Teatro: Paraíso perdido. Teatro María Guerrero.

Entramos en la sala del Teatro María Guerrero para sumergirnos en un portentoso viaje que nos llevará a dilucidar la sempiterna lucha entre el bien y el mal, en un imponente montaje basado en el poema épico de John Milton en el que explica la tragedia de la caída del hombre, pero centrado también en la lucha entre Dios y Satanás, con la expulsión de este del cielo y su lucha contra lo establecido. La historia de la Humanidad se escenifica en esta lucha de poderes, la sumisión y la obediencia frente a la rebeldía y la singularidad. Un duelo que se mantiene latente hasta nuestros días.


Entramos en el teatro para descubrir un universo nuevo, un oscuro y lúgubre lugar que nos llevará a descubrir las luchas más encarnecidas del mundo, aquellas que fueron el inicio de lo que somos ahora. La majestuosidad de esta pieza es abrumadora, con una deliciosa belleza plástica de cada una de las escenas, cuidando al detalle cada uno de los elementos que las componen para que todo nos traslade a esos mundos de tenebrosa marginalidad en el que Satán busca redimirse de sus ofrendas y a la vez discernir porque ha ocurrido todo y cual es el destino que le espera a la Humanidad.


Esta coproducción del Centro Dramático Nacional, el Teatre Romea y el Festival Grec de Barcelona 2022 nos conmueve y nos emociona, nos remueve y nos señala, nos cuenta lo que somos y cual es la esencia misma del ser humano. Un fabuloso montaje, de una grandiosidad formal impecable y de una complejidad argumental avasalladora. Una soberbia composición de escenas que van desde lo más lúgubre y tenebroso o lo más pintoresco y naif. Con reminiscencias del Tim Burton más gótico, la historia se mueve entre el drama más desgarrador a la comedia más inteligente, personalizados en Satán y en Dios respectivamente. Fantástica la creación de estos de dos personajes, llenos de matices y con mil capas que se nos irán mostrando a lo largo de la obra.


Esta versión del poema de épico de John Hilton ha sido escrito por Helena Tornero y Andrés Lima, que consiguen un poderoso relato lleno de intenciones, de fuerza, de poderosas metáforas y de contundentes sentencias, que nos hace viajar por mundos fantásticos a la vez que nos deja interesantes reflexiones y aplastantes sentencias en temas tan actuales como la violencia de género, la libertad, el consentimiento o los discursos sesgados.  Helena Tornero comenta que "en esta adaptación teatral damos al público la oportunidad de sentirse parte de cada una de las diferentes tribus que se enfrentan en el espacio teatral, metáfora del universo: ángeles, demonios, actores, actrices, mujeres y hombres. Un viaje al lugar del otro, al opuesto, el diferente, un dejarse atravesar por las palabras de Milton y descubrir qué parte hay en cada uno de nosotros de ángel, diablo, hombre, mujer, comediante o espectador". 

En esta época de cambio, en el que debemos repensar todo lo que nos enseñaron, en el que tenemos la obligación de reconstruirnos desde la reflexión sobre los estereotipos que han marcado nuestra sociedad, "tal vez sea ahora un buen momento para hacerse algunas preguntas sobre las creencias que nos han sido transmitidas. Sobre sus consecuencias en el trato a las mujeres, a los hombres, a todos los seres vivos, al planeta. Tal vez sea el momento de escuchar las palabras del ángel caído. Antes de que sea demasiado tarde para reescribir eso que luego llamamos destino". Todas estas reflexiones subyacen en este imponente texto, que nos incita a la reflexión a la vez que nos muestra algunas de nuestros vicios más vergonzosos como sociedad centrada en el individualismo.



