Teatro: Baldosas amarillas. Teatro Lara.

El camino de las baldosas amarillas del Mago de Oz puede convertirse en un campo minado en el que es más fácil tropezar que llegar a buen puerto. Un paralelismo entre la universal historia con el mundo de las drogas, que nos lleva de lleno a una clínica de desintoxicación, en el que cada uno de los personajes que iremos conociendo se encuentran tan perdidos como lo estaban los adorables personajes de la novela infantil de L. Frank Baum. Un mundo de luces y sombras, de caminos sin retorno, de miedos a superar y de decisiones que pueden cambiar la vida de cada uno de los protagonistas. 



Esta ingeniosa comedia negra se mueve con soltura entre la realidad y la ficción, entre el cuento y la crudeza de este peculiar centro de desintoxicación. Personajes que viven en un mundo muy particular, que son la viva imagen de los protagonistas de la tierna historia de Dorothy, con los miedos que les atenazan, las inseguridades a flor de piel, las dudas existenciales que les colapsan y les paralizan a la hora de tomar decisiones. Una historia plagada de guiños al gran clásico, que la autora utiliza como señuelo para hablarnos de lo que realmente trata la obra, el agujero negro en el que se mete una persona que se vuelve adicta a las drogas y la incapacidad de muchos de nosotros para poder desvincularnos de un pasado que nos marca de por vida.



La Compañía PasoAzorín Teatro no dejan de sorprendernos con cada nuevo montaje, siempre con unos mimbres muy identificables que hacen las delicias de los que somos adeptos a lo que hacen. En este verano se han adueñado del Teatro Lara con montajes como "Sueños de un seductor", "El mensaje", "El móvil", "Besarte, mirarte y follarte" a la que suman el estreno de esta deliciosa "Baldosas amarillas". Con un humor ácido muy característico, nos muestran la realidad desde el prisma de la comedia, aunque dejando siempre un poso de reflexión y crítica. Montajes dinámicos, entretenidos, con mayor o menor carga emocional, que siempre convencen y que consiguen hacer reír a la vez que reflexionamos sobre la sociedad en la que vivimos.



Sandra Pedraz Decker, colaboradora habitual de la compañía (en este montaje también asume labores de ayudante de producción) es la autora de esta tierna historia sobre almas desamparadas. Tras sorprender a todos con "El síndrome de los agujeros negros" (que escribió junto a Ramón Paso y Marta Mangado), Sandra vuelve con un texto de aparente comedia pero cargado de situaciones dramáticas. El paralelismo con "El mago de Oz" le sirve a la autora para crear un relato en torno al abandono, a la soledad, a la falta de confianza, que articula perfectamente en torno a la figura de la psicóloga y su peculiar forma de tratar a sus pacientes. Una historia en la que conoceremos a una serie de personajes perfectamente reconocibles, en los que los miedos y las angustias vitales les impiden avanzar. Sandra vuelve a sobresalir en la creación de seres perdidos, atrapados en sus propios laberintos vitales. Hay que destacar su particular visión del alma humana, como ya ocurriera en su anterior texto, ahondando en la parte más oscura de lo que somos, recorriendo lugares de la mente que son difíciles de explorar y que nos lleva a lo íntimo de nuestra propia personalidad.



Ramón Paso vuelve a dejar su impronta como experto en la dirección de obras corales (con Blanca Azorín como fiel ayudante de dirección). La destreza con la que Paso maneja los tiempos de esta oscura comedia es primordial para que el montaje navegue con soltura entre la comedia más alocada y el drama más desalentador. Ramón domina la velocidad de las escenas cómicas, sabiendo en todo momento el ritmo que debe haber para que la historia no se desboque. Diálogos picados, situaciones extremas, escenas que suceden simultáneamente dentro del mismo espacio escénico, señas de identidad que hacen de cada nuevo montaje una primorosa obra de ingeniería teatral, en la que todo encaja en su justa medida. Y como no podía ser de otra manera, Ramón cincela a cada uno de los personajes para adaptarlos de forma genuina a cada uno de sus actores habituales, a los que conoce a la perfección y de los que sabe sacar el máximo. Un ramillete de personajes deliciosos que nos asombran desde el inicio de la función, con misterios escondidos que iremos descubriendo a lo largo de la historia.


