Parece
inevitable en las primeras líneas recordar a Philippe Gaulier y a tantos otros clown que animan
a buscar en la raiz de las cosas, en la inherencia de uno mismo de presentar a
la esencia del ser, mas que representar un personaje.
Viene a la cabeza Valle-Inclan y sus espejos cóncavos,
autores costumbristas y ante todo, nuestro barrio, o más bien nuestra infancia,
cuando los vecinos se saludaban, y miraban por la mirilla o cuando aquellas
veces te fiaban en la tienda de aquellos vecinos que vendían de todo y lo
envolvían meticulosamente sin importar si te fiaban o no. Cosas de barrio.
Poder
volver a reencontrarnos con nosotros mismos desde la esencia, mientras nos
miran a los ojos y parecen decirnos “¿lo recuerdas?”. No hay palabras para
agradecer, como una puesta en escena puede hacernos vivir tantas sensaciones en
tan corto espacio de tiempo.
Las Princesas del Pacífico ha sido adjetivada con cualidades deíficas, y estamos completamente de acuerdo. En este caso nosotros les daremos las
gracias por compartir con el público su ser, por presentarnos su historia que
es la de todos nosotros, y no representar un papel. Mas bien ver a sus almas pulular en escena, abriendo la puerta a un mundo imaginario. Porque para nosotros es uno
de los mejores adjetivos con los que les podemos alagar, mirar al público de tu
a tu y tratarnos como personas adultas e inteligentes, desde la risa, la
ternura, pero también desde lo más grotesco y agridulce que en definitiva
también es la vida.
Una
ingeniosa y versada propuesta de La Estampida. Jose Troncoso al que hemos
podido disfrutar en cine, televisión y experiencias teatrales como “La Comedia de las mentiras” dirigida por
Pep Antón Gómez, “Historias de Usera”
LazonaKubik, dirigida por Fernando Sánchez-Cabezudo ó “Las tres hermanas” Chéjov, dirigida por Juan Pastor nos presenta
junto con Alicia Rodríguez y Sara Romero un texto que parece haber ido
creciendo conforme ha ido pasando el tiempo, según Agustina y Lidia han ido
construyendo un armazón que las aísla de la vida y del ruido, un texto lúcido y
flexible como las propias personalidades y como la propia vida. Un absoluto
conocimiento del lenguaje, un mensaje claro y directo a cada uno de nosotros
para que podamos interiorizarlo y hacerlo nuestro. Parece como si Agustina y Lidia
se hubieran sentado con Troncoso y hubieran construido un relato, como si le
hubieran contado su historia vital y el autor la hubiera plasmado en papel para
mas tarde mostrárnosla. Troncoso dirige a un elenco de excepción, dos actrices
con una maravillosa química en escena, donde el cariño, la rutina, las ansias
de seguridad de una y los anhelos de libertad de otra se adueñan de la escena
generando un magnetismo con el público apabullante, en ocasiones cuasi angustioso
de tan cercana como se siente la realidad. Una puesta en escena en la que todo gesto,
toda palabra está justificada y medida milimétricamente. Un collage perfecto, una dirección mucho más
allá de lo sobresaliente, lleva hasta la máxima expresión aquello de que "el clown
que hace simplemente sonreír al público no es más que un mimo bochornoso". Si bien, no queremos confundirles, no asistimos a una propuesta clown, pero hay un trasfondo tal que nos es imposible no establecer alguna comparación.
El
espectador reirá a carcajada limpia, que a ratos se convertirá en mueca al comprobar
el drama que hay detrás de esa risa. Una constante línea invisible entre llorar
de risa o reír de llanto.
La tía Agustina y su sobrina
Lidia, son dos mujeres que han construido una cárcel invisible a lo largo de
los años, las ansias de seguridad de Agustina, el miedo al rechazo, el temor a
los desagravios, a los desprecios han hecho que proyecte todas sus
inseguridades en Lidia una mujer con ansias de un poco de libertad, cuyas
ilusiones han quedado reducidas a lo mas material y a cosas tan pequeñas, como
un vestido nuevo, poner el árbol de navidad o incluso quizá algún día poder
tener un reloj.
Ilusiones que aún siendo pequeñas tampoco serán cumplidas en la mayoría
de los casos ya que siempre chocará con las negativas de Agustina. Solas, feas,
desiguales al resto, sin dinero, en vías de desahucio, pero como es intrínseco
al ser humano, en el fondo, con ansias de compañía y de este modo estarán
unidas al exterior a través de la televisión, viviendo y riendo las desgracias
ajenas pudiendo ver así menores las suyas propias. Hasta que un día lo que para
algunos podría ser una pesadilla, para ellas es un sueño, una suerte ¡han
ganado un magnífico crucero!. Ahora sí tienen que salir de su particular
refugio de ganchillo y televisor, para enfrentarse a la realidad. Y es que
disculpen el paréntesis en esta sinopsis, pero vuelve Gaulier a nuestra mente “Cuando las luces brillan sobre ti, debes
volverte más grande que la vida. Y si no lo haces… a la puta calle” y al
exterior que se fueron. Una vez en el crucero
ocurrirá algo, un secreto que habrán de
guardar de por vida, uno de esos sucesos que veían por la tele y con los que
tanto se divertían.
Belén Ponce de León conocida por su trabajo en cine
y televisión, además de obras teatrales como “El Castigo sin Venganza”
de Ernesto Arias, “Fuenteovejuna” dirigida por Lawrence Boswell, ó “Barking
dogs” de Norman Price en este caso nos presenta a Lidia una mujer que
transmite un tremendo amor, inocencia, ternura y pequeños tintes pícaros que
convierten el trabajo de Ponce en un conmovedor y excepcional carrusel de
sensaciones y giros sublimes entre la carcajada y el llanto, una complicidad y
una química que llama la atención con su compañera
Alicia Rodríguez.
Alicia Rodríguez a la que pudimos disfrutar entre
otros proyectos en “La mujer por fuerza” y “El pretendiente al revés”
dirigidas por Pepe Maya , “La Maleta de los nervios de Chirigóticas”
dirigida por Antonio Álamo hará las
veces de la tía Agustina, en un verdadero despliegue de recursos y un trabajo
soberbio, estaremos tan atentos a su gesto que a menudo parece que acabaremos
entrando en escena de tanto acercar la vista desde la butaca. La utilización de
la ironía, de gestualidad conocida y
característica de una España de mirilla indudablemente les deslumbrarán.
Una sublime caracterización y vestuario acompañados
por una escasa escenografía. Dos maletas serán las protagonistas en escena. Más
que suficiente, para dar foco a la importancia de la palabra y la esencia de lo
que nos quieren transmitir. Entendiendo
que entre otras cosas la miseria personal no es más que el reflejo de la
miseria social. Destacar el trabajo de iluminación de la mano de Juanan Morales, que nos situará en diferentes espacios y tiempos de un modo magistral.
Setenta minutos de belleza en escena, de tiempo para
mirar al otro, mirarnos a nosotros mismos y a la sociedad que nos rodea
acompañadas por estas maravillosas y mágicas Princesas del Pacifico. Imprescindiblemente bella.
Teatro: Teatro del Barrio.
Dirección: Calle Zurita,20
Fechas: .8 al 23 de septiembre. Sábado 22 a las 22:30 y Domingo 23 a las 21:30
Entradas: 14€ Web del Teatro del Barrio
Fechas: .8 al 23 de septiembre. Sábado 22 a las 22:30 y Domingo 23 a las 21:30
Entradas: 14€ Web del Teatro del Barrio
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