Un barrio, la intersección de varios lugares, una cicatriz que todos quieren ocultar, un lugar del que todos se desentienden. Eso es la Cañada Real y eso nos transmite esta obra. El desazón, el cabreo, la impotencia de los que allí viven. Tachados de delincuentes, ninguneados por las distintas administraciones, golpeados por la cruda realidad que en los últimos tiempos nos golpea a todos, pero que a ellos no les deja margen para reaccionar. Un mapa, una radiografía, el análisis de una de las zonas de Madrid a las que nadie quiere mirar, de la que nadie se quiere hacer responsable, a la que todos dejan a la deriva, varada a su suerte...
Esta obra nos muestra la lucha de un barrio como la Cañada Real por sobrevivir, por intentar que les pongan luz, por conseguir un poco de visibilidad en un mundo que los mira con recelo y se desentiende de sus necesidades. Un montaje que ha contado con la participación de las vecinas (algunas de ellas actúan en la obra) y las asociaciones que trabajan en el barrio. La emoción se palpa el entrar en la sala, se nota que ha sido un proceso largo y duro, pero hecho desde las entrañas. Los distintos colectivos que acuden a ver la obra se emocionan al entrar, al ver cristalizado este proyecto que busca visibilizar un problema real, que está ocurriendo a escasos kilómetros de nuestras casas y al que no prestamos la atención que se merece.
Esta producción del Centro Dramático Nacional nace a raíz de la realización del Dramawalker Cañada Real hace dos años, proyecto del que Raquel Alarcón (directora de la obra) fue la coordinadora artística. Lo que comenzó como una iniciativa artística que tiene como objetivo que los autores lleguen a un lugar para contar una historia, dando lugar a ficciones sonoras, se ha convertido en un camino de ida y vuelta. Como reconoce la directora, "nosotros fuimos allí, y ahora hemos hecho el viaje de vuelta: la Cañada Real ha venido al teatro". Una creación colectiva que emociona, que avergüenza (por como se maltrata a este barrio), porque nos habla de la lucha de un barrio por sobrevivir, por conseguir unos mínimos exigibles para la vida, reivindicaciones sobre el territorio y sus derechos. "Este barrio se ha visto fracturado, hay una grieta que la comunidad vecinal ha afrontado, encontrando puentes o redes que les han permitido mantenerse unidos. Y de alguna manera esto queda reflejado en la función" reconoce Alarcón.
La Cañada Real ha sido siempre un asentamiento complejo, desde que en los años cincuenta surge a partir de una vía pecuaria. Considerado como "el mayor asentamiento ilegal de Europa", tiene una extensión, a día de hoy, de unos 16 kilómetros, se divide en seis sectores con familias de hasta 17 nacionalidades distintas que llevan décadas reclamando sus derechos y reivindicando su identidad como barrio. Unas ocho mil personas (entre ellos más de 2.800 menores de edad) que en estos momentos siguen sin suministro eléctrico. El tercer mundo está en la capital de España, a unos kilómetros de la Puerta del Sol, al lado de la ciudad que en unos días se engalanará con las luces de Navidad. "Mi barrio es simple, no tiene lujos, no tiene limpieza, pero tiene mucha humanidad, mucha dignidad. Es dónde yo siento arropo y protección", estas palabras las dice Houda Akrikez, una de las vecinas del barrio que participa como actriz en la obra.
Para la directora ha sido "muy necesario contar con las vecinas reales de Cañada que, aparte de formar parte del proceso de creación de la obra, reivindican su lucha convirtiéndose en actrices, en intérpretes de sí mismas". Una maravillosa historia coral contada por una decena de intérpretes de diferentes edades, procedencias y culturas, para que nos hagamos una idea de la diversidad que existe en el barrio. "Esta es la historia de un barrio que sobrevive a pesar de las grietas, que defiende un futuro posible y que lucha por mantener su dignidad, como tantos otros barrios de cualquier otra gran ciudad" reconoce Alcorcón, quien sentencia que "la luz sigue sin llegar a la mesa de la cocina de sus casas, al flexo donde estudian sus hijos y a la máquina de oxígeno de los abuelos, pero algo hemos conseguido: que sus voces estén en el teatro cada tarde removiendo nuestras conciencias".
