Teatro: Desde aquí veo sucia la plaza. Naves del Español.

Una tradición tan surrealista como la de tirar una cabra desde un campanario, se merecía un montaje tan esperpéntico y original como "Desde aquí veo sucia la plaza". Un hilarante espectáculo que no deja de sorprender desde su hilarante comienzo a su sorprendente final, con una ingeniosa secuencia de escenas que no dejan de provocar las carcajadas y aplausos del público. Una bendita locura que nos muestra desde un prisma muy peculiar uno de los hechos más casposos y vergonzantes de nuestras fiestas tradicionales. Porque la visión que esta trilogía nos da sobre nosotros mismos es delirante, abrumadora, torrencial.


Esta divertida comedia navega entre Berlanga y Muchachada Nui, en ese humor negro neorrealista que enlaza perfectamente con la mejor tradición cómica española. Este montaje, y en general toda la trilogía, nos saca las vergüenzas, hace un ácido y sarcástico retrato de la más pura esencia de lo que somos como sociedad. La historia toma como punto de partido un hecho puntual, una tradición, para cubrirla con todo el surrealismo y humor absurdo al que nos tienen acostumbrados sus creadores. Es la radiografía de "un país donde llega más rápido el chiste que la mala noticia". En la más pura tradición de los genios de humor, "la escritura de los espectáculos parten de hechos reales acaecidos a nuestros compatriotas". El propio Gila estaría orgulloso de escenas tan desconcertantes y absurdas como la llamada telefónica entre el alcalde y un alto miembro de su partido.


La Compañía Club Canibal es la responsable de esta brillante visión de lo que somos como país. El montaje se estrenó en las Naves del Español dentro del Festival FRINGE, y se encuadra dentro de la delirante "Trilogía Crónicas ibéricas". La compañía, formada por Vito Sanz, Font García, Juan Vinuesa y Chiqui Carabante, nos muestra en estas tres entregas su particular visión de nosotros mismos, desde una óptica muy particular que los ha convertido en todo un referente de la escena nacional. Esta es una trilogía que nos habla de lo español, "una crítica descarnada sobre la idiosincrasia de este país. Con la cercanía y el cariño de los que no pueden evitar ser hijos de esta patria". Con esta ácida definición la compañía nos define lo que es su trabajo. Una contundente reflexión sobre la identidad, nuestras tradiciones y nuestras peculiaridades. La obra se mueve con sutileza sobre las "líneas rojas para defender una creencia". Para ellos es una "investigación a través de una realidad que, deformada, no deja de enseñarnos más sobre nosotros mismos".



Chiqui Carabante es el autor y director de este desaforado y delirante montaje, en el que "la realidad deformada es la herramienta para presentar una ficción crítica de nuestro entorno". Con esta "Desde aquí veo sucia la plaza" trataron de dar su particular visión sobre una de las tradiciones más bárbaras de nuestro país (aunque tuvieran muchas donde elegir, como el ejemplo de los toros, que tanto se nombra a lo largo del montaje). La "fiesta" de La Volá, o el cruel sacrificio de una cabra para el simple divertimento del pueblo. Como queda bien claro en esta pieza, fuera del pueblo en el que ocurre, el lanzamiento de la cabra desde el campanario de la iglesia se ve como una aberración. Por contra, el pueblo jadea el momento en que se arroja al animal y celebra con júbilo el sacrificio. Este ejemplo de lo que es la España más tradicional, más cañí, lo plasma con maestría Carabante con unos personajes deliciosos, cargados de crítica y con el humor más desaforado


La obra es una concatenación de escenas a cual más surrealista y absurda, que va tejiendo una historia en la que conoceremos al alcalde del pueblo, al viejo cacique, a las mujeres que jalean la Volá o al cabrero del pueblo. Pero también podremos ver, en este increíble collage de personajes imposibles (o reales pero llevados al extremo), al actor frustrado que vuelve al pueblo tras no triunfar en Madrid, a los jefes del partido político del alcalde, a altos mandatarios de la Unión Europea... y hasta tricornios azules, todo un espectáculo grotesco y gamberro. La realidad de este país nuestro visto por los ojos del Club Canibal es lo más parecido a mirarnos en un laberinto de espejos, en el que dependiendo donde te mires la imagen que recibes es más caricaturesca que la anterior.




La historia nos traslada el peculiar pueblo de Villanueva de la Faca. Allí todos los meses de Junio, bajo el abrumador calor que asola el pueblo, se lanza una cabra desde el campanario de la iglesia como plato fuerte de las fiestas, para regocijo de todos sus habitantes. La denominada "Volá del chivo" es el evento del año en el pueblo. Pero este año todo puede cambiar. Puede que no haya volá. El alcalde ha recibido una llamada de un miembro de su partido, el que gobierna en el país, diciéndole que por presiones europeas el Gobierno ha decidido prohibir la celebración. Lo que en pueblo se ve como una bonita tradición fuera de allí se considera barbarie. Lejos de acatar las órdenes, ni el alcalde ni sus conciudadanos más ilustres están dispuestos a que este año no se vea volando a la cabra por encima de los tejados del pueblo. Ni corto ni perezoso, el alcalde (acompañado de su peculiar primo actor) se dirige a Bruselas para intentar convencer a los miembros del Parlamento Europeo de la conveniencia de que se realice el acto. Una lucha épica que defienden como "la identidad más auténticamente española". Como era de esperar, la quijotesca batalla no obtiene resultados, por lo que el alcalde tendrá que sacrificarse él mismo para demostrar que la tradición es inofensiva y que debe perdurar. "Un salto al vacío por la identidad ibérica".



