En el último tramo de la vida todo se ve con otros ojos. Tendemos a cuidarnos más, nos preocupa nuestra alimentación, nuestro peso, el mundo que le dejaremos a nuestros hijos. El peso que deben soportar sobre sus conciencias aquellas personas que trabajaron en un lugar que, por el motivo que sea, ha causado un gran daño al planeta (o simplemente a su entorno más próximo), debe ser terrible. El levantarse cada día sabiendo que el destrozo causado se pudo evitar y que se podía haber hecho algo. Un dolor, un cargo de conciencia, una responsabilidad, difíciles de llevar.
Teatro: Pulmones. Teatro Valle-Inclán
Teatro: Esperando a Godot. Teatro Bellas Artes.
Si hay una palabra que puede definir a Esperando a Godot esa es atemporal. Su autor, el irlandés Samuel Becket – compatriota, gran amigo y traductor de otro grande del siglo XX James Joyce – desarrolló la mayor parte de su carrera en París (no le gustaba vivir en Irlanda, “fundamentalmente por la teocracia, la censura de libros, ese tipo de cosas”).
Teatro DIKTAT en Espacio Guindalera
Dos hermanos, unidos por la sangre pero separados por los ideales. Cada uno ha tenido la misma educación, pero los dos han tomado caminos muy distintos en la vida que les han llevado a posturas vitales opuestas. Como suele ocurrir en la mayoría de los conflictos bélicos, las familias se rompen y se ven enfrentadas por los pensamientos políticos, que en la mayoría de las ocasiones prevalecen por encima de los propios vínculos familiares.
Teatro: Jose K torturado. Teatro del Barrio
¿Quién es más peligroso el torturador o el torturado, que lo es por graves delitos? Es lícito cualquier estrategia para sonsacar una información? Hasta donde se puede llegar por la defensa de unas ideas? ¿Es comprensible la violencia hacia un terrorista, asesino en serie, violador...? ¿La violencia se convierte en arma y en excusa para poder maltratar a una persona por los delitos que haya podido cometer?