La directora Raquel Alarcón siempre se ha caracterizado por su compromiso social, como ya pudimos comprobar en su fabulosa pieza "Sueños y visiones de Rodrigo Rato" que estrenó hace unos años en El Pavón Teatro Kamikaze. También ha trabajado en los proyectos de mediación y teatro comunitario "Cervantes de Boca en Boca", "Todas podemos silbar" o el "Dramawalker Cañada Real" del que surgió la obra de teatro que se puede ver estos día en el Teatro Valle-Inclán. "Me interesa mucho aportar una mirada artística sobre una cuestión social que nos afecta a todos. El teatro debe ser también un reflejo de la realidad, de lo que se vive en la calle" reconoce Alarcón. Este proyecto ha sido una gran oportunidad para dar visibilidad a una realidad incómoda, de la que nadie se quiere hacer cargo y todos intentamos evitar, porque si lo conoces no puedes evitar que te duela. "La realidad de lo que se vive en Cañada Real está condicionada o sesgada por distintos intereses; muy poca gente conoce la verdadera realidad y menos todavía se paran a pensar cómo es vivir sin luz durante más de 730 días" dice la directora. Y es cierto, a algunos no se les ha pasado por la cabeza esta posibilidad hasta que no han visto la serie "Apagón"...
Raquel ha intentado formar un puzzle de lo que es el lugar, un espacio diverso y multicultural en el que existe un gran sentimiento de pertenencia al lugar. Alarcón cuenta que "esta ficción es la suma de muchos rostros anónimos que componen una realidad tan demoledora como cotidiana. Una historia coral contada por diez intérpretes de distintas edades, procedencias y culturas que dan voz y cuerpo a más de una veintena de personajes".
Raquel Alarcón le propuso a la dramaturga Vanessa Espín que se encargase de la dramaturgia, que hiciese encajar todas esas piezas, todas esas grietas que forman la Cañada Real. Un arduo trabajo codo con codo con las vecinas y las asociaciones que trabajan en el barrio, para conseguir crear este collage que se desliza entre la ficción y el teatro documento. Para la autora "la idea era conocer a las personas que viven allí: su cotidiano, saber qué significa no tener luz, qué cosas te pasan a nivel práctico y emocional, y qué sueños dejas de cumplir. Pero también me interesaba saber qué vínculo tienen las personas con el territorio, un barrio es un lugar donde se teje la comunidad". La dramaturga nos plantea una interesante propuesta coral, en la que se entrelazan las vidas de los distintos personajes para darnos una visión de lo que es ese lugar tan singular. "Hay una invitación al espectador a mirar o escuchar lo que no siempre se mira o se escucha con respecto a Cañada".
Centrándonos en lo que nos cuenta la obra de teatro, tenemos el mapa de un barrio, un boceto de la variedad de culturas, de la diversidad étnica, de la cantidad de vidas que sufren el día a día de esta tercermundista realidad. Y también conoceremos a Wafa y su familia, como ejemplo de una de las familias que viven en La Cañada. Una obra plagada de pequeñas historias, de todas esas personas que viven en ese lugar y que también tienen sueños, anhelos, esperanzas. El barrio es un territorio para vivir, para plantar un cerezo que dé frutos y aliento, un lugar para tejer intimidades puerta a puerta, estación tras estación. Todo comienza a romperse dentro de la armonía del barrio en el momento en que les cortan la luz, un derecho básico sin el que es muy difícil llevar una vida digna. Desde ese momento, sus vidas se centran en sobrevivir, en reivindicar aquello que les pertenece. Una lucha que les unirá aún más, que intensificará el sentimiento de barrio, serán muchos años "tejiendo hogar, sueño y tierra prometida con la amenaza de perderlo todo".
