Teatro: Instrucciones para sobrevivir en lo oscuro. Naves del Español

Este país nuestro, tan de pandereta y cachiporra, es proclive a reírse de si mismo. Y en esto tenemos unos maestros que saben sacar todo el jugo a los tópicos y vergüenzas de nuestra piel de toro. Ellos son los chicos de Club Caníbal, que hacen de cada nuevo montaje una mordaz crítica sobre la sociedad española. Regresan a las Naves del Español con este "Instrucciones para sobrevivir en lo oscuro" nos hablan de negacionismo climático, de los problemas de los agricultores, de la corrupción de la política y la iglesia, con personajes que nos recuerdan a esos políticos vehementes y populistas que vemos cada día en televisión, capaces de cualquier cosa por un puñado de votos.



Vuelven los pantalones cortos más gamberros y transgresores del panorama teatral. Como si de un juego de niños se tratase, estos gamberros irreverentes han creado su propio estilo, un humor loco y sin complejos, con mucha imaginación y muy poca vergüenza, y con grandes dosis de irreverencia, sarcasmo, mala leche y pinceladas de genialidad. No se les puede negar la energía que transmiten, el desparpajo con el que tratan cualquier tema, la desbordante elocuencia de su relato, la histriónica manera con la que llevan todo al extremo, la facilidad con la que consiguen que todo lo inverosímil encaje y el público disfrute con su universo excéntrico y desenfrenado.


Esta producción de Triple F y el Teatro Español es una vuelta a los orígenes para los chicos de Club Caníbal, ya que esta pieza recuerda a su antológica Trilogía de Crónicas ibéricas (con la que ya estuvieron hace un par de temporadas en las Naves del Español). Tras su repaso a las lindezas de la monarquía en su brillante "Alfonso, el africano" (que hizo las delicias de crítica y público, agotando localidades en la sala Princesa del María Guerrero), regresan a la España profunda, para escarbar en la esencia de nuestra piel de toro y sacar sus vergüenzas a relucir. En esta ocasión nos hablan de temas de actualidad como el cambio climático, con su particular visión del mundo y su estrafalaria forma de crear, con la que sorprenden y divierten al público con cada nueva ocurrencia con la que desarrollan sus montajes. Extravagantes y surrealistas, portentosos y geniales, no hay en el panorama una compañía que haga las cosas de una forma más gamberra que estos "caníbales".




Como ya sabíamos, Chiqui Carabante tiene una manera muy personal de ver el mundo y más concretamente las particularidades de nuestro país. Ya nos lo mostró con su mordaz "Desde aquí veo sucia la plaza", en donde nos hablaba de tradiciones absurdas, con "Herederos del Ocaso" nos cuestionó la picaresca tan típica de nuestro país, y con "Algún día todo esto será tuyo" hacía una impecable radiografía de uno de los grandes empresarios de este país. Como si de un nuevo episodio se tratase, en esta ocasión se nutre de la actualidad para hablarnos de un compendio de temas con los que crea esta fantástica sátira de nuestra sociedad. Una radiografía burlona y genial de lo que somos, hablando de la corrupción política, de la España vaciada, de los problemas con el regadío... todo mezclado en una coctelera de humor absurdo para dar como resultado una propuesta brillante.




Para quien no conozca a la compañía, habrá que avisar que esta producción, como todas sus anteriores, no es algo convencional. Adentrarse en el universo del Club Caníbal es transitar el legado de Berlanga, de José Luis Cuerda, de La Hora Chanante, todo esto sazonado con mucho picante y bastante mala leche. Como resultado tenemos una comedia total, esperpéntica, surrealista, en la que todo es posible. Todo en este montaje es contundente, extravagante, irreverente, excesivo. En estos tiempos de fake news y de polaridad absoluta se agradecen este tipo de montajes, en los que se trata todo desde un punto de vista más liviano, riéndose de todo y haciendo caricatura de nosotros mismos. De este modo, el texto realizado a ocho manos por los cuatro miembros del Club (Chiqui Carabante, Juan Vinuesa, Vito Sanz y Font García) es una bomba de relojería, un artefacto de divertimento masivo, que solo busca que pasemos un buen rato, con mucha estridencia y situaciones hiperbólicas.



