Habían
pasado únicamente unos días desde que Helena Pimenta nos sorprendiera con “La vida es
sueño”, con entradas agotadas desde el momento en el que se pusieron a la venta, una obra que
nos dejó impactados por la labor actoral y por una dirección del mas alto
nivel.
Algo
así, similar, nos esperábamos al sentarnos en la butaca del Teatro de la
Comedia cuando fuimos a disfrutar de “El gran mercado del mundo “ de Calderón
de la Barca, un auto sacramental, escrito allá por el año 1636, que se
representaba el día del Corpus. De este modo, si Calderón hubiera visto esta
adaptación se hubiera quedado del todo ojiplático. Lluis Omar nos contaba que
esta nueva temporada sería una transición tranquila. Pero a todas luces, parece
que no será parecida, sin duda, no será una copia de lo que se ha venido
haciendo.
Han
traído la metafísica, la ética, las tradiciones y valores cristianos a lo mas
mundano, al ruido de este nuestro siglo XXI. Un collage al que parece tendremos
que acostumbrarnos, porque no se trata de una adaptación, se trata mas bien de
darle un cariz fuertemente contemporáneo, pareciera mas futurible que presente
incluso. Tan corpóreo, tan secular que
parece batirse en duelo con antiguos valores y sermones de fe.
Xavier
Albertí su director sienta las bases de
un teatro clásico de difícil descripción, los mas puristas han de acostumbrarse
a nuevas formas, a un pacto mas naif, en el que cada cual puede sacar su propia
conclusión de la obra, si lo vemos desde la dicotomía bueno y malo estaremos
perdidos y no estaremos entendiendo la propuesta, seremos nosotros los que
interpretemos la historia y si lo hacemos exentos de prejuicios, el juego será
aún mas fluido e interesante.
Una faceta lúdica e irreverente, un auto sacramental
que se hace cabaret de la mano de un elenco que brilla en escena, dando sentido
y rigor a un texto de tal magnitud y al que sorprendentemente han decidido ser
fieles en el fondo pero no en la forma. Y es así como el auto sacramental gira
en una noria del todo colorista, donde se resuelven la humildad, la lascivia,
la soberbia, el desengaño, la Fe, la culpa, la herejía o la penitencia, donde
podremos mirarnos a nosotros mismos y mirar al otro.
Y no, esto, no podríamos
decir que es una comedia, aunque nos riamos con cada máscara o que muchas de
las situaciones nos saquen una sonrisa.
Se lo contamos:
La Fama convoca el Gran
Mercado del Mundo. El padre representando el género humano y su moralidad
entrega un talento a sus dos hijos Buen Genio y Mal Genio, uno de ellos será
merecedor de desposar a Gracia y ganará la herencia del padre. Les acompañaran
al mercado la culpa y la inocencia, en una lucha por arrebatar la inocencia a
Buen Genio.
La Gula, la Lascivia y la
Culpa como servidor intentarán constantes tentar a Buen Genio, que no sucumbirá
a las tentaciones. Mal Genio en cambio será preso de todos los vicios. Cuando
el Mercado abre se realizan las compras y las ventas de los productos, gastando
cada cual su talento. El
Mal Genio, siempre llevado por la Malicia, gasta su talento en los libros que
le vende la Herejía, en plumas suntuosas, y divertimentos para Gracia. El Buen
Genio, los invierte en la Fe y en el pan que lleva como mercancía, fundamento y
alegato a la celebración de Corpus Christi.
Finalmente aparecen el
Padre y la Gracia, cada hijo muestra lo que ha comprado con su talento y aunque
está claro ya, quien es el ganador , les animamos a que como siempre lean el
texto original. Y vean cada matiz.
La
presencia escénica de Silvia Marsó es imponente, la actriz se apropia del
protagonismo teológico y nos acerca al sentido del texto de Calderón
entendiendo a su vez la propuesta de Albertí. Una creación de personaje y
máscara que entiende los cimientos del teatro clásico, pero se adapta a nuevas
formas. Una actriz con perfecto verso y voz, que acompaña y se sitúa cómoda en la forma de
un todo corifeo y mas presente aún, en sus disertaciones en escena.
La música en directo y Antoni Comas al piano serán hilo conductor y cuasi hecho narrativo. Roberto G. Alonso interpretando a La Lascivia, inmaculada labor actoral, un personaje que nunca nos hubiéramos imaginado en teatro clásico y que sin duda mas nos llamó la atención, pero que Alonso ha conseguido integrar como parte fundamental de la propuesta. Jorge Merino por su parte tiene tantos cambios de registro, a cada cual mas ecléctico, que no sabemos si de la confusión hizo una virtud, que nos mantenía mecidos entre la sobriedad y el desenfreno constante.
La música en directo y Antoni Comas al piano serán hilo conductor y cuasi hecho narrativo. Roberto G. Alonso interpretando a La Lascivia, inmaculada labor actoral, un personaje que nunca nos hubiéramos imaginado en teatro clásico y que sin duda mas nos llamó la atención, pero que Alonso ha conseguido integrar como parte fundamental de la propuesta. Jorge Merino por su parte tiene tantos cambios de registro, a cada cual mas ecléctico, que no sabemos si de la confusión hizo una virtud, que nos mantenía mecidos entre la sobriedad y el desenfreno constante.
Completan el elenco Rubén
de Eguía, Alejandro Bordanove, Oriol Genís, Cristina Arias, Elvira
Cuadrupani, Jordi Doménech, Lara Grube, Jorge Merino, Mont Plans, Aina Sánchez
y David Soto Giganto que giran en una noria multicolor ofreciendo sus
virtudes en este gran mercado.
Un impecable trabajo de
vestuario trabajo de Marian García Milla junto a Ignasi
Camprodon en
el trabajo de iluminación, escenografía de la mano de Max
Glaenzel y Jordi Bonet en espacio sonoro.
Una obra que recomendamos
a propios y extraños al salir del teatro para que cada uno saque sus propias
conclusiones. Una obra
indescriptiblemente sacramental.
El gran mercado del mundo
Teatro: Teatro de la Comedia
Dirección: Calle Príncipe.
Fechas: Del 18 de septiembre al 27 de octubre de 2019. Encuentro con el público. 17 de octubre de 2019
Entradas: Desde 6€ en entradasinaem. Hasta el 27 de Octubre.
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