compone la realidad. Una interesante reflexión sobre la importancia del relato, de las diferentes aristas que puede tener un mismo hecho dependiendo de quien lo cuente y con que intenciones. No se la pierdan, muy interesante para tener una mayor conciencia en estos tiempos de fake news.

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Teatro: Teatro Valle-Inclán. Sala Francisco Nieva
Dirección: Plaza de Lavapiés. Calle de Valencia 1.
Fechas: Del 7 de Marzo al 13 de Abril. De martes a domingo a las 18:00
Duración: 1h y 35 min aprox.
Encuentro con el equipo artístico: 18 de Marzo.
Entradas: Desde 12,50€ en entradasinaemPROGRAMA.


EQUIPO

Texto

Victoria Szpunberg

 

Dirección

Andrea Jiménez

 

Reparto

Pilar Bergés, Iván López Ortega, Albert Ribalta, Eneko Sagardoy y Macarena Sanz

 

Escenografía

Judit Colomer

 

Iluminación

Juan Gómez-Cornejo AAI

 

Vesturario

PIERPAOLOALVA (Pier Paolo y Roger Portal) AAPEE

 

Espacio sonoro

Lucas Ariel Vallejos

 

Video

Elvira Ruiz Zurita

 

Movimiento

Natalia Fernandes

 

Ayudante de dirección

Laura Ortega

 

Ayudante de escenografía y vestuario

Mauro Coll

 

Ayudante de iluminación

David Hortelano

 

Producción

Centro Dramático Nacional, Cassandra Projectes Artístics y Andrea Jiménez