EL PRÍNCIPE CONSTANTE. Teatro de la Comedia

 “Si toda la poesía del mundo desapareciera, sería posible reconstruirla a partir de las páginas de El príncipe constante” (Johann Wolfgang von Goethe), a lo que yo añadiría, si todas las palabras desaparecieran, posible sería volver a comunicarnos gracias a esta oratoria tan bella. La constancia de la palabra, la belleza de cada frase que engloba este texto, es un prodigio ante el que uno solo puede disfrutar, estar muy atento para no perder ripio, y aplaudir al final ante el resultado.





Don Fernando, infante de Portugal es hecho prisionero en Fez por las tropas árabes, las cuales proponen un intercambio entre el infante y la ciudad de Ceuta, de dominio portugués, a lo que Don Fernando se opone, prefiriendo seguir en cautiverio antes de entregar la ciudad a los árabes. Allá por 1415. Algún que otro romance, amores y desamores, “forzada la mano he de tomar, pero el alma no podrá”, lealtades, fe, sacrificio, valores, moros, cristianos, vida , muerte… 


Este es el argumento de El príncipe constante. Mucho más es lo que nos ofrece La Compañía Nacional de Teatro Clásico, brillante una vez más en sus montajes. Acompañados esta vez por el cuarteto Bauhaus, con dos violines, una viola y un chelo que nos trasladan al Fez medieval, al embrujo marroquí, a la luz de lámparas sin genios, cavernas con monstruos, pozos sin agua. Luz y oscuridad. Aparecen también los temas tan manidos en nuestro brillante y añorado Siglo de Oro. 



Los celos, la traición, la lealtad, el agravio, el desagravio, el amor desesperado, la muerte, la cristiandad, los dioses, la guerra. Temas que con tanta maestría, el maestro Calderón pone en jaque, teje, enreda, enlaza, maravilla con su prosa, con su verso, con la palabra. Maravilloso texto para disfrutar. La ética como motor vital, irreductible. Constante, coherente, incomprendida a veces. Hace 400 años de esto, y es tan actual, ¿ no creen ? 


Con un telón de fondo de fe, de creencia y de salvación, la libertad lucha por salir a flote entre el sentido común,, el egoísmo y la arrogancia del poder. Libertad que por encima de todo cree en la sencillez de la palabra, de la sencillez del corazón. Una pausa para el equipo artístico, con una escenografía sencilla, que no simple, con la arena y la tierra de Marruecos. La luz de África tan maravillosamente reflejada, también la oscuridad. 




Con unos bancos como decorado minimalista, que ayuda a centrarnos en la acción, en la palabra. Sin distracciones. Una escenografía (creada por Lluc Castells) y una iluminación (a cargo de Juan Gómez-Cornejo) acertada, al igual que el vestuario (creación también de Lluc Castells) . Señorial, de emires y reyes. Princesas e infantes con traje. De chaqueta, elegantes. Chocantes. Presos que cambian las rayas por el naranja. Sábanas blancas mortuorias. Velos sofisticados. Etiqueta a la carta que no distrae, aporta. Suma Y sin dilación, al elenco.



La Compañía Nacional de Teatro Clásico. Siempre tan acertada en sus montajes. He tenido oportunidad de ver sus piezas en varias ocasiones, en Almagro y en la Comedia, y nunca, nunca defraudan. Son constantes, como el príncipe. Y mágicos, como Calderón. En esta obra coral, dominada por la palabra , difícil es destacar a este o aquel. Todos están en su sitio, en su papel y lo hacen con verdad. Con fidelidad al texto, a la palabra. Verdadero motor de la obra, y se ciñen a ella. La cuidan, la miman, la saborean, la adornan. Sin maltrato, con cariño, ternura y pasión. 



Aun así, me gustaría destacar a los veteranos, que dan tanto equilibrio a la obra como lo da la experiencia a la ilusión, no por ello excluyente. Lluís Homar y Arturo Querejeta, rivales en el escenario, nos maravillan. Nos embaucan desde el primer momento. La manera de sentir cada línea escrita por Calderón es tan bella. “Morir es perder el ser” Hacen fácil lo difícil. Nos hacen reencontrarnos con el lenguaje en estos tiempos de pantallas y máscaras. Ellos a cara descubierta, a mandíbula latente, a sonidos tiernos, modulados y certeros. Un ejercicio teatral sincero, preciso y real. “Tú eres el preso y pones a mi lazos”. Presos somos espectadores de vuestros discursos, de vuestra ilusión en cada palabra, en cada sílaba, en cada letra. Agradecidos estamos. 


Mención también especial para Álvaro de Juan, que con su presencia, con su voz y con su mirada, inunda el escenario desde incluso antes de aparecer. Por último, agradecer a Xavier Alberti, director del montaje, su cuidado y cariño en su trabajo. A los actores, al texto, al espectador, al teatro. A la palabra, la palabra como protagonista. Palabra al desnudo, palabra al servicio del teatro. Homenaje a la misma. Un gran trabajo de dirección que permite al actor la expresión sin gesto, sin distracciones. La palabra en estado puro. Sobran los gestos, sobran las máscaras, sobran los estados, incluso sobra el conflicto, nos sobra todo. Solo nos queda la palabra. 


Vengan a La Comedia. Disfruten del teatro. Disfruten de la palabra. Palabra de Calderón. Vengan al teatro, vivan la cultura. Seguro y segura. Porque en estos tiempos tan difíciles debemos reencontrarnos con la palabra, valorarla como se merece, no despreciarla o usarla como arma arrojadiza. Si quieren deleitarse con un montaje redondo y degustar un texto preciso y precioso, no lo duden. VOLVAMOS A LOS TEATROS. LA CULTURA ES SEGURA.

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Teatro: Teatro de la Comedia
Dirección: Calle del Príncipe 14.
Fechas: Del 17 de Febrero al 10 de Abril. De Martes a Domingo 19:00.
Entradas: Desde 5€ en TeatrodelaComediaPrograma de mano.

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