Este interesante texto del autor Duncan Mcmillan ( conocido por obras como "Lungs", "People" o la adaptación de "1984" de Orwell), que ha sido traducido por Adriana Naval, es un soplo de aire fresco, un subidón de adrenalina, una reflexión optimista sobre la vida, buscando el lado bueno a las pequeñas cosas, esas que nos hacen sonreír y seguir para adelante, las que nos animan cuando tenemos un mal día, las cosas extraordinarias que hacen de este mundo un lugar en el que queremos estar. Lo que comienza como un demoledor drama acaba siendo un canto a la vida, un reconfortante relato sobre las pequeñas cosas que nos hacen la vida llevadera, que nos ayudan a vivir. El texto original de Mcmillan, "Every brillant thing" se estrenó en el Fringe Festival de Ludlow de 2013, y desde su estreno no ha dejado de cosechar éxitos.
Sixto Paz Produccions y El Terrat han sido los encargados de llevar a cabo esta producción, primero en Barcelona y ahora en Madrid. El pasado 20 de Noviembre aterrizaba en el Teatro Capitol de Barcelona esta peculiar propuesta, con Pau Roca a la cabeza (dirigido por Sixto Paz) interpretando a este tierno soñador que poco a poco fue ganándose al público, hasta convertirse en uno de los éxitos de la temporada, agotando las localidades en las las últimas semanas en las que se programó. Ahora, en su andadura madrileña, Brays Efe coge el relevo de Pau Roca en la interpretación, mientras que Roca asume la dirección (con Iñaki Mur como ayudante).
La obra, planteada a modo de monólogo, rompe desde el momento inicial el formato tradicional para hacer al público partícipe activo de la historia. Además de los papeles que el protagonista nos reparte antes de la obra (y debemos leer en determinado momento) la dinámica de esta pieza lleva al público a empatizar con el duro relato que nos cuenta, a unir fuerzas para ayudar a sobrellevar todo lo que le ocurre. Un montaje que nos hace participar en todo momento, por lo que resulta fundamental lo participativo que sea el público cada noche. La buena sintonía que se crea desde el primer momento hace que el público entre al juego en todo momento y la historia transcurra con gran fluidez y muchas risas con las participaciones esporádicas de alguno de los asistentes.
Es de gran mérito conseguir crear tan buen ambiente para poder hablar sin resultar demoledor de un tema tan espinoso como es la depresión. Desde el primer momento habla de ello sin tapujos, mostrando como el personaje se enteró de la enfermedad de su madre cuando apenas era un niño. La historia transcurre con absoluta fluidez, con algún momento duro que el protagonista sabe encauzar perfectamente para devolver la sonrisa al público. El montaje transcurre entrelazando diálogos con el público, con algunos momentos memorables.
Con apenas siete años, el protagonista de esta dura tragicomedia, se entera de la enfermedad de su madre cuando un día su padre viene a buscarlo al colegio y le dice que "tu madre ha hecho algo estúpido". Le cuesta ser feliz. Ante esta situación, el niño decide comenzar con una lista sobre las cosas extraordinarias de este mundo, buscando convencer a la madre de que no debe estar triste, porque hay muchas cosas que hacen que la vida valga la pena.
1-Los helados
2-Las Guerras de agua
3-Que te dejen quedarte mirando la tele cuando ya ha pasado la hora de irte a dormir.
4-El color amarillo
5- Las cosas de rayas
6-Las montañas rusas
7-La gente que tropieza
Y así va confeccionando nuestro pequeño hombrecillo su larga lista de cosas por las que merece la pena vivir. Una lista que le acompañará a lo largo de su vida, siendo protagonista de sus mejores y sus peores momentos, que siempre plasmará en ese conjunto de cosas extraordinarias. Una lista con la que quiere ayudar a su madre y nos hace reflexionar sobre lo que estamos dispuestos a hacer por aquellos a los que queremos.
Esta es una tragicomedia esperanzadora sobre una vida marcada por la oscuridad de la depresión en una persona cercana, la oscuridad de una vida que a veces no comprendemos pero de la que intentamos sacar como sea a la persona querida, aunque sea con una lista de cosas extraordinarias. La depresión, el suicidio, la angustia, la desidia, vista desde los ojos de un niño que no comprende bien lo que ocurre, y como va asumiendo y comprendiendo la situación según se va haciendo adulto. Un texto conmovedor y delicioso, que nos traslada por la vida de este niño que tiene que crecer viendo sufrir a su madre (e indirectamente también a su padre), que tiene que madurar demasiado rápido, asumir el lado oscuro de la vida, pero que pese a todo mantiene la ilusión por la vida, las ganas de vivir, la inocencia del niño que un día entró en el coche de su padre como quien entraba en un oscuro túnel.
Parte de esta "luminosidad" que transmite la obra es por la maestría de Brays Efe a la hora de llevar la situación, de meterse al público en el bolsillo. Desde el primer momento vemos al actor como ese niño indefenso, que no entiende porque su madre está triste, y hace todo lo posible por animarla. La dulzura y empatía que crea con el público es total, así consigue que la gente se involucre en este proceso de creación colectiva, muy alejado de lo que es una obra de teatro convencional. El actor domina los tiempos, el espacio escénico, el ritmo que debe darle a la historia en cada momento, para llevarnos de la mano por la tortuosa, y a la vez luminosa, vida de este chico.
"No se si existe una obra de tu vida, pero creo que esta me habla a mi de una forma especial, esta obra me entiende. Me hace sentir menos solo. Hay dos posibilidades: que yo y esta obra tengamos de verdad una conexión especial... o que el talento del autor haya conseguido que yo así lo sienta. Pero en realidad todos sentiréis el alivio de sentiros algo menos incomprendidos al verla". Sea como sea, Brays consigue mimetizarse con el personaje y crear un vínculo con el público realmente especial, tanto por su buen hacer como por la ternura del propio texto.
Uno de los elementos que ayuda a esa comunión total entre público e intérprete es la absoluta falta de escenografía, la mezcla entre escena y platea, como se entrelaza el espacio del actor con el del público, consiguiendo que la historia se deslice sigilosa entre nosotros, se siente a nuestro lado. Esta escenografía, o más bien la falta de ella, ha sido pensada por Paula Bosch, encargada también de la iluminación, único elemento con el que vamos diferenciando cada uno de los espacios por los que transita el personaje. Este es un claro ejemplo de que a veces no es necesario grandes alardes técnicos para transmitir algo, es más en este montaje la ausencia de límites espaciales resulta fundamental para el funcionamiento de la historia.
Teatro: Teatro Lara
Dirección: Corredera baja de San Pablo 15
Fechas: Miércoles, Jueves y Viernes a las 22:15.
Entradas: Desde 18€ en teatrolara, atrapalo, ticketea, taquilla. Del 10 de Abril hasta el 31 de Mayo.
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