Teatro: La piel en llamas. Teatro Soho Club Madrid

Todas las guerras dejan infinidad de secuelas, de víctimas que deben continuar con sus vidas y que no saben como, personas marcadas por lo vivido en la contienda que no saben como reconstruir sus vidas. Esta es la historia de personas que han quedado marcadas para siempre, pero que quieren avanzar, continuar, pero a las que el pasado siempre se les asoma al doblar una esquina. La indefensión de las víctimas, el poder de una imagen, el impacto de los medios de comunicación, las luchas de poder entre los poderosos y los débiles, que se ve aún más descarnado tras los escombros de las bombas. 


El acudir a ver una obra en la biblioteca del Teatro Soho Club es toda una experiencia. El propio espacio ya te sumerge en un mundo muy particular, en un universo paralelo en el que todo es posible. La pieza que nos acoge en esta ocasión, ha sabido adaptarse a la perfección a este espacio que parece anclado en el tiempo. Una ingeniosa superposición de escenas que en esta versión se ha sabido nutrir del lugar, para hacer al espectador aún más partícipe de esta inquietante trama.


Guillem Clua es el autor de esta impecable pieza que ha sido destacada por su "innovadora estructura y por su inteligente discurso sobre los medios de comunicación y la política en tiempos de guerra". Su formación como periodista le "empuja" a hablarnos en sus textos de los temas de actualidad, como hizo con sus obras de alto voltaje político "El sabor de las cenizas" o "La golondrina". Esta es su obra más internacional y por la que ha recogido más muestras unánimes de entusiasmo. Fue versionada hace unos años en el Centro Dramático Nacional y este año se estrenará su versión cinematográfica. Clua también es un asiduo colaborador de La Joven, para los que ha escrito textos como "Barro", "Invasión" o la adaptación de la "Iliada". 

El texto esta estructurado de forma impecable, una perfecta relojería escénica que nos empuja a estar pendientes en todo momento, para no perder el hilo de una historia que va encajando sus piezas de forma precisa. La historia intercala elementos reales que podrían estar sacados de cualquier diario o noticiario de nuestros días, con la vehemencia de la verdad de la guerra, con el somnífero que nos hemos autoimpuesto para que no nos desgarren estas noticias a diario. El premiado texto de Clua aúna lo mejor de forma y contenido en una experiencia teatral poderosa e inolvidable.



De esta nueva versión se ha encargado Juanma Cifuentes, con una dirección precisa, que enfatiza aún más la esencia de la obra. Una obra angustiosa que gana en la cercanía, viendo la tensión que se palpa entre los personajes. Muy interesante la decisión de hacer transcurrir simultáneamente las dos historias, con lo que vamos entrelazando los giros de guion, hilando cabos, consiguiendo entender un poco más el dolor de cada personaje, las secuelas imborrables que deja una guerra en todo aquel que la vive en primera persona. Estamos metidos en la historia en todo momento (gran elección la distribución de las sillas en torno a la escena), nos duele y nos desconcierta al mismo tiempo que a los personajes, sentimos el miedo y el dolor, la rabia y la desesperación. Nos estremece el relato como si nos hablasen de nosotros mismos, porque quizás hay temas que es mejor tratar sin distancia, directos y sin florituras, para que seamos conscientes de lo dura que puede llegar a ser la vida.


La historia nos habla de la historia de una foto y de su autor, Frederick Salomon. Una imagen que marcó su carrera y en consecuencia su vida. Lo catapultó a la fama, pero no consigue que se le vaya de la memoria. Una imagen desgarradora, la de una niña volando por los aires por el impacto de una explosión cerca de ella. Una niña de la que nunca se preocupó, que nunca supo que sobrevivió a esa explosión, a la que no fue a socorrer. La obra comienza cuando Frederick regresa años después al país donde tomó aquella foto. Vuelve para recibir un premio, todo parece estar preparado para su momento de gloria, pero los fantasmas del pasado parece que le esperan.

El país quiere premiarle porque se le considera clave en la consecución de la paz. Pero una periodista, Hanna, la cual le va a entrevistar horas antes de la entrega del premio, no está de acuerdo con el galardón. Lo que parece una entrevista de cortesía para el periódico del régimen, acaba convirtiéndose en una cruda discusión sobre el papel de Naciones Unidas en relación a los países del Tercer Mundo, su dudoso papel en el devenir del conflicto, la necesidad de mercadear con imágenes violentas como la que lo encumbró, pero sobre todo por saber que fue exactamente lo que ocurrió el día que sacó la foto.


