Llega a la sala principal del Teatro María Guerrero uno de los estrenos más esperados de la temporada. La adaptación de Marta Pazos de la novela de Virginia Wolf "Orlando" ha creado mucho expectación, por tratarse de uno de los textos más innovadores y transgresores de su tiempo, y porque sabemos que todo lo que pasa por las manos de la creadora gallega adquiere una nueva dimensión. Un personaje ya de por si grandioso, adquiere nuevas e interesantes particularidades que hacen aún más compleja su personalidad y mucho más interesante la historia. Una fantástica y descomunal propuesta que nos ofrece un universo de lo más colorido y vanguardista. Sin lugar a dudas, uno de los montajes de la temporada teatral.

Todo lo que hace Marta Pazos es un viaje onírico y psicotrópico, lleno de color y de imágenes que se quedan grabadas en la retina. Ya nos sorprendió a comienzo de temporada con su fabulosa "Juana de Arco" en Nave 10 de Matadero. En esta ocasión no defrauda y nos regala una propuesta fantástica, apabullante, demoledora, emocionante, que nos deja hipnotizados con cada escena, que se convierten en obras de arte en si mismas. El sonido nos envuelve, las imágenes nos enamoran, el vestuario nos sorprende, las coreografías nos impactan, las interpretaciones nos conmueven. Todo esta espiral de emociones mientras vemos transcurrir ante nuestros ojos la fascinante historia de Orlando, contado desde la mirada naif y vanguardista de una de nuestras autoras más singulares y genuinas.
Esta producción del Centro Dramático Nacional eleva el mito de Orlando a una dimensión mayor, engrandeciendo el debate que subyace en la obra y tratando sin tapujos todos los temas que en él subyacen. Estamos ante una de las propuestas más atrevidas y directas que se hayan hecho sobre este personaje, que recordemos aún sigue siendo cancelado en nuestros días en algunos lugares del país. En este montaje se habla sin tapujos de sexualidad, de identidad sexual, con la naturalidad con la que aborda Marta todos sus proyectos. Desde una estética muy particular (genuina de Pazos) toda la historia discurre entre la diversión y el asombro de un público alucinado con la belleza de lo que está viendo. Porque si algo caracteriza los montajes de la directora y dramaturga gallega es que ha sido capaz de crear una estética propia, en la que el color y las formas sugerentes convierten la escena en lienzos vivientes.

En la dramaturgia, Pazos ha contado con Gabriel Calderón, para esta prodigiosa creación conjunta llena de momentos sublimes, cargados de profundidad desde una concepción desenfadada y muy caricaturesca de la historia. Un collage de excéntricos y fascinantes personajes se van cruzando por la vida de Orlando para conseguir ese perfecto engranaje en el que cada una de las piezas sostiene al resto. Una concepción global de la obra, en la que por momentos el elenco es el verdadero protagonista, escenas con unas coreografías abrumadoras, en la que todos los intérpretes consiguen que la escena funcione a la perfección desde un aparente caos, una maravilla. Con un comienzo arrollador, la trama se va encajando, y vamos conociendo a nuestro protagonista, que en las primeras escenas nos pasa casi desapercibido por la majestuosidad de lo grupal.
Gabriel Calderón destaca de la novela que "propone, entre miles de propuestas, la relatividad del tiempo y del género. Orlando vive 300 años, pero sus horas pueden parecer décadas y 50 años se le escapan en un renglón. De la misma manera se pasea femeninamente cuando es hombre y ataca con poses masculinas su condición de mujer. Transgredir el tiempo y el espacio, es una propuesta del Orlando, pero es una condición natural del Teatro. En nuestra escena los actores y actrices actúan reinas y sirvientes de otros géneros, y las horas, días, meses y años de la historia se acumulan en la hora teatral. Aceptar la transición como un estado efímero donde se puede vivir para siempre, es una magia que propone Virginia Woolf y que un siglo después, aún nos sigue inquietando". Uno de los puntos más interesantes de la obra es la naturalidad con la que abordan los creadores la transición del personaje. Marta Pazos confiesa que lo ha contado con la misma naturalidad que lo hace Virginia Wolf, "Same person. No difference at all. Just a different sex", ya que "coincide plenamente con cómo yo entiendo el tema de la identidad".

Como es habitual en los montajes de Pazos, hay un color predominante a lo largo de la obra, que lo tiñe todo. Si en "Juana de arco" era el rojo, en "Safo" el rosa o en "Comedia sin título" (montaje que también pudimos ver en el María Guerrero) el naranja, en esta ocasión ha elegido el verde. En este caso, la directora lo asocia a la naturaleza, a la hierba, al césped en el que el protagonista se sienta a leer, al roble que desafía la eternidad. La directora nos traslada a un universo cercano al de "Alicia en el país de las maravillas" en el que cualquier cosa puede pasar y el juego es parte de la aventura. Un prodigio escénico y plástico, pero también una fastuosa pieza filosófica, en la que la contundencia de lo que nos cuenta se engrandece por la frescura y la comicidad de la puesta en escena. La autora investiga los límites de la realidad y del espacio escénico, fusionando distintos lenguajes artísticos para conseguir una obra descomunal, que se convierte en toda una experiencia escénica y vital, que nos deja atrapados en la butaca mientras no queremos ni parpadear para no perder detalle de lo que ocurre sobre el escenario.

