Teatro: Las que limpian. Teatro María Guerrero.

Llevan años luchando porque se mejoren sus condiciones laborales y estas luchas son el embrión del que nace esta obra. Son las camareras de piso, las que de manera invisible limpian las habitaciones de los hoteles cuando salimos a desayunar o a la piscina. Han sido denigradas, maltratadas, ninguneadas, pero ya están hartas y quieren que se les trate como se merecen, como trabajadoras imprescindibles para el correcto funcionamiento de cualquier hotel. Estas letras serán lo más serio que leerán sobre esta obra, porque en ella todo es desparpajo, desfachatez, humor irreverente, crítica social con la genialidad de quien domina lo que hace y sabe el modo correcto de hacerlo. Es necesario verla, que todo el mundo conozca esto que pasa de puntillas por los medios de comunicación.



Desternillante obra, llena de ingenio, de frescura, de vertiginosas escenas que nos descolocan y nos hacen montarnos en una montaña rusa de risas y carcajadas, en el que las tres protagonistas no dejan de sorprendernos con un diálogo continuo con el público, haciendo desaparecer la cuarta pared desde el inicio de la función. Las escenas se solapan con maestría, como una secuencia de gags a cual más brillante, en el que vamos conociendo la pequeña revolución que llevan a cabo las camareras de piso de un gran hotel de Galicia. Una extravagante comedia, con todos los ingredientes para conmover, divertir y concienciar a todo el que haya podido conseguir entrada (están agotadas para todos los pases desde antes del estreno).


Coproducción del Centro Dramático Nacional con la compañía gallega A Panadaría ("Elisa y Marcela", "Panamericana", "Pan! Pan!") pone patas arriba la sala de la Princesa del Teatro María Guerrero, porque nos embarcamos en una fiesta reivindicativa, surrealista, original, feminista, que no deja títere con cabeza. Las chicas de A Panadaría reconocen que "amasamos un teatro de creación propia y, por eso, nos llamamos A Panadaría, porque el nuestro es un oficio de tradición, de esfuerzo y constancia, de relación de la persona con los elementos más básicos, con lo que vino antes y de lo que está por llegar. Porque en todo el mundo la humanidad hace pan y hace teatro, nos llamamos A Panadaría para alimentar cuerpo y alma". El resultado no puede ser más vehemente y más loco. Una desbordante comedia que no sorprende de principio a fin por lo caótico (hay momentos sublimes en los que no sabemos si improvisan, se equivocan o nos están vacilando), por lo directo y por lo imprevisible, porque con estas chicas todo puede pasar y es difícil predecir lo que vamos a ver, no dejan de sorprendernos tanto en el modo como en la forma de lo que nos cuentan.


Ellas son las polifacéticas Areta Bolado, Noelia Castro y Ailén Kendelman, fundadoras de la compañía, autoras, directoras y actrices, versatilidad al poder. En este nuevo montaje siguen la línea de trabajo de la compañía, basado en "lo artesanal vinculado al cuerpo y a la voz de las actrices, la teatralidad evidenciada que pone acento en lo lúdico, la música vocal y una óptica feminista e irreverente". Una pieza que une varios hechos reales para unirlos en una sola historia de ficción en la que veremos muchas de las lacras que lastran nuestro país: la corrupción, el machismo, la desigualdad, el abuso de poder, los contratos precarios... Un texto desbordante de mala leche, de corrosiva crítica social, de enérgica lucha feminista, de la maravillosa retranca gallega. Como dice la abuela de Noelia, estas chicas son "una pandilla esplendorosa", capaces de crear un texto que es una bomba de relojería, de ponerlo en pie rompiendo todos los cánones convencionales, e interpretarlo saltándose todas las reglas. 


La historia nos lleva a un lujoso hotel de una elitista isla de la costa gallega, para conocer a "las que limpian", que no dejan de ser "las invisibles que cargan a sus espaldas un sistema turístico precarizador". Nos ponen ya de entrada en contexto. Con una peculiar entrevista de trabajo para el puesto de camarera de piso conocemos de primera mano los pormenores del cargo. Ya desde el inicio vemos donde nos hemos metido, en una locura en la que puede pasar de todo, incluyendo al público en la trama en mayor o menor medida (no se asusten, lo pasarán bien). Pero además de una divertida experiencia de la que seremos activos participantes, la obra "habla de la lucha organizada de las camareras de piso de los hoteles por conseguir unos derechos laborales y sociales justos. Frente a ellas, la avaricia voraz de los propietarios de las cadenas hoteleras".