Mientras la conversación sube de tono, en ese mismo espacio vemos simultáneamente la historia de otra pareja, mucho más sórdida y pasional aparentemente. La una no es consciente de la presencia de la otra, sus historias parecen transcurrir en paralelo, o tal vez solapándose la una a la otra. Un misterioso doctor, el señor Brown, visita de forma rutinaria a una joven llamada Ida, indefensa y entregada a su benefactor, que le ha prometido hacer todo lo posible por salvar a su hija, que se encuentra en coma en el hospital de la ciudad en el que trabaja Brown. Ida le ofrece todo tipo de favores sexuales a cambio de un tratamiento con el que, según el manipulador doctor Brown, puede salvar la vida de su hija o trasladarla a occidente para que pueda ser tratada con mejores métodos, o al menos conseguir que viva mejor, lejos de ese país dictatorial en el que viven ahora.


Las dos historias transcurren en paralelo, sin tener puntos en común, hasta que comienzan a aparecer similitudes, acercamientos, elementos que nos hacen encajar las diferentes piezas. Las dos escenas van subiendo de tono, con engaños y mentiras, con amenazas y reproches, para ir tejiendo poco a poco una tela de araña en la que el público se ve atrapado. Un interesante puzzle en el que el público va construyendo con las piezas desgarradas que la guerra ha dejado tras de si. Y de este modo comienzan a retumbar en nuestra cabeza ciertas preguntas: ¿Quién es la niña de la foto? ¿Cómo cambió su vida, y la del país, y la del mundo, aquella imagen? ¿Y qué resultados tendrán los horribles dilemas a los cuales se enfrentan todos los personajes?


El elenco de estas dos historias que transcurren en paralelo sin llegar a tocarse, pero influyendo la una en la otra, lo forman Javier de la Rosa como Sálomon, Ginebra Aroca en el papel de la periodista Hanna, Clara Serrano como la desesperada Ida, y Luis Huete dando vida al doctor Brown. Los cuatro, o más bien las dos parejas, se enfrentan entre si con vehemencia, en una continua lucha por la supervivencia, por la búsqueda de la verdad, por mantener lo conseguido. Cuatro personajes que viven acosados, al límite, con pesadillas que los atormentan, con luchas por resolver, metidos en una encrucijada de la que ni ellos mismos saben como salir. Cuatro personajes al borde del abismo, dos parejas que intentan acorralarse en busca de la verdad.


Como hemos dicho antes, uno de los puntos fuertes de la función es la disposición del público alrededor de las escenas, lo que hace meternos mucho más en la historia. La escenografía de Josemi Alarcón se apodera de la biblioteca del Soho Club Madrid, para hacerla suya y jugar con nosotros, al situarnos estratégicamente por el espacio. Las escenas se solapan, por lo que los elementos que la componen son sencillos, para poder adaptarse a los dos espacios. Alarcón se aprovecha del lugar en el que está para dar un giro más a la obra y regalarnos un final estremecedor. Fundamental la iluminación con la que el propio Josemi Alarcón potencia el misterio de la historia, lo sórdido de una de las historias, lo misterioso de la otra. Un delicado juego de luces que le va muy bien a la historia.



En definitiva, estamos ante una pieza impecable, desgarradora, abrumadoramente dolorosa, que nos hace pensar sobre las secuelas de las guerras, sobre la importancia de la información, sobre la desesperación de los mutilados de las contiendas (tanto las heridas físicas como las psicológicas). Una historia demoledora, que nos remueve por dentro y nos deja un interesante poso sobre el que pensar de camino a casa. Todo un reto en el que plantearnos y cuestionarnos todo lo que nos cuentan de las diferentes guerras, cual es la historia real, como los poderosos pueden hacernos partícipes de su verdad mientras dejamos abandonados a los más necesitados. En estos tiempos que corren tenemos claros ejemplos, cuando no valen lo mismo los refugiados sirios o los africanos que vienen en patera, que los ucranianos que vienen en aviones fletados por los gobiernos. Los poderosos nos hacen una cruel distinción entre las diferentes contiendas, entre refugiados de primera y de segunda... nos venden su verdad, nosotros debemos saber discernir cual es la historia real. Viva el teatro que nos hace pensar!!!

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Teatro: Teatro Soho Club Madrid
Dirección: Plaza de España 6.
Fechas: Del 07 de Octubre al 13 de Noviembre. De Martes a Domingo a las 18:00. 1h 50 min. aprox.
Entradas: Desde 12,50€ en entradasinaem. Encuentro con el público 20 de Octubre. 

FICHA ARTÍSTICO/TÉCNICA

GUILLEM CLUA EL AUTOR

JUANMA CIFUENTES EL DIRECTOR

JOSEMI ALARCÓN ESCENOGRAFÍA , ILUMINACIÓN , DISEÑO GRÁFICO

REPARTO

JAVIER DE LA ROSA COMO SÁLOMON

LUIS HUETE COMO BROWN

GINEBRA AROCA COMO HANNA

CLARA SERRANO COMO IDA


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