Este fabuloso e hipnótico montaje muestra la esencia misma de nuestra cultura occidental. Andrés Lima, que también se encarga de la dirección de la pieza, reconoce que "este montaje es el intento de comprender nuestros comportamientos, de saber si la Fe es sólo un plan preconcebido para asegurar la obediencia; si la espiritualidad es la intangibilidad de la libertad o la perpetuación del miedo". Y todo esto nos transmite este montaje lleno de miedo y de rencor, de rebelión y sometimiento. de dolor y de placer, de libertad y obediencia, de esa lucha continua que es la existencia, de ese caer para volver a levantarse, de luchar contra las injusticias y de desfallecer ante el poder. 

Para el director de montajes como "Shock (el Cóndor y el Puma)", "Shock 2", "Desde Berlín. Tributo a Lou Reed" o "Los Mácbez" (por hablar sólo de sus mayores éxitos de los últimos años), "en la revisión de nuestros mitos descansan las eternas preguntas, las que tenemos que seguir haciéndonos: ¿Quiénes somos? ¿Cómo deseo vivir? ¿Cómo afronto la muerte? Me eduqué agnóstico, y creo en la capacidad de la duda. Satanás me reta hoy a hacerle preguntas a ese que se llama Dios, creador, autor. Hoy el teatro se mira en el espejo del mito, como los antiguos. Y Milton, este ciego inmortal nos guía en estas tinieblas. Porque para los que no obedecemos se nos reservan las tinieblas. Para los que creemos que la manzana, ya sea de la bruja de Blancanieves o del Demonio, está muy buena. Y el pecado original extraordinario. Y Dios lo sabe".



Pero vayamos hasta la obra, para centrarnos en lo que podremos ver en este onírico viaje en el que seremos juez y parte del destino de la Humanidad. Esta obra es "un homenaje a la belleza de las palabras  de Milton desde la mirada contemporánea que es también un tributo al oficio de comediante, tantas veces demonizado por su capacidad de transgresión". Una historia que explica la tragedia de la caída del hombre mostrada en la de Satanás al ser expulsado del paraíso. Una figura, la del ángel caído, que fue reivindicada por los románticos como el verdadero héroe que simboliza el rebelde sublevado ante la tiranía del cielo. Y así asistiremos a la rebelión de Satanás, su fracaso y sus consecuencias, que arrastrará a la raza humana a convertirnos en lo que somos, una continua lucha entre el poder y la rebelión por el cambio, entre lo correcto y lo subversivo, entre el bien y el mal.



Y así tendremos la oportunidad de degustar el épico combate entre Dios y Satanás, que en escena serán interpretados, de manera magistral, por Pere Arquillué y Cristina Plazas respectivamente. Estamos ante uno de los enfrentamientos más memorables de la temporada, que digo yo, de la Historia de la Humanidad. Dos seres genuinos, que son capaces de cualquier cosa con tal de alcanzar sus objetivos. Y dos intérpretes que viven cada escena como si les fuese la vida en ello. Pere da vida a un Dios que es la soberbia, el poder, desde un caricaturesco personaje que se mueve con dificultad y al que Arquillué dota de una personalidad abrumadora, demencial por momentos, déspota y cruel, pero que nos abruma y nos hipnotiza. Una memorable interpretación cargada de matices, que disputa la hegemonía de la escena con una Cristina Plazas en estado de gracia. La actriz, desde un lugar mucho más íntimo, nos conmueve, nos emociona con su mirada (a veces de terror, a veces de pena, siempre impactante), nos transmite esas ganas de rebelarnos ante la injusticia, pero también la desazón de quien ve que no hay solución. Una actriz que sabe crear un personaje maravilloso desde lo pequeño, con matices y capas casi inapreciables pero que le dan un empaque y una complejidad extremas. Sólo por las interpretaciones de ambos merece la pena adentrarse en este universo.