El universo que crea Sandra Pedraz Decker navega entre la fantasía más onírica de "El Mago de Oz" y la realidad más cruel del centro de desintoxicación en el que transcurre la historia. Un interesante paralelismo entre los personajes acomplejados del clásico, con los traumatizados adictos que huyen de sus propias vidas. ¿Qué pasa cuando el enemigo está en tu interior? Esta lapidaria pregunta que podemos observar en la sinopsis de la obra es el epicentro de todo. Las "mochilas" con las que cargan los personajes es lo que les ha llevado hasta donde están, pero es parte de su propia identidad, debido a la falta de cariño que han recibido a lo largo de sus vidas. Ese "enemigo" que llevan dentro es una angustiosa mezcla de culpabilidad, falta de autoestima y rechazo por parte de quienes deberían haberles cuidado. 

Esta historia nos muestra ese difícil momento en el que deben enfrentarse a sus propios miedos, dar un salto al vacío para dejar de mentir, para enfrentarse a su pasado, para ponerse cara a cara con su peor enemigo, que no es otro que ellos mismos. Una impecable narración, por momentos desgarradora y por momentos luminosa, pero que trata sin cortapisas la dificultad para salir de una situación de extrema soledad, de pérdida de confianza. La importancia de tratar el tema desde la comedia negra nos ayuda para empatizar con los personajes y a la vez ver de forma más clara la gravedad de lo que les ocurre. Pero como la realidad no siempre acaba como los cuentos para niños, el destino de estas almas perdidas dependerá de si mismos. Sabrán tomar el camino correcto para poder volver a casa?



En este singular universo, Dorothy, la dulce niña que llega al mundo de Oz arrastrada por un ciclón, se "transforma" en Alba, una prostituta de lujo y cocainómana que acaba de llegar a este particular mundo de Oz que en realidad es el centro de desintoxicación. Alba llega obligada por un juez y desde el primer momento se muestra reacia a compartir sus experiencias con el resto de habitantes del centro, pero también a entrar en el "juego" que le propone la doctora. Poco a poco irá entablando conversaciones y vivencias con sus compañeros de viaje, otras almas perdidas en busca de redención. Lo mágico se entrelaza con lo real, el drama nos hace despertar del sueño, el camino de baldosas amarillas resulta ser un campo minado en el que los propios protagonistas se ponen la zancadilla. Porque en este camino de regreso a casa, cada uno debe lograr superar sus miedos y sus inseguridades, conseguir desengancharse (de la droga y de sus adicciones sentimentales) para poder recuperar su vida y poder salir de este mundo en el que todo les empuja a la perdición.


La fabulosa Ángela Peirat ("El móvil", "Sueños de un seductor", "El mensaje", "Besarte, mirarte y follarte") interpreta a Alba, la particular Dorothy de este doloroso cuento. Peirat vuelve a demostrar su capacidad para sacarle el máximo a cada personaje, creando una Alba llena de inseguridades, adicciones y miedos. La actriz nos muestra las debilidades de la adicta, la condescendencia de quien debe protegerse de su entorno. Pero también consigue ir transitando ese camino hacia la superación con una firmeza que a lo largo de la obra va construyendo para poder salir del pozo en el que se encuentra. El personaje es una creación impecable, que la actriz moldea a la perfección, siempre moviéndose entre la delgada línea que separa la cordura de la locura. Alba consigue superar poco a poco sus miedos y debilidades, hasta poder ayudar a la psicóloga a superar sus miedos. Vicenta González ("Besarte, mirarte y follarte", "El móvil") encarna a esta joven terapeuta que hace las veces de Mago de Oz, para intentar ayudar a sus pacientes, ocultando sus propias debilidades. Vicenta crea un personaje lleno de aristas, que comienza plena de una (aparente) seguridad y que poco a poco se va derrumbando ante nuestros ojos. Brillante interpretación que se mueve entre la firmeza de quien tiene que ayudar a los pacientes, y la asustada joven traumatizada por su vida personal.

