Teatro: Deje su mensaje después de la señal. Teatro Cofidís Alcázar

Cuatro mujeres con vidas muy diferentes se acaban acercando y ayudando hasta poder cambiar sus vidas. Una historia creada de la unión de cuatro piezas, o cuatro relatos que nos muestran un conjunto mucho más general, la realidad de unas mujeres a las que su vida las ha conducido por caminos muy alejados a los que deseaban. A través de los mensajes que todas ellas van dejando en el teléfono iremos conociendo sus historias, sus vidas, para ir descubriendo su lado más oscuro, aquello que las ha marcado sus vidas, de lo que intentan sobreponerse para poder continuar. 



Una historia a cuatro voces, o cuatro historias que desembocan en una sola, en la que estas cuatro mujeres consiguen dejar atrás sus pesadas cargas. Ellas han sufrido por amor, historias del más diverso pelaje que les han marcado y las que siguen arrastrando y llevando a sus espaldas. Relatos desgarradores, historias cotidianas, emociones y tristezas, dolores y engaños, que poco a poco van relatándonos para que consigamos entenderlas. Una obra que se desliza entre la ternura y el drama, entre la emoción y la tristeza, entre el amor y la soledad, entre secretos y confesiones.


Esta producción de Tanttaka Teatro es un interesante crisol sobre las mujeres, un puzle creado por cuatro realidades, marcadas por las dificultades para comunicarnos en estos tiempos de teléfonos móviles. Tanttaka es ante todo "una compañía ecléctica. Nuestra aparente indefinición de estilo define nuestra manera de entender la producción escénica: adaptar el equipo artístico de la compañía a cada espectáculo, nunca en sentido contrario". Y con esta idea han ido realizado, desde sus comienzos en el año 1983, producciones de distintos géneros, saltando del drama naturalista a la ópera bufa, de la farsa al musical. Entre sus últimos montajes destacan "El sirviente", "Soka", "Como un viento helado", "Testosterona" o "La calma mágica". Durante este año estrenan sus dos últimos montajes, "Un viaje a América" y "True West".



En esta ocasión se han fijado en la novela de la autora donostiarra Arantza Portabales "Deixe a súa mensaxe despois da sinal" que fue traducida al catellano en 2018. La adaptación de Fernando Bernués y Kike Díaz de la Rada está llena de ternura y cargada de una demoledora franqueza. El relato de las vidas de estas cuatro mujeres nos muestra los sinsabores del amor y de la propia vida, pero también las ganas de luchar, de seguir hacia adelante, de levantarse tras los golpes recibidos. Cuatro relatos que se nos van desgranando poco a poco, a golpe de mensaje en un teléfono, para conseguir una historia coral llena de empatía, amor, dolor y amistad.


Fernando Bernués ("El florido pensil", "Novecento", "Soka", "Contra el viento del norte") se encarga también de la dirección (con Sara Cózar como ayudante de dirección) con un trabajo muy meticuloso, que siguiendo un desarrollo aparentemente monótono consigue enganchar desde el primer momento. Un montaje hilvanado por las llamadas y mensajes que se dejan en el teléfono y que poco a poco van construyendo el relato. Sin fisuras, con una encomiable frialdad a la hora de hablar de situaciones muy graves y dolorosas. Fresca a la hora de abordar los momentos más dulces, con el ritmo justo que necesita cada momento, dejando respirar las escenas y marcando en cada instante en tono y la pausa que necesita cada momento vital.


La historia nos muestra a cuatro mujeres incapaces de enfrentarse a sus miedos y a sus problemas. Mujeres que prefieren confesar sus penas a un contestador automático antes de enfrentarse a las adversidades cara a cara. Ellas son Marina, Carmela, Sara y Viviana, muy diferentes pero a la vez con muchas cosas en común. Ellas buscan entenderse a si mismas y poder encajar los golpes de la vida, comprender su situación y comprender lo que les ha pasado, poder entender a aquellos que las han llevado a donde están. Pero lejos de plantarles cara, prefieren usar el buzón de voz para explicarse e intentar comprender.

Marina es una joven abogada, especialista en divorcios, que tiene que asumir que su marido la ha abandonado. Lo que era una vida perfecta parece derrumbarse ante sus ojos. Carmela es una mujer mayor, viuda, con su hijo a miles de kilómetros. Ella necesita despedirse de él, ya que tiene un cáncer y sabe que le queda poco de vida. Necesita sincerarse con su hijo y contarle lo que le lleva ocultando toda la vida. Sara es una niña bien que se ve superada por su propia vida. La cercanía de su boda la ahoga de tal manera que intenta suicidarse. La terapia puede ser su última tabla de salvación. Viviana trabaja como prostituta en Madrid, a donde llegó para solucionar un grave problema familiar. En su familia no saben a que se dedica, creen que trabaja en Ikea. Su misterioso propósito en Madrid está a punto de cumplirse y podrá cerrar antiguas heridas.


