Les adelantaremos que esta reseña es
de las más complejas que he realizado hasta el momento por varios motivos. Por
un lado vamos a hablarles de algo así como un metacuadro, se trata en este caso
de un relato que nos es narrado y a su vez representado. Todo ello vamos a
intentar contárselo, dando lugar a algo mucho mas complejo que el metacuadro,
no es el cuadro dentro de un cuadro sino el análisis de este último.
Otro de los motivos es el miedo a la incapacidad para transmitirles como se
narra la desolación, la ira, la
intrahistoria, como se da voz a aquellos que nunca la tuvieron, como estar a la
altura y como dignificar a aquel vencido que únicamente vivió silencio, muerte,
desolación y ruina. Desde la mas absoluta humildad, comenzamos.
En 2004 Alberto Méndez escribía “Los
girasoles ciegos” un libro de relatos
compuesto por cuatro obras: “Si el corazón pensara dejaría de latir”,
“Manuscrito encontrado en el olvido”, “El idioma de los muertos” y “Los
girasoles ciegos”, siendo Premio Nacional de Narrativa.
En este caso, asistiremos
al relato y representación de “Segunda derrota: 1940 o Manuscrito encontrado en
el olvido” en el que a través de escritos
en un cuaderno, vemos como un joven y su compañera intentan huir de los vencedores hacia las
montañas asturianas durante la guerra civil. Ella está embarazada de ocho meses
y da a luz en mitad del camino sin poder sobrevivir, para el joven cuidar del
pequeño se acaba convirtiendo en su único objetivo.
Una historia real, contada en primera
persona que ha podido ser conocida por
el hallazgo de un cuaderno en una cabaña en mitad de los Altos de Somiedo. Lo
encontró un pastor en 1940. Este cuaderno acabó en los Archivos Generales de la
Guardia Civil junto a un atestado dentro de un sobre que tenía escrito: D.D.
(Difunto Desaparecido).
Tolo
Ferrà y Nuria Hernando son los encargados de la adaptación de un
texto minucioso y tejido con mimo, un texto que como el cuaderno encontrado
había de tratarse con el sumo respeto y sutileza y han conseguido construir un
relato, un altavoz a una historia anónima, que pudiera ser la de tantas víctimas.
Ferrá y Hernando enmarcan la puesta en
escena en una supuesta conferencia “Jornadas de estudio sobre “Los girasoles
ciegos” de Alberto Méndez, el conferenciante nos adentra en “Segunda derrota:
1940”. A partir de su
investigación realizada sobre el relato de Alberto Méndez en comparación con el
cuaderno original extraído de los archivos de la Guardia Civil, conoceremos, durante la lectura del
manuscrito, lo que sucedió en la cabaña en los meses posteriores al nacimiento
de la criatura.
Tolo Ferrá dirige el
montaje consiguiendo crear poesía de la desidia y recordábamos en ocasiones a Bertolt Brecht cuando escribía “En los tiempos sombríos, ¿se cantará también?
También se cantará sobre los tiempos sombríos”.
Un elenco en el que veremos emociones que transitan en escena, pura energía, algo muy por encima de unos personajes, es la historia contada, no una historia, el relato de una generación, no un relato.
El conferenciante será Patxi Freytez,
sabíamos de su dicción, de la profunda voz que le acompaña, pero no éramos
capaces de discernir si estaba actuando o realmente se trataba de un análisis
de Freytez, sobre la escritura y los detalles de aquel cuaderno cuasi raído por el
paso del tiempo, hasta la escritura en los márgenes no le pasaban desapercibidos y ya no sabíamos si el cuaderno que Freytez tenía en su mano,
era el original. Tanta verdad, comenzaba
a doler y a dejar un nudo en la garganta, las proyecciones del manuscrito en la
pantalla tras el filólogo, se hacían cada vez mas nuestras, e intentábamos
descifrar cada una de las letras en la proyección, mientras tanto lucha y
muerte tras el conferenciante. Miguel Álvarez
en un desgarrador primer plano fuere cual fuese su posición en escena
acompañado de Leticia Alejos, Xisca Ferrà/Marta Gómez y Vera
González en una coreografía de movimientos que exhalaba desesperanza y horror. La música
creada por Ivan Palomares e interpretada por Odin Kaban en un hipnótico espacio sonoro nos
trasladaba a las montañas astur-leonesas, de las que no pudimos salir en los
setenta y cinco minutos que duraba la función, sumergidos ya en aquellos duros
inviernos de hambre y frio que parecían no cesar ni dar tregua.
La
escenografía trabajo de Susana Uña da protagonismo a la palabra, correcta y en
un discreto y necesario segundo plano junto al trabajo de Roberto Cerdá en
iluminación y Marta Alonso en vestuario, un espacio que han vestido de gris
porque quizá no se pueda mostrar el drama de otro modo.
Esta
reseña no llega tarde, porque entendemos que es imposible que una puesta en
escena como esta únicamente se vaya a representar tres días. En esta ocasión ha finalizado el 2 de
febrero pero estén atentos a la programación de la sala, nosotros lo estaremos
sin duda para darles a conocer las siguientes fechas. Intensamente
recomendable.
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