Cristo está en Tinder. Teatro Abadía

Hay autores que levantan una gran expectativa con cada nuevo montaje que nos presentan. Este es el caso de Rodrigo García, un rara avis de la escena nacional que no deja de sorprendernos con su particular visión de la vida y su personal forma de la plasmarla en sus piezas teatrales. Llega al Abadía uno de los personajes más polémicos y vanguardistas de nuestro tiempo, con una pieza que ya por su título nos augura emociones fuertes. Adentrémonos en el universo de Rodrigo y dejémonos llevar.



Estaba yo esta tarde viendo “Ciudadano Kane”, obra maestra del cine de todos los tiempos, para otros menesteres ajenos al teatral y al salir del Teatro de la Abadía me he preguntado si este tipo de teatro visto hoy, dentro de cincuenta o sesenta años será el habitual, el que se haga y que lo que hoy es vanguardia, como en su tiempo fue la gran obra del señor Wells, en un futuro será lo habitual, y las nuevos montajes o las nuevas corrientes beberán de estas aguas difíciles de entender y de articular una historia, al menos para mí. Yo, sinceramente, no lo he conseguido. 




Empecemos por el principio, por la sinopsis del evento, a ver si me esclarece algo lo vivido. Dicen en la presentación de la obra que “Cristo está en Tinder” es la nueva pieza de Rodrigo García que, en pleno proceso creativo, regresa con esta propuesta que cuenta con un guitarrista y tres jóvenes performers. Y un perro robot, Tito (al que a mí sinceramente me daba bastante miedete) donde se suceden una serie de capítulos de un libro, escenas, bailes, sonidos, citas lapidarias… que nos sitúan en espacios y momentos extraños, distintos, paralelos en ocasiones, donde la provocación, la fusión y la complejidad marcan el devenir del Cristo, del que por cierto, ni rastro. Ni del Tinder. 




También he pensado mucho durante la obra en el poder del silencio, y como no, en su contrario, como la vida misma cargada de yins y yans, el poder de la palabra. He de reconocer también que en este sentido soy más decimonónico, más clásico, y que estas modernidades performáticas (perdonen el palabro) me cuestan. Me cuesta entender el mensaje, si es que lo hay, me cuesta seguir el hilo conductor, si es que existe, y me cuesta ver fondos de mares con motos, desnudos que justifiquen los mismos, robots con forma de perro, excentricidades. 



Quizá lo que se pretende es únicamente perturbar, es incomodar. Y no sé muy bien que contarles, ni cómo. Y todo con una música perturbadora, rayando a veces decibelios desagradables y en ocasiones (el yan) notas melódicas que ayudan, aunque quizá también ayude la distorsión. Todo tendrá su porqué. Y todo esto sin obviar diálogos brillantes, mensajes inquietantes y culturismos varios que hacen del texto, cuando lo hay, lo más valioso, al menos para mí, del montaje. Y la manera de mostrarlo, muy brillante también, que no desvelo por si van a ver a este Cristo de Tinder, que ni aparece ni se le espera. 





Qué solo estás cuando estás en la misma y reiterada compañía” Y aparecen también en escena los colores, los cuerpos ajenos, las palabras ajenas, los besos salvajes, el despelotismo a ultranza, que siempre me ha parecido tan difícil en escena. El agotamiento, la angustia, la apatía, en ocasiones. Con mensajes delirantes entremezclados en escenas irreales por doquier. “Escribir las letras por separado y en mayúscula era rendir respeto al alfabeto”. 

Con reflexiones particulares sobre la educación, la cultura, las relaciones, el sexo, la vida en sí, estos tres performers acompañados de su fiel perro robot Tito, nos trasladan a un mundo onírico difícil de entrar, que no de salir. En el fondo, una gran reflexión. “Yo me la cascaba igual”, en una oda a las maestras con ironía y crítica (esos diálogos brillantes). Y se hace la luz de vez en cuando en este montaje al que yo definiría como provocador, donde en ocasiones se puede herir alguna sensibilidad, ya que este montaje no es para todo el mundo. 




Vengan con la mente abierta. Si esperan encontrar una pieza teatral a la usanza, un musical, una comedia, un clásico les digo de antemano que saldrán defraudados. Insisto, mente abierta. “En esta casa todo es difícil”, con mucha meta reflexión, esperpento, delirios, lenguajes que se combinan, trabajo. Eso sí, hay trabajo, mucho trabajo en escena, tanto físico, como corporal, como grupal, como personal, como musical, buscando un engranaje que dinamice la historia, el hilo, la búsqueda. Al fin y al cabo todos buscamos algo. 


Elisa Forcano, Selam Ortega, Carlos Pulpón y la música en escena de Javier Pedreira se dejan la piel para buscar esa esencia que nos quieren transmitir, esa denuncia, ese mensaje, esa reflexión que nos quieren hacer llegar, muy loable y muy apasionante su entrega. Son jóvenes, pero talento tienen. Ganas también, y trabajo. Mucho trabajo. 



Iluminado por Carlos Marquerie, editado y montado audiovisualmente por Arturo Iturbe y con la realización audiovisual de Daniel Iturbe, la obra se nutre de estos elementos tan fundamentales como la propia trama. Con un espacio escénico creado por el propio Rodrigo García, creador de esta pieza que combina distintos lenguajes. Cristo está en Tinder sorprende, para bien o para mal, pero indiferentes no les dejará. Quizá el más sensato de todo sea Tito y sus reflexiones perrunas. Quién sabe. El Abadía se re futuriza. Busquen su perfil en Tinder. Ya los matchs los dejo a su elección.

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Teatro: Teatro Abadía. Sala José Luis Alonso
Dirección: Calle Fernández de los Ríos 42.
Fechas: Del 25 de Mayo al 11 de Junio. De Martes a Sábado a las 20:00. Domingo a las 19:30. Duración aproximada 110 minutos.
Entradas: Desde 10€ en TeatroAbadiaPrograma de mano.

REPARTO

Elisa Forcano

Selam Ortega

Javier Pedreira

Carlos Pulpón

FICHA ARTÍSTICA

Espacio escénico: Rodrigo García

Iluminación: Carlos Marquerie

Realización audiovisual: Daniel Iturbe

Edición y montaje audiovisual: Arturo Iturbe

Composición musicalJavier Pedreira

Fotografía de escena: Lucía Romero

Vídeo promocional: Arturo y Daniel Iturbe

Voz: Diego Lamas jr.

Producción ejecutiva y asistencia técnica: equipo del Teatro de La Abadía

Ayudantes de producción: José Luis Sendarrubias y Fernando Valero

Estudiantes en prácticas: Mariluz Caparrós y José Francisco Pires

Niños/as grabación: Theo Carmona, Yiqi Chen, Noé Fernández Famoso, Arianna Gómez Ruiz, Miguel Jiménez Fernández, Héctor Martín, Esmeralda Masri Mouchate, Luis Miguel Nuiter Hernández, Luján Sánchez

Agradecimientos: Alicia Álvarez de Primera Toma - Escuela de Arte Dramático; Blueberry Studios; Diego Lamas; Alberto Jiménez; Deva Gayol; Mario Valentín; María Jesús Pérez Pulpón

Producción: Teatro de La Abadía

En coproducción con: Festival Actoral (Marsella) y Festival Next (Valenciennes)

Con la colaboración de: Temporada Alta (Girona), Bonlieu Scéne Nationale Annecy y Teatros Municipales de Praga

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