Teatro: Mefisto for ever. Teatro Fernán-Gómez

La llegada al poder de los nazis y el posterior estallido de la guerra hacen retumbar los cimientos de una compañía de teatro, que se debate entre escapar o resistir desde la interpretación de los clásicos. Muchos son los temas que aborda este interesante montaje, y que van desde el compromiso del actor con el arte hasta la utilidad de la cultura como arma para hacer una crítica política. El teatro se resquebraja, como ocurría con el resto de Europa en esos tiempos, pero la compañía decide continuar, el espectáculo debe continuar. Pero ¿Cuál es el precio a pagar? ¿Se puede hacer una resistencia real esquivando la censura del régimen? ¿Hay que mantener la trinchera teatral en tiempos de guerra?



Hemos asistido en esta semana a dos propuestas de temática similar, pero tratadas de forma casi antagónica. El martes asistimos en el Teatro Valle-Inclán a la nueva obra de Sanzol, en la que una compañía de teatro en la Ucrania de nuestros días, se propone hacer una obra para olvidarse de la barbarie de la guerra. El jueves asistimos al segundo de los montajes, este "Mefisto for ever" que nos ocupa en estas líneas. En él, una compañía de teatro intenta sobrevivir en la Alemania nazi, buscando en el propio acto teatral su particular forma de resistencia. Dos maneras de ver la postura de unos comediantes en época de guerra, dos modos de plantear el conflicto, dos montajes muy dispares con ciertas líneas que los unen.


Esta coproducción de Meridional Producciones, Vaivén Producciones y El Gato Verde Producciones, es una factura impecable, todo está cuidado y diseñado con maestría para lanzarnos de cabeza a esa angustiosa y despiadada realidad en la que Europa se desmoronaba. Una propuesta inquietante, angustiosa, que se mueve entre la realidad y la ficción, entre comedia y el drama, entre el teatro y la vida. El teatro planteado como trinchera ante el totalitarismo y la guerra, un lugar desde el que poder criticar aquello con lo que no se está de acuerdo. Pero... ¿hasta donde se puede llegar sin pasarte al otro lado? ¿Cuál es el peaje por seguir haciendo lo que uno cree necesario? ¿Estás dispuesto a defender tus ideas a cualquier precio? ¿Te dejarás pisotear por el régimen para permanecer sobre las tablas? ¿Será capaz el teatro de cambiar algo? ¿Son tablas una trinchera desde la que poder permanecer al margen o puede ser un altavoz para criticar las injusticias?



Este texto nace de la adaptación libre que Tom Lanoye realizó del "Mefisto" de Klaus Mann y la traducción para este montaje corre a cargo de Julio Grande. La propia compañía explica que "a la idea original de Mann, la del hombre de teatro que no duda en vender su alma al “diablo”, Tom Lanoye añade la distancia histórica de la que Mann carecía. Con el objetivo de reflexionar sobre el poder del poder y su puesta en escena, el autor de Mefisto for ever se sirve de fragmentos de Hamlet, Romeo y Julieta, Julio César, Ricardo III y Macbeth -siempre hay un Shakespeare para explicar y reforzar una idea, un sentimiento-; y de El jardín de los cerezos, La gaviota, Tío Vania, de Chejov; y, por supuesto, Fausto, de Goethe. En España, la inacabable noche franquista y la inherente corrupción material y moral que conlleva toda dictadura alimentaron con generosidad la teoría de la “resistencia útil” desde el interior del sistema. Aunque aquí proliferaron los vividores de espíritu acomodaticio y chaquetero, hubo quienes practicaron un posibilismo de buena fe que, en el ámbito de la cultura, defendieron la posible connivencia entre poder político y libertad de creación". Con todo esto, nos proponen un viaje a esas trincheras en las que las bombas caen cerca, la censura aprieta, y algunos intentan sobrevivir entre los resquicios que le deja el régimen, entre las ruinas de una sociedad que lucha por avanzar, saliendo de los escombros en los que se han convertido sus vidas.



