Teatro: RIF (de piojos y gas mostaza). Teatro Valle-Inclán.

Es muy necesario conocer nuestra historia, para entender un poco mejor nuestro pasado y saber lo que somos realmente. Por eso es tan interesante este montaje, en el que se nos cuentan las andanzas de tres soldados en la guerra del RIF, con las consecuencias que este conflicto trajo para nuestro país. De impecable formato, la historia se desarrolla con pequeños paréntesis musicales a modo de sátira sobre lo que acaba de ocurrir en escena. Una crítica mordaz que no deja títere con cabeza, para mostrarnos de forma clara y sin rodeos lo que es uno de los episodios clave de nuestra historia reciente.


Impactante, corrosiva, emotiva, desgarradora, épica, demoledora. Así fueron los primeros años del pasado siglo y este montaje es un fiel reflejo de una sociedad corrupta que sucumbió ante su afán colonialista. Es precisamente el tema del colonialismo el que los autores de la obra plantean como "el origen de todo lo que sucede en el presente, el capitalismo salvaje, la destrucción del planeta y los totalitarismos que provocan guerras y genocidios". En un siglo plagado de conflictos bélicos estas "guerras coloniales que fueron antesala y campo de prueba de lo que luego vino a devastar a la propia Europa". Un interesante relato para ser conscientes de donde comenzó la espiral de violencia que arrasó todo nuestro continente, siempre marcado por la avaricia, la codicia y el ansia de poder de las clases más acomodadas, necesitadas siempre de acapararlo todo sin mirar por el prójimo.


Esta coproducción del Centro Dramático Nacional, Micomicón y A Priori, es el cierre de una trilogía en torno a la memoria histórica que Laila Ripoll y Mariano Llorente comenzaron en el año 2015 con la maravillosa "El triángulo azul" (Premio Nacional de Literatura Dramática), un homenaje a los deportados españoles en el campo de concentración de Mauthausen. La segunda pieza de este recorrido por lo más oscuro de nuestro pasado reciente fue "El bosque se espesa", que en el año 2017 nos hablaba de los desaparecidos en las fosas comunes y en las cunetas. Los tres montajes nos hablan con la perspectiva de nuestro tiempo sobre los hechos que marcaron el pasado siglo en nuestro país, dentro de una Europa convulsa que permaneció ajena a muchos de estos hechos.


El texto escrito por Laila Ripoll y Mariano Llorente es el fiel reflejo de una España decadente, al borde del abismo, en una continua conspiración, que se movía sobre un polvorín que no tardó en estallar. Los autores se hicieron la siguiente pregunta como premisa inicial para abordar la obra: ¿Qué derecho tenía España a colonizar y explotar el Rif?. Esta cuestión, que podría aplicarse a muchos de los conflictos bélicos más recientes, les lleva a crear una historia que se ha de "entretejer con humor y tristeza" para intentar alcanzar la magnitud de lo que allí ocurrió sin llegar a ruborizarnos ante las atrocidades que allí se sucedieron. Los autores reconocen que "no encontramos otra salida que el sarcasmo y el dolor para desvelar la incontenible corrupción del estamento militar y su ridícula hombría, además de la rapiña de aquellos gobernantes y de las compañías mineras. Pero también para traer al escenario la conmoción de todo un país, de charanga y pandereta como diría el poeta, que vio cómo sus hijos eran enviados a morir por nada, y obligados a matar a unos nativos que eran tan desagradecidos y tan pobres como ellos y que tenían todo el derecho a proteger su tierra".



La historia transcurre entre el drama más agrio y el humor más corrosivo, con momentos musicales que se intercalan casi a modo de momentos publicitarios, para destensar y relajar el ambiente. La eficaz dirección de Laila Ripoll mide cada escena con precisión, enlazando cada momento de la historia con gran maestría, dejándonos en todo momento con la sensación de estar presenciando una precisa radiografía de lo que fue un oscuro periodo de nuestra historia. Para la directora "no hay que olvidar ni celebrar, solo poner en conocimiento del público todo lo que pasó y las consecuencias que trajo para España, desde la huida de Alfonso XIII hasta la dictadura". Le montaje transita entre lo épico y el costumbrismo, con una descarnada crítica a estamentos como el ejército, la política, la monarquía o las compañías mineras, para mostrar como al final son los soldados y los habitantes del propio territorio invadido los únicos damnificados por el conflicto, al que se ven abocados por esas mismas élites.


