Viento suave en la pequeña sala Margarita Xirgu del Teatro Español, en una tarde fresca que huele a sol, a verano, a la campiña francesa, a paté y a queso. Tarde envuelta en banderas con aroma a amargura también. La radio, los toros y clown a puerta gayola, nos reciben en esta coqueta barbería francesa, en Vallauris, donde Pablo Ruíz Picasso forjó una relación de amistad, camaradería y confidencia con Eugenio Arias, el comunista manostijeras del reino; una relación en el exilio entre camaradas, ambos comunistas, entre hombres, entre toros, entre porrones y navajas, entre cuadros y cabras.
Y así se nos va relatando esta historia de recuerdos, del quiero y no puedo, del dolor por la patria, de lo que no pudo ser, en este texto de Borja Ortiz de Gondra, que se nos queda un poco en el aire, que profundiza suavemente por la campiña, dulcificando caracteres y sensaciones, idearios y poemas, escritos y dibujos, carteles y capotazos del olvido de emigrantes dolidos, de tantos y tantos sinsabores. Esta comedia de personajes se nos presenta en esta barbería tan familiar, tan nuestra, tan de ayer, tan de pases y requiebros, tan de idas y venidas.
“¿Y qué se dice de los toreros franceses?”. Parece que estamos en casa, en cualquier tasca castellana donde se habla de secretos, de envidias, de rencores, de rencillas, pero insisto, de un modo pasajero, sin ahondar, sin patriotismos exacerbados, sin incluyentes ni excluidos, con ideas pasajeras en una estación de paso, donde el tiempo se eterniza en espera de un futuro que no llega.
“¿Cómo está don Pablo?”. Chiqui Carabante a la dirección nos muestra un Picasso tozudo, machista, dictatorial en cierto modo, en sus ideas y actos, superior, algo engreído, irónico. Muy humano. “Cuando Picasso quiere algo, o consigue, cueste lo que cueste”. En contraprestación su némesis, Eugenio Arias, el barbero de Buitrago de Lozoya resentido, desesperado, afrancesado en sus maneras, pero español en la intimidad de sus tijeras, de sus brochas. Conflictos cotidianos, leves, sobre toreros, sobre carteles, sobre toros, sobre porrones y entendederas, sobre la patria en el horizonte, tan lejos y tan cerca…
Pepe Viyuela y Antonio Molero forman este tándem, dan vida a esta amistad que nos hace ver a otro Picasso, el de andar por casa, el comunista aferrado a sus propias ideas, a sus propias convicciones, a su orgullo, a su virilidad, a ese Luis Miguel Dominguín con su técnica, con su carisma, con su hombría española, con el que consolidó una gran amistad, entre España y Francia, entre toros y acuarelas, entre Guernicas y palomas, entre pasodobles y timbales, todo muy hispánico. Y por otro lado Arias, auténtico, terrenal, realista, sencillo, con las preocupaciones de siempre, del antes y del ahora. Con una sorprendente sensibilidad, con un trabajado lenguaje corporal, que ayuda a la trama, al personaje al que “nadie le dice que deje de ser español”. Con museo incluido en su Buitrago natal, Arias nos invita a la reconciliación, al dolor por la pérdida, al atrevimiento por lo esencial.
Por el camino aparece Valdés, José Ramón Iglesias, el comunista claro, el que no se calla delante de Picasso o de quien sea, el que le pide repetidamente que pinte algo que se entienda, el que nos divierte con sus bailes y nos enternece con su manera de pedir perdón, el faltón, el conformista, pero que si se le necesita está. El claro ejemplo del exiliado que ansía volver, pero no lo manifiesta, el que se emociona con un pasodoble por dentro y por fuera, el humor absurdo, el disparate. La cabra.
Y entre tanto varón español, la francesa, Jaqueline, Mar Calvo, la sofisticación, la libertad de Delacroix en forma de mujer, la noble, la cuidadora, la que se sacrifica , la que acompaña al maestro porque este le ha cambiado la vida, la que en secreto bebe en porrón para honrar la patria del otro, la que llora en una bonita escena de desgarro, la más íntima del montaje, ante su primera corrida de toros. La seducción del arte en la persona.
En la Xirgu algo se trama, algo acontece entre el exilio y las patrias. Algo nos anuncia la corrida, el toro, la nostalgia del olvido en el recuerdo. Picasso y su barbero aguardan entre telas, entre bambalinas. Años de amistad en ochenta minutos de recuerdos, de disparates y de sinsabores. Jueguen a las cartas con ellos, y para los calores, u trago de vino, en porrón, s'il vous plaît.
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Teatro: Teatro Español. Sala Margarita Xirgu.
Dirección: Plaza de Santa Ana. Calle Príncipe 25.
Fechas: Del 5 de Junio al 20 de Julio. De Martes a Domingos a las 19:30.
Duración: 80 minutos.
Función accesible: Viernes 20 de Junio.
Entradas: Desde 13,50€ en Teatro Español.
Ficha artística
Autor: Borja Ortiz de Gondra
Dirección: Chiqui Carabante
Reparto:
Jacqueline Roque: Mar Calvo
Valdés: José Ramón Iglesias
Eugenio Arias: Antonio Molero
Pablo Picasso: Pepe Viyuela
Escenografía: Walter Arias
Vestuario: Salvador Carabante
Espacio Sonoro: Peña&del Moral
Ayudante de dirección: Pablo M. Bravo
Ayudante de escenografía: Víctor Longás
Ayudante de vestuario: Montserrat Torres
Residente de ayudantía de dirección: Majo Moreno
Una producción del Teatro Español y Amor al Teatro