Pero intentemos tomar distancia y contar el argumento de la obra. Nos trasladamos a la España rural, donde el Gobierno quiere cerrar un pozo que es la fuente de riqueza de un pueblo llamado Villanueva, muy próximo a un gran Parque Natural el cual se intenta proteger con el cierre del pozo para su uso descontrolado. Pero el Gobierno no contaba con que en ese recóndito lugar se presentaba a las elecciones municipales Julián, un hombre que ha dado su palabra a sus votantes de que no se cerrará el pozo. Una vez elegido alcalde, luchará por cumplir con su palabra, y hará todo lo posible para legalizar el pozo, por mucho que el Gobierno y la Unión Europea insistan que con el dichoso cambio climático el uso del pozo es insostenible. Los agricultores amenazan al alcalde para que no recule. Mientras, las autoridades avisan de que el cultivo de caqui está secando el Parque Natural. Una mentira que solo quiere favorecer a los pájaros y las alimañas que se comen sus sembrados.




Si el inicio resulta dantesco, el cáliz que va tomando la historia se vuelve cada vez más surrealista. Nuestro peculiar protagonista emprende una cruzada contra las instituciones y los poderes que quieren que cierre el pozo. Una vez cerradas todas las vías administrativas y legales, recurre a ayudas divinas para poder llevar a cabo sus planes. Con la ayuda de la Virgen, del Papa de Roma y de un par de peculiares personajes del pueblo, consigue no solo parar el cierre del pozo, sino que sus aguas sean bendecidas. El pueblo se convierte en un lugar de peregrinación, el epicentro de esta oda al agua, con parque acuático incluido. Como pueden imaginar, la cosa no acaba bien...



Como es habitual en todos los montajes de Club Caníbal, son ellos mismos los encargados de interpretar a todos los variopintos personajes que van apareciendo en escena. De este modo, Juan Vinuesa, Vito Sanz y Font García harán las delicias del público interpretando a políticos, religiosos, aldeanos o ganaderos, en una esperpéntica caricatura de lo que somos, con nuestra picaresca española danzando a sus anchas en toda la historia. Los tres actores disfrutan, se divierten en escena, y eso se transmite al público, que entra en el juego en todo momento. Los tres están fantásticos, en la difícil tarea de cambiar sistemáticamente de personaje sin que ello repercuta en el ritmo de la acción. Les acompaña en escena el músico Pablo Peña (responsable de la composición musical y de su ejecución en directo), auténtico hombre orquesta que se convierte en personaje fundamental de la obra.



Esta grandilocuente propuesta tiene, como no podía ser de otra manera, una portentosa carga visual con la cuidada escenografía diseñada por Walter Arias (con Víctor Longás como ayudante) y una atmósfera que nos atrapa, con el poderoso sonido de Pablo Peña (fabuloso el inicio de la función, en el que se van solapando diferentes sonidos que hacen los actores). Una escenografía que nos lleva, al menos al comienzo, a un árido lugar, con un pintoresco telón de fondo que representa la situación del pueblo en el que transcurre la historia. A esto tenemos que sumar la cuidada y precisa iluminación de Benito Jiménez, transmitiendo a la perfección las distintas tonalidades de cada escena. Todo ello se completa con el ingenioso y esperpéntico vestuario diseñado por Salvador Carabante.



En definitiva, lo pasamos muy bien con esta obra. Tenemos que decir que, aunque resulta una locura todo lo que vemos en escena, nos creemos que algunos de nuestros políticos no se alejan mucho de la forma de actuar de este Julián tan populista y ególatra. Una caricatura muy acertada de nuestra sociedad, de nuestra forma de ser, de nuestros valores (esos que como diría Groucho Marx pueden variar ante una buena oferta), todo llevado al extremo con tintes surrealistas y esperpénticos, que engrandecen aún más la propuesta cuanto más suben la apuesta del desparrame. Entren y disfruten, comedia irreverente y necesaria, genios absolutos del humor. Larga vida al Club Caníbal.

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Teatro: Naves del Español. Sala Max Aub.
Dirección: Paseo de la Chopera 14.
Fechas: Del 14 de Marzo al 7 de Abril. De Martes a Domingos a las 19:30.
Encuentro con el público: 17 de Marzo.
Duración: 80 minutos.
Entradas: Desde 15€ en Naves del EspañolPrograma de mano.

AVISO AL PÚBLICO: En las funciones del 20 al 22 de marzo el intérprete Font García será sustituido por Pedro Roca.

FICHA ARTÍSTICA

Dirección y dramaturgia Chiqui Carabante

Texto Juan Vinuesa, Vito Sanz, Font García y Chiqui Carabante

Con Font García, Vito Sanz y Juan Vinuesa

Diseño de espacio escénico Walter Arias

Ayudante de espacio escénico Víctor Longás

Diseño de vestuario Salvador Carabante

Diseño de iluminación Benito Jiménez

Composición musical y ejecución en directo Pablo Peña

Movimiento María Cabeza de Vaca

Dirección de producción (Club Caníbal) Marisa Pino

Una producción de Teatro Español y Triple F 

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