El gran director Álvaro Lavín ("Iberian Gangsters", "Los esclavos de mis esclavos", "Transición", "Meu Ben") nos propone un juego metateatral en el que la realidad se entremezcla con las piezas clásicas que representa la compañía. Quizás el director abusa demasiado de este continuo entrar y salir en los grandes clásicos, aturdiendo por momentos al espectador, que no sabe muy bien en qué lugar ubicarse en cada momento. Lavín se apodera de todo el teatro para que nos adentremos en la obra, haciendo a los personajes entrar y salir por las puertas de acceso, transportándonos del Fernán-Gómez a ese gran teatro berlinés en el que se atrinchera la compañía. Conceptualmente el montaje es impecable, todo encaja de forma precisa, el texto nos golpea con fuerza, pero el regocijo en ciertos aspectos hace que la obra nos resulte monótona en algunos tramos. La decisión de que el personaje de Kurt sea interpretado en todo momento en actitud de "personaje de teatro clásico" le quita cierta credibilidad, al no poder diferenciar claramente lo que siente el actor ante las adversidades que les van golpeando. La obra es apabullante, monumental, el texto es desgarrador y los actores saben jugar en todo momento los estados de ánimo, que pasan de momentos cómicos al máximo drama, para respiro de los espectadores


La historia nos traslada al momento en el que Adolf Hitler, al frente del nacionalsocialismo gana las elecciones en Alemania. Una compañía se ve golpeada en sus cimientos por el vuelco electoral. Parte del elenco decide exiliarse, otros mantenerse en el puesto para hacer ver a la ciudadanía los horrores del régimen desde la representación de los grandes clásicos. Pero con la visita del responsable de cultura del régimen todo cambia. El director es cesado y el actor principal, Kurt Köpler es nombrado responsable del teatro y de la compañía. Kurt intenta defender a sus compañeros desde su posición de privilegio, pero el mundo se desmorona a su alrededor. Su mirada crítica se torna paulatinamente en conformista, y la trinchera que debía ser el teatro se acaba convirtiendo en un mero espacio de entretenimiento a mayor gloria del régimen. El compromiso político se torna en egocentrismo por el poder adquirido, la lucha desde las tablas deja paso al ensalzamiento de los autores alemanes. Todo lo que soñaba conseguir se vuelve en su contra, y se convierte en un ser obsesionado con hacer su trabajo, con el éxito y la fama, olvidándose de sus ideales y de los compañeros que abandonaron por el camino.



La obra plantea muchos dilemas, muchos temas en torno a la llegada al poder de los nazis y sus consecuencias. En los distintos personajes podemos ver muchos perfiles distintos, desde la actriz judía que no duda en exiliarse hasta el obsesivo Kurt que se deja manipular por el régimen para poder seguir actuando. Entre estos dos extremos, cada uno de los personajes actúa ante los nazis de una forma distinta. La actriz de familia acomodada no se ve atacada por el cambio de régimen, el joven actor Niklas, que en un principio es un ferviente seguidor del nacionalsocialismo acaba renegando de él, Víctor, director de la compañía, intenta mantener sus ideales contrarios al régimen. Un amalgama de personalidades que nos muestran un amplio abanico de situaciones, de puntos de vista, frente a lo que fue uno de los episodios más oscuros de la historia del pasado siglo. Toda la historia gira en torno al personaje de Kurt, uno de los más vehementes contra el régimen en un primer momento, que poco a poco va plegando alas para acabar sometido a las imposiciones de los nazis. Su ego y su posición de poder en el teatro le nublan toda visión de lo ocurre fuera de ese espacio en el que cree que puede mantener viva la llama de la cultura y con ella arengar al pueblo.



El reparto lo encabeza Sonia Almarcha en el papel de Kurt, un prestigioso actor al que su ego nubla la vista y cuya única obsesión es seguir actuando, con la excusa de que es una forma de resistencia mejor que la implicación directa en resistencia a los nazis. A ella le acompañan, como el resto de miembros de la compañía, Esperanza Elipe (como la madre de Kurt y "apuntadora" de la compañía), Iván Villanueva (interpreta a Víctor, director de la compañía relegado de sus funciones con la llegada de los nazis, dejándole continuar como actor), Paula García Lara (da vida a Nicole, la actriz de clase acomodada que se acaba enamorando de Kurt), Cristina Varona (se mete en la piel de la joven actriz Ángela, que es una de las que se queda con Kurt cuando llegan los nazis al poder), Nacho Redondo (da vida al rebelde actor Niklas, ferviente seguidor del nacionalsocialismo en principio y muy crítico con el régimen después) y Elisabet Gelabert (interpreta a la famosa actriz judía Lina Lindenhoff, que decide exiliarse con la llegada del régimen). Completa el reparto Darío Frías, en el papel de "el gordo" el responsable nazi de cultura, encargado de supervisar lo que hace la compañía, poniendo algunas condiciones para que puedan seguir actuando.