La historia nos muestra la historia de tres soldados del ejército español que coinciden en el Rif después del llamado Desastre de Annual (ocurrido el 22 de Julio de 1921), una auténtica masacre que sirvió como desencadenante de muchos de los acontecimientos que marcaron el siglo XX en nuestro país. Estos tres jóvenes son una pequeña muestra de lo que era la juventud española de aquella época. Los tres fueron arrancados de su casa, empujados a una guerra que no entendían, para compartir miserias con los rifeños que se unían al ejército español para huir de la miseria y tener al menos algo que llevarse a la boca. Un recorrido a lo largo de las andanzas de estos tres chicos, de sus penurias y sus conflictos, de sus miedos y sus afinidades. A través de sus vivencias recorreremos lugares como Igueriben, Zeluán o el Monte Arruit, tristemente conocidos por los sangrientos hechos que allí ocurrieron. Este periplo nos llevará hasta el alzamiento militar de 1936. A lo largo de esta historia conoceremos al mismísimo Francisco Franco, así como a diputados, altos militares o al rey Alfonso XIII, pero también a personajes más mundanos como cantineras, periodistas, caídes, prostitutas, militares de todos los rangos e incluso famosos artistas del cine de la época.  



Como podemos leer en la sinopsis de la obra, "con ellos vamos a visitar, como si de una pesadilla grotesca se tratara, el café cantante y el blocao, el pasodoble y el almuédano, el aduar y la marcha militar, el prostíbulo y el barranco, el casino, la aguada, la emboscada, los negocios sucios, la valentía de algunos, la vileza de muchos, el miedo de la mayoría, la bayoneta, la gumía, la carabina, la sed insoportable, el cuerpo calcinado, la cabeza cortada, las entrañas, en fin, de una guerra innecesaria, injusta y cruel, que causó miles de muertes de españoles y rifeños, utilización de gases tóxicos incluida, y con unas consecuencias cruciales en el devenir del siglo XX". El preciso enfoque que se hace de aquellos días nos muestra con precisión un mundo decadente, corrompido, abocado al desastre. Todo un crisol de grotescos personajes nos muestran un perfecto collage de lo que fue el conflicto, en el que los poderosos solo buscaban hacer negocio mientras los débiles se jugaban la vida en condiciones lamentables. Uno de los episodios más oscuros de nuestra historia reciente, contado con la crudeza y la vehemencia necesarias para que seamos conscientes de la gravedad de los hechos, pero siempre aderezado con el punto de humor necesario. 



Uno de los puntos fuertes de este montaje es la capacidad y versatilidad de un elenco hiperactivo a lo largo de toda la función. En torno a la figura de Antonio y Martín, dos jóvenes soldados que se harán inseparables con el paso del tiempo, iremos conociendo a toda una serie de personajes de todo pelaje y estatus. Mateo Rubistein ("Barro", "Vidas enterradas", "La fundación") da vida a Antonio, un joven pueblerino que llega al Rif sin saber donde se mete y con la inocencia del que no ha salido nunca de su pueblo. Jorge Varandela ("El triángulo azul", "El público", "La judía de Toledo") interpreta a Martín, su compañero de penurias y su máximo apoyo en los momentos difíciles. Varandela hace un impecable trabajo, interpretando también a Harold Lloyd y Alfonso XIII en dos momentos memorables dentro de la obra. Una pareja que funciona a la perfección, con unos roles muy diferenciados que los convierten en un dúo muy entrañable, al que vemos indefenso durante toda la historia.


Del resto del reparto hay que destacar la presencia escénica de Arantxa Aranguren ("Donde el bosque se espesa", "Atlas de geografía humana", "La viuda valenciana"), impecable en sus papeles de Paca, María Victoria de Melilla y de Odalisca. La escena del fotograma que tenéis sobre estas líneas es desgarrador, una de las escenas más conmovedoras y a la vez más duras de la obra. En ella vemos también a Sara Sánchez ("Préstame tus palabras", "Comedia famosa de Pedro de Urdemalas", "El canto de Juan Rana") en el papel de Ikram. También interpreta a una cuentacuentos rifeña y a la niña del Gurugú

Junto a ellas veremos a un ramillete de excelentes actores interpretando a personajes de lo más pintorescos. Mariano Llorente ("En la orilla", "Una humilde propuesta", "El triángulo azul") dando vida al General Fernández Silvestre, a un diputado llegado de Madrid, a Don Paco y al señor de los muñecos. Néstor Ballesteros (interpretando la música en directo al teclado), será un militar, el Gauchito y un exlegionario argentino. Juanjo Cucalón ("Mil novecientos setenta sombreros", "Donde el bosque espesa", "Paradero desconocido") interpreta a un General, un oficial corrupto, un militar y a Don Emilio Gabrielín. Ibrahim Ibnou Goush ("Idénticos, monólogos sobre la identidad", "Aquiles y Pentesila", "Las manos")da vida a Abdelkrim, Hafid, Odalisca y un periodista. Y por último Carlos Jiménez-Alfaro ("Masked", "Tragedia de la perra vida", "Donde el bosque se espesa") interpreta a Franco, a un militar, a un Teniente, a un Capitán, a Casimiro Lagorda y a un periodista.


