En plena guerra en Ucrania…….en Europa, la Sala Mirador nos da la oportunidad de ver Siete segundos. Un alegato contra la guerra, el capitalismo, el imperialismo, en definitiva contra el modo de vida americano. Una concienciación para que no miremos para otro lado.
Falk Richter, dramaturgo y director de escena alemán escribió en 2003 Siete segundos “in God we Trust”. Tomando como punto de partida el texto original, la Madrugada teatro presenta Siete segundos.
No se me ocurre mejor momento para la representación de esta obra que el momento actual, marcado irremediablemente por la Guerra en Ucrania.
Entramos en la sala y vemos a los protagonistas pasando una tranquila y divertida tarde en lo que podría ser el jardín de su casa en cualquier pueblo o ciudad (“ cerca de la highway”) de Estados Unidos.
Una chica toma algo sentada en un banco, mientras un joven a su lado está cosiendo lo que parece una bandera. Junto a ellos un chico y una chica juegan el badminton. Una mañana de domingo cualquiera, en una familia cualquiera, en un país cualquiera….
Brad es piloto de un bombardero estadounidense. En una de esas misiones, no se sabe en que país, ni que objetivo, sólo conoce los dos puntos rojos que la aeronave le indica en la pantalla, pierde el control del avión. El hecho de que cada vez el proceso sea más automatizado supone el riesgo de que la decisión final no sea del piloto.
En este caso Brad se encuentra sobrevolando el desierto, no sabe de que país, no sabe donde está. Por error pulsa un botón y lanza un misil que destruye algo, tampoco sabe qué.
Brad ha perdido totalmente el control y el avión está a punto de estrellarse. En apenas siete segundos se estrellará y morirá.
Esos siete segundos, lo que viene siendo un suspiro serán para el protagonista un mundo, una vida. El tiempo suficiente para hacer un repaso a su vida, tanto personal como militar.
Mientras él va a cumplir su misión de bombardear no se sabe muy bien qué país, ni que ubicación, ni porqué motivo…al otro lado del mundo su familia Marge, Amy y Paul disfrutan de su barbacoa, su Mc Donalds…..
Dos mundos tan distintos y tan relacionados. En los países pobres todo acaba con “Un impacto, un choque, una explosión”. Todo acaba y todo vuelve a empezar. Mientras tanto en el “primer mundo” los problemas cotidianos son hasta ridículos. De hecho causa vergüenza llamar problema a eso.
Para la familia de Brad, para tantas familias, el mundo se circunscribe a lo más cercano, a lo que les rodea.
No tienen una visión del mundo, de la vida. La realidad es la que conocen por televisión, por la radio, por las noticias.
El musulmán es el enemigo, aunque no saben muy bien porqué, no se lo cuestionan. América es lo primero el resto no importa.
Orgullosos de su padre y satisfechos de la última misión no son capaces de ver más allá.
La obra nos muestra a personas normales y corrientes, personajes anónimos y difusos. Podrían ser cualquiera. Mientras tanto se va entremezclando con los pensamientos y reflexiones de Brad antes del bombardeo. Una acción cada vez más automatizada y con menos participación del hombre, que viene a ser una muestra de la deshumanización de la guerra.
Con un discurso hipócrita sobre la seguridad, la legítima defensa, la guerra preventiva, que no deja de ser un negocio. Se trata siempre de una lucha por el poder, por el dinero, por los recursos naturales.
Allá donde no hay nada de esto, no importa lo que ocurra, allí no se interviene no hay misión de paz, no hay ayuda humanitaria, no hay refugiados…
Para acabar de cerrar el círculo, tenemos los medios de comunicación, la manipulación es su mejor arma. El lavado de cerebros, la creación del pensamiento único. Tienen la capacidad de crear el discurso único. Único por que no hay otro y único por que es el verdadero. Fuera de este, todo es mentira y si lo cuestionas no eres un patriota.
El espectáculo es tal que se consigue deshumanizar a la población, una parte de ella mira para otro lado o ni siquiera le presta importancia. La otra parte asiste a invasiones, guerras, bombardeos y muertes como si de un reality se tratara.
Rubén Romero dirige esta obra que viene a ser una crítica al capitalismo, al imperialismo, al consumismo, a las guerras. Unas guerras de las que en mayor o menor medida todos somos responsables.
Rubén realiza un montaje sencillo e intenso. Con originalidad en la puesta en escena lo aborda sin dramatismo con grandes dosis de ironía y acidez.
Josep Pijuán se encarga de la escenografía que de un modo muy efectista nos va trasladando desde Utah, Illinois o Colorado hasta la otra parte del mundo donde somos victimas y verdugos, muertos y ejecutores.
El elenco está formado por Inma Almagro, Sato Díaz, Belén Landaluce, Pedro Rubio / Juan Pablo Mazorra. Notable la actuación de todos ellos, cada uno con un papel muy marcado y diferenciado del resto.
Muestran una enorme versatilidad para pasar de una tranquila y apacible jornada de domingo en su jardín a ser pilotos de un bombardero o víctimas del mismo.
En resumen una obra interesante y muy oportuna para el momento presente que estamos viviendo.
VOLVAMOS A LOS TEATROS. LA CULTURA ES SEGURA.
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Ficha técnica
Dirección |
Rubén Romero. |
Producción |
La Madrugada Teatro. |
Dramaturgia |
Falk Richter. |
Año |
2022. |
Reparto |
Inma Almagro, Sato Díaz, Belén Landaluce, Pedro Rubio / Juan Pablo Mazorra
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Ayudante dirección: |
Macarena Soto |
Escenografía: |
Josep Pijuán |
Vestuario: |
La Madrugada |
Fotografía: |
Antonio Domínguez |
Producción general: |
Juan Pablo Mazorra |
Producción ejecutiva: |
Macarena Soto
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