Macho Grita. Teatro Pavón

Tras el éxito cosechado la pasada temporada en el Teatro de la Comedia, llega ahora Alberto San Juan al Teatro Pavón con "Macho Grita", una comedia musical que parte del mito de Don Juan para poner patas arriba la historia de nuestra España, para ver como se ha ido construyendo "lo macho", algo tan característico de nuestro país. Analicemos a ese malogrado macho ibérico. 



Crónica de su propia ignorancia sobre la historia de España. Ambiente tertuliano en el Pavón, que se da a ello. Nos miran unos hombres con traje, con una luz tenue de billar que nos anuncia reflexión, revisión e interpretación de lo que fue y ha sido. Del ayer que se repite, del mañana que no llega. “A sus puestos…” nos marca nuestro entrañable Balenciaga, el de barrio, el del pueblo, el del Pavón




Y nos lleva a una de las apuestas más casposas de nuestra literatura. “La apuesta fue…” Sí, esa de don Juan Tenorio y don Luis Mejía, sin los dones. Inés, Inés, pobrecita Inés. Nos lleva al Tenorio, y de ahí, todo se precipita…. Y este cuento que nos cuenta, que nos contó Alberto, Don Alberto, este sí con mayúsculas, nos traslada a esta revisión contada de este nuestro país. 



Como reza su sinopsis "Macho grita es una crónica de mi propia ceguera sobre la historia de mi país. Un intento balbuceante de aproximación al proceso histórico por el cual se construye la norma que establece qué es ser español. Un intento de entender cómo se construye el sistema de poder jerárquico que nos gobierna, cómo se construye lo Macho —entendido como voluntad de dominio—, en este territorio llamado España” AMÉN, con tilde. 



Y aparece la voz de Alberto, con sus modulaciones, con sus arcos, con sus gritos de dolor, con su naturalidad, con su música. El jazz nos acompaña, entramos en el juego de esa sala de billar clandestina, de ese antro de perdición, de esa taberna a media luz con destellos de dolor de nuestra piel de toro, tan bipolar y tan querida. Tan humilde y tan arrogante. Tan mediocre y brillante. Tan sentida…. 

Siguen Juan y Luis ( ya sin sus dones ) interpretando, rivalizando, moviéndose en el escenario como si fuera la mismísima Triana del XVI rivalizando en hembras y duelos, carne y más carne en un duelo de emociones que le llevan a un dramático quiero, quiero. Yo quiero. Quiero hacer lo que quiera cuando quiera. “Toda mi vida he deseado ser Don Juan…”. 


Y nos lo baila, y nos lo mueve, y nos lo grita. Locura bifásica y calma. Alberto en su dolor, en su ritual mágico del comienzo no pierde la esperanza, Alberto quiere que nos hagamos la vida mejor, sin dominadores ni dominantes, sin guerras ni cargos, sin banderas ni fronteras. Todo eso quiere Alberto. 

Y nos lleva a la guerra civil, la penúltima de tantas que hemos tenido, al 1492 y sus motivos, a la Expo sevillana, al 92 de nuevo, a la monarquía, al poder económico, al poder político, al mediático, y vuelve a los católicos, a los Reyes, a Isabel y Fernando, a los árabes, a los judíos, a destierros, a expulsiones, a leyes kafkianas que aún perduran. A nuestros orígenes. “Reducir la diversidad de España a un solo cuerpo”. 


Y vuelta al saxo, a la guitarra, al piano, al contrabajo… al jazz, a la España cañí y sus pasodobles, a canciones infantiles. A esa música que tanto nos transporta, que tanto nos sugiere, que tanto nos abraza y duele. Y aparece el baile, desconexo, roto, cansado. Surge ese Alberto que quiso formar con Coque un grupo de rock que quiso dar la vuelta al mundo. 


Y se quedó en una mirada en la brecha, en la herida nacional, en las cunetas, en los márgenes, en las fosas. Surge también el macho, y el miedo a no serlo, el macho entendido como propietario exclusivo de la razón. España es un país de machos, de machas, de maches. De machitos. “¿Quiénes eran nuestros enemigos?” Alberto en escena como pez en el agua, gustándose, con trabajo, con verdad , con honestidad, con un texto surgido de sus entrañas y un proyecto clásico, español , que anhela denuncia, que grita un cambio, como ese macho impertérrito, altivo, orgulloso de serlo. Vuelve de nuevo el 92, allá por el mil quinientos en este cuento caótico, confuso, difícil de asimilar, como nuestra historia. “Pero cuando la libertad es una prisión hay que buscar salida por las estrellas”. 


La dramaturgia y dirección de Alberto, junto a los grandes músicos que le acompañan… Pablo Navarro, Gabriel Marijuan, Miguel Malla y Claudio de Casas nos trasladan a los infiernos, a los cielos. La identidad entre humos pasajeros. Algo de humor ha faltado para hacer más llevadero este viaje, que en ocasiones se atraganta. 


Trabajazo una vez más de Alberto San Juan para llevarnos a la reflexión. Si el macho grita, silenciemos al macho. Si el macho impone, rebelemos al macho. Y que se vaya, y que no vuelva. En este cuento, no infantil, que desaparezca y él sí, sea un exiliado que no pueda volver. Hagámonos la vida más bonita, a ser posible, sin machos.



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Teatro: Teatro Pavón. Sala Principal
Dirección: Calle Embajadores 9.
Fechas: Del 16 de Enero al 27 de Febrero. Del 16/01 al 31/01: M16, M23 y M30 a las 20:00, X17, S20, X24, J25, S27 y X31 a las 21h30. D21 y D28 a las 20h30. Febrero: lunes a las 20h00
Duración: 1hora 30 minutos.
Entradas: Desde 10€ en elpavonteatro.



FICHA ARTÍSTICA

Dramaturgia y dirección: Alberto San Juan
Reparto: Alberto San Juan
Músicos: Pablo Navarro, Gabriel Marijuan, Miguel Malla y Claudio de Casas
Iluminación: Raúl Baena y Eduardo Vizuete
Vestuario y espacio escénico: Alberto San Juan
Ayte Dirección: Carlota Gaviño
Ayte. Producción: Lucía Rico
Producción ejecutiva: Joan Fernández
Producción: Compañía Nacional de Teatro Clásico y EQM


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