Ambos nos han permitido conocer a Francisco de la Huerta Baulín, con su tricicleta, su armónica de afilador y cachivaches a tutiplén. Elementos con los que nos transportaremos en un santiamén al imaginario literario del Siglo de Oro, donde buscones y damas se encuentran para hacer las delicias del ávido espectador a la espera de chismes y dimes y diretes.
Un personaje astuto, embaucador, que vivió todas la picardías habidas y por haber en tiempos donde huérfano por desatinos del destino como tantos llegaba a la noche sin saber bien si lo que sentía era pan o era hambre. En escena una tricicleta con tantos trastos que nos hace imaginar todos los lugares recorridos en la búsqueda de una vida espectacular, grandiosa y memorable.
Junto a Quevedo, este mercachifle, vendedor de cacharros en un tiempo, y dedicado a oficios ninguno otrora monta su quiosco mientras vamos con él, recorriendo su vida. Parte es real, más de la mitad quizá imaginado, otro tanto inventado a drede, un recorrido que poco a poco se irá convirtiendo en una oda al fracaso, el público será un todo con Baulín. Seremos sus cómplices, siendo sin duda ya, miembros de su biografía. Le ayudamos a llevar a cabo sus fantasías inverosímiles a ver hasta donde llegaba este Baulín, que por cierto él mismo les contará de donde procede tamaño apodo.
Baulín que forjó su existencia a base de fracasos y reveses es capaz de reinventarse de enamorarse y fantasear, de vivir los desaciertos de manera tan vívida que nada parece una derrota. Viene a ser, vida en el sentido más amplio, diferente cada día. Una vida vista a través de los corrales de comedias de los versos de Lope de Calderón, Sor Juana Inés.
Benito Jiménez en la piel de Baulin transmite a la perfección esa sensación de llegar tarde a todas partes, de que va uno a ocupar su lugar en el mundo, con la ironía de ya está ocupado por otro. La ruptura de la cuarta pared, la frescura de un humor descarado pero también la cadencia, en los versos de Lope de Vega y Calderón compactan y generan un interesante collage con un subtexto atemporal que a todos nos interpela. Una oda al fracaso, a disfrutar de la vida y de las pequeñas cosas. Resignificar los conceptos de fama, de gloria de riqueza.
En escena el aura clown del fracaso como impulso para la transformación y el cambio, una lírica poética que nos seduce, empatizamos con Baulín y somos sus cómplices como habitantes de este pueblo, asistentes a las fiestas de Gorgorin de las Fauces con música original y espacio sonoro trabajo de Leinad Rodiger mecido entre tonos actuales y áureos para las fiestas en Gorgorito. Jiménez ya sea como delincuente, mercachifle o pretendiente enamorado nos atrae y nos enreda de tal modo que entendemos que Baulín únicamente quiere alcanzar fama, riquezas y gloria emulando en la vida lo que ha visto en las tablas del corral y si es con una muerte sobresaliente que pase a la historia, pues nosotros le ayudaremos.
Mientras tanto suena el claxón de la tricicleta, no anda, y Baulin tira de ella, quizá vuelva a llegar tarde a algun lugar y vuelva a no ser protagonista de nada, pero ¿por qué ir con tanta prisa si tampoco hay que llegar a ninguna parte?
Picarescamente recomendable.
EQUIPO ARTÍSTICO
Dramaturgia: Mikel Marcos y Celia Morán
Dirección y espacio escénico: Mikel Marcos
Producción
Los Cabritos producen
Compañía Diego el de la Gloria
Fundación Siglo de Oro
Reparto: Baulín: Benito Jiménez
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