Belleza plástica en escena. Hércules , Abdero, Abmeto, Adonis, Córito, Eufemo, Euristeo, Filoctetes, Frixo, Helácatas, Hilas, Ífito, Jasón, Néstor, Nireo. Negritud y cortinas plasticas separando la superficie y lo invisible a los ojos. Era solo el comienzo de lo que ibamos a presenciar.
Comenzaba
el camino hacia las vísceras de una historia llena de podredumbre, de
humillaciones, vejaciones y torturas físicas y psicológicas que se han sucedido
a lo largo de la historia intentando cortar de raíz el deseo, la pasión y las
ansias de vivir con libertad una sexualidad que durante siglos ha sido sesgada
con el filo de una navaja, con el frío silencio que daña los huesos y alma.
Un sistema podrido, reaccionario que no tenía, ni aun hoy tiene problema en reprimir la sexualidad y en restringir la obviedad de que cada uno ame o no ame y haga con su cuerpo y su sexo lo que le de la gana.
Exhalación, hartazgo, cansancio, la valentía de aquellos que no están dispuestos a agachar la cabeza, por ellos y por aquellos que han sufrido el odio en sus carnes. Un aura de miedo inunda la sala, pero el miedo del que sabe que algún día cambiará de bando.