Teatro: Cielos. Teatro de la Abadía.

Llega el final de la temporada, y que mejor que un montaje apocalíptico y catastrofista para terminar con el mundo que conocemos y empezar con uno nuevo en el mes de Septiembre. Uno de los montajes más esperados de la temporada llega para reventar conciencias, hacer saltar por los aires a toda una generación, para dar el testigo a esas nuevas generaciones que solo han visto como su planeta se destruía por culpa de la raza humana. Ellos, esas nuevas generaciones comprometidas con el ecologismo, con el feminismo, que no dudan del cambio climático y si de muchas cosas que nuestras generaciones anteriores dábamos por supuestas. Vienen a cambiarlo todo, a hacer volar por los aires el mundo que conocimos, o al menos el tipo de sociedad que solo sabe guiarnos hacia la autodestrucción. Es hora de dejarles el relevo y aprender de ellos.



Una propuesta a mitad de camino entre lo cinematográfico y lo teatral. Más cercano a lo televisivo que a lo que estamos acostumbramos a ver sobre las tablas. De la mano del gran Sergio Peris-Mencheta llega la obra del prestigioso escritor libanés-canadiense Wadji Mouawad que cierra su tetralogía "La sangre de las promesas" que se inició con la maravillosa y desgarradora "Incendios", que se estrenó en su versión en castellano hace unas temporadas en este mismo escenario del Teatro de La Abadía (dirigida por Mario Gas y con un elenco descomunal, con Nuria Espert a la cabeza). Las otras dos piezas de la serie fueron "Litoral" y "Bosques". Todas ellas tienen como nexo común "la tragedia que arrastra la humanidad".




Esta producción de Barco Pirata ("Una noche sin luna", "Despierta", "¿Quien es el sr. Schmitt?", "Blast") en coproducción con Producciones Rokamboleskas ("Juguetes rotos", "Cada átomo de mi cuerpo es un vibroscopio"), tiene todos los ingredientes de los últimos éxitos de la productora. La espectacularidad de la puesta en escena, que ya se atisbaba en producciones iniciales como "Lluvia constante" o la inolvidable "La cocina", se ha convertido en seña de identidad tras los majestuosos montajes de "Castelvines y Monteses", "Lehman Trilogy" o "Ladies football club". A esto hay que añadir un ritmo constante que no deja al espectador descansar un segundo, un texto de gran riqueza y una inteligente y cuidada dirección de actores. Con todo esto, la obra nos engancha desde el inicio (aunque en estos primeros compases nos vemos abrumados por la puesta en escena y algo perdidos en la historia) en un juego de niveles, luces, pantallas, texto embaucador y un halo de misterio que se va diluyendo conforme avanza la obra.


El texto de Wadji Mouawad parece que fue macerando entre las manos de Peris-Mencheta, que se compró el libreto y se puso a traducirlo el día después de ver en el teatro de La Biblioteca de Barcelona una versión de la obra dirigida por Oriol Broggi. El director reconoce que "cuando ocho años más tarde Juan Mayorga le propone a Barco Pirata una aventura para este curso, la idea de trabajar un texto del autor libanés se impone". Y las piezas comienzan a encajar en la cabeza de Sergio, que aún recuerda la noticia de la "vandalización" por parte de jóvenes ecologistas de diversas obras de arte, lo que se convierte en el empujón definitivo para montar esta obra. Y así se comenzó esta nueva aventura, que nos lleva a un género poco frecuentado en el teatro, como es el thriller

Sergio Peris-Mencheta reflexiona sobre estos hechos realizados por una nueva juventud que deba ser la que busque una nueva forma de reivindicarse, de luchar por sus derechos, de hacerse notar. "Siento, o no sé si quiero creer, que estos actos reivindicativos, todos ejecutados por gente joven, no son únicamente producto de una planificación medida en torno a resultar más visibles en un presente que, de otro modo, nunca escucharía sus demandas. Y quiero creer que en el momento de "atentar" contra estas obras de arte, subyace un profundo dolor ante la incontenible necesidad de borrar nuestra memoria".


El director nos propone un intrigante montaje a varios niveles, más cercano al lenguaje audiovisual que al teatral. Como es habitual en sus últimos montajes, juega con un escenario en varias alturas, presididas por la sala de trabajo, en donde se desarrolla la parte central de la obra. La historia comienza confusa, no se sabe muy bien si de forma buscada o por la abrumadora cantidad de estímulos, tanto visuales como auditivos, de los primeros minutos. El montaje transcurre con inesperados giros, personajes ambiguos, tramas que se van descubriendo, historia secundarias que van adquiriendo protagonismo, hasta conseguir una imponente pieza llena de aristas, de claroscuros, de temas de gran actualidad, de preguntas sin respuesta, una bomba de relojería que los personajes intentan desactivar contrarreloj. Esto es precisamente uno de los aspectos más interesantes de la obra, la capacidad de Peris-Mencheta para meternos en un thriller complejo y abrumador, lleno de complejidades y callejones sin salida, sin que perdamos la atención en ningún momento. 




