Borde[r] (La aspereza). Sala Cuarta Pared

Una fila de una Oficina de Atención al ciudadano, en apariencia una escena cotidiana con la que cualquiera se puede sentir identificado. Pero ese anodino lugar resulta ser el lugar de colisión de varias personas a punto de explotar, con unas vidas que se han ido desbocando hasta llevarles al borde del abismo. Una fantástica propuesta que nos muestra la hecatombe de una sociedad condenada a la autodestrucción. Un recorrido por sus vidas nos mostrarán como han llegado hasta este punto. Un viaje lleno de vicisitudes que les ha llevado hasta este lugar, en el que sin saber muy bien porque, desatan toda su rabia.





Desde el comienzo de la función, el público se convierte en parte esencial del montaje. Los intérpretes nos interpelan y nos dan la posibilidad de formar parte del montaje, interviniendo en la escena en momentos puntuales. Un guiño más, el primero de muchos que vendrán, sobre el mundo que nos ha tocado vivir, sobre esa vorágine de la que todos formamos parte. La cuarta pared se rompe desde el primer momento, para que los presentes se sientan aún más identificados con lo que están a punto de ver. Todo un acierto. Nos tienen expectantes desde la primera escena.



Esta creación de la Compañía del Señor Smith ("La noche del Sr. Smith", "El mal de la liebre", "La piel del lagarto") es la segunda parte de la "Trilogía de la Incertidumbre", tras la fabulosa "IF (La ligereza)", con la que llevan varios años cosechando éxitos (candidata a los Premios MAX 2023 como espectáculo revelación y producción). Este montaje, independiente de su predecesor, nos presenta a seis personajes en medio del caos en una Oficina de Atención al Ciudadano. Una contundente propuesta que analiza con sarcasmo y bastante mala leche esta sociedad en la que vivimos, acelerada e impersonal, fría y distante, caótica y agresiva.

La Compañía del Sr Smith ya sorprendió con la frescura e ingenio de anteriores montajes. Este colectivo de artistas de diferentes disciplinas (danza, dramaturgia, artes plásticas y escénicas) se caracteriza por hacer de ese amalgama de conocimientos una virtud a la hora de crear sus piezas. De este modo, sus creaciones nos sorprenden por sus contundentes coreografías, por sus punzantes textos, por sus acertadas interpretaciones, por sus ingeniosas propuestas escénicas. Ellos mismos reconocen que su objetivo es contar nuevas historias utilizando un lenguaje actual y una perspectiva contemporánea a través de proyectos de creación.





Esta "Trilogía de la Incertidumbre" nace, en palabras de sus creadores, de la necesidad de vivir de forma más lúdica en un momento histórico complejo e incierto, abrazando el juego ante los azares del destinoEn esta trilogía, el foco no está tanto en la fábula como en la forma en la que se representan y desenvuelven los hechos a través de la historia. Escrita y dirigida por Pedro Casas (con Gala Martínez-Romero como asistente de dirección), la obra nos muestra tres historias independientes y autónomas, que se entrelazan hasta llegar a colisionar en un mismo lugar. El autor quiere aprovechar aquellas herramientas que ofrece la teatralidad y exprimirlas al máximo a través del juego escénico. Tres relatos con apariencia de comedia pero que nos golpean con fuerza, por su desarrollo y por los temas tan candentes y actuales de los que hablan. Relatos actuales que nos muestran la actualidad desde diferentes perspectivas, desde personas de muy variados estatus sociales, que se ven sobrepasados y arrasados por una realidad que les abruma y les pasa por encima.




En esta nueva propuesta, la compañía continúa con la senda que iniciaron en la primera parte de la trilogía. Si en la primera el tema principal era el de la falta de control interno sobre nuestro camino, de cómo un gesto insignificante puede ser decisorio en el curso de nuestro destino, en esta nueva pieza se parte de un elemento externo, el mundo agresivo en el que vivimos en el que factores incontrolables, ajenos a nosotros mismos, son los que marcan nuestras vidas, generando ansiedad y hartazgo, hasta llegar a un punto de colapso en el que nos vemos sobrepasados por lo que pasa. Todo ello nos lleva a estar asqueados, cabreados con el mundo, en un estado de frustración difícil de gestionar, una olla express que nos pone muy cerca de los límites y del borde del acantilado.




Cada una de las historias que engloban la obra nos resulta, al menos de partida, de lo más cotidiano y reconocible. El nacimiento de un hijo, una llamada para realizar un trámite, la vida de un repartidor... Todas esas pequeñas historias que confluyen en un mismo lugar en el momento menos adecuado, cuando todos tienen el vaso de la paciencia a punto de rebosar. Un brillante punto de partida, que Pedro Casas sabe desarrollar con brillantez, mostrando cada uno de los relatos desde diferentes ángulos, cada uno con un discurso y un desarrollo propios, incluso con una morfología diferente, que hace de cada nueva historia una pieza separada que vuelve a despertar en el espectador la sorpresa de la novedad. En este aparente caos, todo se desarrolla con impecable exactitud, con elegante soltura, configurando un puzle de pequeñas piezas que se encajan para formar un interesante collage de nuestro tiempo.