La dramaturga y directora reconoce que "la dificultad ha sido la propia de adaptar una novela a otro lenguaje, que es escoger lo que se queda para la adaptación a teatro y transitar el desapego con todas las cosas que te gustaría conservar pero es inviable hacerlo. La obra de Woolf es tan poderosa, tan bella que ha costado dejar cosas atrás. Por otro lado también hemos estado muy atentas a estar parejas a la estética modernista de su escritura para trasladarla y que no perdiera esta esencia". El resultado es una obra impecable en su estética y a la vez abrumadora en la contundencia de lo que nos cuenta. Un montaje, pese a la grandilocuencia pintoresca de la puesta en escena, sabe llegar con el mensaje de una forma directa, sencilla, sin aspavientos pero de una forma directa, que nos deja emocionados y con ganas de mucho debate al salir del teatro.
Pazos reconoce que en su puesta en escena quería poner especial énfasis en la conquista política del espacio propio, "es un Orlando atravesado por la idea de habitar un espacio propio. Haciendo un paralelismo del cuerpo como arquitectura todo el montaje se desarrolla en el mismo espacio que se conecta estéticamente con las salas nobles de la mansión de Knole que pertenecía a la escritora Vita Sackville-West y que perdió por la ley de progenitura. Vita y Virginia eran amantes. Orlando es la carta de amor más extensa que Woolf ofrece a Sackville-West. He querido también trasladar esta idea: El amor por una misma, el espíritu de aventura y el cultivo de la presencia".

La historia de Orlando es conocida por todas, ya que se ha convertido en uno de los personajes más icónicos y atractivos por su amplio espectro de matices, de toda la literatura. Pero Marta Pazos consigue abrir aún más la complejidad de este aristócrata del siglo XVI, a lo largo de sus más de 300 años de vida, en los que una mañana amanece convertido en mujer. Esta historia es una imponente reflexión sobre la identidad, sobre el género, sobre el amor, sobre el mundo de la mujer y del hombre en una sociedad poderosamente machista, en el que el protagonista ama por igual a ellos y a ellas, en el transcurso de esos tres siglos. El mundo a sus pies cuando es hombre, todas las puertas que se le cierran cuando es mujer. Este contundente contraste nos habla a las claras de la opresión que conllevan los roles de género en la sociedad, da igual que sea la aristocracia del XVI o en las calles del siglo XXI.

Este poderoso y desgarrador relato es llevado a escena de forma impecable por un elenco formidable, en el que todos van creciendo conforme avanza la función a modo de compleja maquinaria en la que cada una de las piezas aporta con maestría su parte para que el todo alcance la categoría de majestuosa obra de arte. Porque en eso se convierte esta secuencia de escenas (todas ellas de una belleza estremecedora y de una ejecución prodigiosas), en un collage de pequeñas obras de arte, de poderosas coreografías deslumbrantes, de ingeniosas escenas cercanas al absurdo, de momentos sublimes que nos dejan sin respiración.
Este fabuloso elenco está formado por once intérpretes encabezados por Laia Manzanares en el papel de Orlando, Nao Albet como Shermeldine y Abril Zamora dando vida a Virginia Woolf. A ellos les acompañan Anna Climent, Alessandra García, Jorge Kent, Paula Losada, Paco Ochoa, Mabel Olea, José Juan Rodríguez o Alberto Velasco. Los once intérpretes han participado en la creación del espectáculo. Laia explica que "Orlando es una persona que experimenta la experiencia de vivir en diversas épocas y desde ambos géneros para confirmarnos que el género es un constructo que afecta a cómo nos relacionamos en y con el mundo pero no cómo nos sentimos. A pesar de los cambios, Orlando siempre es Orlando".

