Hay obras que nada más estrenarse crean una expectación fuera de lo normal. La nueva obra del polifacético Sergio Peris-Mencheta venía con un aura de obra importante, dentro de los estrenos de la temporada, pero este montaje con el que nos cuenta la trayectoria de esta peculiar familia, ha desbordado todas las expectativas creadas. Nada más entrar en la sala, ya percibimos que estamos ante algo fuera de lo común. La peculiar escenografía, a mitad de camino entre un tiovivo y un telón de un espectáculo circense, nos augura una obra de lo más particular. Ni las tres horas de duración, ni los dos descansos de quince minutos hacen que se pierda una pizca de la fuerza durante todo el espectáculo.
El texto de Stefano Massini sedujo a Sergio Peris-Mencheta desde el momento que lo descubrió, viendo un montaje aún más largo que el que vemos estos días en los Teatros del Canal. Tras una preparación del texto durante dos años, llega a crear un espectáculo redondo, en el que no sobra nada y todo destila belleza, fuerza y verdad. Él mismo se encarga de dirigir, con Xenia Reguant como ayudante de dirección, esta difícil apuesta, en la que se nos muestra el crecimiento (desorbitado) y la caída (estrepitosa) de una de las familias que han marcado la Historia de los Estados Unidos, y en consecuencia la del resto del mundo, desde mediados del siglo XIX.
Hablar de Peris-Mencheta es hablar de éxito asegurado. Actor, director y guionista, cosecha éxitos cada vez que sube un proyecto suyo a escena. Aún son recordadas sus interpretaciones en montajes como "Lluvia constante" o "Julio César", pero son aún más relevantes sus trabajos como director en montajes tan imponentes como "Un trozo invisible de este mundo", "Incrementum", "La puerta de al lado" o "Tempestad", en la que también es el responsable del texto. Pero el espaldarazo definitivo le vino cuando en 2016 dirigió y versionó "La cocina" en el Centro Dramático Nacional, montaje que se convirtió en clásico desde su estreno. Todo esto por sin hablar de sus trabajos en cine y televisión, en donde lleva cosechando éxitos desde los años noventa.
Este grandioso montaje nos muestra a más de 120 personajes, que desfilan ante nuestros ojos, mientras quedamos abrumados de la capacidad de "metamorfosis" de los intérpretes. Un viaje por casi dos siglos de la Historia más reciente, en la que hay humor, dolor, amor, traiciones, música, y sobre todo un espectáculo genial y muy entretenido (a la par que didáctico). Durante tres actos de unos cincuenta minutos, vamos conociendo la historia de la saga de los Lehman Brothers, en la fecha en la que se cumplen los diez años de su quiebra, lo que desembocó en la mayor crisis económica a nivel mundial de los últimos tiempos, de la que aún no nos hemos recuperado (por mucho que haya muchos políticos que digan lo contrario).
La productora Barco Pirata (creada por Peris-Mencheta, Xabier Murúa y Nuria-Cruz Moreno en 2011) se embarca en lo que podríamos llamar una superproducción, en la que no falta de nada, pero tampoco hay nada que nos parezca superfluo ni artificioso. El montaje destila grandilocuencia en los tiempos de apogeo de la familia, pero también tiene sus tramos sombríos ante los reveses, momentos en que los miembros de esta ambiciosa familia siempre saben "adaptarse" a los nuevos tiempos, para hacer negocio incluso en los momentos más duros, como pueden ser las inundaciones, plagas o incluso con las guerras. Tres generaciones que se van adaptando a la evolución de los tiempos, intentando ir siempre un paso por delante del resto, eso si, sin demasiados escrúpulos.
La leyenda de esta familia comienza allá por el año 1844, cuando Henry Lehman (hijo de un comerciante de ganado judío), emprende rumbo a Estados Unidos desde su Baviera natal. Su huida en busca del sueño americano dice mucho del talante de la familia, nunca contentos con una vida acomodada, siempre ansiosos por tener más. Durante más de siglo y medio, marcaron el camino de la economía americana, con grandes ideas sobre inversiones, matrimonios de conveniencia, puñaladas a posibles competidores, pero sobre todo unas ganas desmesuradas por el poder y el dinero.
