Teatro: Un musical Barroco. Teatro Infanta Isabel

El mundo de las pequeñas compañías simbolizando lo que es el mundo, un amalgama de personas tan diversos como lo es la sociedad en la que se encuentran. El limbo en el que se quedan todas las cosas que no han acabado del todo, las personas que en otros tiempos eran enterrados fuera del cementerio por no ser merecedores de ese lugar, un lugar ambiguo en el que resolver todos los problemas que quedaron pendientes. Un musical para disfrutar de la vida que este peculiar grupo de personas tiene que afrontar desde sus dudas y sus miedos individuales y colectivos.



Esta compañía tan peculiar nos enseña lo importante que es el apoyo mutuo, el pertenecer a un colectivo que te ayude y con el que puedas unir fuerzas para lograr los objetivos deseados. Desde la comedia más desenfrenada, este grupo tan heterogéneo irá descubriendo lo necesario que es apoyarse en la gente que tenemos cerca, para poder llegar mucho más lejos. Pero mientras llegan a un acuerdo sobre que hacer nos sorprenderán con toda una serie de extrañas rutinas que les mantienen ocupados a la espera de que ocurra algo que cambie su situación.


Proyecto Barroco es la compañía que ha creado este divertido e ingenioso proyecto, que nos mantendrá en una nube (o en un limbo como en el que están ellos) durante toda la obra. Una propuesta atrevida, original y con un gran mensaje, al que daremos muchas vueltas al salir de la sala, ya que mientras dura la función sólo tendremos ojos para disfrutar del metódico trabajo de elenco que realizan. Para la autora María Herrero, el texto "quiere trasladar al espectador la importancia de la colectividad, del poder de un grupo de seres humanos trabajando juntos por un objetivo común". Una inteligente propuesta que con disfraz de comedia trata temas universales, enfocados de diversos puntos de vista según cada personaje. Una incursión en el teatro barroco como referencia que les ha llevado a esta "comedia musical, que apuesta por una revisión muy especial de nuestro teatro clásico para que todo el mundo pueda disfrutar, de un modo diferente, de la estirpe cultural a la que pertenecemos".


La propia María Herrero se pone a los mandos de este montaje (con Ana Crouseilles como ayudante y Aitor de Kintana como asistente), en un trabajo minucioso en el que la dirección de actores resulta fundamental, ya que estamos ante un gran trabajo de elenco que funciona precisa. El resultado, maquillado con el telón del teatro clásico, nos habla de temas universales, de personas atrapadas, de miedos y de traumas. La directora envuelve todos estos problemas en un mágico mundo en el que los personajes, lejos de dramatizar, nos divierten por sus peculiaridades tan hilarantes. La estructura que plantea el montaje, con secuencias repetidas como automatismos adquiridos, ayuda a diferenciar las distintas partes de la obra, a que el espectador vaya teniendo conciencia de donde está. 


La historia nos traslada a un oscuro lugar, donde nuestros extravagantes protagonistas llevan atrapados una buena temporada (unos cuatrocientos años). Ellos pertenecen a una "compañía" de actores que a finales del siglo XVII se precipitaron por un desfiladero cuando iban a actuar en el pueblo de Esquivias. El grupo, encabezado por el Duque de Ochoa y con personas de toda clase social, ha ido a parar a una especie de limbo del que no saben como salir. Una trampilla metálica les hace imaginar que será la salida a otro mundo, pero la falta de decisión les tiene ahí metidos sin saber que hacer. En este continuo divagar sin tomar una decisión han decidido seguir con las rutinas que tenían cuando se preparaban para actuar. Tras su desgraciado accidente, son enterrados fuera del cementerio, como dicta la ley de la época con respecto a los cómicos y las gentes de mal vivir.


Atrapados en este espacio indefinido, el grupo se debate entre los que quieren salir, pese a lo que pueda sucederles fuera, y los que prefieren quedarse allí toda la eternidad, por miedo a lo desconocido. Durante este largo periplo tendrán que recordar que les mantiene unidos y lo quienes eran antes del accidente, haciendo mucho hincapié en lo que les unía como grupo pero sin dejar de lado también quienes eran cada uno de ellos, para seguir manteniendo su propia identidad y la del colectivo.  Entre todos deberán intentar descubrir qué les mantiene anclados en este lugar sin que nada varíe e intentando que sea la unión la que les ayude a tomar la decisión correcta. Pero mientras se deciden, siguen manteniendo intactas sus ganas por trabajar como cómicos, lo que les hace ensayar cada día y buscar textos que les motiven para seguir creciendo como grupo.