Siempre reivindicativas, A Panadaría se pregunta en este nuevo montaje ¿Es posible revalorizar este trabajo y desligarlo del género? ¿Existe un turismo sostenible? ¿Quién limpia la casa de la limpiadora? Preguntas que deberían hacerse Gobierno y Patronal, pero que la compañía gallega nos desliza con la contundencia de un boxeador. Desde el humor más absurdo atacan sin piedad al gremio de los empresarios hosteleros, a los políticos, incluso a la propia sociedad, que sigue permitiendo estas injusticias. Vivimos en una sociedad que no se fija en quien se encarga de cuidarnos (de limpiarnos la habitación en este caso), que maltrata a ciertos sectores por no darles la importancia que merecen, usando como excusa que "ha sido así toda la vida". Pero ellas no están dispuestas a que las cosas sigan así, Las que limpian, A Panadaría, luchadoras incansables para conseguir una igualdad o al menos una mejora de condiciones que aleje a estas trabajadoras de la esclavitud. Porque realmente esta obra "no habla sólo de las trabajadoras de la mipieza, habla de mujeres y del suelo mojado sobre el que caminamos cada día". 


Y todo lo hacen las maravillosas Areta Bolado, Noelia Castro y Ailén Kendelman. Con todo el desparpajo del mundo, intercambian los papeles, todas hacen de todo y consiguen mantener el nivel de interpretación, aunque algún acento se les escape en el personaje equivocado. Pero todo forma parte de esta deliciosa locura, todo se les permite porque se les ve entregadas, destilan verdad y nos enganchan con todo lo que hacen. Un trío que se compenetra a la perfección, que saben explotar sus virtudes, que nos regalan un repertorio infinito de gestos y muecas, que se apoyan y se complementan a la perfección.



El trabajo de elenco que hacen es encomiable, capaces de intercambiarse pelucas, bigotes o calvas para ir rotando en los distintos personajes. Pero además hace transmiten esa energía al patio de butacas, en una continua ruptura de la cuarta pared en la que el público participa con entusiasmo. Además de las divertidísimas interpretaciones, las tres cantan, bailan e incluso se atreven con un himno reivindicativo a modo de batucada que resulta ingenioso y contundente. Todo parece una continua improvisación, pero todo está medido a la perfección, esa es parte de la magia del montaje, en el que nunca sabes lo que va a ocurrir. Tres actrices, muchos personajes y una facilidad para mezclarlo todo y que resulte cómico. No es fácil que el público acepte esos intercambios de personajes, pero con la naturalidad que lo hacen ellas todo vale, y el público lo degusta encantado. 




Todo ocurre en un espacio inicialmente vacío. La escenografía creada por Beatriz Vega se va desplegando conforme avanza la obra, con los elementos que introducen las actrices. Este espacio que va mutando se acompaña de la iluminación diseñada por Del Ruiz, que juega con las luces para enfatizar el tono de cada una de las escenas. El momento del cámara enfocando al presidente del Gobierno es magistral. La composición musical de los temas que interpretan las actrices son obra de Alién Kendelsan, que asume este rol en todos los montajes de la compañía. Por último, no podemos dejar de nombrar en este apartado la maravillosa labor de Esther Quintas, responsable del vestuario y la caracterización. Las indumentarias de las limpiadoras son de lo más naif, muy acorde con el tono general de la obra. 


En definitiva, estamos ante uno de los éxitos de la temporada. Basta con ver lo poco que han tardado en agotar las entradas para darse cuenta de que las chicas de A Panadaría son ya un referente dentro de la escena nacional. Espero que vuelvan pronto por Madrid para que mucha más gente pueda disfrutar de esta deliciosa locura. Una obra que te hace reír desde la primera escena, que te emociona con el contenido y consigue estremecerte al saber, en el poderoso tramo final, que está basado en varios hechos reales. Una maravilla que nadie debería perdérsela. Esperemos que pronto tengamos noticias de estas bravas limpiadoras.

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Teatro: Teatro María Guerrero. Sala de la Princesa.
Dirección: Calle Tamayo y Baus 4.
Fechas: Del 20 de Abril al 15 de Mayo. De Martes a Domingo a las 18:00. 
Entradas: Desde 12,50€ en entradasinaemPrograma de mano.

EQUIPO

Texto y dirección

Areta Bolado, Noelia Castro y Ailén Kendelman

 

Reparto

Areta Bolado, Noelia Castro y Ailén Kendelman

 

Escenografía

Beatriz de Vega

 

Iluminación

Del Ruiz

Caracterización y vestuario

Esther Quintas

Música original

Ailén Kendelman

Apoyo dramatúrgico

Paula Carballeira

Asesoría Lingüística y traducción al castellano

Rosa Moledo

Ayudante de escenografía

Daniela Rodas

Asesoría de movimiento

Clara Ferrão

Realizaciones

Beatriz Novas y Marta Ferrer (Vestuario) Sara Rodríguez (Ojo mágico)

Fotografía

Leticia T. Blanco y Pilar Abades

Diseño de cartel

Equipo SOPA

Coproducción

Centro Dramático Nacional y A Panadaría


 




 


 


 




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