“Autobiografía de un yogui” es el título del espectáculo, y también del libro en el que se ha basado. “Es un libro fascinante que ha sido traducido a cuarenta y ocho idiomas, algo que solo está al alcance de las obras maestras”. Como referencia se usa a Steve Jobs quien era un gran seguidor de este libro y de las enseñanzas de Yogananda; de hecho, en su funeral, los asistentes, desde Bono hasta Bill Clinton, recibieron un ejemplar.
“Hoy será corta la obra porque hoy sí hay calidad”, dice Rafael Álvarez, El Brujo, al comenzar Autobiografía de un Yogui. Y va y con la gracia que le caracteriza bromea con el primer debate de la elecciones presidenciales de 2019. Porque eso sí, la hora y el día compiten con la emisión del ansiado debate. El actor nos conduce por un viaje desde la infancia de Paramahansa Yogananda a la suya propia, de la India de los vedas a las posibles beligerancias ocurridas en el debate presidencial. “La obra es larga”, se sincera, desatando la carcajada general.
El espectáculo es una maratón de anécdotas que van a la velocidad de una atleta. El relato de las vivencias místicas de Yogananda, se ve interrumpido gozosamente cada dos por tres por observaciones bien humoradas de su adaptador e intérprete, por alusiones al aquí y ahora de la representación.
Sus constantes metáforas y analogías con la vida no impiden que, poco a poco, vaya estructurando el relato de la genealogía del gurú que propagó la práctica del raja-yoga, la meditación, en Occidente. La función es un excelente y formidable ejercicio memorístico. El Brujo cuenta con nobleza que existen yoguis muy luminosos que ni aparecen en las fotos, no proyectan sombra ni dejan huellas. Eso sí, siembre haciendo chanzas con proverbios populares y semejanzas con jesús en pasajes bíblicos, “porque la cabra siempre vuelve al monte” y porque "Jesús fue un gran cómico". Todo esto para rebajar el caldo de cultivo místico, cuántico y poético. ¡Y su forma de interpretar!: danzando el texto, convirtiéndolo en imagen cinética, dándole una musicalidad inusitada. Javier Artiñano puntea su actuación tañendo en vivo instrumentos orientales.
La obra tiene dos partes, la primera en la cual hay una interpretación biográfica, la cual está plagada de anécdotas divertidas y la segunda en la cual El Brujo explica las versiones y ensayos de Yogananda acerca de los milagros o fenómenos sobrenaturales y cómo éstos se pueden explicar a través de la física cuántica y ciertas paradojas que ocurren en otras dimensiones. “Esta segunda parte es el poso fundamental, que puede ser las más densa” reconoce el autor en clave de humor.
En el espectáculo, el espectador tienen la oportunidad de pasar un buen rato, reírse y al tiempo conocer la vida de un gran hombre. Yogananda tiene, aparte de su autobiografia, una enorme obra escrita. Tiene cuarenta obras más: unos comentarios a los textos cristianos evangélicos, “La segunda venida de Cristo”; tiene unos comentarios titulados “Dios habla con Arjuna”. Libros, charlas, conferencias. Es alguien que dejó un legado inmenso y una vida muy singular.
Esta función puede ser una comedia donde los componentes están mezclados con la espiritualidad. No hay que ser un erudito para ir a verla, solo tener una pizca de sensibilidad para dejarse llevar por la magia que caracteriza a Rafael Álvarez, El Brujo, ahora vestido de maestro de raja-yoga.
Teatro: Teatro Cofidis Alcázar
Dirección: Calle Alcalá 20
Fechas: Lunes a las 20:30.
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