La obra de Imprebis que he visto esta noche es un extraordinario ejercicio de originalidad, de investigación teatral, de humor y diversión, de metateatro como le llaman, de reivindicación de la escena y su espacio, de pasión, de reflejo de la realidad, de crítica, de espejo nuestro de cada día, de conexión con el mundo, con la actualidad y, en definitiva, un acto de prestidigitación que desafía al “más difícil todavía” de cualquier espectáculo de circo, pero entre las bambalinas de una comedia a veces seria. El hecho teatral, el teatro, no deja de ser una experiencia única e irrepetible como todo lo que vemos con este cuarteto de actores.
Doce personajes en busca de actor. Carles Montoliu, Carles Castillo, Víctor Lucas y Santiago Sánchez, el grupo Imbrebis, que regresan al Alfil esta vez con una estructura que no se basa en la pura improvisación, aunque nos ofrezca su misma agilidad y multiplicidad de registros. Se trata de un homenaje.
Es cierto que los personajes son estereotipos que parece que acudieran a la sala del psiquiatra y que convirtieran el teatro en esa especie de terapia de la vida para aquellos tiempos en los que no había psicoanálisis. Sin embargo, los tópicos no cuajan y van más allá porque, en última instancia, reflejan la humanidad de ese paisaje con figuras que es el nuestro. Crítica fácil a algunos tipos, puede, y hasta políticamente correcta o simple, depende como se mire, pero funciona. Todos estamos ahí dentro, aunque no estén todos los que son.
Imprebis conmemora sus 25 años desde que llegó a la Sala Alfil con un espectáculo nuevo y
al mismo tiempo esencialmente semejante a lo que siempre han sido. Todo tan
difícil de hacer y tan original, tan ágil que nos cuesta, a veces, seguirles
sus vertiginosas transiciones si es que existen...aunque esta vez no improvisen
de la misma manera, con la chispa de un papelito escrito a la entrada. No
importa. Cuatro actores a la caza de docenas de personajes clásicos o no,
cotidianos y no cotidianos, que además se relacionan entre sí e interactúan,
algunos dejados a medias y un poco deslavazados... Como si la vida fuera un largo ensayo que comienza
en ese grupo de teatro de barrio y termina en el "Ser o no ser" de Hamlet.
"Yo no he hecho nunca teatro" se excusan, como tantas veces, los recién llegados al taller y así empiezan un viaje casi costumbrista que parece querer abarcarlo todo en un homenaje que incluye a cada uno de los oficios de la dramaturgia, desde los objetos y las cosas hasta los técnicos y el público. Teatro dentro del teatro de nuevo, pero es que en el verdadero teatro sólo se puede estar dentro. Sólo así se puede sacar a la persona o al personaje que llevamos incorporado...a nuestra criatura. Es un acto de liberación y de magia.
"Algún día sabremos porque sufrimos tanto" denuncia Chejov en boca de nuestros aprendices. O
vemos una escena repetida pero diferente, desde ópticas distintas en "Casa de muñecas" de Ibsen, preludio de un feminismo hoy
rampante y entonces pionero.
Un argumento sencillo, nos metemos en uno de esos talleres teatrales que tanto han proliferado últimamente por los barrios del mundo, recorremos sus muletillas, sus lugares comunes, los retazos de sus vidas, su proceso creativo, sus...particularidades: " Hola ¿Soy la primera? “...” Caminad por el espacio “manda el “dire” (Santiago Sánchez) para empezar: “¿Se puede caminar por otro sitio que no sea el espacio?”. Critica fina para todo y para todos y, así, con cuatro actores y muchos personajes que hacen de sí mismos se acaba montando un "Hamlet". ¡Qué difícil es hacer de tanta gente a la vez que hasta llegarán a diluirse en el camino...sin desaparecer!
Eso es el teatro.
Y todo esto con una puesta en
escena que nos estará esperando hasta su explosión en el último tramo. Parece
escasez o minimalismo, pero no. Música, luz y alegato final para quien pudiera
sospechar que esta gente no sabe de montaje o se conforma sólo con la palabra.
Los objetos, los gorros y las pelucas nos han dicho algo también. Y no ha sido poco.
Una escalera y un homenaje. Teatro.
Teatro, para decir y vivir lo que no se puede sentir de otra manera. Siempre teatro.
Eskerrik Asko.
INTERPRETES: Carles Castillo, Carles Montoliu, Víctor Lucas y Santiago Sánchez
DIRECCIÓN: Santiago Sánchez y Michel López
ESCENOGRAFÍA: Dino Ibáñez
VESTUARIO: Gabriela Salaberri
DISEÑO DE ILUMINACIÓN: Rafael Mojas
COACH DE CANTO: Ángel Ruiz
REGISTRO AUDIOVISUAL: Xavier Capafons
DISEÑO GRÁFICO: MINIM Comunicación
COORDINACIÓN TÉCNICA: Light Expo
PRENSA Y COMUNICACIÓN: María Díaz
DISTRIBUCIÓN: Elena Millán Promociones Culturales
AYUDANTÍA DE PRODUCCIÓN: Paca Mayordomo
DIRECCIÓN DE PRODUCCIÓN: Ana Beltrán
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