Los regresos no deseados siempre son incómodos. La necesidad de escapar del lugar que te vio nacer te hace por momentos llegar a estar incómodo con la sola idea del regreso. La morriña, ese término tan relacionado con los gallegos, explica ese dolor, esa añoranza por la tierra que consideras propia. Pero también existe un rechazo, casi irracional, cuando asocias ese lugar con episodios duros de tu vida, con duelos perdidos que nunca llegaron a tener un final, o al menos no el deseado. Ese regreso a la tierra de tu familia, que arrastra irrevocablemente a todos esos recuerdos de tiempos pasados.
No se si esta obra me ha llegado tan dentro por el simple hecho de ser gallego, por verme reflejado (directa o indirectamente) en cada una de las frases del maravilloso texto, pero sin duda todo este montaje es un fiel reflejo de como somos los gallegos, de ese amor a nuestra tierra que refleja un personaje, el pasotismo ante un lugar del que no quieres irte porque es el tuyo, donde está tu gente y tu equipo de toda la vida, pero también la realidad del otro personaje que huye de todo eso en busca de algo diferente, el que se ha visto superado y agobiado por un lugar que piensa que no da más de si y necesita escapar. Tres personajes que transmiten muy bien la idea de una generación (la mía por ejemplo) que se dividió entre el cariño a la tierra y la huida en busca de nuevas metas.
Hemos sido siempre los gallegos muy proclives a la emigración, obligada en épocas de lucha, forzosa por el alto grado de desempleo, o por iniciativa propia, bien por estudios o bien por trabajo. Es conocido que en Argentina se conoce a todos los españoles como gallegos, por la gran cantidad que fueron para allí en busca de una vida mejor. Sea por esa constante búsqueda de mejorar, sea por la precariedad de una región maltratada, es cierto que somos muchos los gallegos que vivimos lejos de nuestra preciosa tierra. Pero lo que no está tan claro es que todos tengan la necesidad imperiosa de regresar. Hay personas, como el protagonista de esta historia, que no ve nada bueno en regresar, que solo recuerda los momentos malos allí vividos, que ha dejado atrás todo lo que hace de Galicia un lugar especial y le cuesta volver.
Es muy interesante la mítica frase que se repite en la obra y refleja muy bien el sentir de los gallegos: "Tu ya no vuelves", al referirse a que llevas tiempo fuera. Es gracioso, al menos a mi me hizo pensar, como se pone el énfasis en el retorno a la tierra como algo lógico. Está muy vinculado la idea del irse con una fecha de regreso, bien sea por morriña o por necesidad, por eso se ve tan raro el que la gente no piense en volver. Peculiaridades de una gente muy arraigada a su tierra. Imagino que en otras regiones pasarán casos similares, pero me parece que esta obra transmite perfectamente la forma de ser de los gallegos.
La compañía coruñesa Os Náufragos nos presenta su primera producción, que sirve de carta de presentación y una declaración de intenciones. Fundada por actores de dilatada trayectoria, que comparten inquietudes y maneras de ver el teatro. Gustavo del Río, Rebeca Vecino, Denis Gómez y Victoria Teijeiro, se lanzan al vacío con este proyecto en el que "hacen un trabajo que vertebra la creación contemporánea desde la dramaturgia hasta la puesta en escena". Como explican ellos mismos, la labor del actor en la creación es el eje fundamental de su propuesta, en una continua búsqueda de nuevos lenguajes, próximos al espectador y a la actualidad.
"Entendemos el teatro desde el encuentro y el diálogo del equipo artístico, vinculado desde hace años y con un lenguaje común. Una apuesta fuerte también por los creadores gallegos". Todas estas pautas quedan reflejadas en este primer trabajo, anclado a las fuertes raíces que tienen con su tierra, intentando llegar al público de una forma lúdica y directa.
Gustavo del Río es el autor y director de este poético montaje, en el que se nos muestra un viaje, tanto físico como mental, a los orígenes de una persona desarraigada que tiene que volver a su tierra natal por motivos que no desea. Este grupo de coruñeses hablan casi desde la experiencia propia, ya que el proyecto nace de los años que el autor pasó en Madrid. Ahora han creado su propia compañía para hacer frente "a la que está cayendo. Hay que diversificar, apostar por nuevos trabajos". Para Gustavo "es como si tuviera veinte años, la primera función, los nervios... pero con la experiencia que tengo ahora. Me lo paso muy bien con el proceso en general".
Como director, Gustavo se define como "muy abierto al trabajo actoral", llegando a cambiar cosas en el proceso de creación con los actores. Pero algo que tienen muy claro todos los miembros de la compañía es la idea de hacer un teatro social, "está muy bien que entretenga, pero el teatro también tiene que hacer pensar, es muy bueno que genere eso. Tiene que cambiar cosas". Con "Castrapo" nos presentan un espectáculo sencillo en apariencia, que tiene claro lo que quiere contar y como hacerlo. Una historia que habla de un tema tan universal como es el de los orígenes y las raíces, el desarraigo y el reencuentro con nuestra esencia como válvula de escape para conocernos a nosotros mismos.