Si espectacular es el elenco, la parte técnica es prodigiosa. La escenografía diseñada por Arturo Martín Burgos nos sumerge de lleno en el seco y árido desierto, en el que suceden la mayor parte de las escenas. Pero también deja un espacio al fondo para recrear el cabaret donde se reúnen los militares de permiso. Una composición bella y eficiente, que nos va descubriendo los distintos lugares por los que transcurre la historia. Este espacio se completa con las contundentes videoescenas creadas por el gran Álvaro Luna, que nos hace un recorrido paralelo por los hechos más relevantes de aquellos años. Todo ello envuelto por un contundente espacio sonoro diseñado por Mariano Marín (responsable también de la música que acompaña la historia), que nos mete de lleno en los singulares parajes por los que se mueven nuestros protagonistas. Todo esto no sería posible sin la impecable iluminación creada por Luis Perdiguero, que da a cada lugar el tono de luz adecuado, jugando magistralmente con las sombras y los espacios en penumbra. Por último no podemos dejar de hablar del impecable diseño de vestuario de Almudena Rodríguez Huertas, que consigue trasladarnos a una época con la elegancia de saber hacer de cada traje una pequeña obra de arte.


En definitiva, estamos ante un soberbio montaje, que nos cuenta de manera descarnada aquello que ocurrió en las tierras del Rif y fue el desencadenante de los peores acontecimientos del siglo XX en nuestro país. La maestría con la que Ripoll y Llorente nos cuentan los hechos, entremezclando el drama con la comedia, hace del montaje una delicia que nos deja un amargo sabor de boca al reflexionar lo que hemos visto. Una impecable lección de Historia que nadie debería perderse. VOLVAMOS A LOS TEATROS. LA CULTURA ES SEGURA.
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Teatro: Teatro Valle-Inclán
Dirección: Plaza Ana Diosdado s/n.
Fechas: Del 10 de Diciembre al 30 de Enero. De Martes a Domingo a las 20:00.
Entradas: Desde 10€ en entradasinaemPrograma de mano

EQUIPO

Texto

Laila Ripoll y Mariano Llorente

 

Dirección

Laila Ripoll

Reparto

Arantxa Aranguren (Paca/María Victoria de Melilla/Odalisca)

Néstor Ballesteros (Militar 3/Gauchito, un exlegionario argentino)

Juanjo Cucalón (Militar 1/Oficial corrupto/Un general/ Don Emilio Gabrielín)

Ibrahim Ibnou Goush (Abdelkrim/Hafid/Jabibi/Odalisca/ Periodista 2)

Carlos Jiménez-Alfaro (Francisco Franco/Militar 2/Teniente/Un capitán/Casimiro Lagorda/ Periodista 1)

Mariano Llorente (El general Fernández Silvestre/Diputado llegando a Madrid/Don Paco/El señor de los muñecos)

Mateo Rubistein (Antonio), 

Sara Sánchez (Cuentacuentos rifeña/Ikram/La niña del Gurugú)

Jorge Varandela (Harold Lloyd/Martín/Alfonso XIII).

Escenografía

Arturo Martín Burgos

Iluminación

Luis Perdiguero

Vestuario

Almudena Rodríguez Huertas

Música y espacio sonoro

Mariano Marín

Videoescena

Álvaro Luna 

Ayudante de dirección

Héctor del Saz

Ayudante de escenografía

Laura Ordás

Ayudante de iluminación

Marta Martí

Ayudante de vestuario

Mélida Molina

Ayudante de vídeo

Elvira Ruiz Zurita 

Fotografía

Luz Soria

Tráiler

Bárbara Sánchez Palomero

Diseño de cartel

Equipo SOPA

Realizaciones

Scnik (Escenografía), Sastrería Cornejo (Vestuario) y Hijos de Jesús Mateos (Utilería)

Coproducción

Centro Dramático Nacional, Micomicón y A Priori



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