Teatro: El libro de Sicilia. Teatro María Guerrero

En estos tiempos oscuros en los que la Tierra nos sigue dando avisos de que está a punto de colapsar. En estos días en los que miramos con horror y estupor lo que ocurre en la Palma con la erupción del volcán. Es el momento de acercarnos a "El libro de Sicilia", una interesante reflexión sobre los daños colaterales que deja tras de si una catástrofe natural. Un impactante relato sobre la pérdida de identidad de un lugar, sobre el vacío que deja en el ser humano la usurpación del territorio, sobre la lucha de un pueblo por mantener viva la llama de su esencia.




El mismo lugar, dos instantes muy diferentes. En el primero el caos y la destrucción lo invade todo. En el segundo se intentan cerrar las heridas creadas por el primero, haciendo del pueblo un lugar especial, un espacio de encuentro colectivo, un santuario sobre el que volver a nacer. Un territorio devastado por un terremoto resurge de sus cenizas para convertirse en lugar de peregrinación para fiestas clandestinas, pero un halo de misterio lo invade todo y hay personas que quedan ancladas al lugar. Dos hechos separados por décadas que nos muestran como un mismo territorio puede marcar de formas muy distintas a las personas que lo habitan.


Esta producción del Centro Dramático Nacional nos habla de la importancia del hogar, del espacio colectivo en el que nos relacionamos y vivimos. Todos los recuerdos quedan sepultados por un terremoto, que deja huérfanos a los habitantes del pueblo. Este hecho es el reflejo de lo importante que es el territorio que habitamos, y lo traumático que puede llegar a ser el tener que abandonarlo. El dolor por la pérdida de las raíces, de los recuerdos, de las tradiciones, de los vínculos. Ya sea por consecuencia de una catástrofe natural o por una guerra, el tener que huir del hogar para convertirse en nómada o refugiado en otro territorio deja marcas y heridas que son difíciles de cerrar. El hogar, en el más amplio sentido de la palabra, nos enraíza con la tierra, y su desvinculación puede ser traumática. 



Pablo Fidalgo ("O estado salvaxe. Espanha 1939", "Habrás de ir a la guerra que empieza hoy", "Anarquismos", "Daniel Faria") es el autor y director (con Matteo Binci como ayudante de dirección) de esta pieza que nos vincula directamente con la tierra, con nuestros orígenes, con la necesidad del ser humano de pertenecer a un lugar, del dolor de un pueblo que es expulsado de su hogar. El autor nos divide la obra en dos secuencias temporales muy distintas, pero que se llegan a unir en su esencia. Comenzando por la más cercana en el tiempo, el autor refleja ese momento de resurgir del pueblo devastado por el terremoto. Un lugar que se intenta regenerar con unas fiestas clandestinas en las que la gente pasa allí tres días enteros para impregnarse del lugar. Esta primera parte, de corte performático, nos muestra a dos de esos chicos que acuden a la fiesta y se quedan enraizados en el lugar.

En la segunda parte de la obra viajamos al hecho que convirtió al pueblo de Gibellina en lo que se encontraron las personas que fueron a la fiesta clandestina. En el año 1968 hubo un terremoto en la zona que dejó destruido el pueblo y obligó a sus habitantes a vivir en un campamento montado en un lugar cercano, durante varios años. Primero fueron tiendas de campaña, luego barracones, pero todas las promesas sobre la reconstrucción del pueblo no se producían. Este relato nos lo cuenta uno de los habitantes de Gibellina, que nota como una parte de si mismo se quedó en ese lugar, el que consideraba su hogar. Suya fue la iniciativa de promover las fiestas en ese emblemático espacio.



El propio autor de la obra escribe estas líneas como introducción a su pieza, una mezcla de declaración de intenciones y sinopsis de lo que es la obra. Una carta de amor a Sicilia, a la tierra, al lugar. Un grito de socorro al mundo, para visibilizar las repercusiones que conlleva nuestro modo de vida, que está dañando de muerte a la Tierra. Una misiva que nos deja muchas preguntas en el aire, un puzle que debemos intentar reconstruir entre todas.

