Llega al Teatro Pavón esta hilarante comedia, para que volvamos a recordar esos tensos y ceremoniosos encuentros navideños. Con la gran Eva Hache a la cabeza, viviremos una velada de lo más surrealista y conmovedora, llena de hilarantes momentos que nos harán pasar una divertida velada, lejos del desapacible tiempo que nos espera a la salida y que por momentos nos mete aún más en la historia, ambientada en fechas navideñas. Esta obra de Octubre Producciones y La Tentación promete emociones fuertes y risas aseguradas, un plan perfecto para estos días grises.
Lámparas y más lámparas nos reciben en una tarde pasada por agua en el Teatro Pavón, en el salón de casa de una familia vasca, los Amesti, que con su "jingle bells" particular nos llevan a un frenético carrusel de andanzas, chanzas y desvaríos en una navidad familiar, tan típica y atípica a partes iguales.
Verdades y mentiras en un salón cualquiera, tradicional, donde un matrimonio tradicional, cualquiera, espera la llegada de su hija por Navidad, como el Almendro, pero con más ansiedad si cabe, ya que llevan tres años sin verse, ella en Londres, ellos en algún punto de esta nuestra piel de toro, acompañados del hermano, curioso también. Ella, Elena, llega de la mano de Cindy, su novia irlandesa, alta, muy irlandesa, blanca, pálida, tan pálida que ni se la ve. Invisible que es la moza. En este enredo desenredado todos buscan algo, todos esconden algo. Todos tienen algo que contar, y que escuchar, con nerviosismo, con reproches, con el yo, con los otros, con sus traumas, y la culpa, la dichosa culpa. La homosexualidad, la inseguridad, el conformismo, el dramatismo, la búsqueda, la irrealidad de la búsqueda, todo confluye en el salón, entre el humus, los turrones y los champanes. Y el vino, que no falte el vino. “¿Tú crees que soy una mala madre?”.
Personajes que se van construyendo sobre una realidad ficticia, cimentada en mentiras, en secretos, en no aceptar situaciones incómodas, ideologías trasnochadas y caducas ,exageradas en ocasiones, con clichés, con esa piel tan fina de todos y cada uno de los personajes, que sin querer se protegen ,se cuidan, se reprochan, se quieren y se odian. Se ayudan sin aceptarse, que en el fondo es su forma de aceptación.
Esta comedia de situación, comercial, disparatada, absurda en ocasiones, dirigida por Mireia Gabilondo y escrita por Markos Goikolea nos lleva al hogar de una familia más, en las navidades del reencuentro, con sorna, con buenas intenciones, con ganas de identidad, de cada uno de sus componentes, tan distintos, tan iguales en el fondo. Una tragicomedia griega en una terraza a las afueras. “Estoy un poquito nerviosa con este encuentro”.
Lo disparatado deja poso, como la lluvia de fuera, lo disparatado lo normalizamos, empezamos a ver a Cindy, a entenderla, a entender a Elena, a la bollera marginada, a entender su marcha, a entender su vuelta. Carolina Rubiole da ese toque cómico que necesita su personaje para no caer en el surrealismo total. Le da esa energía que contrarresta con la locura fraternal, con su hermano, con el bruto, el sensible, el que no se entera o no se quiere enterar. El fracasado que vive una irrealidad personal. Íñigo Azpitarte da ternura a Martín, a este personaje descerebrado, infantil, pegamento, roto por dentro, que cura sus heridas con los demás, y que intenta que nada le turbie esa fantasía familiar que se ha creado.
Y los padres, él y ella, Begoña e Íñigo, Eva Hache e Íñigo Aramburu, que son los pilares, que no de la tierra, de todo esto. Y claro, la casa que tienen como préstamo, fruto de la ludopatía insaciable de ella, se resquebrajan. Se hacen añicos. Intentan buscar otra mirada, otra visión, pero no lo consiguen, salvo por el interés. Ese que les hace ver lo mundano de sus vidas, de sus secretos, de sus miserias, de sus búsquedas hacia delante sin querer mirar el atrás. Esta pareja da el contrapunto, la réplica, el chiste fácil a veces, sin caer en la chabacanería tan manida en lo comercial. Ambos se complementan en escena, en esas matrimoniadas cotidianas sutiles y creíbles. Normalizadas de nuevo. “Aquí está todo por ver”.
El rojo nos inunda en escena, en los ropajes, en los colores, en las vergüenzas, en las dignidades, por los suelos. Nos trasladan a esas navidades que cada vez vamos entendiendo más, donde vamos comprendiendo la inutilidad de comprender todo, y la terrible sensación de que ni papá Noel ni los Reyes son tan buenos. La lluvia sigue arreciando fuera. En el Teatro Pavón estamos calentitos, y nos reímos, nos reímos de todos y de todo, que en estos tiempos, falta nos hace. Y se nos hace imprescindible preguntar a Cindy, esa que ya vemos, esa que ya está en escena. “Oye, Cindy, ¿y tú que piensas del Brexit?”.
Dramaturgia: Markos Goikolea Dirección: Mireia Gabilondo Reparto: Eva Hache, Carolina Rubio, Iñigo Aranburu e Iñigo Azpitarte Escenografía: Fernando Bernués Vestuario: Ana Turrillas Diseño iluminación: Xabier Lozano Música: Iñigo Azpitarte Ayte. dirección: Virginia Rodríguez Regidora: Cristina Berhó Dirección de producción: Nadia Corral Producción: Octubre Producciones y La Tentación