"Me llamo Christopher John Francis Boone. Me sé todos los países del mundo y sus capitales, y todos los números primos hasta el 7.507. Me gustan los perros. Uno siempre sabe qué está pensando un perro. Tienen cuatro estados de ánimo: contento, triste, enfadado y concentrado. Además, los perros son fieles y no dicen mentiras porque no hablan".
Esta es la peculiar bienvenida que nos da el bueno de Christopher, un personaje entrañable a mitad de camino entre Forrest Gump y Rainman, un chico asustadizo y vulnerable al que adoraremos por su fragilidad y sencillez desde el primer momento.
Lo ocurrido con esta novela ha sido un fenómeno sin precedentes a nivel mundial. La novela del autor inglés Mark Haddon, se publicó en el año 2003 y poco a poco ha ido conquistando los corazones de medio mundo (se han vendido más de 2 millones de ejemplares de la novela), hasta ser lectura obligada en muchos institutos de nuestro país. Su singularidad a la hora de hablar de la vida de Chris Boone y de como se adapta a las dificultades que se va encontrando, ha servido como elemento pedagógico para hablar de tolerancia, de superación y de integración, para un personaje que vive en un mundo muy particular.
La novela ha sido llevada al teatro por Simon Stephens, con una adaptación que se convirtió en un éxito rotundo desde el primer momento, llevada en hombros por la popularidad de la novela. La obra ha cosechado todo tipo de reconocimientos internacionales en lo que a premios se refiere, destacando 7 Premios Olivier (Londres) y 5 Premios Tony (Broadway), destacando el de "Mejor obra de teatro nueva", "Mejor director" y "Mejor actor protagonista", además de otros premios como 6 Drama Desk o 5 Outer Critics Circle. Con estas credenciales llega a España, con traducción de José Luis Collado y una gran expectativa por el que se esperaba como uno de los estrenos de la temporada.
Para un proyecto de tal envergadura se necesita contar con profesionales de primera línea, o eso debieron pensar los responsables de realizar esta primera versión en nuestro país (el grupo Marquina y Acción Sur como productores), dándole los mandos de las operaciones a José Luis Arellano, especialista en montajes con cierto carácter pedagógico al frente de La Joven Compañía. La dirección de Arellano es contundente, marcando un ritmo constante que nos deja pegados a la butaca por la intensidad de cada escena. Sabe como pocos medir los tiempos, las intensidades, los ritmos, para hacer de cada montaje un juego en el que se disfrute visualmente mientras se aprende, con un fondo que siempre consigue que nos deje poso.
Para el director "Christopher es un joven que va a vivir una aventura, y lo va a hacer en la mejor tradición inglesa: una aventura de misterio. Resolver un enigma es el punto de partida para enfrentarse a otro más grande y poderoso: resolver el misterio de la vida, la muerte de un ser querido, el abandono del hogar paterno, el descubrimiento de los secretos de ser adulto, el abismo de la vida fuera de su lugar de confort, la vida toda en su plenitud. Y lo hará solo. Y lo hará porque es valiente. Y con ello aprenderá la mayor lección de su vida: que puede hacer cualquier cosa".
"Pasaban 7 minutos de la medianoche. El perro estaba tumbado en la hierba, en medio del jardín de la casa de la señora Shears. Tenía los ojos cerrados. Parecía estar corriendo, como corren los perros cuando, en sueños, creen que persiguen un gato. Pero el perro no estaba corriendo o dormido. El perro estaba muerto". Así comienza la peculiar historia de Christopher Boone, un adolescente con un trastorno autista, posiblemente Asperger, pero una infinita y deslumbrante capacidad intelectual. Tras descubrir el cadáver del perro de su vecina, decide investigarlo para descubrir quien ha matado al perro, en una obsesión que le llevará a hacer cualquier cosa para "resolver el caso".
La peculiar manera de ver el mundo y de entender las cosas por parte de Chris va construyendo un relato lleno de ternura e inocencia, en la que el chico supera todas las trabas con su aplastante sinceridad y coherencia. La relación con sus padres, tan peculiar como su propia existencia, va generando una serie de incertidumbres que marcarán su camino. Esas andanzas que le llevarán a lugares a los que nunca había pensado ir, nos muestra una historia conmovedora de superación, amistad, dignidad y tolerancia que harán de este frágil personaje un referente, acompañado en todo momento de su profesora, que le sirve de guía y referente.
Más allá de las peculiaridades de este chico, la historia trata de reflejar las habilidades mentales de una minoría, mientras tiene muchas dificultades con las relaciones personales y en su propia concepción del mundo, con respecto a lo que el resto de personas considera "normal". El joven navega en sus obsesiones, en sus números primos, cuestiones matemáticas complejas llevadas al extremo, una memoria fotográfica que le obsesiona, peculiaridades que a la gente que le rodea le pasan desapercibidas. Todo esto se envuelve en forma de historia de detectives, lo que le da un ritmo y una agilidad necesarias.
En un espectáculo como este, en el que la figura del protagonista es tan importante, resultaba determinante la elección del actor que interpretase a Christopher Boone, por la complejidad y singularidad del personaje. La elección de Álex Villazán es uno de los mayores alicientes de la obra, ya que estamos ante uno de los mejores actores de su generación, que ya nos deslumbró con sus actuaciones dentro de La Joven Compañía ("La edad de la ira", "Hey boy, Hey girl" o "Fuenteovejuna"). Villazán realiza un trabajo impresionante, soberbio y comedido dentro de la extravagancia del personaje. Era muy fácil la creación de un Boone caricaturesco (al más puro estilo Jim Carrey) pero el joven actor sabe mezclar la ternura, la inocencia y la sencillez para mostrarnos un personaje comedido y desatado a la vez, tierno y enfurecido, pero todo en su justo momento y en su justa medida.
