Llega al Teatro de La Abadía uno de los títulos más esperados de la temporada. Este delicioso montaje de la compañía valenciana Pont Flotant vuelve a conmovernos y a emocionarnos, con una pieza llena de sensibilidad y cordura, de frescura y profundidad. Un relato que nos traslada a esa etapa de nuestras vidas que tenemos tan mitificada, como es la adolescencia. Esos años de rebeldía y de cambio, de despertar a tantas cosas y de los primeros palos gordos de la vida. En esta aventura escénica recorremos estos años desde la perspectiva de los adultos, pero también desde los ojos de quienes lo viven como algo propio y solo necesitan para su espacio para ser quienes son, sin ataduras ni padres inquisidores. Una fascinante propuesta.
Aunque solo podremos disfrutarla durante diez días (esperemos que vuelvan), es una de las obras de la temporada. Una delicada y cuidada propuesta, en la que se intenta tender puentes entre la adolescencia y la madurez, entre los adultos responsables que somos y los adolescentes alocados de otra época. Pont Flotant indagan en por qué es tan complicado entender a los y las adolescentes cuando todos y todas hemos pasado por esa etapa vital, al tiempo que miran con nostalgia una época llena de luces y sombras. En esta doble intención de colocarse a ambos lados del espejo, consiguen una fabulosa historia que atrapa al espectador desde el mismo instante en el que entramos en la sala. Esos muñecos que nos esperan en escena nos prometen emociones fuertes. ¿Pero son realmente lo que parecen? Poco a poco iremos descubriendo todo lo que tienen que contarnos, desde los dos lados de la historia, desde lo que fuimos y lo que les toca vivir en estos tiempos.
Tras sorprender a todo el mundo con la maravillosa "Eclipse total" (por la que ganaron el Premio MAX a la mejor autoría teatral), la singular compañía Pont Flotant regresa al Teatro de La Abadía (donde también estuvo con "El hijo que quiero tener" y "Ejercicios de amor") con esta obra que invita a realizar un viaje vital para intentar entender la adolescencia (la ajena y la propia) desde la madurez. Esta producción de Escalantesobre creación de la compañía valencianaes una auténtica obra de arte, tanto conceptual como visualmente. Si su anterior trabajo nos sorprendió por la precisión de su ejecución y su belleza, en este vuelven a sorprendernos desde esas mismas premisas. Desde el primer momento entramos en el juego que nos proponen, en esa doble realidad de los adultos hablando de su realidad frente a los adolescentes rebeldes (fantásticos los títeres que cobran vida ante nuestros ojos).
La compañía, creada en el año 2000 por Joan Collado, Jesús Muñoz, Pau Pons y Álex Cantó, apuesta por una clara voluntad de búsqueda y de experimentación escénica. Como se puede leer en su web, sus piezas son el resultado de largos procesos de investigación y de creación colectiva y se caracterizan por la mezcla entre realidad y ficción, el uso de diferentes lenguajes, el trabajo físico del intérprete, la relación íntima con el espectador y la inclusión de una parte de su entorno social dentro del proceso de investigación, de creación y de exhibición de sus obras.
Este nuevo proyecto ha sido escrito y dirigido por Joan Collado, Jesús Muñoz y Pau Pons. Una obra que nos toca a todos, porque nos habla de lo que fuimos, de esos adolescentes rebeldes que querían cambiar el mundo y tener a sus padres lo más lejos posible porque pensaban que solo querían cortarles las alas de la libertad que estaban empezando a descubrir. Desde el primer momento nos sentimos interpelados por las reflexiones de los adultos (tanto en lo que se refiere a los adolescentes actuales como a sus propios sentimientos de Peter Pan), pero también con las reacciones de los jóvenes, deseosos de comerse el mundo. Una fantástica propuesta que nos engancha por su idea conceptual, pero también por su desarrollo y su estética. Una cuidada y meticulosa disección de la relación entre los adultos y los adolescentes, que nos lleva a lugares ya vividos. Una obra que debería ser de obligada visualización para padres con hijos en esa edad, pero también para los jóvenes rebeldes.
