Juana la Loca. Teatros Luchana


Huele a rojo el Luchana. Rojo, muy rojo. Sabe a rojo. Silos en rojo con sus cantos. Mucha mierda fuera, con el sol radiante, ese que duele. Dentro también. Más rojo. El Luchana se acalora, se engalana, se tiñe de ese misticismo necesario para la figura que nos va a presentar. Un tenso silencio. Un padre nuestro. Y Juana. No hay marcha atrás. 


La historia de Juana se nos viene encima, como aluvión, como torbellino, como huracán en una noche de verano que ya va menguando. Una figura de la que tanto se ha hablado, de la que tanto se ha escrito y a la vez tan desconocida, tan extraña en esta nuestra historia. Juana en el escenario, la doña. La más grande. La heredera de un imperio que se iba fraguando, del que solo recibió miseria y dolor. Soledad y culpa. Esa es Juana. Ese es Nicolás


Se me pasa el tiempo y sigo…” ¿Locura o traición? Tras los muros de Tordesillas, Juana bucea en su locura “Que yo estoy loca, dicen…La Juana que se nos muestra se hace mujer, desea, quiere, provoca, goza. Nos lo muestra con descaro, impropio de una reina, propio de una mujer. Faceta erótica que nos conmueve, presente a lo largo de la obra (posiblemente cancelada en el futuro por algunas mentes rígidas mal llamadas verdes, color impropio del oscurantismo) incitada por un Felipe, hermoso y cruel, destino obligado de Juana. Un flamenco sin arte. Sin corazón. “Es tan bello que a pesar de no quererlo, yo ya siento que lo amo”.  Intensa vida de Juana. Repudiada, endemoniada, loca, enferma, sola, triste, incomprendida, recluida. Casi medio siglo en esos muros castellanos de Tordesillas, sin toro y sin luz. Despedazada. 


Dejemos su vida para las tablas. Centrémonos en Nicolás, el maestro. Dice la sinopsis del Luchana que Nicolás Pérez Costa interpreta siete personajes con un vértigo y precisión tal que hace que esta pieza sea un tornado, un alud de poética y belleza. Yo añadiría la pasión, el talento, la fuerza, el corazón. Nicolás hace esta pieza suya, con personajes creados para Juana, que giran en torno a su figura, y que con un ligero movimiento de cuello, o una erguida postura, nos lleva a otro escenario donde Juana, siempre Juana, brilla, oscurece, revive y muere varias veces a lo largo de estos sesenta minutos de teatro puro, sin respiro, sin pausa. Sin discusión. Teatro. 


Y como nos invita Nicolás, como nos muestra a esa mujer desagarrada y desgarradora, humana y terrenal. Sincera y atormentada. Bella en su interior. Como nos hace sentir, como nos llena. Con esos cambios de altura, de registro, de tonos, de luz, de pasiones, de fuerza, siempre intenso, de poder, de pasión, de humildad sobre un escenario. De trabajo y amor por el oficio. Y ya nada nos impide mirar hacia otro lado. Nicolás, Juana, te hechizan, como Felipe, como Isabel, como Luisa, siempre a su lado, como Carlos, como Felipe, como Fernando, como todos esos personajes que nos brindan el conocimiento de esa mujer, con esa poesía que no nos deja indiferentes. Con ese ritmo, con esa cadencia, con esa puesta en escena donde la luz es otro personaje más, que ayuda, que destaca sobremanera. Donde el ropaje juega y baila con nosotros para hacernos sentir, sufrir, gozar. Extrañar, gobernar soledades. “Ni Catalina, ni Juan madre. Soy Juana, Juana de Castilla”. 



Pero nada de todo esto podría haberse sentido sin ese texto, sin esa mirada de Pepe Cibrián que ha enfocado a esa Juana mujer, esposa, hija y madre, que nos hace viajar a los infiernos en busca de luz, en busca de miradas y de una comprensión de su vida. Maravillosa dramaturgia de Pepe Cibrián. Intensa, marcada, sufrida, vivida, emocionada. Todo un trabajo de cariño y pasión hacia un personaje enigmático. 




Poco más. Y nada menos. Teatro en estado puro en el Luchana. Una reflexión para acabar. Con la vida que le dieron, es de sorprender la longevidad de Juana y su estado. ¿No seremos locos los demás? Y agradecer a los Luchana que dan cabida a todo tipo de montajes que nos hacen amar el teatro. Vengan a verlo, les removerá, les emocionará, les hará sentir y pensar. Vengan por lo que pueda pasar. No calles Juana, tú nunca calles.



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Teatro: Teatros Luchana
Dirección: Calle Luchana 38.
Fechas: Hasta el 30 de Octubre. Viernes a las 20:30. 
Duración: 60 min.
Entradas: Desde 14,90€ en teatrosluchana.


FICHA ARTÍSTICA

Dramaturgia:

Pepe Cibrián

Reparto:

Nicolás Pérez Costa

Vestuario:

Alfredo Miranda

Coordinación artística:

Juani Ge

Producción:

Tío caracoles



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