Un Dios salvaje. Teatro Alcázar

Tambores de guerra nos reciben en el coqueto Alcázar, en esta tarde pegajosa de un verano que parece que llevara siglos azotándonos con sus rayos y sofocos, el dios verano. El gran Fernando Cayo como testigo cercano de los dioses, salvajes, cercanos, mundanos, dioses al fin y al cabo. ¡Qué gran Creonte que se marcó el gran Fernando en esa Antígona que aún perdura en la memoria¡ Dioses y diosas en las que creer, en las que formar parte. “Yo creo en un dios salvaje. Él es quien nos gobierna desde el principio de los tiempos”. 



Y todo empieza tan comedido, tan distendido, en esa sala de estar tan acogedora, en ese sofá donde todo cabe y a todos acoge… donde dos parejas se reúnen para intentar llegar a un acuerdo sobre la pelea que han tenido sus hijos, Bruno y Fernando, donde uno de ellos, Fernando, ha golpeado al otro, Bruno, en un parque, rompiéndole dos dientes. Y se ponen a dialogar, de la manera más cívica, benévola y conciliadora posible. Tolerantes y comprensivas las parejas en un principio… “Bueno, esta es nuestra declaración, y luego vosotros hacéis la vuestra…” Así comienza este dieu du carnage, que ya interpretaron Maribel Verdú, Pere Ponce, Antonio Molero y Aitana Sánchez-Gijón hace ya un par de décadas, con una gran acogida. 



El arte de la convivencia, de la conciencia no social en la que vivimos, donde cada cual arrima el ascua a su sardina. La lucha, las miradas, el territorio físico y moral que hay que defender, caiga quien caiga. Todo envuelto en un humor ácido, con actitud, con mucha teatralidad, con mucha profesionalidad. Todas contra todos en un incendio que se va creando y que no quieren apagar ya, ese Dios Salvaje que se va propagando y va descubriendo las miserias de sus propias vidas. “No podemos dominar aquello que nos domina”. 



Entre vomitonas, rones, libros africanos, llamadas de teléfono, ratones abandonados, farmacéuticas, madres, hijos, tartas de manzana y pera, vamos pasando dela moderación externa a la no honestidad, porque la honestidad “es una gilipollez”, como nos cuenta Verónica, o Vero, o Bego, o Begoña (en estos aspectos se ven las tablas, la experiencia, el buen hacer, las risas también). Maravilloso texto de Yasmina Reza, que como bien reza, nos traslada al complejo y desconcertante mundo de las relaciones humanas, donde la normativa social nos marca unos caminos, un recorrido con vaivenes, idas y venidas. Eso sí, todo con moderación aparente, con felicidad fingida, con una exposición a redes más dañina que el propio dios sol a media tarde. Y es que al final “Siempre estamos solos, en todas partes”. 




Un dato curioso, el idioma original de la obra es el birmano. La escritora, francesa, de origen judío, con padres medio rusos, medio iraníes, medio húngaros…. Mezcolanza que llamó la atención a Polanski para llevarla al cine. Un gran texto cargado de sarcasmo, de ironía, de insensatez aparente, de cansancio, de agotamiento en el convencer, de buenos propósitos , con ritmo, con conflicto continuo que va cambiando, que va creciendo… en una versión de Jordi Galcerán dirigida con acierto por Tamzin Townsend, que nos lleva de la mano, que lleva de la mano al elenco para llegar a ese in crescendo que nos conquista. 



Cucú cantaba la rana, cucú debajo del agua… cuando tanto nos cuesta llegar a un acuerdo en una situación tan trivial, no nos ha de extrañar de cómo va el mundo, devastador, violento, hiriente, este meta mundo donde las buenas palabras y las buenas acciones duran lo que duran, en cuanto el otro el otro piensa de otra manera…


Luis Merlo (Álex), Natalia Millán ( Vero), Clara Sanchís ( Anita) y Juanan Lumbreras ( Miguel) nos lo ponen fácil, nos lo ponen disfrutón, nos divierten a la vez que nos hacen reflexionar. Consiguen transmitirnos con mucha teatralidad, con voces que nos llegan, con miradas que se clavan en nosotros mismos, con silencios que funcionan, en una interacción grupal que se mueve como remeros en galera, como balsa a la no deriva, con mucho humor, con mucho talento, con mucho buen hacer. El cuarteto de cuerda nos deleita con una gran representación, donde todos lucen, donde todos se lucen también, donde se acompañan y nos acompañan en nuestras butacas. Donde nos reímos de la propia condición humana, buscando nuestro propio dios, salvaje o no, que nos domina en ocasiones, que nos seduce, que nos intriga en ocasiones. 


Una bonita tarde de teatro. Una acertada obra. Vengan al Alcázar, vengan, indaguen en su propio dios, el interior, el salvaje, ese que llevamos dentro y que algunos sacan a relucir a todas horas. Estén atentos, atentas, y recen, recen para que podamos entender al otro sin necesidad de hundirlo primero. Disfruten en su butaca, déjense llevar y sonrían, rían. Ríanse de sí mismos y de sus miserias primero. Todo así será más fácil. Todo así no será tan salvaje.

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TeatroTeatro Alcázar.
Dirección: Calle Alcalá 20.
FechasDel 15 de Agosto al 28 de Junio de 2026. De Miércoles a Viernes 20:00, Sábado 18:00 y 20:00 Domingo a las 18:00. Los festivos 10 de noviembre 8 y 25 de diciembre, 1 y 6 de enero hay función con horario de 18:00 horas.
Duración: 90 minutos.
EntradasDesde 16€ en gruposmedia


FICHA ARTÍSTICA

 Reparto: Luis Merlo, Natalia Millán, Juanan Lumbreras y Clara Sanchis.
Autoría: Yasmina Reza
Versión: Jordi Galcerán
Dirección: Tamzin Townsend

FICHA TÉCNICA
 Producción ejecutiva: Carlos Larrañaga
Diseño escenografía y vestuario: Ana Garay
Diseño iluminación: José Manuel Guerra
Diseño música y sonido: Andrés Belmonte
Ayudante de dirección: Ricardo Cristóbal
Ayudante de producción: Beatriz Díaz
Dirección técnica: David González
Construcción escenografía: Mambo Decorados
Prensa: La Cultura a Escena – Ángel Galán
Fotografía: Juan Carlos Arévalo
Vídeo y fotografía de escena: Nacho Peña
Diseño gráfico: Hawork Studio – Alberto Valle, Raquel Lobo y Sara Ruiz
Gerencia y regiduría: Sabela Alvarado