Jesús Muñoz reconoce que "hay un deseo siempre de no dejar de ser adolescente, de no perder la capacidad de rebelarse", y defendiendo esta postura construye la historia, en contraposición de los otros adultos que solo ven el pasotismo y la dejadez de los jóvenes, olvidándose de cuando ellos fueron adolescentes y cometían los mismos errores. Sobre esa dicotomía se sustenta la obra. Los adultos que olvidaron lo que fueron y aquellos que siguen pensando que son aquellos rebeldes con ganas de descubrir y vivirlo todo por primera vez. Y luego están ellos, los adolescentes de la actualidad. Igual de rebeldes y pasotas, pero con las mismas ganas de cambiar "su" mundo. Porque en cada nueva generación se van cumpliendo las mismas premisas, los padres viven asustados por unos hijos que se van separando de ellos para vivir sus propias experiencias vitales, lejos del cobijo y la protección del hogar. Esta pieza, como reconocen sus creadores, nos hace "reflexionar sobre los y las jóvenes de hoy y los y las adolescentes que fuimos".
"Nos parecía una gran idea utilizar nuestro trabajo para seguir creciendo como madres y padres y poner sobre la mesa este momento tan importante de la vida, pues la adolescencia es una etapa de transformación y de muchos cambios, a nivel físico, mental y social", explicaba Jesús Muñoz. Damos fe que lo han logrado, ya que este delicioso espectáculo nos plantea la relación paterno filial desde muy diversos puntos de vista, desde muchas perspectivas, para que podamos abrir el foco y descubrir algo más sobre las inquietudes y los miedos de unos de otros.
En este proceso vital y de trabajo (largo y caótico según reconoce la Compañía), en el que han colaborado especialistas del campo de la filosofía, la psicología o la psiquiatría, además de padres, madres y los propios adolescentes, todos han dado su punto de vista y trabajado para construir este interesante compendio de vivencias, para intentar que nos entendamos todos un poco mejor, que los adultos no olviden al rebelde inconformista que llevan dentro, y que los jóvenes entiendan los miedos y preocupaciones de sus padres por sus ansias de comerse el mundo. El resultado de todo el proceso es "una propuesta fresca, ágil, con mucha hormona juvenil, llena de humor, donde la comunidad adolescente se pueda sentir identificada, interpelada, comprendida y ¿por qué no?, también cuestionada".
En escena veremos a tres adultos que intentan comprender a los adolescentes, partiendo de sus propias vivencias. Una comparación entre dos épocas aparentemente muy diferentes pero que se irá descubriendo que también tiene mucho vínculos comunes. En un interesante juego escénico, los actores van intercalando sus propias experiencias adolescentes con momentos de la vida cotidiana de familias con hijos en esa complicada edad. Así iremos conociendo las tensiones que se crean entre padres e hijos, pero también las tiranteces con los amigos (por la necesidad de ser aceptado en todo momento) o el despertar a los deseos sexuales. Del instituto a la discoteca, pasando por los parques, el metro y esas habitaciones que son cueva y refugio, iremos diseccionando la vida de esta etapa tan compleja.
Como adultos que son, la visión de la compañía parte de los prejuicios de la mirada del padre, que en muchas ocasiones ya ve lejanos (y casi lo tiene olvidado) aquellos años y no recuerda todas las necesidades vitales que le afloraban en aquella etapa vital. Uno de los puntos más originales de este montaje es la representación de los personajes adolescentes por medio de figuras humanas de tamaño real, que son manipuladas a modo de marionetas, con voces de adolescentes reales (algo que da mucho mayor mérito al trabajo de los actores, que deben trabajar todo el rato con las voces en off). De este modo, lo real es la vida adulta, mientras que los adolescentes son misteriosos seres inanimados, casi autómatas, con unas inquietudes que no se comprenden dos décadas después.