El espectáculo se articula como un juego escénico en el que seis personajes desconocidos se encuentras una mañana, atrapados en una Oficina de Atención al Ciudadano, intentando comprender que es lo que les ha llevado hasta ese lugar. En medio del caos iremos descubriendo las vidas de cada uno de ellos, el relato de lo que les ha ocurrido en los últimos tiempos, para intentar discernir los motivos que les han llevado a esta situación. A lo largo de toda la función sobrevuela la inquietante sensación de que todo (la convivencia, la cordura, el sistema) podría estallar en cualquier momento. Una comedia con tintes bastante negros, una contundente reflexión sobre la vorágine en la que vivimos, con una potente carga social, con mucho sarcasmo e ingenio, poderosa en el fondo y fascinante en la forma. Una invitación a explorar esa parte áspera que todos habitamos.

Muchas son las preguntas que nos plantea esta particular crónica de la realidad: ¿Cómo puede ser que, a pesar de vivir en el momento histórico en el que mayor bienestar social hemos conseguido, nuestra sensación de insatisfacción, frustración y hostilidad sea cada vez mayor? ¿Qué estructuras, dinámicas, fuerzas, pensamientos motorizan nuestra conducta para que nuestra sensación vital sea tan agónica, tan áspera? ¿Por qué tenemos la sensación de que todo está a punto de saltar por los aires? Lo raro es que con todo esto, podamos seguir avanzando y no nos volvamos todos locos.




Todo esto ocurre de la mano de un elenco de lo más solvente, formado por Marta Pons, Luna Mayo, Tania Medina, Jorge Vidal, Iván Serrano y Asier Iturriaga. Todos trabajan en perfecta coordinación, con una exquisita precisión, haciendo que escena funcione a la perfección. En este aspecto, hay que destacar las impecables coreografías creadas por Jordi Vilaseca y Mario Sánchez Calvo, que consiguen sorprendernos y que hacen de cada historia toda una experiencia visual y sensitiva. Cada uno de los intérpretes aporta su destreza para el perfecto engranaje del resultado final. El director ha sabido adaptar cada una de las historias a las características de los actores, para que el relato crezca. De este modo, la primera de las escenas se crea desde el texto, mientras que en las siguientes va tomando más protagonismo lo físico, tanto en el desarrollo de la historia como en su propia concepción. El resultado hace que todo encaje a la perfección, en un in crescendo apabullante y un brillante final.
 



En este original montaje hay que destacar la escenografía diseñada por Álvaro Espinosa. Desde el instante que entramos en la sala vemos una serie de elementos, aparentemente inconexos, distribuidos por el espacio y unas siluetas dibujadas en el suelo. Nada parece tener demasiado sentido, hasta que comienza la función y las piezas van encajando a la perfección. El ingenio para la creación de los diferentes espacios en los que se desarrolla la obra es fascinante. Como los propios actores van moldeando el espacio, construyendo las escenas con esos pocos elementos que se convierten en oficinas, parques, mesas de comedor, vagones de metro o almacenes. Brillante. Todo ello se acompaña de una impecable iluminación a cargo Pablo Garnacho, que crea la tonalidad exacta para cada instante. Por último tenemos el sencillo y efectivo diseño de vestuario de Ana Corru.




En definitiva, estamos ante una interesante propuesta, que nos emociona y nos duele, por lo que cuenta y por las reflexiones tan contundentes con las que nos golpea, desde ese tono de amable comedia. Las historias se entrelazan con soltura, el drama va tomando espacio frente a la comedia, todo ello a una vertiginosa velocidad, como la vida misma. Entre la vorágine y el caos, nacen estas historias de personas al borde del abismo, que luchan contra todo y contra ellos mismos para poder seguir avanzando en este mundo tan hostil. Un montaje emocionante, divertido, mordaz, ingenioso, complejo, sincero. Porque si algo destaca por encima de todo es la verdad que desprende todo el montaje, la sencillez con la que se tratan temas tan de actualidad, la honradez que desprende cada uno de los personajes en su ahogamiento personal. Una brutal delicia, una conmovedora radiografía de nuestra sociedad. Una vez más, la Compañía del Sr Smith ha creado una pieza bella y emotiva. 


-----------------------------------------------------------------------------------------


Teatro: Sala Cuarta Pared
Dirección: Calle Ercilla 17.
Fechas: Del 9 al 25 de Octubre. De Jueves a Sábado a las 20:30. 
Duración: 90 min. 
Entradas: Desde 12€ en Cuarta Pared


CÍA DEL SR SMITH

Autoría y dirección: Pedro Casas
Asistente a la dirección artística: Gala Martínez-Romero
Interpretación: Marta Pons, Luna Mayo, Tania Medina, Jorge Vidal, Iván Serrano y Asier Iturriaga
Diseño de iluminación: Pablo Garnacho
Diseño de escenografía: Álvaro Espinosa
Diseño de vestuario: Ana Corru
Coreografía: Jordi Vilaseca y Mario Sánchez Calvo
Fotografía: Ismael Moya Rueda
Diseño gráfico: Álvaro Espinosa