Y todo este embrollo lo ponen en escena unos impecables actores, como sonFont García ("La valentía", "Carne viva", "Marca España", "Nosotros 2023"), Juan Vinuesa ("La geometría del trigo", "Paloma negra", "Shock" y "Shock 2") y Vito Sanz ("Atraco, paliza y muerte en Agbanäspach", "Que desastre de función (por delante y por detrás)", "Johny & Kid", "Álvaro y la fuerza del vino"). Tres actores capaces de desdoblarse en infinidad de personajes y mantener en cada uno de ellos la frescura y singularidad que requiere el momento. Un alarde de interpretación, de mutación, de descaro, de desparpajo, de comedia hilarante. Los tres se compenetran a la perfección, saben buscar el punto del compañero, complementar cada escena para conseguir un trabajo de elenco minucioso, preciso, compacto. La química que tienen les hace conseguir de cada escena un sketch más brillante que el anterior, una locura más desbordada, una situación más hilarante y surrealista.



Font García interpreta (además de otros pequeños papeles) al alcalde del pueblo. Un personaje que se va transformando ante nuestros ojos, entrando en ebullición por momentos. El actor nos deja momentos maravillosos de un personaje que se ve desbordado por la situación, que se sube a la ola que le marcan sus conciudadanos, ante sus últimas consecuencias. Una interpretación impecable, contenida en su justo momento, sobreactuada cuando la escena lo necesita

Juan Vinuesa hace todo un alarde de transformaciones, sorprendiéndonos con infinidad de papeles, a cada cual más excesivo y esperpéntico. Desde un cabrero al anciano del pueblo (vaya dos joyas de personajes), de una de las mujeres que acuden a la volá a la secretaria quisquillosa del alto mando del partido. Cada uno de los papeles que nos regala Vinuesa son oro puro, desplegando en cada uno toda su vis cómica y demostrando que es uno de los actores más polivalentes de nuestro país.

Vito Sanz nos sorprende con uno de los personajes más tiernos de la obra, el apocado primo actor, que se ve superado por todas las situaciones. Una delicia de personaje tratado desde la caricatura más extrema. Sanz transita, como Vinuesa, muchos personajes de lo más variopinto, desde la cabra a la mujer del alcalde, pasando por el alto cargo del partido que intenta parar la volá. Un maravilloso ramillete de personajes maravillosos, caricaturescos, desbordantes, surrealistas. Una interpretación soberbia en la que sabe medir los excesos en cada momento y estar comedido cuando es necesario.


Y junto a estos tres actorazos podemos ver en escena a Pablo Peña, creando toda la música y los sonidos ambientales que recorren toda la obra. Un trabajo impresionante por su complejidad, que nos pasa casi desapercibido por la vorágine de la historia. En una esquina del escenario, en penumbra, va tejiendo todo un entramado de sonidos que componen la base sobre la que desarrollan todas sus peripecias los actores. Todo esto en un espacio escénico mutable, diseñado por Walter Arias. Al acceder a la sala ya podemos apreciar que va a haber movimiento. Todos los elementos escénicos se encuentran en la periferia del escenario. No nos equivocábamos, los propios actores van creando los pequeños lugares por los que transcurre la historia, en un ir y venir de los objetos y de los actores por toda la escena. Para este continuo cambio de foco en el espacio es fundamental la iluminación creada por Nerea Castresana, que consigue ser tan dinámico como la propia historia y seguir en endiablado movimiento de los actores (y en algunos casos parece imposible seguir al hiperactivo Juan Vinuesa). Por último, el vestuario creado por Salvador Carabante es fantástico, capaz de colocar a los personajes en una situación de ridículo que hace enfatizar la singularidad de cada momento. 



Es el comienzo de una trilogía apabullante, desconcertante, rompedora, desternillante. Una visión muy particular de esta España nuestra, que tanto nos gusta y que no deja de avergonzarnos con acontecimientos como el que se cuenta en esta obra. El Club Caníbal se ha convertido en todo en un referente por su modo tan singular de hacer teatro. Habrá que estar atento a su próximo estreno, "Alfonso el Africano", en el Teatro María Guerrero (del 14 de Noviembre al 26 de Diciembre). Una obra que nos deja con ganas de más, por lo que estamos deseando poder asistir a las otras dos piezas de la trilogía. Pocas propuestas encontrarán que los sorprendan y les haga reír tanto como esta. Porque este país nuestro tiene estas cosas. Berlanga y Jose Luis Cuerda estarían orgullosos de estos kamikazes que hacen de cada montaje un mundo singular. VOLVAMOS A DISFRUTAR DE LOS TEATROS LLENOS. LA CULTURA ES SEGURA.

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Teatro: Naves del Español
Dirección: Paseo de la Chopera 14.
Fechas: Del 30 de Septiembre al 10 de Octubre. De Martes a Domingo a las 19:30
Entradas: Desde 12,80€ en NavesMatadero. Programa de mano.


FICHA ARTÍSTICA

Dirección y dramaturgia: Chiqui Carabante

Con Font García, Juan Vinuesa y Vito Sanz

Música en directo: Pablo Peña

Diseño de espacio escénico: Walter Arias

Diseño de vestuario: Salvador Carabante

Diseño de iluminación: Nerea Castresana

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