Uno de los estrenos de la temporada, el regreso de uno de los musicales más míticos de la historia. Y se puede ver en el Teatro Apolo, con una producción digna de la fama de este musical que ha emocionado a crítica y público en los diversos montajes que se han hecho. En este caso, la producción es abrumadora, monumental, con un elenco fabuloso y una dirección que no deja nada al azar. Uno de los musicales que darán que hablar en la temporada.
El eslogan dice “Uno de los mayores musicales jamás
creados” y no le falta razón.
La nueva producción de Los Miserables llega a
Madrid para confirmar que la capital no tiene nada que envidiar a Broadway.
Tiene la fuerza del clásico indiscutible, pero a su vez conmueve tanto
al público que ya ha visto el musical en otras ocasiones, como al público de
musical que se acerca por primera vez. Estrenada en el Teatro Apolo el
29 de noviembre, esta reposición coincide con el 40º aniversario del
montaje original, con unos actores y actrices inconmensurables, una orquesta
apasionante y una escenografía impresionante, moderna, sigilosa… (me
faltan adjetivos para describir la maravilla).
Desde los primeros acordes, la partitura de Alain Boublil
y Claude‑Michel Schönberg demuestra por qué este musical se ha convertido en
leyenda: himnos como “I Dreamed a Dream” o “Do You Hear the People Sing?”
llegan con toda su potencia, registros emocionales y épicos, sostenidos por una
orquesta en directo que acompaña con precisión dramatúrgica. Pero para evitar
sorpresas, el musical es en castellano, así que aunque no podáis cantar,
podréis tararear (y se queda la música los días sucesivos).
El reparto en Madrid brilla con luz propia. El
protagonista, Adrián Salzedo (Jean Valjean), se enfrenta a ese arco de
redención con una voz cargada de matices, reflejando la complejidad emocional
del personaje con gran intensidad. Su gran antagonista, Javert lo interpreta Pitu
Manubens con su presencia autoritaria, tensa, cargada de contradicciones, y
su interpretación del desenlace deja sin aliento. Pero en un gran drama, se
necesita personajes que tengan comicidad y aporten aire al ambiente de niebla,
y para ello, Xavi Melero y Malia Conde (Thénardier) dan la energía y
comicidad justa que necesita la obra. Como la ternura de Alèxia Pascual
(Cosette) y Teresa Ferrer (Fantine) y la fuerza de Quique Niza
(Marius). Todo el coro es una maravilla, sólido, coral y equilibrado.
La puesta en escena merece una mención especial. La escenografía logra que la Francia de 1832 cobre vida:
desde las miserables galerías de convicts hasta las barricadas de una
revolución a punto de estallar, los cambios de luces, el sonido, la
ambientación y el vestuario cumplen en crear una atmósfera envolvente. Sientes
que estás dentro de la revuelta, del subsuelo, del bosque… Y con unas
transiciones tan sutiles que no das crédito. Impresionante.
Sobre la obra en sí, poco nuevo que decir. Las escenas más
conmovedoras (de redención, sacrificio, dolor, esperanza..) se entrelazan con
tensión dramática, acción, y para mí, de lo mejor, de humor.
Así que, lo mejor y lo peor es lo mismo, no hay sorpresas
en la historia. Si vas a ver Los Miserables, sabes perfectamente qué vas a ver.
Pero, si te dejas llevar, la música de primera, las voces sobresalientes, la
historia con sus conflictos humanos, no solo conmueve sino que también te hace reflexionar
en la justicia, la redención y la solidaridad, en definitiva, en el amor.