Y en este particular universo iremos conociendo a los diferentes habitantes del centro, entre los que destacan Richi "el espantapájaros" (interpretación soberbia de Jordi Millán) y el perro Totó, al que da vida una impecable Noah Ferrera en el que es su debut actoral (habrá que seguirla bien de cerca después de lo visto en la obra). Noah representa al personaje con una mayora carencia de afecto y más "perdido", y consigue cargarlo de energía y una infinidad de matices. Una interpretación deliciosa llena de expresividad, de fuerza, de vitalidad, de ternura. Por su parte, Jordi Millán ("Otelo a juicio", "Drácula, biografía no autorizada", "Las leyes de la relatividad aplicadas a las relaciones sexuales")nos deja (en mi opinión) su mejor trabajo hasta la fecha. Su creación de Richi es un portentoso personaje lleno de taras y miedos, lo que le lleva a ser el centro de todas las escenas cómicas. Millán lleva su espantapájaros a límites desconocidos, un pobre chico destrozado por la droga que se deja llevar y consigue conquistarnos a todos. Protagoniza los momentos más delirantes de la función, con una destreza para la hilaridad que no le conocíamos.



Junto a ellos tenemos a Gillermo López-Acosta ("La importancia de llamarse Ernesto", "Drácula, biografía no autorizada", "Besarte, mirarte y follarte") como el hombre de hojalata, un publicista de éxito, heroinómano y pederasta. Un personaje oscuro y sórdido que nos inquieta en todas sus apariciones. Un hombre vulnerable, que no quiere reconocer sus adicciones y se cree por encima de todo. El actor consigue una creación compleja, la de un niño grande que no sabe tomar responsabilidades y asumir sus errores. Junto a él vemos a Alicia Rueda, que interpreta a la niña que se le aparece en sus fantasías sexuales al hombre de hojalata. La joven actriz da vida a una dulce Lolita que aparece de forma constante en la mente del publicista y que le encandila sin remisión.

La última de las habitantes del centro es Esther Roiz, que interpreta al León del cuento y tiene una relación "intensa" con Richi. Roiz consigue un personaje pasional, visceral, de gran energía. Las escenas junto a su amado son de lo más variopinto. La actriz destila sensualidad y garra, dominando las escenas con Richi y consiguiendo intimidar al resto de personajes con su carácter macarra. Para finalizar tenemos al personaje de la bruja, interpretado de forma muy convincente por Verónica Cuello ("Infidelidad", "Lógicas oníricas", "La casa de Bernarda Alba"). Cuello encarna el lado oscuro de los personajes, ese lado de su personalidad que les ha llevado a donde están. Un personaje secundario que la actriz sabe dar empaque, cargándolo de ironía y mala leche, con una siniestra presencia que deambula por la escena como un espíritu. Gran interpretación que resulta clave para el desarrollo de la obra.


Como ocurre en la mayoría de los montajes de PasoAzorín Teatro, la escenografía es sencilla y muy eficaz, dejando pleno protagonismo al elenco. En este caso nos encontramos con una serie de sillas al acceder a la sala, que serán los elementos que utilicen los personajes en las diferentes escenas, y que simboliza ese camino de baldosas amarillas por el que transita Dorothy. Ramón Paso vuelve a crear un montaje basado en el minimalismo escénico, para poder desarrollar las escenas con una mayor libertad y creando un espacio ambiguo que es a la vez parte de un sueño y de un lugar tétrico. En este punto tiene especial importancia la iluminación creada por Carlos Alzueta, que da a cada escena la textura precisa para transportarnos al lugar en el que sucede la acción. Muy reseñable el cuidado vestuario diseñado por Ángela Peirat y Sandra Pedraz Decker, dando una identidad propia a cada uno de los personajes y con unos monos morados que homogeneizan a los pacientes en las sesiones con la psicóloga. 



Una vez más, PasoAzorín Teatro vuelve a sorprendernos con un montaje que nos entretiene y nos golpea a partes iguales. Ramón Paso domina a la perfección la comedia negra, creando universos sórdidos en los que los personajes intentan buscar su propia identidad. Como suele ser habitual, el elenco es una de las bazas fuertes de la obra, un trabajo coral impecable en el que destacamos las interpretaciones de Ángela Peirat (cada vez más camaleónica), Jordi Millán (delicioso personaje y divertidísima su interpretación) y a la debutante Noah Ferrera. A todo ello hay que sumar un texto maravilloso, creado por Sandra Pedraz Decker, que sabe conjugar a la perfección la esencia del Mago de Oz con la cruda realidad de los pacientes de este centro de desintoxicación. Una verdadera delicia de principio a fin. VOLVAMOS A LOS TEATROS. LA CULTURA ES SEGURA.

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Teatro: Teatro Lara
Dirección: Corredera baja de San Pablo 15.
Fechas: Del 9 de Junio al 29 de Septiembre. Miércoles a las 22:00
Entradas: Desde 12,50€ en Teatrolara.

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