Mención especial para las fabulosas coreografías creadas por Mabel Olea (a la que reconozco que solo conocía por la serie "La Mesías", ya había participado en "Comedia sin título" de Marta Pazos). El trabajo de Anna Climent (que protagoniza uno de los momentos más surrealistas y divertidos de la obra, con la lectura de la sentencia a Orlando), Alessandra García (a la que recordamos entre otras piezas por su fascinante "Mujer en cinta de correr sobre fondo negro"), Paula Losada (a la que hemos visto en la serie "La promesa" o en el largometraje "Las niñas de cristal") y la propia Olea es fascinante. La belleza de cada una de las propuestas, la plasticidad de cada movimiento, la flexibilidad, la precisión, el dominio del cuerpo. Todas ellas están increíbles, con una expresividad y una delicadeza en los movimientos que en muchos momentos atraen la atención de la escena. Un trabajo fascinante de unas intérpretes increíbles a las que hay que seguir muy de cerca. 
Como hemos dicho antes, cada una de las escenas de la obra son como un gran lienzo. La verdad es que debe ser una experiencia única trabajar junto a Marta Pazos, por lo arriesgado, poderoso y complejo que resulta cada uno de sus montajes. Un salto al vacío en el que imaginar y crear universos de lo más naif, en los que el color, las texturas y las formas adquieren gran importancia. Para este proyecto, la escenografía de Blanca Añón nos traslada a la mansión de Orlando. Un espacio diáfano con decoración barroca y cinco puertas por las que aparecerán los personajes. Marta Pazos imaginó este espacio escénico como "una metáfora del cuerpo. El cuerpo como castillo, el cuerpo como jardín, el cuerpo como laberinto, el cuerpo como un roble, el cuerpo como teatro". Pura fantasía hecha realidad. El espacio escénico se potencia con la fabulosa iluminación creada por Nuno Meira, que juega con los colores para dar aún más belleza al espacio, al vestuario y a las coreografías. Hugo Torres se encarga de la composición musical y el espacio sonoro, simplemente magistral.
No podemos terminar esta reseña sin hablar del maravilloso vestuario creado por Agustín Petronio, unos diseños inspirados en las épocas históricas pero que están llenos de vanguardismo, con una mezcla de sobriedad y de esencia carnavalera fascinante. Algunos vestidos, como el libro de Abril Zaragoza o los del comienzo de la corte de la reina Isabel, son piezas de museo. Una delicia para la vista como ha sabido conjugar los vestidos en blanco con el resto con diferentes colores, como el azul de Shermeldine.
Marta Pazos cuenta que "Virginia Woolf, figura clave del feminismo internacional y una de las mentes más brillantes y revolucionarias del siglo XX, escribe esta refinada parodia del género biográfico y sátira brutal del sexismo en 1928 y su protagonista se convierte en uno de los personajes de ficción más icónicos y deslumbrantes de la literatura". Estamos seguros de que esta adaptación haría las delicias de propia autora, que se levantaría a aplaudir como hizo todo el patio de butacas en el día de ayer (y me imagino que todos los días). No la dejen escapar, es una de las experiencias escénicas más imponentes que se pueden ver. Trabajazo increíble de todo el equipo. Para quitarse el sombrero.
-----------------------------------------------------------------------------------
Teatro: Teatro María Guerrero. Sala Grande.
Dirección: Calle Tamayo y Baus 4.
Fechas: Del 25 de Abril al 8 de Junio. De Martes a Domingo a las 20:00.
Duración: 2 horas aprox.
Encuentro con el público: 6 de Mayo
Función matinal: 13 de Mayo a las 12:00
Funciones accesibles: 8 y 9 de Mayo SUB+AD+AA
EQUIPO
Adaptación y dramaturgia
Gabriel Calderón y Marta Pazos
Reparto y colaboración en la creación
Nao Albet (Shermeldine), Anna Climent (Emisaria, Nuestra Señora de la Castidad, Roble, Dama de la Reina), Alessandra García (Archiduquesa, Lady R.), Jorge Kent (Greene, Mr Pope), Paula Losada (Sasha, Nuestra Señora de la Modestia), Laia Manzanares (Orlando), Paco Ochoa (Rústum el Sadi, Archiduque), Mabel Olea (Nuestra Señora de la Pureza, Roble, Dama de la Reina), José Juan Rodríguez (Khan, Mr Swift), Alberto Velasco (Queen Elisabeth I, Mr Addison) y Abril Zamora (Virginia Woolf)
Vestuario
Agustín Petronio
Composición musical y espacio sonoro
Hugo Torres
Caracterización
Johny Dean
Ayudante de dirección
Laura Ortega
Ayudante de escenografía
Isi Ponce
Ayudante de iluminación
Paloma Cavilla
Ayudantes de vestuario
Belén Bértola y Ximena Martínez
Ayudante de sonido
Enrique Mingo Rubio
Meritorio de dirección
Analía Irigoyen
Estudiantes en prácticas
Rodrigo Zarricueta (Chile Crea. Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio), Adrián Cumbres (Universidad Antonio de Lebrija) y Maribel Durán (Máster en Teatro y Artes Escénicas UCM)
Realización de escenografía
SCNIK
Modelista
Elizabeth Martínez
Realización de vestuario
Sally Chen, Florencia Clerico, Mateo Cousillas, María Belén Díaz Bottaro, Camila Ferreira, Florencia Gómez de Salazar, Brian Ojeda y Ricardo Rosa
Ayudantes de realización de vestuario
Bruno Amorín, Melanie Torres e Inés Villarmarzo Grisoni
Diseño de estampado
Nicolle Saad
Diseño de cartel
Emilio Lorente
Tráiler y fotografía
Bárbara Sánchez Palomero
Producción
Centro Dramático Nacional