Regresar a Lorca siempre es reconfortante, te llega al corazón como pocos y nos reconcilia con nosotros mismos. Esta deliciosa propuesta en la que se mezclan los títeres con los actores y con la música en directo, es un viaje en el tiempo, a la esencia más pura de la tradición lorquiana. Volvemos a los pueblos andaluces, para saborear todo el ingenio del poeta, que nos lleva a un idílico mundo de risas, de inocencia, donde todo es posible y los sueños parecen estar más cerca de cumplirse.
Cercana a la tradición del teatro de títeres, este montaje es un brillante juego de personajes y personas, de muñecos y actores, que nos hacen viajar a la niñez, pero con la irreverencia propia de los montajes con los que comenzó Lorca. Títeres que se comportan como lo más burdo de la sociedad, caricaturas de un mundo muy bien reflejado en una historia que no deja de sorprendernos desde su inicio. Pero no se engañen, nada en esta obra es superfluo, todo está meticulosamente ejecutado, con un despliegue tanto escénico como actoral prodigiosos. La historia comienza de forma tranquila, parece que asistiremos a un entrañable espectáculo de títeres al uso, pero nada más lejos de la realidad. Este montaje es eso y mucho más, nos lleva a la esencia misma de la obra de Lorca, a la idiosincrasia de personajes míticos de la tradición española, en un viaje que tardarán en olvidar.
Esta producción de la compañía Nao d´amores("Numancia", "Nise, a tragedia de Inés de Castro", "Penal de Ocaña"), con la colaboración deTitirimundi, es una ingeniosa propuesta para toda la familia, con la ternura y la orfebrería que impregnan a todos sus proyectos. La propia compañía reconoce que, pese a no ser una compañía de títeres, "nuestro lenguaje, marcado por la teatralidad más directa y primitiva, ha estado desde siempre ligado al ámbito del teatro de muñecos. Como equipo artístico que desarrolla una concepción teatral basada en la diversidad de lenguajes escénicos, tenemos que, de vez en cuando, darnos un espacio para el juego, para la experimentación en territorios que nos saquen de nuestro ámbito de especialización. En este caso, con humildad, con respeto pero sin miedo, nos adentramos en una reflexión escénica en torno al tradicional títere de cachiporra, para valorar su sentido dramático, que condensa la mirada crítica, satírica y popular, que tanto necesita nuestra escena contemporánea".
La compañía lanza una pregunta sobre la figura del poeta y su relación con el teatro de títeres: ¿Fue Federico García Lorca el héroe rescatador de una tradición moribunda, al empeñarse en integrar los títeres de cachiporra en el gran teatro de su tiempo, o más bien el intelectual que acabó con lo poco que quedaba del referente popular, poetizando al más ácrata de nuestros grandes personajes teatrales? Ellos asumen esta dualidad "para intentar entender lo que el autor propone desde sus textos dedicados al teatro de muñecos". Lejos de polemizar, tenemos que decir que el resultado es brillante, divertido, entrañable, irreverente, bello, delicioso. Porque este juego al que nos invitan es una pieza impecable de teatro de títeres, pero también de composición escénica, de expresividad de sus actores los cuales nos ofrecen un abanico de voces que nos dejan perplejos. Justamente este juego de voces, con especial importancia en la de Don Cristóbal, es uno de los puntos en los que más investigó la compañía.
"Nos sumergimos en aquello que rodea a la histórica figura del héroe nacional don Cristóbal Polichinela, y su chillona voz, ejecutada con la tradicional lengüeta titiritesca, que ha marcado la identidad del personaje desde sus orígenes en la Comedia dell´arte. Un recurso sonoro que amplifica, deshumaniza, y se convierte en peculiar vía de expresión en este tipo de teatro popular, donde el ritmo, lo musical, lo onomatopéyico, están por encima del psicologismo... y hasta de la comprensión de las propias palabras, que Don Cristóbal escupe como exabruptos. Parece que el propio Lorca tenía gran peripecia en el manejo de la lengüeta, un elemento de expresión vocal que se puede documentar en España al menos desde comienzos del siglo XVII, y que hoy continúa siendo patrimonio escénico de los titiriteros". Damos fe que lo han logrado. La voz de Don Cristóbal no deja indiferente a nadie. Grotesca, malhumorada, indescifrable por momentos, es una creación impecable.