La obra nos muestra la mala fama de los actores durante épocas pasadas, en las que eran vinculados con lo más bajo de la sociedad. Ellos debían vivir al margen de una sociedad que simplemente los utilizaba como elementos de entretenimiento, sin darles ningún valor. Una realidad que ha perseguido a los cómicos durante mucho tiempo y que nos lleva al otro tema principal de la obra, que no es otro que el triunfo del colectivo como elemento que aúna fuerzas en la búsqueda de un bien común. Los personajes de esta historia, algunos inspirados en personajes reales, luchan por mantener su identidad mientras crecen como colectivo, mostrando lo importante que es la comunidad, el sentirte parte de algo que te apoya y te ayuda en la búsqueda de objetivos


Un elenco maravilloso da buena muestra de ello. Ellos son Eduardo Gutiérrez, Esther Acevedo, Ana Crouseilles, Arantxa Garrastázul, Víctor Antona, Aitor de Kintana, Amaranta Munana y Ana Paradinas. Un grupo de actores en estado de gracia, una gran familia que trabaja en conjunto para crear, para que todo encaje a la perfección, haciendo valer el dicho de que la unión hace la fuerza. Una comedia musical para voces y piano a cuatro manos, en que el trabajo colectivo prevalece sobre el individual, aunque cada uno de los actores también estén brillantes a nivel individual. El gran trabajo colectivo para potenciar lo individual.



Eduardo Gutiérrez está divertidísimo dando vida al amanerado Duque Juan de OchoaVíctor Antona es Federico, único personaje que no pertenece a la compañía, con un oscuro pasado, y que trae loco al Duque. Ana Crouseilles es la altiva Gabriela Rouger, que junto a su hermana Catalina Rougera, a la que interpreta Ana Paradinas tienen uno de los conflictos más interesantes de la obra, sobre los egos y las concesiones que hacemos en la vida. Arantxa Garrastázul se mete en la piel de Ceci, una mujer atormentada por la ausencia de su hija, que desde su postura de mujer ruda sirve de mediador en todos los conflictos. Esther Acevedo  es Antonia, madre de Rita (a quien da vida Amaranta Munana) y obsesionada porque no cometa los mismos errores con los hombres que cometió ella. Munana crea el personaje más surrealista de todo el grupo, que ya es decir. Enamorada de Diego, al que da vida Aitor de Kintana hará cualquier cosa por conseguir estar con él, lo que nos da alguna de las escenas más divertidas de la obra. La pareja que forman encaja a la perfección, y nos regalan momentos de gran ternura y mucha diversión.


A este alarde colectivo hay que añadir las interpretaciones musicales en directo por parte de María Herrero (voz y piano) y Gloria Lamadrid (piano). La estructura musical del espectáculo se basa en la "musicalización de textos de Calderón, Lope, Shakespeare o Jorge Manrique entre otros, para narrar la historia de los personajes", convirtiendo así la música en un personaje más de la obra, siendo el que marca el ritmo y las coreografías grupales de los actores.



La escenografía, diseñada por los miembros de Proyecto Barroco, es casi inexistente, con un telón al fondo plagado de papeles y algunos elementos de atrezzo que se utilizan en momentos puntuales. De gran importancia en cambio es la iluminación creada por Pilar Valdevira, un juego de luces y sombras que nos traslada a los cuadros del Barroco, con penumbras que sirven de tránsito entre las distintas escenas. Un juego tenebrista que ayuda a potenciar ese espacio desconocido, ese limbo en el que todo permanece inmutable. Pero desde el punto de vista del espectador, lo más impactante es el vestuario que lucen los actores. Cada personaje lleva una "corona" o sombrero que lo identifican, mientras que todos llevan la misma falda, que nos recuerda a las vestimentas del barroco. Estas faldas, que a lo largo de la historia se convertirán en distintos elementos, han sido creadas por Karmen Abarca. Por su parte las peculiares "coronas" o pelucas que diferencian a cada uno según su personalidad, clase social o posición dentro del grupo, han sido diseñadas por Matías Zanotti


Estamos ante una pieza original, divertida, ágil, que nos divierte a la vez que nos deja caer verdades como puños sobre lo que somos como sociedad, mientras nos habla de la fuerza del colectivo frente al individualismo que tanto abunda en nuestros días. Una pieza diferente, en la que el trabajo coral impresiona de principio a fin, para conseguir un resulta de gran belleza, tanto formal como conceptual
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Un musical Barroco
Teatro: Teatro Infanta Isabel
Dirección: Calle Barquillo 24
Fechas: Viernes 24 a las 21:15 y Domingo 2 de Febrero a las 20:15.
Entradas: Desde 15€ en teatroinfantaisabel, atrapalo, entradas.com. Del 24 de Enero al 2 de Febrero.


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