No es perder
el tiempo cuando se dedica a leer poesía y digo leer porque es lo que hemos
hecho esta noche. Leer e interpretar en el sentido más noble de la palabra...Un
repaso excelente a algunas de las joyas de nuestra lírica de los siglos XVI y XVII,
sobre todo, con un guiño a Miguel Hernández también. Y con el amor como música
de fondo e hilo conductor, ya sea un amor humano o divino, místico o pícaro,
filial o carnal. Lo contrario de la muerte no es la vida...es el Amor, parece
que se nos ha estado diciendo todo el rato. El amor y el desamor como argumento
cotidiano.
Homenajeando al hace ahora 20 años desaparecido Adolfo Marsillach, su hija Blanca
y Miguel Rellán con la
dramaturgia de Mario Gas recorren
una selección de textos líricos que realizó e interpretó Marsillach junto a
Amparo Rivelles y María Jesús Valdés, hace ya unos añitos. Tocaba. Nunca está
de más recordar a los grandes y ahora, encima, contamos con la complicidad de
la tecnología qué hace posible que padre e hija puedan dialogar y
complementarse en la lectura de un poema, aunque la muerte y muchos años les
separen.
Sólo al principio nos costó un poco entrar en calor. Después, de la mano del
propio Marsillach, genial en toda su interpretación grabada a modo de reliquia,
va fluyendo la emoción con unos poemas que en muchos casos han acompañado
nuestra vida y destilan esa sabiduría profunda de los clásicos. Todo nos iba
sonando. Y poco a poco la palabra te engalana...
Es un gusto, deberíamos leer poesía como gimnasia del alma, del recodo, del
sosiego. Como una forma de sanarse.
Miguel Rellán cambia de poema y de
registro casi sin tiempo, y no se nota que pasa de una historia a otra de un
verso a otro sin apenas despeinarse con una dramaturgia breve pero intensa que
crece al compás de toda la belleza que se nos va recordando. En Blanca Marsillach brota la devoción
filial a su padre como si fuera un reencuentro, porque lo es. Luces y colores
puros bien iluminados y miramos la pantalla esperando que Adolfo aparezca en un
aquelarre inocente. Es muy hermoso y mágico el intercambio que consiguen entre el pasado y el presente como un guiño a la eternidad en un alarde dramático que se nos acaba contagiando igual que a sus interpretes primero.
Al final es como si te hubieran dado un masaje de
melancolía y de verdad, parece que el propio Marsillach nos agradezca también nuestros aplausos. Aplausos al interprete y al poeta de cualquiera de sus épocas... Porque son versos eternos que casi lleváramos inscritos
muy adentro, dormidos en la memoria del alma para que alguien nos los despierte
de vez en cuando...Góngora, Lope, San Juan de la Cruz, Sor Juana Inés de la Cruz, Calderón, Garcilaso de
la Vega o Gil Vicente....y muchos otros, anónimos también. Hasta Quevedo con su
poderosos caballero es don Dinero... Una novedad respecto a la versión anterior
del propio Rellán. Él mismo nos lo dijo.
Se nos hace corta, apenas una hora. Pero nos ha servido como medicina. Es suficiente. La poesía clásica nos humaniza en un mundo como este, como todos, nos
recuerda quienes somos y de dónde venimos... nunca está de más hacerlo de vez en
cuando.
Menos mal
que está el teatro para la poesía y la poesía para el teatro. Todavía...
Actores: BLANCA MARSILLACH y MIGUEL RELLAN Adaptación/Versión: ADOLFO MARSILLACH
Diseño de Luz : ÁNGEL OJEDA Diseño de Sonido: KATIUSKA SONIDO Diseño de Video : PABLO PANT Vestuario Blanca Marsillach : ADOLFO DOMINGUEZ Vestuario Miguel Rellán : SASTERÍA GUZMÁN Espacio Escénico : VARELA PRODUCCIONES Música Original: JUAN CARLOS MULDER Fotografía: MOISÉS FERNÁNDEZ Diseño de Cartel: MANUEL VICENTE
Jefa de Producción: NATALIA LORENZO Producción: VARELA PRODUDCCIONES Distribución: ROVIMA PRODUCCIONES TEATRALES
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