Conocemos varios de los poemas que encierra; son de una grandiosidad y de un dinamismo que escapa a toda descripción. [...]
La sala de la Residencia —que ya he descrito— adolece de fluidos amistosos y hospitalarios, y, para dar tiempo a que la salva de aplausos con que se le recibe dé toda su medida, pone orden en la mesita tras de la cual tomará asiento. Traslada la garrafa de agua a otro sitio, coloca el vaso —que se hallaba boca abajo sobre su gollete— al lado de ella, retira un poco el florero, cuyos claveles olfatea, y coordina sus papeles. No estaría más tranquilo ni más sereno en su casa rodeado de su familia.
Me encuentro sentado al lado de Vicente Huidobro, que está simpático y comunicativo, sin dejar de asumir una actitud de importancia: de juez o de crítico de gran clase.
En las filas paralelas a la nuestra se encuentra toda la elite intelectual; la de ayer, la de hoy y la de mañana: las alas nuevas que se entreabren. Federico toma la palabra en forma deslumbrante desde el primer momento."
(Carlos Morla Lynch, 1958)
…Deslumbrante desde el primer momento, como así fue la puesta en escena que Alberto San Juan nos ofrece junto a La Banda. Uno de los trabajos mas bellos que nunca he presenciado, una carga emocional fuera de toda lógica, el poeta parecía estar allí y en cada verso, imágenes que en ocasiones era incapaz de comprender de tan insondable como es su verso y su prosa. Es admirable, como no es importante la razón, ni siquiera el idioma, un carácter étereo nos transporta.
Creo que nunca alcanzaremos a comprender todo lo que Federico García Lorca nos quería contar. Ian Gibson, es un grato ejemplo que lleva toda una vida estudiando a Lorca y cuenta, que siempre hay algo mas por conocer en este genio. Poeta, dramaturgo, actor, músico y añade, con don de gentes.
Alberto San Juan dirige e interpreta una puesta en escena con múltiples aristas, a la hermosura del verso se unen las múltiples tonalidades del gesto, los matices de su voz y la intensidad de su cuerpo y su transitar. San Juan nos lleva, junto a él, espectadores vívidos por conocer más, por ahondar en ese pozo sin fondo.
Los anhelos, la incertidumbre, la pena acompañan al rostro del actor que viaja y nos hace viajar, que nos mira pero no nos hace complices, porque aun creo seguimos sin estar preparados para tanta belleza. Para comprender que extrapola una crisis individual a una crisis que es mundial. Y así, continúa narrando la arquitectura de Nueva York, el fango, la ignominia, las diferencias raciales, las multitudes, el capitalismo que pisa, pesa y destruye todo concepto humanista. Vemos tintes de su depresión generando un todo con lo que ve. Llega el crack del 29, Wall Street.
Lorca continúa, ávido por conocer, siempre parece que vive sabiendo que su tiempo puede acabarse, y San Juan nos mira, parece conocer su final en realidad. Eso es lo que yo veo en él.
Iremos con Alberto a Harlem, negros tocando en lugares en los que nunca podían asistir como público y nos damos cuenta, quizá tarde, del simbolismo del magnifico jazz que le acompaña durante toda la obra. Son tantos los matices, es tan potente el viaje, que como les decimos setenta minutos se pasaron en un pestañeo.
Seguimos viajando y la música sigue sonando, acompañando, acoplandose a la voz, al baile, al movimiento y San Juan se funde en La Banda fisica, artística y espiritualmente. Claudio Casas en la guitarra, la batería a menudo foco de la mano de Gabriel Marijuan, junto a Miguel Malla en saxo y clarinete y Pablo Navarro en contrabajo. Musica en directo, viva, sagaz compartiendo el viaje, transportandonos a sensaciones a lugares. Y parece avivarse si cabe en Harlem, homenaje a la rebeldía y la lucha de los oprimidos.
Nosotros continúamos aprendiendo de esta clase magistral y me empiezo a preguntar ¿Cómo fue posible lo que devino años después? Es un pensamiento recurrente, supongo inevitable. Volvamos a Nueva York.
Vamos a visitar a unos amigos al campo, no les desvelaremos ni el nombre del lago junto a la casa, que por su puesto y casualmente está dotado de valor simbólico. Varios días, en los que llega la tranquilidad, escribirá, leera Doña Rosita la soltera a los anfitriones, y sobre todo volveremos a su infancia a su Granada.
Imaginense el trabajo de San Juan hasta este momento, no han pasado sesenta minutos y nos están dando el mayor que regalo que puede haber y que no sucede todos los días. Un trabajo actoral de primer orden, en el que no se me ocurre un “pero” por mucho que lo intentase. Poesia, musica en directo y viajar junto a Lorca. Raúl Baena, juego de luces, dando protagonismo a La Banda, quitando y poniendo el foco en Lorca. Negritud en ocasiones, luz plana, rojizas. Protagonismo a la palabra, a la persona, pero también a las sensaciones a los lugares y al propio viaje. No se puede pedir más.
Nos vamos a la Habana, el tiempo en el que Lorca pudo vivir de su trabajo y expreso en varias cartas a su familia que estaba siendo realmente feliz, un aura de libertad que nunca había vivido y Alberto San Juan, baila al son y su tono cambia “Mi coral en la tiniebla/ Iré a Santiago” y recuerda a su Granada y el público se funde introspectivamente en el son, inevitablemente puesto en pie para aplaudir una puesta en escena admirable, que invita a seguir investigando a continuar conociendo la historia. Un homenaje al poeta, a la cultura a comprender el simbolismo de la música que escuchamos.
Una clase magistral.
Teatro: Teatro Bellas Artes
Dirección: Calle del Marqués de Casa Riera 2.
Fechas: Del 18 de octubre al 22 de noviembre de 2021
Compra de entradas TeatroBellas Artes. A las 20:00 horas desde 17€
Reparto:
Alberto San Juan
Claudio de Casas - Guitarra
Pablo Navarro - Contrabajo
Gabriel Marijuan - Batería
Miguel Malla - Saxo y clarinete
Ficha artística
Dirección: Alberto San Juan
Iluminación: Raúl Baena
Fotografías: Miguel Pla
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