Cada una de ellas tiene una historia, un pasado, una cuenta pendiente que solventar. La obra nos va mostrando los lugares oscuros de su vida, sus miedos y sus anhelos. A modo de matrioska, la obra nos va mostrando lo que son, lo que desean, lo que necesitan. Desde sus confesiones más íntimas, iremos conociendo a estas cuatro mujeres, entrelazando momentos dulces con algunos de lo más amargo. Este relato, aparentemente deslavazado e inconexo, va cogiendo forma a la vez que se van acercando entre ellas. Sin paños calientes, nos muestran sus vidas tal y como son, con sus sinsabores y sus momentos felices, pero con la esperanza de poder cerrar todas las heridas que quedan abiertas. Ellas nos hablan de la vida, con sus errores y sus aciertos, nos cuentan sus amores y sus relaciones más tortuosas, sus sueños y sus desasosiegos. Todas ellas han vivido, sufrido y amado, pero todas ellas necesitan cerrar etapas pendientes. La vida, la muerte, el amor, la ruptura, la familia, la pena por la pérdida, todo las une y las hace más fuertes. Los mensajes que van dejando con cuentagotas en un buzón de voz las va liberando de sus cargas y nos va dejando que las conozcamos, que las entendamos, que sepamos sus razones vitales. Todo ello contado de manera impecable, con ternura e inteligencia, con mesura y con conciencia, con paciencia pero sin pausa.


Uno de los puntos fuertes de este montaje es el acertado elenco que da vida a estas cuatro mujeres en busca de respuestas. Leire Ruiz ("La casa de Bernarda Alba", "Casa de muñecas", "La importancia de llamarse Ernesto", "Que desastre de función") como MarinaMireia Gabilondo ("Los papeles de Sísifo", "La casa de la llave", "Un beso") como Carmela,  Miren Arrieta ("Mi hijo solo camina un poco más lento", "Un viaje a América") como Sara, y Oihana Maritorena ("Sinvergüenzas-Lotsagabeak", "Miauless", "Bihar jaio nintzen") en el papel de Viviana. Todas ellas le dan a sus personajes una entidad propia, un carácter muy definido, una impronta que nos hace encariñarnos con ellas al conocerlas desde sus mayores debilidades. 


Leire Ruiz nos regala una Marina deliciosa. Una mujer superada por su situación vital que pese a todo no pierde su buen talante. Una interpretación que se mueve con destreza entre la comedia (tiene momentos de lo más divertidos) y la ternura de quien se sabe vulnerable y no tiene claro el siguiente paso que debe tomar en su vida. Mireia Gabilondo interpreta a una Carmela que es todo ternura. Pese a su situación terminal no deja de ver la vida con alegría, añorando sus momentos junto al amor de su vida, y sincerándose con su hijo desde la tranquilidad de quien sabe que su futuro está escrito. Miren Arrieta es una explosiva Sara, una bomba de relojería que ni ella misma sabe como manejar. Una joven asqueada de su vida que busca desesperadamente respuestas, nuevos horizontes, señales que le marquen el rumbo que debe tomar. Y Oihana Maritorena nos muestra a una desgarradora Viviana. El papel más poliédrico de los cuatro, que la actriz sabe modelar con destreza. Desde un comienzo con la defensa alta, en el que nos cuenta, casi de forma agresiva, su vida, Viviana se va desmoronando ante nosotros, conforme nos relata la historia de su vida y lo que le ha llevado a estar donde está.


Todo esto transcurre en un impoluto espacio escénico diseñado por Fernando Bernués y Edi Naudo. Solo el sofá central de color gris rompe el color blanco del resto del espacio. Un lugar limpio, aséptico, como un limbo en el que las protagonistas pueden ser ellas mismas sin el temor a ser juzgadas. En este lugar es imprescindible el cuidado trabajo de iluminación de David Bernués, para conseguir dar a cada escena la tonalidad necesaria. También es muy importante el vestuario de Ana Turrillas, único punto de color de la escena, que nos ayuda a conocer un poco mejor a estas cuatro mujeres. Completan las escenas (o más bien los intervalos entre cada una) las imágenes proyectadas, creadas por José Ibarrola


En definitiva, estamos ante un montaje brillante, lleno de momentos inolvidables, que baila con destreza entre la comedia y el drama. Una obra de marcado carácter, en el que cuatro personalidades de lo más distintas consiguen acercarse, ayudarse, complementarse, para empujar unas de otras y seguir con sus vidas, a pesar de las adversidades. Una preciosa comedia dramática, un relato vital preciso y precioso, que nos muestra la vulnerabilidad y la fuerza de cuatro mujeres que son capaces de sobreponerse ante al adversidad. Una delicia que esperemos se quede mucho tiempo en cartel. VOLVAMOS A LOS TEATROS. LA CULTURA ES SEGURA.

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Teatro: Teatro Cofidís Alcázar
Dirección: Calle Alcalá, 20.
Fechas: Del 18 de Agosto al 12 de Septiembre. Miércoles y Jueves 20:30, Viernes y Sábado 20:00, Domingos 19:00
Entradas: Desde 12€ en gruposmedia.

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