A todo este proceso de investigación hay que sumar el descubrimiento de Alicia Lázaro (directora musical de la compañía) de la pieza que abre y cierra el espectáculo, "Seguidillas nuevas de Purchinella" de LuisMissón, fechada en 1762 y que se concibió para un intermedio teatral. Esta composición, en palabras de la compañía, "nos permite adelantar algún año la presencia de Don Cristóbal en la escena española, y escuchar las intervenciones musicales del propio títere, insertadas en la partitura original".
Este gran montaje es una impecable composición que une tradición y modernidad, con lo más significativo del teatro de títeres, pero con un lenguaje y una escenificación muy actual. Una decisión que reconocen que fue decisiva a la hora de abordar la puesta en escena de esta obra. Nao d´amores lo tiene claro, este montaje es "un desvergonzado experimento teatral, planteado desde la rigurosidad de las fuentes históricas y literarias, que hemos dedicado a la memoria de Julio Michel, titiritero, maestro y amigo que dignificó las artes de la marioneta en España".
Y todo esto lo ponen en escena Eduardo Mayo y Verónica Morejón como actores y al mando de los títeres, acompañados de Isabel Zamora al teclado. Eduardo Mayo nos regala un impecable catálogo de voces para los diferentes personajes. La voz de Don Cristóbal, todo un alarde de lengüeta, resulta por momentos indescifrable, pero le imprime un carácter muy especial que no deja de sorprender y hacer reír al espectador. Por su parte Verónica Morejón está muy divertida en su papel de actriz en un mundo de títeres. Sus continuos cambios de registro, sus cuidados movimientos, su facilidad para la gesticulación, hacen de ella un personaje entrañable. Por último, Isabel Zamora secunda toda la obra con una impecable precisión al teclado.
Hemos querido dejar para el final la parte técnica porque nos ha parecido una verdadera delicia. La creación del espacio escénico por parte de David Faraco (responsable también del trabajo de títeres) es una maravilla. La aparente sencillez del teatrillo de títeres se va desplegando ante nosotros para crear espacios increíbles. El toque artesanal de la madera, esa alfombra en la que nos gustaría poder sentarnos a disfrutar el espectáculo, una escenografía que transporta a los tiempos felices de la niñez. A esto hay que sumar la luz tenue elegida por Pedro Yagüe, que nos abraza y nos protege como si estuviésemos en un lugar secreto. Y no podemos dejar de hablar de los arreglos musicales de Alicia Lázaro, que juega con nosotros para provocarnos sensaciones muy distintas en cada momento. Por último, el cuidado vestuario corre a cargo de Deborah Macías, y los títeres son creación de Ricardo Vergne.
No podemos decir, solo animarles a que vayan a verla y viajen a los tiempos del gran poeta, que se zambullan en esta increíble propuesta, llena de color y fantasía. Con la huella siempre presente de la compañía Nao d´amores, que saben tratar cada proyecto desde una visión diferente, muy personal e íntima, que le llega al espectador con la frescura de la brisa marina. Pocas propuestas encontrarán en la cartelera que destilen tanta dulzura, tanto cariño, tanta verdad. Corran al Abadía a este viaje a la infancia, a los orígenes mismos del teatro de títeres.
Trabajo de títeres y espacio escénico David Faraco Arreglos y dirección musical Alicia Lázaro Trabajo de voz y palabraVicente Fuentes /Fuentes de la Voz VestuarioDeborah Macías (AAPEE) IluminaciónPedro Yagüe TíteresRicardo Vergne CoreografíaJavier García Ávila Realización de vestuarioÁngeles Marín Realización de escenografíaPurple Servicios Creativos Dirección técnicaFernando Herranz Producción ejecutivaGermán H. Solís DistribuciónNao d´amores
Una producción de Nao d'amores con la colaboración de Titirimundi, Ayuntamiento de Segovia, Junta de Castilla y León, INAEM y Real Academia de España en Roma
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