Una diva que se despide de su público, una actriz que se muestra en toda su vulnerabilidad. Toda este viaje es el que nos propone esta interesante pieza de Madame Señorita que ha enganchado a todo el público que se ha acercado a lo largo del mes de Marzo a la sala Nave 73 para disfrutar de esta despedida impostada, de esta confesión desgarradora. El precio de la fama, el dolor por no cumplir los sueños, la conquista del espacio propio, que nos sitúa en el lugar en el que no pensamos que estaríamos cómodos, pero es que lejos de los focos de Hollywood también se está bien.
Esta pieza nos hace estallar la cabeza. Tengo que reconocer que no conocía a Paula Valluerca y su proyecto de la Compañía Madame Señorita, y he de decir que me ha dejado impresionado por la valentía de la propuesta, por la fuerza y la energía que desprende, pero sobre todo por el desparpajo y lo gamberro de una obra en la que se desmitifica la figura de la actriz, en la que se muestran todos los miedos al fracaso, a la mirada ajena, al que dirán. Una obra en la que vemos la transición entre la actriz frente a los focos hasta la mujer ahogada por el vértigo de una profesión que necesita una exigencia absoluta en todo momento, en la que debes estar en la picota en todo momento para no desaparecer del mapa. Como hemos leído, este montaje invita a reflexionar sobre las máscaras sociales, la autoexplotación y la lucha interna entre el amor y la libertad.
Este interesante artefacto escénico (toda una bomba de relojería) es el fruto de una colaboración internacional que transita los tres territorios en los que Paula ha desarrollado su carrera: Madrid, Euskadi y Londres. Estrenada en el Soho Theatre de Londres, ha pasado por la Sala Negra de Logroño o La Sinsorga de Bilbao, antes de llegar a Nave 73, donde la hemos podido ver este mes de Marzo. En este nuevo proyecto, Paula sigue mostrando su compromiso con la creación de espectáculos "poco convencionales", que se sitúan en lugares diferentes y que exploran nuevas formas de expresión y de creación escénica. El espectáculo es una pieza de teatro de pequeño formato que explora las expectativas de éxito y la presión social a través de un lenguaje escénico único que combina el clown contemporáneo con la crítica social y el absurdo.
La compañía Madame Señorita nos presenta su tercer proyecto, tras "QUEST!ON" y "Sensitibilidad" (un espectáculo familiar de sala y calle). Fundada y dirigida por Paula Valluerca, lleva su particular visión de las artes escénicas a otro lugar, poco común pero muy divertido e interesante. Originaria de los pubs londinenses, donde comenzó esta aventura, se ha convertido en un referente del teatro alternativo, con su frescura y potente carga feminista, enfocado todo desde el teatro del absurdo. Apostando siempre por lenguajes innovadores y música en vivo, cada actuación de Madame Señorita es un derroche de humor fresco y provocador, adaptado tanto para el público joven como para aquellos que buscan una experiencia teatral fuera de lo convencional.
Paula no se corta y propone espectáculos de gran compromiso social, pero en los que se expone desde un lugar muy personal. Desde espectáculos en pequeños locales hasta intervenciones callejeras, la creadora nos ofrece la posibilidad de "crear tu propio espectáculo", convirtiendo cada actuación en una experiencia teatral inolvidable. Algo de esta esencia de la compañía llega a este nuevo espectáculo, en el que el contacto con el público es constante y la función se va creando con su complicidad y con situaciones que nos convierten en protagonistas improvisados de la función, algo que divierte mucho.
Paula Valluerca es una performer, que dirige a pequeños equipos para la creación de espectáculos unipersonales. Ella misma nos explica, en la web de la compañía, "entiendo el espacio teatral como un lugar donde caen las máscaras sociales y se abre la posibilidad de mostrarse como se es realmente". Suele trabajar con colaboradores internacionales, lo que la ha llevado a actuar en países como Escocia, Inglaterra, Alemania o República Checa. Con su compañía crea piezas de teatro que exploran el género y el ridículo, e invitan al público a cuestionar la diferencia entre verdad y artificio. El ejemplo que nos ocupa es un claro ejemplo de todo ello, ya que en esta pieza nos interpela y nos sitúa entre la realidad y la ficción, entre la comedia y el drama, para que veamos de primera manera las falsedades y la crudeza del mundo de la interpretación, en el que en muchas ocasiones hay que seguir actuando incluso después de apagar los focos y bajar del escenario.