La historia nos lleva a un remoto lugar, no llegamos a saber en ningún momento donde están, esa es una de las intrigas que sobrevuelan la trama, podrían estar en cualquier lugar, se universaliza el conflicto. En ese lugar han montado su cuartel general un grupo de criptógrafos, traductores e investigadores varios, que tienen que impedir un ataque terrorista del que tienen poca información. Este trabajo contrarreloj intenta evitar este ataque múltiple que pretende provocar una debacle social y el caos mundial. El reloj parece correr a gran velocidad y este grupo de elegidos parece ir demasiado lento. Una vertiginosa cuenta atrás en la que iremos descubriendo la gravedad de la situación, pero también lo que ha llevado a los llamados terroristas a tomar esa decisión. Un cúmulo de temas de gran calado que nos harán reflexionar durante mucho tiempo. 



La obra comienza con una voz codificada (la del propio Sergio Peris-Mencheta) que nos hace una pequeña introducción, sobresaliendo por encima de las millones de voces que pueblan el cielo virtual y la cantidad ingente de mensajes online que nos llegan a cada instante. Una voz que habla "en nombre de los hijos devorados por todas las guerras del siglo XX" y que culpa a sus padres y a las generaciones anteriores por la sangre derramada. Esta es la razón por la que quieren vengarse, y han pensado un golpe devastador: un atentado terrorista de insólitas dimensiones. Pero este conjunto de sabios es incapaz de descifrar ese mensaje que retumba en todos los idiomas, hasta aturdir de tal manera que no se vea con claridad lo que se nos expone. Los hijos que reprochan a sus padres los conflictos de todo un siglo, haber vivido viendo guerras, atentados, muertes, ellos reclaman ahora venganza.



Y en esta situación de caos iremos conociendo a este grupo de personas en las que la humanidad tiene volcadas sus esperanzas de que el atentado yo se llegue a producir. En este bunker en el que trabajan, iremos conociendo las historias de los distintos personajes (aunque haya alguna de las historias que quede algo desdibujada al final). Ellos son Blaise Centier (interpretado magistralmente por Jorge Kent, al que sustituye en algunas funciones Xoel Fernández), Dolorosa Haché (impecable Marta Belmonte), Vincent Chef Chef (interpretado de forma precisa por el debutante sobre las tablas Álvaro Monje), Clément Szymanowski (al que da vida un siempre correcto Pedro Rubio) y Javier Tolosa (desgarrador en el papel de Charlie Eliot Johns). Además de los habitantes de este búnker, veremos en imágenes a Sergio Lanza (como Valéry Masson), Rodrigo Simón (en el papel de Víctor Eliot Johns) y a Ricardo Gómez, poniendo la voz a Anatol.



Uno de los puntos más destacables de todo el montaje es la parte técnica (como suele ser habitual en los montajes de Barco Pirata). Como ya hemos contado, la escenografía diseñada por Alessio Meloni se compone de tres niveles perfectamente diferenciados. El nivel bajo representa las habitaciones/zulos en los que habitan los investigadores. La zona central representa la zona de trabajo, mucho más amplia y luminosa. La parte superior representa la azotea de este extraño lugar de trabajo, con dos misteriosas estatuas de ángeles que nos recuerda lo cerca que están del cielo nuestros personajes. Contundente, espectacular, con tintes de ciencia ficción, la escenografía se acaba convirtiendo en un personaje más de la obra. Sobre la parte de la oficina se proyectan potentes imágenes que sirven de apoyo al desarrollo de la historia. El diseño de las videoescenas corre a cargo de Ezequiel Romero, que ha realizado un fabuloso trabajo, sabiendo mezclar lo real con los vídeos y jugando con simbologías e imágenes por todos conocidas, para dar un mayor carácter de ciencia ficción al resultado. Los vídeos resultarán una pieza esencial en el desarrollo de la obra. Esto vendrá acompañado por el impecable trabajo de Enrique Mingo a cargo del diseño de sonido, que nos meterá de lleno en ese ambiente de thriller tan angustioso que destila toda la obra. 