Nacho Redondo también interpreta a un alto cargo de los nazis, Iván Villanueva al nuevo responsable de cultura tras la guerra y Elisabet Gelabert a la ingenua actriz, novia del gordo, que entra en la compañía por imposición de éste. En este punto cabe destacar la maravillosa interpretación de Gelabert al representar la misma escena como Lina y como la nueva actriz. El cambio es brutal, mientras que la actriz judía hace una interpretación magistral de la madre de Hamlet, la novia del gordo destroza el personaje. Impresionante la forma en la que la actriz aborda las dos interpretaciones, mostrando de forma evidente como se debe interpretar un clásico y como se suelta el texto sin más.



Todo esto ocurre en la lúgubre y decrépita escenografía creada por Anna Tussell y Arantxa, responsables también del sucio y andrajoso vestuario con el que aparecen los componentes de la compañía. Estos son elementos que marcan de entrada el ambiente de la obra, el ambiente, el universo en el que transcurre la historia. Desde que entramos en el teatro ya nos adentramos en ese mundo lúgubre, casi grotesco, en el que se mueven los actores. Una decisión muy acertada que nos muestra las miserias de la guerra. Para crear este sórdido ambiente es esencial la cuidada iluminación de Luis Perdiguero, que juega de forma magistral con las luces y las sombras, con la penumbra y la oscuridad. Para terminar de introducir de lleno al espectador en el epicentro de la escena es fundamental el espacio sonoro creado por Alberto Granados, que nos envuelve. La música, que enfatiza muchos de los momentos más dramáticos, es creación de Iñaki Salvador. Y todo ello se complementa con los audiovisuales creados por Elvira Ruiz Zurita, que hacen las veces de narrador y otras se convierten en un personaje más de la escena.


En definitiva, estamos ante una obra majestuosa, potente, llena de momentos sublimes, de escenas poderosas, pero que en su conjunto no termina de enamorarnos. Puede que sea por la excesiva utilización de las escenas de los clásicos (lo que hace que todo el que no conozca las obras se pierda), por la sobreactuada interpretación del personaje de Kurt (entiendo que buscada por el director, aunque no se muy bien el motivo) o por la decisión de que este personaje lo interprete una actriz (lo que descoloca bastante al público con sus gestos bastantes forzados como hombre), pero una obra en la que todo encaja a la perfección no termina de enganchar con el público. Dicho todo esto, me parece un montaje impecable, en el que cada una de las piezas están trabajadas con maestría sobre un texto demoledor. Es por ello que sigo dándole vueltas a los motivos que nos llevaron a no terminar de conectar con ella. Vayan a verla y descubran ese oscuro mundo del nazismo y la vinculación de la cultura en tiempos de guerra.

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Teatro: Teatro Fernán-Gómez. Sala Guirau
Dirección: Plaza de Colón 4.
Fechas: Del 2 al 26 de Marzo. De Martes a Sábado a las 20:00. Domingos a las 19:00. Martes y Miércoles, día del espectador.
Entradas: Desde 16€ en Teatro- Fernán-Gómez. Programa de mano.

Meridional Producciones, productora madrileña de cine, televisión y teatro celebra sus 30 años de trayectoria profesional; con este motivo se realizan la siguiente actividad:

3 de marzo  - Mesa redonda.  30 años de Meridional
Proyección de cortos + Mesa redonda.
Proyección de los cortometrajes La boda y El cortejo.
Mesa redonda y coloquio (
con asistencia de Marina SereseskyÁlvaro LavínJulio Salvatierra (dramaturgo) y Tom Lanoye) en la que se repasará la historia y trayectoria artística de Meridional Producciones  (productora madrileña de cine, televisión y teatro) en estos 30 años.

FICHA TÉCNICA
Adaptación libre de Mefisto de Klaus Mann
Reparto: Sonia Almarcha, Elisabet Gelabert, Esperanza Elipe, Iván Villanueva, Paula García Lara, Nacho Redondo, Darío Frías y Cristina Varona
Texto: Tom Lanoye
Traducción: Julio Grande
Dirección: Álvaro Lavín
Iluminación: Luis Perdiguero
Diseño audiovisual: Elvira Ruiz Zurita
Música: Iñaki Salvador
Espacio sonoro: Alberto Granados
Escenografía y vestuario: Anna Tussell y Arantxa Ezquerro
Diseño Gráfico: Causa efecto
Ayudante de dirección: José Luis Sixto
Asistente de producción: Sara Pérez
Dirección técnica: Rafael Catalina
Producción: Meridional Producciones, Vaivén Producciones y El Gatoverde Producciones


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