Y todas estas luchas y pequeñas historias las veremos interpretadas por un interesante elenco que mezcla actrices y actores profesionales con vecinas de la Cañada. Son diez intérpretes que dan vida a unos veinte personajes de diversas edades, cada una con sus problemas, sus angustias, sus sueños por cumplir. El elenco lo forma un conjunto diverso en el que podremos ver a la actriz nominada al Goya Zaira Romero (una de las protagonistas de la maravillosa "Carmen y Lola") o al actor Abdelatif Hwidar (secundario de lujo en series como "La Zona", "Fariña", "Santo" o "Élite") trabajar en escena con Houda Akrikez (presidenta de la Asociación de Mujeres Tabadol del sector VI de la Cañada Real), Rahma Hitach (presidenta de la Asociación de Mujeres Árabes Luchadoras AMAL) y Khadija Ajahiou (representante de Juventud en Acción Cañada. El resto del elenco lo forman Taha El Mahroug, Pedro G. de las Heras, Andrés Picazo, María Ramos y Saida Santana.
Y todo esto que os hemos contado sucede en la evocadora y onírica escenografía diseñada por la gran Mónica Boromello. Una plataforma que se va resquebrajando ante nosotros, para simbolizar esa gran grieta que es La Cañada dentro del territorio. Impecable la iluminación de David Picazo, sabiendo transmitir a cada escena el punto exacto de tonalidad necesario en cada parte de la dramaturgia, mezclando con precisión las luces con las sombras. El envolvente espacio sonoro diseñado por Enrique Mingo nos atrapa desde el primer momento, para empujarnos de lleno al interior mismo de la historia. Por último cabe destacar el cuidadoso trabajo de Beatriz San Juan en la elaboración del vestuario, dotando a cada personaje de una identidad bien definida.
Queremos terminar esta reseña con la impactante reflexión de la dramaturga Vanessa Espín: "Siempre pensé que cuando estrenásemos esta obra íbamos a hacer solo memoria de esos días, y no un amargo goteo de este día a día. Hoy que vecinas reales se mezclan con los actores y actrices en el escenario, la luz sigue sin llegar a la mesa de la cocina de las casas, al flexo donde estudian sus hijos y a la máquina de oxígeno de los abuelos, pero algo hemos conseguido: que sus voces estén en el teatro cada tarde haciéndonos preguntas". Gran labor de un espacio público el dar cobijo a este tipo de reivindicaciones. Una opción de visibilizar una realidad que aunque nos suena no nos gusta hacerle caso. No se la pierdan, es necesario conocer de primera mano estas realidades que habitan La Cañada Real.
Fechas: Del 07 de Octubre al 13 de Noviembre. De Martes a Domingo a las 18:00. 1h 50 min. aprox.
Entradas: Desde 12,50€ en entradasinaem. Encuentro con el público 20 de Octubre.
EQUIPO
Texto
Vanessa Espín
Dirección
Raquel Alarcón
Reparto
- Khadija Ajahiou (Otra vecina / Fátima / Los escombros / Voz de la concentración) - Houda Akrikez (Hanan / Los escombros / Voz de la concentración) - Taha El Mahroug (Khalid / Los escombros / Voz de la concentración) - Pedro G. de las Heras (Gerardo / Coordinador / Los escombros / Voz de la concentración) Rahma Hitach (Una vecina / Naima / Los escombros / Voz de la concentración) - Abdelatif Hwidar (Ahmad / Ramón / Comisionado / Pediatra / Los escombros / Voz de la concentración) - Zaira Romero (Doina / Los escombros / Voz de la concentración) - Andrés Picazo (Álvaro / Médico / Secretario / Abogado / Los escombros / Voz de la concentración) - María Ramos (Wafa / Los escombros / Voz de la concentración) - Saida Santana (Verónica / Pilar / Nawal / Vecina / Los escombros / Voz de la concentración)
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