Y sobre el escenario ella, en estado puro, con una energía apabullante que nos abruma desde el momento en que se encienden los focos. Paula se presenta como una diva, una mujer de éxito que viene a despedirse de su público de siempre antes de volver a Los Ángeles, pero que a lo largo de la función iremos descubriendo que en el fondo es todo una farsa para aparentar el éxito anhelado. Ella crea sobre el escenario un personaje grandilocuente, poderoso, que agradece a la vez que mira por encima del hombro a todos esos que le encumbraron. Pero en el fondo todo es una farsa. Ella se concibe a sí misma como un personaje fallido, lo cual la va mostrando como alguien más vulnerable, más real, y a la vez mucho más interesante. Según avanza la obra se va desprendiendo de las diferentes capas que ha creado para protegerse de la gente, y de este modo iremos conociendo a la verdadera Paula, una actriz inmensa, que ha trabajado en multitud de lugares de lo más variopinto, pero que nunca ha llegado a Hollywood. Eso si, ahora tiene una hija, una hipoteca, y mucha sabiduría para contar las historias con una ternura y una mala leche de lo más divertidas.
Como suele ser habitual en la compañía, para sus proyectos cuentan con reconocidos creadores internacionales. En este caso ha sido Roisin O´Mahony el encargado de la dirección de escena, quien propone colocar al personaje de Paula en un espacio vacío, para dar una mayor libertad a la imaginación y a la creación de las escenas, en una inmensidad que es la metáfora de la vida de la actriz, que se diluye entre la escalinata de un avión y el público que la observa. Entre estos dos elementos, la inmensidad para la creación escénica que nos proponen Roisin y Paula. En este tipo de funciones unipersonales (y tan personales), es fundamental la apropiación que la actriz consigue hacer de ese espacio negro, vacío, en el que todo puede pasar, pero el que también puede convertirse en un "agujero negro" si se desperdicia. Fundamental en este aspecto la vitalidad de Paula, que con el fabuloso vestuario de Betitxe Saitua llenan el escenario. Esto se completa con la cuidada iluminación creada por Fa Antzuola, que sabe jugar con la ruptura de la cuarta pared para incorporar al público en la función.
La obra nos muestra el encuentro de una mujer con su propio corazón, con su esencia, una vez que decide dejar de fingir y de aparentar lo que no es. El encuentro entre ella y su origen, entre las expectativas y los hechos. Entre los que esperan y los que llegan. Entre tiempo y lugar. Entre desplazarse físicamente y viajar internamente. Dos formas de verse, de conocerse, de enfrentarse a la vida, una lucha por intentar no traicionar a sus sueños, con la losa de las expectativas no cumplidas. Una historia de aceptación, de conciencia de uno mismo, de asumir la realidad como ha transcurrido, apreciando lo conseguido y dejando atrás aquello que nunca será. Inspirada por la vuelta del héroe en la mitología clásica, explora los límites entre amor y libertad con una estupidez juguetona con la que invita al público a presenciar y participar en una transformación en la que caen las máscaras para dejar paso a lo esencial. Una forma de crear desde la parodia, desde el ridículo, desde el propio cuerpo de la mujer, para hablarnos de las cosas más serias, casi desde una perspectiva filosófica de la propia existencia. Paula nos invita en esta pieza a reflexionar sobre las máscaras sociales.
Teatro contemporáneo, alternativo y lleno de humor para público adulto con una dosis de irreverencia. Eso es la compañía Madame Señorita. La propia Paula reconoce que "en mis creaciones los obstáculos son puntos fuertes. Lo que me interesa es utilizar lo que me hace ridícula para que me quieran". Ella es así, no recula ante nada, todo lo contrario, hace de los obstáculos escalones para seguir subiendo. Paula ha sido todo un descubrimiento, una fantástica actriz que se desnuda ante nosotros para que veamos su realidad, sus miedos, sus vulnerabilidades, desde el humor más inocente, desde lo ridículo, algo que la hace más grande como persona y como actriz. El exponer de este modo las vulnerabilidades que la recorren supone un trabajo de conocimiento propio y de seguridad en si misma que emocionan y que la engrandecen. Valiente, arriesgada, enorme.
En definitiva, estamos ante una pieza divertida, alocada, irreverente, descarada, emocionante, sorprendente. Paula Valluerca ha sido todo un descubrimiento y espero que podamos volver a disfrutarla pronto con nuevas creaciones. La energía que desprende sobre las tablas, el magnetismo que transmite con el público, la vis cómica que tiene, todo hace de ella una creadora efervescente, que en cada momento puede sorprenderte con giros que ni ella espera (en la función que vimos se vio sobrepasada por la situación un par de veces, riéndose de si misma y provocando la carcajada de todo el público) y que hace que el público esté entregado a la causa. Una historia tan real como sincera, tan divertida como cruda, tan emocionante como divertida. Un divertimento extremo que nos deja poso de reflexión para la vuelta a casa. Esperemos que vuelva pronto esta deliciosa joya de humor ridículo y verdades desgarradoras, un buen coctel.