Otro de los puntos más cuidados del montaje es el diseño de iluminación, a cargo de David Picazo. Un cuidado y preciso trabajo en el que da a cada una de las estancias una calidez diferente, el tono adecuado para lo que vamos a ver, un juego de tonalidades frías que asocian a lo nocturno y a lo misterioso, jugando con las penumbras para enfatizar la sensación de thriller. Todo esto se enfatiza con la contundente composición musical con la que Joan Miquel Pérez le da un carácter casi épico a la obra. Por último tenemos a Elda Noriega como la responsable del vestuario y a Eva Ramón al frente del diseño de atrezzo.



En definitiva, estamos ante un imponente montaje, tanto por su dimensión como por su ejecución. Una muestra más de la solvencia de Sergio Peris-Mencheta a la hora de abordar grandes montajes, de los que siempre sale victorioso y de los que, como espectadores, siempre salimos impresionados. La elección del elenco ha sido muy certera, con un grupo que se compenetra a la perfección y que hace potenciar el resultado del conjunto. Y por si esto fuera poco tenemos el texto de Wadji Mouawad, que nos hace volar y nos golpea, que nos zarandea y nos increpa, que nos señala como culpables y nos propone como solución. Es el momento perfecto de hacer volar todo por los aires para comenzar de nuevo, los jóvenes a los mandos y el resto a redimir sus pecados. Mucho que recapacitar.

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Teatro: Teatro Abadía. Sala Juan de la Cruz
Dirección: Calle Fernández de los Ríos 42.
Fechas: Del 14 de Junio al 16 de Julio. De Martes a Sábado a las 19:00. Domingo a las 18:30. 
Duración: 110 minutos.
Entradas: Desde 10€ en TeatroAbadiaPrograma de mano. Dossier.

REPARTO

Marta Belmonte – Dolorosa Haché

Jorge Kent / Xoel Fernández - Blaise Centier

Álvaro Monje - Vincent Chef Chef

Pedro Rubio - Clément Szymanowski

Javier Tolosa - Charlie Eliot Johns

Sergio Lanza - Valéry Masson

Rodrigo Simón - Victor Eliot Johns

Voz de Anatol - Ricardo Gómez

Con la colaboración de Fredy Steegmann, Silvia Berdullas, Alan Veziri Saeedi, Javier Blázquez, Beatrice Bonitti, Beata Iwona Kruk

Voz cantada: Elvira Santa Maria

Voz periodista: Pepa Fernández

Voz codificadaSergio Peris-Mencheta 

Voces en off: Alan Veziri Saeedi, Bin Ma, Lola Barrio, Agnes Kiraly, Javier Blázquez, Beata Iwona Kruk , Alessio Meloni, Sergio Peris- Mencheta, Paula Iwasaki, Merlín Baeza Ortega, Max Ulloa, Ona Ulloa, Olmo Peris-Mencheta, Rio Peris-Mencheta, Angelica Sandoval y Ricardo Sandoval.

FICHA ARTÍSTICA

Dirección: Sergio Peris-Mencheta

Traducción: Sergio Peris-Mencheta                                                        

Composición musical: Joan Miquel Pérez                                             

Diseño de escenografía: Alessio Meloni (AAPEE)                                   

Diseño de iluminación: David Picazo (AAI)

Diseño de vestuario: Elda Noriega (AAPEE)

Diseño de sonido: Enrique Mingo

Diseño de atrezzo: Eva Ramón

Diseño de videoescena: Ezequiel Romero

Ayudante de dirección: Óscar Martínez-Gil    

Adjunto dirección de producción: Fabián Ojeda Villafuerte

Jefa de producción y regiduría: Blanca Serrano

Gerente en gira y regiduría: Paco Flor

Asistente de Producción: Miriam Pérez 

Administración: Henar Hernández

Jefa de prensa: María Díaz

Dirección técnica: Manuel Fuster

Dirección de producción y producción ejecutiva: Nuria – Cruz Moreno

Coordinación técnica y técnico de luces: Alberto Hernández de las Heras

Técnico de maquinaría: Eduardo Martín y Rosa García

Técnico de sonido: Enrique Mingo

Construcción de escenografía: Mambo decorados y Sfumato

Transporte: FJS Transporte

Fotografía: Sergio Parra

Diseño gráfico de la compañía: Eva Ramón

Distribución: GG Producción Escénica

Una producción de Barco Pirata en coproducción con Producciones Rokamboleskas

AgradecimientosTeatro de La Abadía y Ventura Sarasa

In memoriam: Javier Martínez Salmeán y Bernardo Moll Otto “Nano”


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