Querido Nicoló

He estado viajando por Sicilia durante años, casi siempre solo, tomando notas, escribiendo, mirando, pensando, corrigiendo. Cuando llegué esta vez a Sicilia, el 12 de Marzo, el Etna estaba en erupción. Fuimos hasta las faldas del volcán para sentir la tierra, pero era un día de lluvia y niebla y no conseguimos ver mucho. Un amigo de Catania nos dijo que en esos días las personas estaban nerviosas y que la actividad del volcán se sentía completamente en el día a día, en las caras y en los cuerpos. Eso es lo que siento en Sicilia desde siempre. La isla vive todavía en esa idea del tiempo, atendiendo al sol y a las horas del día, dentro y fuera del sistema. 

Tu me has hecho llegar el sentido de la tragedia como otros te lo hicieron llegar a ti. Yo he encontrado aquí la fábula, los sueños y la resistencia a la muerte. En esta obra, vamos a hablar de cosas de las que nadie habla ya. Vamos a hablar del destino de un pueblo, de la herencia del 68, del sentido de la tragedia hoy, de los teatros griegos donde nació este oficio. Gibellina alberga todas las contradicciones, toda la fascinación y la alucinación, la belleza y el espanto, el esplendor y la ruina. Ludovico Corrao escribió un texto titulado "La reconstrucción" que es un metáfora infinita y esa frase guía este trabajo y todo el proceso que hemos hecho hasta llegar a Madrid. Algunas personas dicen que Corrao, el día que presentó el proyecto del nuevo pueblo, explicó que esa noche había tenido un sueño, una visión, y que había visto fuegos encendidos en el viejo lugar de Salinella, donde finalmente fue reconstruido el pueblo. Esta noche las luces del pueblo están apagadas y hay un Siroco salvaje que parece enloquecer a las personas y a los perros. Siento que todo encierra un significado oculto que no se puede comprender si no se vive aquí. El proyecto de este pueblo, como el de Sicilia, como el de Europa, es un sueño difícil de creer, pero ¿Por qué no creérselo un poco más?



La obra parte del hecho acaecido el 15 de Enero de 1968, de madrugada, cuando un terremoto devastó el valle de Belice (Sicilia) dejando más de 500 muertos y todos los pueblos destruidos. Dos años después de la catástrofe se hizo una vigilia frente a las ruinas de Gibellina a la que acudieron algunos de los más importantes intelectuales del país. Este acto fue el comienzo del cambio para los habitantes del pueblo, que por aquel entonces estaban viviendo en un barracones improvisados. El pueblo se reconstruyó a unos kilómetros de su ubicación original. Las ruinas del pueblo se convirtieron en un proyecto de Land Art del autor Alberto Burri, al que se denominó Cretto di Burri y que desde su construcción se convirtió en un memorial sobre la historia del valle


Por su parte, Nuova Gibellina fue creando su propia historia, convirtiéndose en la sede de uno de los festivales de teatro más importantes del país. En esos años, Nicoló Stabile, superviviente del terremoto y habitante de la nueva ciudad, conoció y vivió de primera mano el oficio del teatro. Tras vivir en Bruselas y Roma, regresa en 2010 para hacer de su añorado pueblo un lugar mágico en el que se desarrollan fiestas clandestinas, en las que se fomenta el respeto por el lugar (los asistentes se comprometen a limpiar el recinto de la fiesta al acabar el evento).

Nicoló nos va transmitiendo sus vivencias y sensaciones a lo largo de todo este periodo. Nos hace reflexionar sobre el lugar, sobre los recuerdos, sobre la necesidad de tener un hogar, sobre la memoria. A lo largo de su testimonio nos sobre vuelan infinidad de preguntas ¿Qué significa hoy hacer memoria, reconstruirse o renacer? ¿Cómo nos define la geografía donde vivimos? ¿Qué puede hoy el teatro? ¿Qué puede hoy el Mediterráneo? El narrador nos habla de Sicilia como paradigma de lo que es el sur de Europa. Un territorio límite, frontera de dos mundos, símbolo de un modo de vida que "no acaba de encajar porque quizá no quiere hacerlo". Sicilia como lugar de encuentro, de entrada de diferentes civilizaciones. Sicilia como epicentro de mucho y aislada de todo. Como podemos leer en la sinopsis de la obra, "si una idea de Europa existe todavía, quizá tenga que empezar por Sicilia".