La obra no deja lugar a la duda. Ya desde el mismo título sabemos que estamos ante un montaje hecho por gallegos para gallegos (aunque lógicamente pueda apreciarla gente de todos los lugares). En mi caso ya el título me llamó la atención y me incitó a ir a verla. El término castrapo ya indica una mezcla entre el gallego y el castellano. La propia definición nos dice que "Castrapo es el nombre que se le da en Galicia a una variante popular del castellano hablada en dicha comunidad, caracterizada por el uso de sintaxis, vocabulario y expresiones tomadas del gallego que no existen en castellano" o dicho de una forma más directa hablar mezclando ambos idiomas. La obra nos habla de uno de tantos "castrapos" que vive entre Galicia y Castilla, una persona que sin saberlo inicia en este viaje un regreso a sus orígenes, a sus raíces, a reencontrarse consigo mismo.
Daniel, el protagonista de este viaje, es un escritor gallego que vive en Madrid, desconectado totalmente de su tierra, hasta que le toca regresar por la muerte de su padre. Pero ese viaje que para él no es agradable (tanto por el motivo del viaje como por el hecho mismo de regresar a un lugar que recuerda con hostilidad). La relación con su padre ha marcado su vida y su rechazo a la tierra en la que se crió. Esta relación "poco fluida" hace que la vuelta sea aún más dura, incluso incómoda para Daniel. Pero todos los que los hemos vivido sabemos que los viajes en el tren Madrid-Coruña pueden llegar a ser muy largos.
En este viaje de vuelta a su tierra coincide con Rosa, su compañera de asiento, una joven gallega que adora su tierra y odia profundamente Madrid. El carácter extrovertido de su compañera de viaje hace que salgan a la luz todo tipo de recuerdos del pasado. Este reencuentro con todos sus fantasmas del pasado hace que se replantee la necesidad de buscar sus raíces para encontrarse a si mismo.
En palabras de la propia compañía "Castrapo habla de lo que fuimos y ya no somos, y de lo que somos y ya no seremos".
El elenco que vimos en la representación a la que fui es un poco diferente a la habitual, ya que el papel de Rosa fue interpretado por Estíbaliz Veiga y no por Victoria Teijeiro. No se como lo hará Victoria, pero dudo que le ponga más ganas, más gracia y más fuerza que la que imprimió a la Rosa que vimos nosotros, que nos dejó enamorados por su vis cómica, su ternura y su cantidad de tópicos gallegos tan tiernos, protectora como una madre y parlanchina como quien está en la plaza esperando el turno. Maravillosa en todo momento, hace del personaje de Rosa el punto fuerte de la obra, adquiriendo una fuerza y presencia que quizás el texto no le otorga, pero que sirve muy bien de contrapunto al carácter tristón de Daniel.
El papel de Daniel lo interpreta Denis Gómez, mientras que Gustavo del Río (autor y director de la obra) se encarga de todos los papeles secundarios de la obra, desde el padre a un amigo con el que Daniel se encuentra en el tren. Denis Gómez nos presenta a un personaje dubitativo, temeroso ante lo que se va a encontrar en su vuelta a casa, un hombre perdido en búsqueda de sus raíces. Un personaje al que vamos descubriendo poco a poco, mientras parece ir despojándose de la pesada losa que lo atenaza.
Para completar este bonito y cuidado montaje, Os Náufragos han contado con As Pandereteiras Lilaina para la música en directo, lo que nos mete de lleno en la atmósfera gallega, con interpretaciones memorables que nos ponen los pelos de punta. Es algo notable en un montaje que se lleve la música en directo, pero en este caso la aportación de las pandereteiras es fundamental, como momentos realmente majestuosos, como el baile que se que se marca una de ellas con la protagonista, Galicia Calidade.
La escenografía está presidida por unas estructuras de madera que sirven de vagón de tren, de casa de pueblo o de escenario de las pandereteiras. Una escenografía sencilla y original, diseñada por Marisa de Laiglesia, que divide la escena en dos zonas claramente diferenciadas, tanto espacial como temporalmente. Muy ingenioso la manera de representar los vagones del tren con tiras verdes en forma de caminos, por los que aparece y desaparece el "amigo" de Daniel. Esta dualidad de espacios se potencia con la iluminación diseñada por Esther Aja, que da un carácter más frío a la escena del tren y más cálido a los recuerdos.
Como conclusión, hay que decir que la obra es un fiel reflejo de lo que somos los gallegos, para bien y para mal, con nuestros amores y nuestros odios, con nuestras dudas y nuestros miedos. Una interesante propuesta en la que se hace una pormenorizada reflexión de lo que es el apego a la tierra, a las tradiciones, a un lugar determinado. Muchas de las personas que han cogido ese tren Madrid-Coruña han sentido el vacío por lo que se deja atrás, el dolor por alejarse de lo nuestro, el vértigo al abismo de la inmensidad. Pero ese tren también ha sido la rampa de salida de muchos sueños, de muchas ambiciones, de muchas válvulas de escape.
Para todos los gallegos que vivan en Madrid, que sepan que tienen una nueva cita con esta obra tan nuestra, el día 15 de Diciembre en el Centro Cultural de San Chinarro. No deberían perdérselo todos aquellos que quieran conocer mejor a los gallegos...
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Teatro: Sala Cuarta Pared
Dirección: Calle Ercilla 7.
Fechas: De Jueves a Sábados a las 21:00.
Entradas: Desde 14€ en cuartapared. Hasta el 1 de Diciembre.
Próxima representación el 15 de Diciembre en el Centro Cultural de San Chinarro (C/Princesa de Eboli 29), a las 19:00.
Próxima representación el 15 de Diciembre en el Centro Cultural de San Chinarro (C/Princesa de Eboli 29), a las 19:00.
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