Llega al Teatro Infanta Isabel el último montaje de la compañía catalana Els Joglars, con Albert Boadella a la cabeza. Esta pieza es un viaje a ninguna parte. Una revisión de lo más ácida de la vida del rey emérito Juan Carlos I, haciendo una revisión de lo que han sido los últimos cincuenta años de la historia de nuestro país. Una tragedia shakespeariana de un Rey en el ostracismo que trae al escenario fantasmas del pasado, decisiones, arrepentimientos y orgullos. ¿Qué ocurrió para que esto terminase así?
Els Joglars, significa en catalán los juglares, y hace referencia al papel que en la Edad Media ejercían estos, similar al de los comediógrafos de la Grecia clásica, para quienes el teatro tenía una función social y política: la de hacer crítica social mediante la ironía y la fabulación. Eran personas que iban de unos lugares a otros, recitaban, cantaban, bailaban o hacían juegos ante el pueblo, o ante los nobles, o ante los reyes.
Y en esta noche de un invierno que se quiere quedar, parece que tornan las ideas, los lugares, las clases. Ahora es el rey el que intenta entretener al respetable mediante este noble arte comedil, el de hacer reír mediante la crítica, la ironía y la sorna, rozando el ridículo en algún vaivén de este barco que por momentos no zarpa.
Estamos ante un clásico, la compañía de teatro más longeva de Europa, creada por el mítico Albert Boadella, director del montaje, en 1962. Su historia es la de buscar, crear e investigar de manera cooperativa, independiente y transformadora. Según su propia definición, Els Joglars, un claro sinónimo de sacrificio y austeridad, dedicación exclusiva y muchas horas de trabajo que proporciona un método de trabajo vivo y en permanente evolución.
Siempre han tenido un espíritu crítico relacionado con la realidad. Incluso estuvieron en prisión y sufrieron un consejo de guerra militar por la obra La Torna, en 1977. Su sala de ensayo es una cúpula geodésica perdida en los bosques catalanes, que le han llevado a esta carismática compañía a representar treinta y cuatro obras teatrales en más de veinte países por todo el mundo. Utilizan para ello un método emergente, anti trágico, es decir, girar alrededor de un punto concreto con la intención de ampliar las posibilidades para poder ampliar de nuevo.
Una paella en cubierta podría ser un buen elemento “emergente” en este crucero sin placer, en este viaje sin rumbo, en este Teatro Infanta Isabel tan bello. Volvamos a sus butacas, que están arriando velas. El viaje está a punto de empezar. Estamos en 2023, en el Golfo Pérsico, donde un rey emérito cualquiera, ya anciano y exiliado quiere sentir su patria en una paella. Para ello monta una fiesta en un velero de lujo para dar de zampar los más lindos manjares paelliles a sus amigotes jeques, donde familiares, amigos y periodistas invitados están. Algo que quizá se vaya torciendo en este viaje de placer y reencuentros.
Repasaremos en este crucero la vida de este emérito de capa caída, cual tragicomedia clásica, revisando situaciones que marcaron al monarca que fue, y mal que le pese, todavía es. Amantes, muertes, dictadores, coronas, la Sofi, democracias, golpes, abdicaciones, safaris y demás que marcaron una vida rica, en todos los sentidos. Y pobre también, en algún sentido. Entre lo humorístico y lo trágico, el rey emérito rememora los momentos y las situaciones que, a lo largo de los años, le han llevado al exilio y la soledad.
Esta revisión a lo Shakespeare de la vida de aquel monarca, curiosamente el nuestro, nos retrotrae a una sociedad que vivimos al más puro estilo Cuéntame. Con un humor socarrón, a veces burdo, nos presenta la compañía catalana a una figura arrogante, campechana, macabra, egoísta, machista, esperpéntica, en ocasiones, pero fundamentalmente sola. El rey está solo, y sólo a base de entregar, busca su lugar en una patria de la que fue expulsado, con una paella en cubierta que simboliza esa nostalgia tan cañí, tan petardera, tan casposa, de esta nuestra sociedad.
Referencias a sus míticas frases tan manidas, a su carácter tosco, cabezota, terrible, cual don Quijote en alta mar con sus molinos de viento en las velas, en la figura de un pobre hombre, con una absoluta presencia en escena del actor que le encarna, Ramón Fontseré, y que construye a base de movimientos, de presencia, de clichés también, del pasado gris del que poco a poco se fue desprendiendo esa coraza que representaba su poder, su dominio.
Y junto a él, otros personajes también tipo, como la periodista amante, la tripulante gallega a la que puede tocar el culo o las tetas sin pudor, un posible hijo del emérito, pijo y poeta, su segundo de a bordo, otro nuevo pijo rico que le asesora y le hace la vida más fácil, un capitán inglés que no entiende de que va la vaina, y una tripulación que pretende hacerse la vida más fácil por hacerle la vida más fácil al monarca.
Pilar Sáenz, Dolors Tuneu, Martí Salvat, Bruno López-Linares y Javier Villena completan el reparto de esta boat movie teatral donde el viejo verde caduco y trasnochado revisa su vida en un ejercicio de sinceridad. No lo tuvo fácil y eso le marcó. En ocasiones, Ramón Fontseré nos logra transmitir esa pena por ser quien ha sido, por haber nacido donde nadie le llamó. Cada uno nace donde le toca, y con eso hay que apechugar, sea uno campechano o no.
RESEÑA ESCRITA POR CARLOS PAVÓN
-------------------------------------------------------------------------------------------------Teatro: Teatro Infanta Isabel
Dirección: Calle Barquillo 24.
Fechas: Del 28 de Febrero al 31 de Marzo. De Martes a Viernes 20:00. Sábados y Domingos 19:00.
Duración: 90 minutos
Entradas: Desde 25€ en teatroinfantaisabel.
FICHA ARTÍSTICA Y TÉCNICA
REPARTO
Ramón Fontseré
Pilar Sáenz
Dolors Tuneu
Martí Salvat
Bruno López-Linares
Javier Villena
EQUIPO ARTÍSTICO
Espacio escénico ELS JOGLARS
Vestuario Pilar Sáenz
Iluminación Bernat Jansà
Espacio sonoro David Angulo
Comunicación Oriol Camprubí
Diseño gráfico NYAM Agencia Creativa / Manuel Vicente
Producción ejecutiva Montserrat Arcarons
Ayudantía de dirección Alberto Castrillo-Ferrer
Distribución ELS JOGLARS
DIRECCIÓN ARTÍSTICA
Albert Boadella
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