Ante un futuro incierto, como la pérdida de un ser querido, la economía, el trabajo, o simplemente la pérdida de la propia razón de ser, muchas personas se encuentran en situaciones a las que no saben hacer frente. Un vacío convertido en existencial que no te permite transitar la vida con normalidad y que infiere en una suerte de preguntas sin respuesta, a menudo llegando a caer en depresión, más aún llegando a pensar en el suicidio.
Emilio Gómez nos presenta su propuesta más intimista, verdad en escena que nace de aquel que dejó de tener miedo pero no así de hacerse preguntas, nos acerca al dolor que supone la búsqueda de la propia esencia, un camino pedregoso, por el que peregrina el que un día se decidió a ser un poco más libre o más bien menos preso de encorsetamientos, del deber ser, conocer la fuerza interior y crear un objeto con el cual hacerse invencible ante la adversidad, un fetiche, un tótem, un secreto… Las uñas rojas.
Un texto escrito por el propio Emilio Gómez que se acompaña por Jacinto Bobo en la dirección. El festival Surge Madrid ha tiene la fortuna de tenerlo en su programación. Una propuesta lúcida que mira al pasado, con los pies en el presente, aquel lugar en el que uno pasó sus primeros años que hoy deviene en recuerdo agridulce, que deja paso también a la sonrisa y al nudo en la garganta porque nosotros también somos el ser del que Gómez nos habla, ese que ha llegado hasta aquí. Jacinto Bobo ha realizado un robusto trabajo de dirección, sabiendo generar el equilibrio necesario. Pequeñas pinceladas de vida, anécdotas que parecen simples y que pueden cambiar tu vida serán el hilo conductor de una propuesta impecable.
Se lo contamos:
Durante una representación de Hamlet y en el ocaso de su carrera, un actor decide parar la función y no seguir adelante.
Cansado de todo y de todos y mientras se despide para siempre del público, comienza un fascinante viaje a su infancia en el momento preciso en el que se reveló su vocación de actor, el complejo camino hasta llegar hasta aquí, y lo más importante, como la pérdida de un minúsculo pero singular juguete, unas uñas rojas postizas, marcaron su vida para siempre.
Motivaciones temáticas: el niño y sus sueños, la identidad sexual y su descubrimiento, la aceptación, el niño que se hace adulto y deja de soñar, ¿la felicidad es un sueño por el que luchar?, ser actor.
La obra evoca una gran empatía, y cierta ternura, al ver a este gran actor como nos introduce en su pensamiento y corazón en plena montaña rusa emocional, por problemas sobre su existencialidad, ser o no ser. Un hombre que se enfrenta a si mismo, a sus dudas y a sus miedos, a su propia identidad.
Un monólogo de 70 minutos en clave de humor irónico tras la frustración que vive pasados 35 años en el trabajo del actor. Con un diálogo muy divertido donde podemos verle haciendo una retrospectiva de su situación actual, a la de su infancia .A medida que transcurre la obra Emilio transita por la catarsis del recuerdo personal y profesional, lleno de buenas y malas anécdotas
Todo comienza con un intento de hacer una versión contemporánea de Hamlet de Shakespeare, tras una nube de humo, música de carros de fuego, las únicas luces al estilo de una pista de aterrizaje trabajo de Javier Ruiz de Alegría encargado también de la escenografía. Almudena Bautista en el trabajo de vestuario, consigue crear un concepto ciertamente ecléctico que conjuga ese pasado del que hablábamos con un futuro inconcluso, que no sabes que depara, así un astronauta con el casco en la mano nos resuena elemento simbólico, alegoría al indeleble ser o no ser. Completa un trabajo técnico del todo fructuoso Eduardo Ruiz encargado del espacio sonoro.
Al comienzo todo es frustración, por no sentirse seguro ante el espectador con su interpretación, hasta el punto de querer dejarlo todo, ahí es cuando podemos descifrar la relación de amor odio que ha vivido en su trayectoria personal, con los profesionales del espectáculo del teatro , directores de casting, críticos, su gran maestro Miguel Narros, además de la lucha personal con el texto, con el personaje , la interpretación, el tiempo que pasa sin actuar, la distribuciones de la obra. Así hasta llegar al hogar, a escena, y comprender a instantes que todo tuvo sentido.
Entregas tu vida al teatro y el teatro ¿Qué te da a cambio? se pregunta un actor en sus horas más bajas. ¿Se puede ser actor solo por vocación? ¿Se puede actuar sin ilusión? ¿Se puede recuperar la ilusión si se ha perdido? ¿Por qué haría caso al productor? ¿Por qué seguir actuando? Todas estas preguntas sobrevuelan este montaje cargado de sinceridad, en el que el actor se nos muestra tal y como es, se desnuda ante nosotros para mostrarnos todas sus inquietudes.
En Nave 73 tienen la oportunidad de dar respuesta a estas preguntas, pero ante todo de emocionarse y reír a partes iguales con un trabajo que no les dejará indiferentes. Un cuidado repaso a la vida de un actor, que se ha movido en el peligroso alambre en el que se convierte su profesión, con el paso del tiempo el camino se hace más difícil, se pierde parte de la ilusión para dar paso a un mayor pragmatismo, aumentando los miedos y menguando la fogosidad. Un camino largo y por momentos tedioso, que mantiene siempre alerta al actor. Una obra admirablemente recomendable. No se la pierdan, porque recuerden que la cultura es segura. VOLVAMOS A LOS TEATROS.
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