Pero el resto del reparto no se queda atrás, en un trabajo de elenco maravilloso, con algunas coreografías que se nos quedaron en la retina para siempre. María Codony y Laura Font interpretan a la Muerte y la Culpa respectivamente, y serán las fieles escuderas de Satanás a lo largo de la obra. Por otro lado tenemos a Rubén de Eguía y Lucía Juárez, los Adán y Eva de esta historia (con un trabajo de caracterización fabuloso a cargo de Cécile Kretschmar). En este caso, además de las maravillosas coreografías que nos regalan los dos juntos, tenemos que hablar de la majestuosa interpretación de Lucía, con desgarrador alegato feminista final, que deja helado a todo el patio de butacas. Un grupo de intérpretes excepcional, que funciona con la maestría del gran Lima, que sabe como sacar de cada uno de ellos, y del grupo como tal, lo máximo.



Y toda esta deliciosa maravilla sucede en la lúgubre e imponente escenografía diseñada por Beatriz San Juan (responsable también del vestuario) que consigue recrear todo ese universo de Milton, con lo árido inhóspito de ese lugar rocoso en el que comienza la gran batalla. Pero también sabe diseccionar la escena para sacar diversos lugares para que ocurran cosas sin tener que salir de ese subsuelo en el que transcurre la obra. Así mantiene al narrador en una esquina, con su silla y su foco puntual, o introduce con ingenio un nuevo elemento, que sirve también de pantalla de proyección (las video creaciones han sido creadas por Miguel Ángel Raió), para la parte en la que aparecen Adán y Eva. Este universo tan particular no sería posible sin la cuidada y minuciosa iluminación de Valentín Álvarez, que juega con maestría con la luz, pero sobre todo domina a la perfección las sombras y las penumbras. Y por último tenemos el majestuoso trabajo de Jaume Manresa a cargo de la música original y el espacio sonoro, que hace aumentar la obra hasta unos límites de épica y grandiosidad que nos conducen a ese mundo de Dioses y Diablos, de lucha entre el Bien y el Mal.


En definitiva, estamos ante una de las obras más contundente, embriagadora, hipnótica, poderosa, de toda la temporada. Una historia contada con la poética necesaria para un poema como el de Milton, pero con la contundencia de quien quiere ponernos sobre la mesa todo tipo de debates. Un montaje de una belleza demoledora, en el que lo tenebroso y lo luminoso luchan por hacerse con la hegemonía del escenario. Y todo ello con un elenco portentoso, que funciona a la perfección. Y con un duelo formidable entre Dios y Satanás, entre Pere Arquillué y Cristina Plazas, dos monstruos de la interpretación que hacen crecer la obra con sus descomunales interpretaciones. No lo duden, acudan al Teatro María Guerrero y sumérjanse en este formidable duelo entre el bien y el mal, entre el poder y los que lo ansían, entre lo establecido y lo transgresor.
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Teatro: Teatro María Guerrero.
Dirección: Calle Tamayo y Baus 4.
Fechas: Del 5 de Mayo al 18 de Junio. De Martes a Domingos a las 20:00.
Encuentro con el público: 1 de Junio. Funciones accesibles: 25 y 26 de Mayo.
Entradas: Desde 6€ en entradasinaem


EQUIPO

Texto

Helena Tornero

 

Dramaturgia

Andrés Lima y Helena Tornero

Reparto

Pere Arquillué (Dios), Maria Codony (Muerte), Rubén de Eguía (Adán), Laura Font (Culpa), Lucía Juárez (Eva) y Cristina Plazas (Satanás)

Dirección

Andrés Lima

Escenografía y vestuario

Beatriz San Juan

Iluminación

Valentín Álvarez (AAI)

Música original y espacio sonoro

Jaume Manresa

Vídeo creación y post producción

Miquel Àngel Raió

Caracterización

Cécile Kretschmar

Ayudante de dirección

Laura Ortega

Ayudante de vestuario

Amaranta Albornoz

Realizaciones

Pascualín Estructures (escenografía), Goretti Puente (vestuario)

Coproducción

Centro Dramático Nacional, Teatre Romea y Grec 2022 Festival de Barcelona

Fotografías

David Ruano

Diseño de cartel

Equipo SOPA

   



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