La obra, como ya hemos dicho, se divide en dos partes claramente diferenciadas. En la primera, dos personas acuden a la fiesta que se organiza en Gibellina y se transforman. Esas dos personas son interpretadas en la obra por Cecilia Arena y Lautaro Reyes. Una serie de coreografías, de bailes desenfrenados, de meticulosos movimientos, que hacen de esta primera parte de la historia una composición visual preciosa, en el que dos dos actores se compenetran a la perfección. Una secuencia de movimientos que sin casi tener texto (salvo un monólogo inicial de cada uno de ellos) consigue transmitirnos todo ese cúmulo de sensaciones que tienen al estar en ese lugar.

La segunda parte de la obra la interpreta Nicoló Stabile interpretándose a sí mismo y contando en primera persona sus vivencias como superviviente del terremoto. Si testimonio resulta desgarrador, no tanto por el hecho en sí, sino por las heridas que ha dejado en él. La pérdida del hogar, la vida en un lugar hostil (el campamento situado temporalmente hasta el nacimiento de Nuova Gibellina) y sus continuos intentos por revivir aquel lugar. Desde muy joven trabajó en el proyecto de reconstrucción de la ciudad (a las órdenes de Ludovico Corrao, alcalde de la localidad), en la realización de la intervención artística que realizó Alberto Burri. Más tarde fue uno de los precursores de las fiestas que se hacían en ese mitificado lugar.


Junto a los actores, tenemos en escena al omnipresente músico F.M. Fortuna, que crea durante todo el montaje el ambiente preciso para trasladarnos de lleno a esas fiestas clandestinas, a esos parajes abandonados, a esa continua búsqueda por la identidad del lugar, el viaje de regreso al hogar. Fortuna interpreta todas las piezas musicales en directo, pero también nos canta desgarradoras piezas para ponernos en contexto de los diferentes momentos vitales de los personajes. Junto a los cuatro intérpretes tenemos una árida escenografía diseñada por Cecilia Molano (encargada también del vestuario), simulando el pavimento de la obra de Land Art que ocupó el lugar de Cibellina. Todo ello presidido por una gran pantalla en la que se van proyectando imágenes de los hechos que se van sucediendo en escena. Impecable la tenue iluminación de Paloma Parra, a mitad de camino entre el misterio y la decadencia.


En definitiva, estamos ante una interesante pieza que nos habla de la memoria, de la pérdida, del dolor por ser arrancado de tu lugar. La idea de un espacio que tiene identidad propia y va marcando las distintas etapas de la Historia, así como a la gente que por allí transita, consiguiendo traspasar los límites del mero espacio para convertirse en algo más, en un hogar que se impregna y marca para siempre. Más allá del relato en sí, nos deja interesantes reflexiones sobre lo que somos como sociedad, como especie, como animales de costumbres. Bella en la forma y compleja en el fondo, no dejará indiferente a nadie. Sicilia como ejemplo de los límites infinitos que marca el Mediterráneo, ten cerca de todo y tan alejado del vecino de enfrente

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Teatro: Teatro María Guerrero
Dirección: Calle Tamayo y Baus 4.
Fechas: Del 8 al 31 Octubre. De Martes a Domingo a las 18:00.
Entradas: Desde 12,50€ en Entradasinaem. Programa de mano
Encuentro con el público el 14 de Octubre.


EQUIPO

Texto y dirección

Pablo Fidalgo

Dramaturgista

Lázaro Gabino Rodríguez

Reparto

Cecilia Arena, Lautaro Reyes y Nicolò Stabile

Escenografía y vestuario

Cecilia Molano

Iluminación

Paloma Parra

Espacio sonoro y música

F.M. Fortuna

Colaboración artística

Amalia Area

Ayudante de dirección

Matteo Binci

Ayudante de escenografía y vestuario

Almudena Bautista

Profesora de castellano

Nuria Heras

Traducción de video

Lucía Martínez Pardo

Fotografía

Luz Soria

Tráiler

Bárbara Sánchez Palomero

Alumna en prácticas

Carla R. Cabané (UAM)

Diseño de cartel

Equipo SOPA

Realización de vestuario

Naldi Rodrígues

Producción

Centro Dramático Nacional

Colabora

Istituto Italiano di Cultura



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