En escena, interpretando a los adultos y manipulando con destreza a las figuras que representan a los adolescentes, tenemos a Joana Alfonso, Jesús Muñoz y Javi Vega (que también se encarga de la música en directo). A ellos les acompaña Yolanda García, encargada de "asistir" a los intérpretes y crear los diferentes espacios escénicos. Los tres interpretan a la perfección su doble papel de personajes adultos dentro y fuera de las escenas con las que se va tejiendo la obra. Un ir y venir entre la realidad y la ficción, entre el hoy y el ayer, entre dos generaciones que están condenadas a entenderse pero que luchan por no hacerlo. Es fascinante la precisión con la que los intérpretes juegan a ser adolescentes, llegando a dar vida a esas figuras animadas, a las que por momentos vemos reaccionar como seres reales. Un trabajo preciso y precioso, que hace de este montaje una propuesta fabulosa. Un montaje con la vitalidad y la potencia hormonal de la juventud, pero con la cordura y la templanza de los adultos que la dirigen. "Quisiera entender la adolescencia desde la madurez, pero es imposible, bro. Solo puedo observar de lejos y escuchar sus voces, recordar mi época e imaginarme entre ellos disfrutando de una adolescencia infinita" frase que se puede leer en la web del teatro y sintetiza la esencia de la obra.
Todo ello ocurre en un universo muy personal, que nos da la bienvenida al entrar en la sala y dejarnos absortos con lo que allí nos encontramos. El espacio escénico diseñado por Joan Collado (responsable también del vestuario) nos muestra una serie de elementos a modo de estanterías colocados a ambos lados del escenario, con las figuras adolescentes colocadas de tal modo que las sentimos "pasando de todo", la recreación de una situación cotidiana que hemos visto mil veces. Pero nos entra la duda, ¿Son todos muñecos? ¿O al apagar las luces comenzarán a moverse? Ya estamos atrapados en este universo fantástico, lleno de misterio y de ambigüedad en el que todo puede pasar (esa sensación de los adolescentes de que todo es nuevo, todo el posible). Esas piezas se irán manipulando a lo largo de las diferentes escenas para crear los diferentes lugares en los que transcurre la obra. Fascinante la precisión con la que todo cobra sentido, con la que todo encaja a la perfección. Este halo misterioso crece en intensidad con la tenue iluminación de Marc Gonzalo. El contrapunto a todo lo onírico lo pone el poderoso espacio sonoro creado por Adolfo García, que también es el responsable de la maravillosa composición musical que Javi Vega interpreta en directo.
En definitiva, estamos ante uno de los montajes de la temporada sin lugar a dudas. Un montaje lleno de humor, de delicadeza, de sensibilidad y de hormonas adolescentes. De una belleza plástica como solo Pont Flotant son capaces de hacer, el montaje resulta una suerte de preciosas imágenes que se nos van quedando en la retina hasta confeccionar este collage sobre lo que son las relaciones entre padres e hijos adolescentes (que también conmueve a quienes no somos padres y ya tenemos muy lejana la adolescencia). Una nueva joya de la compañía valenciana, de la que lo único malo que se puede decir es que solo han estado diez días en cartel. Esperemos que vuelvan pronto para deleitarnos y emocionarnos con su genialidad. Como me dijo un amigo, es una obra que deberían ver todos los padres con hijos con esa edad, a lo que yo añadiría que deberían ir con los adolescentes para comentar la obra al salir. Quizás de este modo las distancias entre las dos generaciones se puedan acortar. Una fantasía de función que me sigue emocionando al recordarla.
Texto y dirección: Joan Collado, Jesús Muñoz y Pau Pons Reparto:Joana Alfonso, Yolanda García, Jesús Muñoz y Javi Vega Escenografía y vestuario: Joan Collado Iluminación: Marc Gonzalo (AAIV) Espacio sonoro:Adolfo García Composición musical: Adolfo García y Javi Vega Asesoría artística: Fermín Jiménez Diseño gráfico y audiovisual:Joan Collado Fotografía: Nerea Coll Vídeo promocional: Nacho Carrascosa Asesoría de contenidos:Berta Pérez, Merche Sánchez de las Matas, Imma Serrano y Pau Tarrés Voces en off:Neus Ivars, Nerea llopis, Zack López, Germán Ordóñez, César Tirado e Iria Trashorras Producción: Escalante sobre creación de Pont Flotant Colabora: TEM (Teatre El Musical) Agradecimiento especial a: Maribel Saiz, Mara Blanco, David Llago, Martina Hernández, César Sanchis, Pau Sanmartín y a todes les jóvenes y adolescentes que han colaborado a lo largo del proceso.