Una de las cosas más interesantes de este proyecto es la manera en que se trata a cada uno de los miembros de la familia, que pese a sus ideas, en la mayor parte de las veces muy bestias, no despiertan un odio en los espectadores, los vemos como aventureros, emprendedores que supieron sacar partido a una situación. El tratamiento que se les da a los personajes trascienden de los seres voraces que debieron ser, para mostrarnos de una manera lúdica y divertida como se aprovecharon de todos los males del país para ir creciendo exponencialmente.
Para interpretar a estas tres generaciones de la familia Lehman y de todos los personajes que se cruzan en su camino, Peris-Mencheta ha elegido a un elenco de actores soberbios, que se desenvuelven como pez en el agua en papeles de todo tipo, son capaces de cantar, tocar diversos instrumentos y ponernos la piel de gallina con cada una de estas actividades, en las que nos dejan asombrados. Pepe Lorente, Víctor Clavijo, Darío Paso, Litus Ruiz, Aitor Beltrán y Leo Rivera, se han ganado desde el mismo instante en que acabó la obra, mi más absoluta admiración por todo lo que son capaces de hacer sobre el escenario. Nos hacen reír, soñar, disfrutar de un trabajo memorable, en el que cada uno tiene su "papel principal" interpretando a uno de los Lehman, y varios papeles secundarios en los que deben hacer de todo, mutando, cambio de vestuario, de voz, de actitud...increíble la facilidad con la que son capaces de entrar y salir de cada una de las escenas, algunas muy difícil, tanto a nivel interpretativo como físico.
Es difícil saber si hay alguno que lo hace mejor, ya que todos ellos están inmensos en cada uno de los papeles que les toca interpretar. La certeza en la elección del reparto es tal, que no podríamos identificar actores principales y secundarios, ni actores de mayor o menor nivel. Este es un elenco que funciona a la perfección como tal, como un conjunto de individuos, generosos con el compañero y con el público, capaces de rotar en los papeles principales y de dar tanta fuerza a los personajes menores como para que todo encaje en su justa medida. Ver la generosidad con la que todos trabajan por el colectivo, con la precisión de un reloj suizo, nos asombra, nos emociona, nos hace ver a más de 120 personajes en la piel de seis actores que se pasan tres horas en escena, sin bajar el ritmo ni un segundo, para deleite del público que asiste alucinado a la representación.
Además de las impresionantes interpretaciones con las que nos deleitan estos seis fueras de serie, también se dedican a bailar, cantar y tocar toda clase de instrumentos, con una destreza asombrosa. El polifacético Litus Ruiz, además de actuar, se encarga de la dirección y la composición musical, en la que le acompañan Xenia Reguant, Ferrán González y Marta Solaz. Este gran trabajo coral de canto, baile e interpretación musical hace de los actores auténticos artistas circenses, capaces de verles en cualquier situación o haciendo cualquier cosa sin que te sorprendan. El fantástico trabajo de asesoramiento de canto y baile, para que todo esto se haya podido conseguir, corre a cargo de Oscar Martínez y Xenia Reguant.
Pero este montaje es un gran espectáculo, en el que nada es lo que parece y todo puede ocurrir en el momento más inesperado. Un decorado ya de por si impactante en un primer momento, vemos como van naciendo todo tipo de lugares, vemos partir un barco, abrir las puertas de una escuela, hacer un gran festín, entrar en una glamourosa mansión para una pedida, una tienda de los bajos fondos neoyorquinos... todo es posible en esta escenografía mutable y desconcertante, en la que nada es lo que parece en un primer momento. Esta maravilla ha sido creada por Curt Allen Wilmer (AAPEE) con los estudiodeDos, y con Eva Ramón como ayudante, expertos en montajes de este tipo, en los que van apareciendo situaciones muy variadas dentro de un espacio único.
Todo en esta maravilla de obra está cuidado al detalle, sin dejar nada meticulosamente estudiado. La iluminación, diseñada por Juan Gómez-Cornejo (AAI) sabe darle a cada instante tu textura particular, en un trabajo lleno de matices lumínicos. La parte audiovisual (vídeo y sonido) corre a cargo de Joe Alonso, con un sonido impecable y un vídeo que en momentos consigue dar la pausa necesaria para tomar conciencia de todo lo que estamos viendo. Por último no podemos dejar de hablar del vestuario diseñado por Elda Noriega (AAPEE) capaz de crear una infinidad de trajes, a cual más peculiar, para la multitud de personajes que van apareciendo en escena.
Teatro: Teatros del Canal
Dirección: Calle Cea Bermúdez 1.
Fechas: De Martes a Sábados a las 20:00. Domingo a las 18:00.
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