El personaje que se nos muestra es un torbellino, su rostro no para de gesticular, su mente va a mil por hora, pero su fragilidad le lleva por lugares insospechados. Villazán se hace con las riendas de la obra, convirtiéndose en protagonista absoluto, llevando en todo momento el ritmo del montaje y consiguiendo jugar con nuestros sentimientos a su antojo. En este tour de force consigo mismo, el actor da una lección de cómo se deben hacer las cosas, de cómo hay que interpretar a un personaje tan delicado como este (sin caer en la compasión ni en la burla), de como aguantar el ritmo vertiginoso de una obra que le lleva al extremo desde el primer momento, de aguantar en la mente de ese chico tan peculiar para hacer que nos resulte encantador.
Junto a Chris, hay otros tres personajes esenciales en la obra, que van marcando el devenir de los hechos. Ed, el padre (interpretado por un demoledor Marcial Álvarez), Judy, la madre (interpretada maravillosamente por Mabel del Pozo), y sobre todo la profesora Siobhan (dulce y tierna la interpretación de Lara Grube). Tengo que reconocer que tengo una predilección especial por este último personaje. Lara Grube ha creado un personaje a medio camino entre Campanilla y un hada madrina, un tierno personaje que acompaña al chico durante todo el camino, siendo la única persona en la que confía y la que mejor le entiende. Es muy interesante como Siobhan comienza como narrador, para ir metiéndose poco a poco en la historia. La actriz está inconmensurable en la delicadeza y la ternura con la que moldea al personaje, convirtiéndose en el único elemento de luz dentro de un mundo hostil, su sonrisa y dulzura marcan el recorrido vital de Boone y le dan fuerzas para no rendirse nunca.
Los papeles de los padres son tan intensos como demoledores. Ambos han tenido que sacrificar sus vidas para poder hacerse cargo del chico. Mientras el padre se refugia en el alcohol y se centra en cuidar de su hijo, la madre se ve superada por la situación y huye con el señor Shears (dueño del perro que aparece asesinado), interpretado por Boré Buika (entre otros papeles). Mabel del Pozo crea un personaje que nos duele, a la que vemos sufrir por una situación que no puede controlar. Una delicia sus continuos cambios de registro ante todo lo que ocurre. Por su parte, el padre del chico ha dedicado su vida a cuidar del niño, entrando en un oscuro mundo interior que lo tiene frustrado. Marcial Álvarez nos presenta a un hombre rudo, violento,arisco, no sabe como llevar una situación que le supera y le agobia que se le escape de las manos. Soberbia su evolución a lo largo de la obra.
El resto del elenco se tiene que multiplicar para dar vida a todos los pequeños personajes que van apareciendo en las aventuras de Boone, en su intento de descubrir al asesino del perro de la señora Shears. Anabel Maurín es la encargada de dar vida a esta arisca vecina, además de otros pequeños papeles. El contrapunto a la señora Shears lo da Carmen Mayordomo y su señora Alexander, una vecina que intenta ayudar a Chris, personaje que sin quererlo destapará elementos clave de la obra.
Junto a ellas, el reverendo Peters, al que da vida Eugenio Villota, es otro de los peculiares personajes que intentan ayudar al chico en sus andanzas. Alberto Frías y Eva Egido completan el elenco, interpretando varios papeles de diversa importancia. Estos grandes secundarios tienen sus momentos álgidos en las coreografías en que todos participan, momentos bellos y vertiginosos que marcan algunas de las escenas más ingeniosas del montaje.
Una de las piezas fundamentales de este montaje es que todo está milimétricamante coordinado para que encaje con la precisión de un reloj. Lo que parece un decorado vacío se va modificando, transformando, evolucionando, para que podamos ir descubriendo el maravilloso mundo de Chris Boone. Este ingenioso concepto escénico, en el que nada es lo que parece y todo puede convertirse en aquello que deseemos, es una creación del maestro Gerardo Vera. Una escenografía que tiene momentos futuristas, momentos de ensoñación, de mundos paralelos, de realidades distorsionadas, un lugar en el que caben todas las realidades posible de la mente del protagonista. Un alarde de ingenio que parece diseñado por el propio Boone.
Pero este montaje tiene muchos elementos fundamentales, como son las videoescenas diseñadas por Álvaro Luna (con Elvira Ruiz Zurita como ayudante), la iluminación de Juanjo Llorens, la música de Luis Delgado o el vestuario de Silvia de Marta (también ayudante de escenografía). Las videoescenas nos trasportan al interior de la mente del chico, con imágenes impactantes perfectamente entrelazadas, para que mentes menos prodigiosas que la del protagonista podamos entenderlas. Las luces ayudan a introducirnos en esa infinidad de mundos que nos muestra el montaje, desde la realidad más cruda a las fantasías creadas por el adolescente, simbolizadas en tonos azulados. La música nos mete de lleno, sin pasos previos, en cada uno de los escenarios, siendo clave para completar ciertas coreografías, como las del viaje a Londres. Por último el vestuario resulta fundamental en una obra con tantos personajes, n los que los actores deben desdoblarse en varios cada uno.
Teatro: Teatro Marquina
Dirección: Calle Prim 11.
Fechas: De Martes a Viernes a las 20:00, Sábados a las 17:00 y 20:15, Domingo a las 18:00
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